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Madmaxista
Miguel Escudero Carbonell nació en Salas Altas (Huesca) hace 65 años, si bien acabó viviendo en una cueva de Barbastro junto a su mujer, con la que tenía tres hijos y se dedicaba a la chatarra. Apodado 'El Indio' por sus rasgos físicos, su historia criminal se reparte entre su Huesca natal y Lérida, pero en ambos lugares demostró un sadismo de película. Sus víctimas fueron siempre mujeres y siempre las abría en canal. Por su primer asesinato acabó primero en un centro psiquiátrico y por el segundo en prisión, tras ser condenado a 20 años. Dentro de dos su pena se habrá extinguido.
Tenía antecedentes por agresión sexual, pero su primer delito de sangre lo cometió en una tarde de un frío mes de enero de 1988. Para desgracia de Elvira Vispe, de 41 años, el destino les cruzó en el camino en el que la mujer apareció mutilada. Había ido a acompañar a uno de sus hijos al campo de fútbol de su pueblo.
La apuñaló con un hacha
Aquel día 8, 'El Indio' iba con su Simca 1.200 por un camino de Barbastro cuando vio a la mujer cerca de la escombrera en la que él estaba recogiendo unos restos. Rápidamente la reconoció por ser la vecina que le había denunciado ante la Policía Local por lanzar cuchillos al río Vero o clavarlos en árboles. Se acercó a ella y primero la apuñaló con una navaja de forma repetida y reiterada, según los forenses de la época. Luego, desnudó a esta progenitora de tres hijos y, provisto de un hacha que llevaba encima, la abrió en canal.
Su sed de sadismo fue tal que decidió arrollarla varias veces antes de irse a bordo de su vehículo. Todo ante los ojos de dos jubilados que paseaban por la zona y que, con incredulidad, observaron la escena tras verse alarmados por los primeros gritos de auxilio de la víctima. Estos, que reconocieron sentir miedo al cruzar sus miradas, fueron determinantes para señalar al criminal como el responsable del asesinato.
La investigación de la Guardia Civil determinó que una vez cometido tan salvaje hecho hizo su vida como si con él no fuera la cosa, llegando a recoger a su embarazada esposa a la que no le contó nada. Allí abandonó el vehículo, cogiendo un taxi que le llevó a Monzón y de esa localidad oscense decidió trasladarse en tren a Lérida. Fue en esta ciudad en la que acabó siendo detenido.
"La mató un doble mío"
Hasta cinco declaraciones dio a lo largo de la instrucción, destacando tres de su puño y letra por ser en las que confesó lo que hizo. Sin embargo, en una de ellas llegó a hablar que había sido un doble suyo y en otra que otro hombre desde su coche le amenazó con un arma, induciéndole al asesinato y prometiéndole a cambio 200.000 de las antiguas pesetas.
Durante el juicio celebrado en la Audiencia Provincial de Huesca, los psiquiatras forenses señalaron que 'El Indio' era extremadamente peligroso debido a la desconfianza que tiene sobre su entorno. La sentencia fue de 22 años de guandoca, si bien tuvo la suerte de que quedaran reducidos a 15 con la reforma del Código Penal de 1996.
Inicialmente, la fiscal Pilar Avellanas había solicitado 28 años, ocho meses y un día de castigo, si bien los magistrados le aplicaron una semieximente por enajenación mental al entender que los cuadros de epilepsia que sufría le afectaron a la hora de cometer el crimen, así como su consumo de drojas. El fallo fijó el cumplimiento de la pena en un psiquiátrico pero este pidió al Supremo ir a una prisión y se le concedió. Estuvo interno en una de León.
María, 'la portuguesa'
En su caso no hubo reinserción. Tres meses después volvió a apiolar, repitiendo el mismo modus operandi. Era el 13 de agosto de 2003. María Augusta Fanado, una treintañera que se movía en círculos de toxicómanos y ambientes de prespitación callejera en Lérida, a la que conocían como 'María, la Portuguesa', fue su segunda víctima.
El Indio, en el juicio por mutilar a 'María la Portugesa'
Su cadáver apareció en avanzado estado de descomposición en una casa abandonada en el número 7 de la calle Parc de Lleida. El olor que salía de uno de los pisos, que estaba cerrado a cal y canto (con llave y una barra de hierro para evitar tirar abajo la puerta), fue lo que llevó a unos vecinos a llamar a los Mossos d’Esquadra.
Le seccionó un pecho
Entraron por una ventana y, entre una montaña de desechos, vieron que sobresalía un brazo. Al acercarse y levantar un colchón que tenía el cadáver encima hallaron un cuerpo abierto en canal al que le habían seccionado totalmente el pecho derecho. En ese momento no supieron si se trataba de una mujer o de un hombre.
Los investigadores creen que detrás de ese crimen cometido en una pequeña habitación en la que no cabían más que cuatro personas podía haberse celebrado algún tipo de rito. Un pintaúñas estaba entre las piernas del cuerpo. No sabían quién era, pero sobre una mesilla de noche había una cartera con una tarjeta que respondía al nombre de Silvia. En ese momento no había ninguna denuncia por desaparición ni con ese nombre ni con el de la verdadera identidad de la víctima.
Encarna, la 'mataviejas' de Madrid: dos asesinatos, tres intentos de homicidio y 20 robos a ancianas solas en casa
Tamara Morillo
Una persona antisocial y muy fría
No sabían quién era la fallecida ni quién era el autor. Peinaron el Barri Antic, sin éxito. Sin embargo, la mejor pista la tenían cerca del escenario del crimen. Uno de los vecinos hizo memoria y señaló a los agentes que, días antes del asesinato, había visto a esta mujer, que la conocían como 'María, la Portuguesa' y que no iba sola, sino que iba con su pareja, un hombre que vivía en ese piso que es bastante agresivo y al que llamaban 'El Indio'.
Sorprendentemente, cuando los Mossos introdujeron ese sobrenombre en la ficha policial saltó un nombre: Miguel Escudero Carbonell. Tenía antecedentes, acababa de salir de prisión y las dos mujeres habían sido asesinadas y abiertas en canal.
Detenido con dos cuchillos
Los Mossos d’Escuadra realizaron búsquedas por la zona, localizando a 'El Indio' sentado en unas escaleras y con una bolsa de deporte en la que llevaba dos cuchillos manufacturados de 13 y 14 centímetros de hoja. Del análisis biológico de estas armas blancas y de los restos de sangre en el interior de la vivienda en la que ocurrió el asesinato, los investigadores llegaron a la conclusión de que el autor era Miguel Escudero y que todo podría responder a que no estaba a favor de que la víctima se dedicara a la prespitación. Había ADN de ambos.
El 25 de abril de 2005 el sospechoso se sentó en el banquillo de la Audiencia Provincial de Lleida, donde negó su segundo crimen. El jurado popular no le creyó y le consideró culpable, siendo condenado a 20 años de prisión. Cuando salga de la guandoca se comprobará si es capaz de reinsertarse o, como dijeron durante el juicio los forenses, tras describirlo como "una persona emocionalmente fría, antisocial y que distingue entre el bien y el mal", Escudero "lo volverá a hacer".
Tenía antecedentes por agresión sexual, pero su primer delito de sangre lo cometió en una tarde de un frío mes de enero de 1988. Para desgracia de Elvira Vispe, de 41 años, el destino les cruzó en el camino en el que la mujer apareció mutilada. Había ido a acompañar a uno de sus hijos al campo de fútbol de su pueblo.
La apuñaló con un hacha
Aquel día 8, 'El Indio' iba con su Simca 1.200 por un camino de Barbastro cuando vio a la mujer cerca de la escombrera en la que él estaba recogiendo unos restos. Rápidamente la reconoció por ser la vecina que le había denunciado ante la Policía Local por lanzar cuchillos al río Vero o clavarlos en árboles. Se acercó a ella y primero la apuñaló con una navaja de forma repetida y reiterada, según los forenses de la época. Luego, desnudó a esta progenitora de tres hijos y, provisto de un hacha que llevaba encima, la abrió en canal.
Su sed de sadismo fue tal que decidió arrollarla varias veces antes de irse a bordo de su vehículo. Todo ante los ojos de dos jubilados que paseaban por la zona y que, con incredulidad, observaron la escena tras verse alarmados por los primeros gritos de auxilio de la víctima. Estos, que reconocieron sentir miedo al cruzar sus miradas, fueron determinantes para señalar al criminal como el responsable del asesinato.
La investigación de la Guardia Civil determinó que una vez cometido tan salvaje hecho hizo su vida como si con él no fuera la cosa, llegando a recoger a su embarazada esposa a la que no le contó nada. Allí abandonó el vehículo, cogiendo un taxi que le llevó a Monzón y de esa localidad oscense decidió trasladarse en tren a Lérida. Fue en esta ciudad en la que acabó siendo detenido.
"La mató un doble mío"
Hasta cinco declaraciones dio a lo largo de la instrucción, destacando tres de su puño y letra por ser en las que confesó lo que hizo. Sin embargo, en una de ellas llegó a hablar que había sido un doble suyo y en otra que otro hombre desde su coche le amenazó con un arma, induciéndole al asesinato y prometiéndole a cambio 200.000 de las antiguas pesetas.
Durante el juicio celebrado en la Audiencia Provincial de Huesca, los psiquiatras forenses señalaron que 'El Indio' era extremadamente peligroso debido a la desconfianza que tiene sobre su entorno. La sentencia fue de 22 años de guandoca, si bien tuvo la suerte de que quedaran reducidos a 15 con la reforma del Código Penal de 1996.
Inicialmente, la fiscal Pilar Avellanas había solicitado 28 años, ocho meses y un día de castigo, si bien los magistrados le aplicaron una semieximente por enajenación mental al entender que los cuadros de epilepsia que sufría le afectaron a la hora de cometer el crimen, así como su consumo de drojas. El fallo fijó el cumplimiento de la pena en un psiquiátrico pero este pidió al Supremo ir a una prisión y se le concedió. Estuvo interno en una de León.
María, 'la portuguesa'
En su caso no hubo reinserción. Tres meses después volvió a apiolar, repitiendo el mismo modus operandi. Era el 13 de agosto de 2003. María Augusta Fanado, una treintañera que se movía en círculos de toxicómanos y ambientes de prespitación callejera en Lérida, a la que conocían como 'María, la Portuguesa', fue su segunda víctima.
El Indio, en el juicio por mutilar a 'María la Portugesa'
Su cadáver apareció en avanzado estado de descomposición en una casa abandonada en el número 7 de la calle Parc de Lleida. El olor que salía de uno de los pisos, que estaba cerrado a cal y canto (con llave y una barra de hierro para evitar tirar abajo la puerta), fue lo que llevó a unos vecinos a llamar a los Mossos d’Esquadra.
Le seccionó un pecho
Entraron por una ventana y, entre una montaña de desechos, vieron que sobresalía un brazo. Al acercarse y levantar un colchón que tenía el cadáver encima hallaron un cuerpo abierto en canal al que le habían seccionado totalmente el pecho derecho. En ese momento no supieron si se trataba de una mujer o de un hombre.
Los investigadores creen que detrás de ese crimen cometido en una pequeña habitación en la que no cabían más que cuatro personas podía haberse celebrado algún tipo de rito. Un pintaúñas estaba entre las piernas del cuerpo. No sabían quién era, pero sobre una mesilla de noche había una cartera con una tarjeta que respondía al nombre de Silvia. En ese momento no había ninguna denuncia por desaparición ni con ese nombre ni con el de la verdadera identidad de la víctima.
Encarna, la 'mataviejas' de Madrid: dos asesinatos, tres intentos de homicidio y 20 robos a ancianas solas en casa
Tamara Morillo
Una persona antisocial y muy fría
No sabían quién era la fallecida ni quién era el autor. Peinaron el Barri Antic, sin éxito. Sin embargo, la mejor pista la tenían cerca del escenario del crimen. Uno de los vecinos hizo memoria y señaló a los agentes que, días antes del asesinato, había visto a esta mujer, que la conocían como 'María, la Portuguesa' y que no iba sola, sino que iba con su pareja, un hombre que vivía en ese piso que es bastante agresivo y al que llamaban 'El Indio'.
Sorprendentemente, cuando los Mossos introdujeron ese sobrenombre en la ficha policial saltó un nombre: Miguel Escudero Carbonell. Tenía antecedentes, acababa de salir de prisión y las dos mujeres habían sido asesinadas y abiertas en canal.
Detenido con dos cuchillos
Los Mossos d’Escuadra realizaron búsquedas por la zona, localizando a 'El Indio' sentado en unas escaleras y con una bolsa de deporte en la que llevaba dos cuchillos manufacturados de 13 y 14 centímetros de hoja. Del análisis biológico de estas armas blancas y de los restos de sangre en el interior de la vivienda en la que ocurrió el asesinato, los investigadores llegaron a la conclusión de que el autor era Miguel Escudero y que todo podría responder a que no estaba a favor de que la víctima se dedicara a la prespitación. Había ADN de ambos.
El 25 de abril de 2005 el sospechoso se sentó en el banquillo de la Audiencia Provincial de Lleida, donde negó su segundo crimen. El jurado popular no le creyó y le consideró culpable, siendo condenado a 20 años de prisión. Cuando salga de la guandoca se comprobará si es capaz de reinsertarse o, como dijeron durante el juicio los forenses, tras describirlo como "una persona emocionalmente fría, antisocial y que distingue entre el bien y el mal", Escudero "lo volverá a hacer".
https://www.levante-emv.com/sucesos/2023/04/23/indio-malo-sadico-chatarrero-86376926.html