Rossi
Eia Eia Alalà!
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Expongo en este tema la evolución que ha tenido la llamada extrema derecha en los últimos años, desde mi perspectiva personal de antiguo militante en un partido de estas características hace más de dos décadas. Primero aclarar que extrema derecha es un término sesgado y manoseado en el que se cuela cualquier cosa que no guste a la izquierda, y que por tanto rechazo de entrada, aunque acepte trabajar con él por diferenciarlo de los partidos de derechas sistémicos como Vox. En este caso, como veremos, era un término ante todo inexacto.
Resumen para vagos: El movimiento que conocí estaba condenado a la irrelevancia. Se puede discutir si por infiltraciones, por la mala gestión de los egos o por una simple cuestión de timing. A mi modo de ver hoy en día existe la oportunidad de revitalizar las ideas que lo inspiran, incluso desde dentro del sistema. La propia decadencia de la sociedad las ha hecho ser mucho mejor acogidas. Aunque pueda parecer paradójico. Sí, hay más censura, más control, pero porque hay más resistencia.
Voy a mencionar algunos aspectos que considero interesantes en relación a lo que se da hoy en día:
- El contexto de la época. Yo hablaría de desinterés en el común de los mortales, la política no era seguida tan apasionadamente como en la actualidad, ni mucho menos. Mucha gente se definía como apolítica (término casi en desuso) y un tipo con ideas opuestas podía ser tu amigo. Típico de años de bonanza económica. Este es el primer punto que difiere con lo que se vive hoy, por razones obvias. La crisis y el descontento generalizado provocan reacciones levantiscas incluso en los pueblos más gregarios.
- En aquellos años el fenómeno de los ultras estaba en auge y podía verse a esta subcultura como una suerte de cantera para estas organizaciones. Yo sin ser un forofo futbolero, empecé a ir al estadio para conocer gente afín y tener la posibilidad de organizar algo. Sí, ya existía internet, con aquellos míticos chats de IRC, pero al final si querías organizarte había que dar la cara. Un error. En las gradas te encontrabas una gran mayoría de lúmpenes cuyo interés político era escaso o nulo, y cuya presencia en el movimiento repelía a cualquier persona corriente. La Ley del Deporte 19/2007 terminó capando mucho de esos grupúsculos, y hoy en día el perfil es bien distinto.
- La propia naturaleza minoritaria del movimiento implicaba que había que estar para todo. Pegadas de carteles, actos, reuniones, aportar tu tiempo, tu dinero, e incluso jugártela en cualquier posible emboscada del entorno podeguarro, inmensamente mayoritario entre la juventud politizada. Hablamos, además, de un tiempo sin teléfonos inteligentes ni redes sociales, lo que hacía que, con cualquier posible trifulca en perspectiva, todo quedase más en casa (menos exposición pero más impunidad). Al ser yo un jovenzuelo, no tenía más preocupación de que mis padres no me dieran mucho la brasa, pero entiendo que todos estos eran factores que ahuyentaban a posibles interesados con trabajos, familia, responsabilidades, etc. Como vemos, aunque siga sin ser un fenómeno masivo, ya no existe esa sensación de clandestinidad.
- El enfoque ideológico era sobre todo identitario, basado en el eje raza-nación. inmi gración y unidad nacional eran los pilares indiscutibles. Digamos que una mezconlanza entre Le Pen y Blas Piñar. No había espacio para el tradicionalismo, no entraba en juego la religión, no había oposición alguna al feminismo, ni a la ideología de género. Podía pensarse que eran temas menores aún en la agenda globalista (de la que por cierto, también se hablaba) pero de igual modo lo era la inmi gración en la España de aquel entonces y sin embargo sí supieron anticipar lo que venía. Hoy en día el campo de batalla es mucho más amplio.
- En cuanto al tema económico, se notaba un claro sesgo fascista y/o falangista. El libre mercado era el enemigo. Recordemos que era antes de la crisis de 2008, así que mantener un discurso anticapitalista aún era tabú hasta para la izquierda. Es por eso entre otras cosas que defiendo la inexactitud del término "extrema derecha" ya que los ideólogos y militantes raramente tenían un perfil derechista, fuese liberal o conservador. Diría que hoy por hoy en todos estos movimientos ha habido un cierto fenómeno aglutinante.
- Puede que alguno se sorprenda, pero había en general una opinión muy negativa de Franco y su régimen. No digamos ya del Rey. Esto es algo que difiere radicalmente a lo que se ve hoy en día. En cierta medida el franquismo es como una especie de pecado original para el español de a pie, para bien o para mal. En este caso, pienso que se veía al Caudillo como traidor de las esencias falangistas, por un lado, y como iniciador de la monarquía y el R78 por otro.
- El 11S primero y el 11M después provocaron un terremoto ideológico. En primer lugar, no me dio la impresión de que hubiera interés en conocer las versiones alternativas. Lo hicieron los jovenlandeses "y vale ya". En segundo, el panorama mental cambió, y de un discurso claramente anti sionista se pasó a ver al Islam como al gran enemigo. A día de hoy esto se ha quedado así a grandes rasgos, lo cual lo considero una postura reduccionista.
- Lo peor de todo eran las guerras internas. Auténticas tortas traperas por las pequeñas gotitas de poder que podían decantarse. Las acusaciones de trabajar para el CNI. Los diversos cambios de siglas y de partidos, con los cabecillas intentando comerte la oreja para que te unieras a su próxima aventura. Las batallitas de internet. Todo aquello me acabó aburriendo. Entre eso y temas personales que no vienen al caso, decidí abandonar la militancia política de forma definitiva.
Resumen para vagos: El movimiento que conocí estaba condenado a la irrelevancia. Se puede discutir si por infiltraciones, por la mala gestión de los egos o por una simple cuestión de timing. A mi modo de ver hoy en día existe la oportunidad de revitalizar las ideas que lo inspiran, incluso desde dentro del sistema. La propia decadencia de la sociedad las ha hecho ser mucho mejor acogidas. Aunque pueda parecer paradójico. Sí, hay más censura, más control, pero porque hay más resistencia.
Voy a mencionar algunos aspectos que considero interesantes en relación a lo que se da hoy en día:
- El contexto de la época. Yo hablaría de desinterés en el común de los mortales, la política no era seguida tan apasionadamente como en la actualidad, ni mucho menos. Mucha gente se definía como apolítica (término casi en desuso) y un tipo con ideas opuestas podía ser tu amigo. Típico de años de bonanza económica. Este es el primer punto que difiere con lo que se vive hoy, por razones obvias. La crisis y el descontento generalizado provocan reacciones levantiscas incluso en los pueblos más gregarios.
- En aquellos años el fenómeno de los ultras estaba en auge y podía verse a esta subcultura como una suerte de cantera para estas organizaciones. Yo sin ser un forofo futbolero, empecé a ir al estadio para conocer gente afín y tener la posibilidad de organizar algo. Sí, ya existía internet, con aquellos míticos chats de IRC, pero al final si querías organizarte había que dar la cara. Un error. En las gradas te encontrabas una gran mayoría de lúmpenes cuyo interés político era escaso o nulo, y cuya presencia en el movimiento repelía a cualquier persona corriente. La Ley del Deporte 19/2007 terminó capando mucho de esos grupúsculos, y hoy en día el perfil es bien distinto.
- La propia naturaleza minoritaria del movimiento implicaba que había que estar para todo. Pegadas de carteles, actos, reuniones, aportar tu tiempo, tu dinero, e incluso jugártela en cualquier posible emboscada del entorno podeguarro, inmensamente mayoritario entre la juventud politizada. Hablamos, además, de un tiempo sin teléfonos inteligentes ni redes sociales, lo que hacía que, con cualquier posible trifulca en perspectiva, todo quedase más en casa (menos exposición pero más impunidad). Al ser yo un jovenzuelo, no tenía más preocupación de que mis padres no me dieran mucho la brasa, pero entiendo que todos estos eran factores que ahuyentaban a posibles interesados con trabajos, familia, responsabilidades, etc. Como vemos, aunque siga sin ser un fenómeno masivo, ya no existe esa sensación de clandestinidad.
- El enfoque ideológico era sobre todo identitario, basado en el eje raza-nación. inmi gración y unidad nacional eran los pilares indiscutibles. Digamos que una mezconlanza entre Le Pen y Blas Piñar. No había espacio para el tradicionalismo, no entraba en juego la religión, no había oposición alguna al feminismo, ni a la ideología de género. Podía pensarse que eran temas menores aún en la agenda globalista (de la que por cierto, también se hablaba) pero de igual modo lo era la inmi gración en la España de aquel entonces y sin embargo sí supieron anticipar lo que venía. Hoy en día el campo de batalla es mucho más amplio.
- En cuanto al tema económico, se notaba un claro sesgo fascista y/o falangista. El libre mercado era el enemigo. Recordemos que era antes de la crisis de 2008, así que mantener un discurso anticapitalista aún era tabú hasta para la izquierda. Es por eso entre otras cosas que defiendo la inexactitud del término "extrema derecha" ya que los ideólogos y militantes raramente tenían un perfil derechista, fuese liberal o conservador. Diría que hoy por hoy en todos estos movimientos ha habido un cierto fenómeno aglutinante.
- Puede que alguno se sorprenda, pero había en general una opinión muy negativa de Franco y su régimen. No digamos ya del Rey. Esto es algo que difiere radicalmente a lo que se ve hoy en día. En cierta medida el franquismo es como una especie de pecado original para el español de a pie, para bien o para mal. En este caso, pienso que se veía al Caudillo como traidor de las esencias falangistas, por un lado, y como iniciador de la monarquía y el R78 por otro.
- El 11S primero y el 11M después provocaron un terremoto ideológico. En primer lugar, no me dio la impresión de que hubiera interés en conocer las versiones alternativas. Lo hicieron los jovenlandeses "y vale ya". En segundo, el panorama mental cambió, y de un discurso claramente anti sionista se pasó a ver al Islam como al gran enemigo. A día de hoy esto se ha quedado así a grandes rasgos, lo cual lo considero una postura reduccionista.
- Lo peor de todo eran las guerras internas. Auténticas tortas traperas por las pequeñas gotitas de poder que podían decantarse. Las acusaciones de trabajar para el CNI. Los diversos cambios de siglas y de partidos, con los cabecillas intentando comerte la oreja para que te unieras a su próxima aventura. Las batallitas de internet. Todo aquello me acabó aburriendo. Entre eso y temas personales que no vienen al caso, decidí abandonar la militancia política de forma definitiva.