Pantanito
Himbersor
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https://amp.elmundo.es/internacional/2023/03/06/6404ec5dfdddff9f218b4594.html
El auge de las tribus urbanas violentas, la otra guerra de Ucrania
Jóvenes de subculturas callejeras se citan para pegarse inspirados por la estética del Anime
Detención de adolescentes en un centro comercial de Járkiv. POLICÍA DE UCRANIA
El 27 de febrero Alina Yarova se sorprendió al acercarse a la entrada del popular centro comercial de Járkiv que regenta y apercibirse de la presencia de cientos de chavales. "Se sentía que estaban preparando algo", recuerda. Los compañeros de Constantine Zaitsev habían pensado lo mismo y por eso desplegaron a decenas de hombres para detener a los chavales. "Llenaron una decena de autobuses. Debían de ser unos 500 chiquillos", explica Yarova.
Zaitsev, inspector de la unidad de prevención de crimen juvenil de la segunda ciudad ucraniana, reduce el número de participantes, pero admite que la intención de los congregados no eran otra que "pelearse" con sus antagonistas. "Les quitaron puños americanos y otro tipo de armas", relata otra de las empleadas del centro comercial. Zaitsev vuelve a mostrarse comedido y dice que sólo encontraron varios aerosoles de pimienta.
El altercado de Járkiv no era el primero que se producía en el territorio ucraniano. Según Yaroslav Shank, número dos de la llamada Policía Juvenil de Ucrania, en las últimas dos semanas las fuerzas de seguridad han contabilizado hasta 40 concentraciones similares en todo el país, desde Lviv en el oeste, a la citada Jarkiv, Poltava, Kremenchuk, Lviv, Lutsk, Ivano-Frankivsk o la misma Kiev.
"Los PVC Redan se inspiran en una famosa serie japonesa de Anime. Han elegido las arañas y el número cuatro como símbolo. Los llevan impresos en sus camisetas negras. Y al igual que ocurría antes con los punkies que se enfrentaban a los cabezas rapadas, frente a los Redan han surgido los anti Redan, que se llaman Offniks. Ese día se reunieron grupos de Redan y de Offniks dispuestos a enfrentarse", relata Zaitsev que no puede por menos que esbozar una sonrisa.
La reacción del agente de policía es común entre todos los consultados. Ninguno sabe muy bien cómo explicar este fenómeno. Hablar de choques de tribus urbanas en Ucrania resulta cuando menos inusual para un país que sufre una brutal oleada turística rusa. Especialmente si este tipo de incidentes es algo que comparten las juventudes de las dos naciones cuyos soldados combaten en las trincheras. El movimiento Redan se dio a conocer en Rusia el pasado mes de septiembre. Desde entonces, las refriegas callejeras se han multiplicado en ciudades como Moscú, San Petersburgo o Kursk.
"Allí las peleas entre Redan y Offniks son mucho más serias. Han muerto dos chavales. Internet no tiene fronteras y los jóvenes piensan que esto es una aventura. Les tuvimos que explicar que no lo es y que puede acabar mal", agrega el uniformado.
Sumidos en un cierto desconcierto, algunas autoridades ucranianas han reaccionado vinculando estas riñas a una hipotética "operación psicológica de desestabilización rusa", en palabras de la viceministra de Asuntos Internos, Kateryna Pavlichenko, consultada por este diario.
"La guerra no se libra sólo en el campo de batalla. El enemigo quiere destruir nuestro país y usar a nuestros niños para conseguir sus sanguinarios objetivos", le secundó Volodymyr Tymoshko, uno de los responsables de las fuerzas de seguridad de Járkiv.
Desde el pasado 27 de febrero los alrededores del complejo de tiendas de Járkiv -uno de los más modernos de la villa-, se encuentran vigilados por patrullas de policía cuya presencia pretende prevenir la reunión de seguidores de esta cultura urbana.
Ahora, jóvenes como los que compraban una botella de sake en uno de los supermercados locales se sienten señalados. "Es una cosa. Esta gente (los Redan) han conseguido que todo el mundo nos mire mal", relata Victor (no es su nombre real), uno de los muchachos, que viste de estricto tonalidad neցro, con una camiseta estampada con una cobra, guantes con las puntas cortadas y un enorme anillo plateado.
La policía local asegura que al igual que en Járkiv, la amplia mayoría de los devotos de este movimiento son meros chiquillos hasta el punto de que uno de sus "líderes" era un chaval de 16 años de Dnipro, que dirigía una de las redes sociales que alimentan esta cultura juvenil. De repente, las televisiones y páginas de medios locales se han llenado de "confesiones" de adolescentes con el rostro camuflado en las que admiten su "culpa" y achacan todos los males a Rusia.
Sin embargo, las autoridades de ese país también han arremetido contra esta forma de expresión juvenil. El caso ha llegado hasta el parlamento ruso, donde el pasado día 28 se pidió que se prohíba la comercialización de la serie japonesa y todos los productos relacionados con ella.
La aparición de esta peculiar tribu urbana tras*fronteriza es el ejemplo más extremo de los efectos colaterales generados en Ucrania por un conflicto, que además está agravando muchas de las lacras con las que ya tenía que luchar antes de febrero de 2022.
Los expertos alertan sobre el incremento del uso de alcohol y drojas, y de los casos de violencia doméstica, muchos de ellos vinculados entre sí. Las estadísticas oficiales indican lo contrario pero hasta la propia viceministra Kateryna Pavlichenko pone en cuestión los guarismos oficiales. La policía lleva meses desbordada por los crímenes cometidos durante la conflagración y apenas tiene tiempo para dedicarse a otras cuestiones.
El auge de las tribus urbanas violentas, la otra guerra de Ucrania
Jóvenes de subculturas callejeras se citan para pegarse inspirados por la estética del Anime
Detención de adolescentes en un centro comercial de Járkiv. POLICÍA DE UCRANIA
El 27 de febrero Alina Yarova se sorprendió al acercarse a la entrada del popular centro comercial de Járkiv que regenta y apercibirse de la presencia de cientos de chavales. "Se sentía que estaban preparando algo", recuerda. Los compañeros de Constantine Zaitsev habían pensado lo mismo y por eso desplegaron a decenas de hombres para detener a los chavales. "Llenaron una decena de autobuses. Debían de ser unos 500 chiquillos", explica Yarova.
Zaitsev, inspector de la unidad de prevención de crimen juvenil de la segunda ciudad ucraniana, reduce el número de participantes, pero admite que la intención de los congregados no eran otra que "pelearse" con sus antagonistas. "Les quitaron puños americanos y otro tipo de armas", relata otra de las empleadas del centro comercial. Zaitsev vuelve a mostrarse comedido y dice que sólo encontraron varios aerosoles de pimienta.
El altercado de Járkiv no era el primero que se producía en el territorio ucraniano. Según Yaroslav Shank, número dos de la llamada Policía Juvenil de Ucrania, en las últimas dos semanas las fuerzas de seguridad han contabilizado hasta 40 concentraciones similares en todo el país, desde Lviv en el oeste, a la citada Jarkiv, Poltava, Kremenchuk, Lviv, Lutsk, Ivano-Frankivsk o la misma Kiev.
"Los PVC Redan se inspiran en una famosa serie japonesa de Anime. Han elegido las arañas y el número cuatro como símbolo. Los llevan impresos en sus camisetas negras. Y al igual que ocurría antes con los punkies que se enfrentaban a los cabezas rapadas, frente a los Redan han surgido los anti Redan, que se llaman Offniks. Ese día se reunieron grupos de Redan y de Offniks dispuestos a enfrentarse", relata Zaitsev que no puede por menos que esbozar una sonrisa.
La reacción del agente de policía es común entre todos los consultados. Ninguno sabe muy bien cómo explicar este fenómeno. Hablar de choques de tribus urbanas en Ucrania resulta cuando menos inusual para un país que sufre una brutal oleada turística rusa. Especialmente si este tipo de incidentes es algo que comparten las juventudes de las dos naciones cuyos soldados combaten en las trincheras. El movimiento Redan se dio a conocer en Rusia el pasado mes de septiembre. Desde entonces, las refriegas callejeras se han multiplicado en ciudades como Moscú, San Petersburgo o Kursk.
"Allí las peleas entre Redan y Offniks son mucho más serias. Han muerto dos chavales. Internet no tiene fronteras y los jóvenes piensan que esto es una aventura. Les tuvimos que explicar que no lo es y que puede acabar mal", agrega el uniformado.
Sumidos en un cierto desconcierto, algunas autoridades ucranianas han reaccionado vinculando estas riñas a una hipotética "operación psicológica de desestabilización rusa", en palabras de la viceministra de Asuntos Internos, Kateryna Pavlichenko, consultada por este diario.
"La guerra no se libra sólo en el campo de batalla. El enemigo quiere destruir nuestro país y usar a nuestros niños para conseguir sus sanguinarios objetivos", le secundó Volodymyr Tymoshko, uno de los responsables de las fuerzas de seguridad de Járkiv.
Desde el pasado 27 de febrero los alrededores del complejo de tiendas de Járkiv -uno de los más modernos de la villa-, se encuentran vigilados por patrullas de policía cuya presencia pretende prevenir la reunión de seguidores de esta cultura urbana.
Ahora, jóvenes como los que compraban una botella de sake en uno de los supermercados locales se sienten señalados. "Es una cosa. Esta gente (los Redan) han conseguido que todo el mundo nos mire mal", relata Victor (no es su nombre real), uno de los muchachos, que viste de estricto tonalidad neցro, con una camiseta estampada con una cobra, guantes con las puntas cortadas y un enorme anillo plateado.
La policía local asegura que al igual que en Járkiv, la amplia mayoría de los devotos de este movimiento son meros chiquillos hasta el punto de que uno de sus "líderes" era un chaval de 16 años de Dnipro, que dirigía una de las redes sociales que alimentan esta cultura juvenil. De repente, las televisiones y páginas de medios locales se han llenado de "confesiones" de adolescentes con el rostro camuflado en las que admiten su "culpa" y achacan todos los males a Rusia.
Sin embargo, las autoridades de ese país también han arremetido contra esta forma de expresión juvenil. El caso ha llegado hasta el parlamento ruso, donde el pasado día 28 se pidió que se prohíba la comercialización de la serie japonesa y todos los productos relacionados con ella.
La aparición de esta peculiar tribu urbana tras*fronteriza es el ejemplo más extremo de los efectos colaterales generados en Ucrania por un conflicto, que además está agravando muchas de las lacras con las que ya tenía que luchar antes de febrero de 2022.
Los expertos alertan sobre el incremento del uso de alcohol y drojas, y de los casos de violencia doméstica, muchos de ellos vinculados entre sí. Las estadísticas oficiales indican lo contrario pero hasta la propia viceministra Kateryna Pavlichenko pone en cuestión los guarismos oficiales. La policía lleva meses desbordada por los crímenes cometidos durante la conflagración y apenas tiene tiempo para dedicarse a otras cuestiones.