Clavisto
Será en Octubre
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- 10 Sep 2013
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Kamel preguntó si tenía algo al debe conmigo y le dije que no. Tal vez un chupito colgao del domingo, sí...Bueno, qué más da. Le puse dos y una caña que me pagará mañana. Estábamos solos y me habló en su lengua extraña, mezcla de cinco idiomas que dice conocer. Hoy tocó el juicio que no había tenido por la mañana. Me enseñó el papelote de la citación, arrugado hasta la rotura, para decir que al final no había tenido lugar por no sé qué historia. "¿Y entonces quien me paga a mi lo que he perdido? ¿Como como hoy?" le había dicho a la jueza. Le había hecho perder el tiempo de las puertas en sus dos iglesias. "¡Cállate, Kamel!" le había aconsejado uno de los policías, "un buen amigo, una buena persona..." Pidió otro chupito que pagó, "no quiero quedarme corto de dinero, Kufisto...Estoy enfermo. Tú eres mi hermano. Vosotros sois mis hermanos" y prosiguió hablando de sus innumerables historias por el mundo, prontas a terminar en mi pueblo. Habló de la guandoca, de su chabolo, del respeto, de la droja buena y mala, de como reconocerlas, de escopetas recortadas y de consignas de estación con dos millones de pesetas dentro y un listo como compadre.
Entonces fue que Miguel Ángel entró y Kamel hizo mutis por el foro no sin antes pedir otro chupito de J/B que no sería ni el penúltimo.
Miguel Ángel lleva más de dos meses en el hospital acompañando a su anciana progenitora de lunes a viernes. Es de otro pueblo, uno bastante más pequeño, y viene al bar a tomarse su copa tras comer en la cafetería del hospital. Casi sesentón, hombre de campo, soltero, de nariz grande y colgante, como de escudero del Caballero de los Espejos, golfo en mejores tiempos y todavía cliente, ha cogido gusto a hablar conmigo. Hoy, sin ir más lejos, después de contarme las nuevas de su progenitora me ha confesado entre risas de complicidad que fue un farlopero pero que lo dejó. Las pilinguis se le pegaban como lapas en cuanto olían que había oro y tema, "¡como en bemoles de Oro!", decía riendo.
Se fue y llegó el de la prensa a cobrar la semana y de paso tomarse un tercio. Hoy vino con un amigo, un chaval más joven que nosotros. Le dije que hoy me había enterado de quien era su hermano por mediación de una clienta que había estado hablando con su cuñada, un pedazo de mujer.
- ¡shishi! -dije- Es una de esas cosas que te das cuenta cuando te las dicen.
- Sí -dijo él riendo- ¡Pero él es el guapo!
Bebimos. Hoy, con la compañía del amigo, no se marchó tras el primer tercio. Kamel se fue con otro chhupito a cuenta y Fede entró a última hora.
Fede es algo más viejo y lleva un año de baja por ansiedad.
- Ábrela, Kufisto.
Cogí el sobre y lo desgarré tan malamente como todas las cosas que he desgerrado.
- Esta te va a gustar -dije sonriendo. En la portada de la revista se veía a Ritchie Blackmore en su etapa con Rainbow
- ¡jorobar!
- Sí, que les joroben a los Queen.
Esa había sido la última portada de la semana pasada. Los puñeteros Queen.
- ¡palos! ¡Rainbow!...
Y entones fue que todos los cuatro nos juntamos a hablar y de ahí, entre revistas de aquí y de allá acabamos en el Jueves, de sus buenos tiempos y de los patéticos de ahora, y de ahí a la Guerra Civil, y de gente de izquierdas y cristianos, y venga cerveza y pacharán y Franco lgtb, Franco en Hendaya con Hitler poniendo los huevones sobre la mesa, y Queipo de Llano animando a violar, y Hitler y Stalin como un juego de espejos, y más alcohol, más cerveza, más pacharán...
Salí a fumar. Kamel estaba sentado en un banco al otro lado de la avenida.
- ¡Kufisto!
- ¿Qué?
- Eres un cabrón. ¿Ya te vas?
- Sí.
- Claro y aquí nos dejas a todos colocaos.
- Sí...Jajajaj
Kamel estaba dando voces sentado en el banco. Un tío le miraba a una distancia prudencial. Pasé a su lado y no me vio. Un poco más abajo encontré el coche y lo aranqué.
Entonces fue que Miguel Ángel entró y Kamel hizo mutis por el foro no sin antes pedir otro chupito de J/B que no sería ni el penúltimo.
Miguel Ángel lleva más de dos meses en el hospital acompañando a su anciana progenitora de lunes a viernes. Es de otro pueblo, uno bastante más pequeño, y viene al bar a tomarse su copa tras comer en la cafetería del hospital. Casi sesentón, hombre de campo, soltero, de nariz grande y colgante, como de escudero del Caballero de los Espejos, golfo en mejores tiempos y todavía cliente, ha cogido gusto a hablar conmigo. Hoy, sin ir más lejos, después de contarme las nuevas de su progenitora me ha confesado entre risas de complicidad que fue un farlopero pero que lo dejó. Las pilinguis se le pegaban como lapas en cuanto olían que había oro y tema, "¡como en bemoles de Oro!", decía riendo.
Se fue y llegó el de la prensa a cobrar la semana y de paso tomarse un tercio. Hoy vino con un amigo, un chaval más joven que nosotros. Le dije que hoy me había enterado de quien era su hermano por mediación de una clienta que había estado hablando con su cuñada, un pedazo de mujer.
- ¡shishi! -dije- Es una de esas cosas que te das cuenta cuando te las dicen.
- Sí -dijo él riendo- ¡Pero él es el guapo!
Bebimos. Hoy, con la compañía del amigo, no se marchó tras el primer tercio. Kamel se fue con otro chhupito a cuenta y Fede entró a última hora.
Fede es algo más viejo y lleva un año de baja por ansiedad.
- Ábrela, Kufisto.
Cogí el sobre y lo desgarré tan malamente como todas las cosas que he desgerrado.
- Esta te va a gustar -dije sonriendo. En la portada de la revista se veía a Ritchie Blackmore en su etapa con Rainbow
- ¡jorobar!
- Sí, que les joroben a los Queen.
Esa había sido la última portada de la semana pasada. Los puñeteros Queen.
- ¡palos! ¡Rainbow!...
Y entones fue que todos los cuatro nos juntamos a hablar y de ahí, entre revistas de aquí y de allá acabamos en el Jueves, de sus buenos tiempos y de los patéticos de ahora, y de ahí a la Guerra Civil, y de gente de izquierdas y cristianos, y venga cerveza y pacharán y Franco lgtb, Franco en Hendaya con Hitler poniendo los huevones sobre la mesa, y Queipo de Llano animando a violar, y Hitler y Stalin como un juego de espejos, y más alcohol, más cerveza, más pacharán...
Salí a fumar. Kamel estaba sentado en un banco al otro lado de la avenida.
- ¡Kufisto!
- ¿Qué?
- Eres un cabrón. ¿Ya te vas?
- Sí.
- Claro y aquí nos dejas a todos colocaos.
- Sí...Jajajaj
Kamel estaba dando voces sentado en el banco. Un tío le miraba a una distancia prudencial. Pasé a su lado y no me vio. Un poco más abajo encontré el coche y lo aranqué.