MENAS desbocados. El Mundo: "MENAS de Madrid, ensayos para ROBAR por MATALEON, "MENAS FUERA DE CONTROL", "tienen una RED DE TIENDAS para lo ROBADO"

Arístides

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Para que luego digan, claramente vienen a sumar:

  • Se forman para obtener ingresos (mataleón).
  • Trabajan tanto que llegan a estar fuera de control.
  • Tienen su propia red de tiendas para "comercializar" los productos de su "trabajo".






MENORES
Un centro de 'menas' de Madrid desde dentro: ensayos para robar por el 'mataleón' y ocultación de delitos a la Policía
BAJO REGISTRO
  • LUIS F. DURÁN
    MADRID
Lunes, 19 octubre 2020 - 01:31
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Varias ex trabajadoras del centro de menas de la Casa de Campo denuncian la falta de autoridad que se ejerce contras los menores y la desorganización de la fundación que dirige el recinto
El centro de 'menas' de la Casa de Campo visto desde el interior

El centro de 'menas' de la Casa de Campo visto desde el interior



Un grupo de ex trabajadores del centro de menores extranjeros no acompañados (menas) de la Casa de Campo ha contado por primera vez lo que ocurre entre las paredes del recinto y que les llevó a dejar de desarrollar allí su labor. Han hecho una disección de la amarga situación que, según denuncian, han sufrido por culpa de un grupo de menores conflictivos que cada día hacen estallar la convivencia con amenazas, fechorías y una conducta violenta. Relatan que como consecuencia de los problemas del
centro fue necesario contratar a más mediadores magrebíes para tratar de frenar la actitud agresiva de estos adolescentes. Cuentan que dentro de las instalaciones llegan a
ensayar entre ellos cómo robar por el método del
mataleón


y que tienen una red de tiendas para dar salida a la mercancía que consiguen con los atracos pese a que reciben hasta 23 euros semanales para gastos, además de la ropa, manutención y el abono de tras*portes. Pese a las medidas adoptadas este grupo de
menas
sigue fuera de control, según estos antiguos trabajadoras que no de identifican por miedo a represalias. «
Son incorregibles. Es muy difícil reeducarlos.
Se les consiente mucho pese a que se intenta y se les ofrecen un montón de alternativas y cursos

», señalan. «Mira, yo estoy más a la izquierda que los de Podemos y te digo que a estos chavales no hay forma de meterles mano. Tienen todo lo que quieren pero no aceptan nada, se escapan, se roban entre ellos, pegan palizas a otros menores... La solución es darles otra alternativa distinta a este centro», comenta una de las ex trabajadoras. Solo en un año los
profesionales y educadores han sufrido en el propio centro más de 30 delitos como robos, amenazas y abusos sensuales
y en 12 meses los delitos violentos en la Casa de Campo han aumentado un 611%. Los sindicatos policiales vinculan al centro este incremento. El centro está gestionado por la Fundación Diagrama para la Consejería de Servicios Sociales de la Comunidad de Madrid, se abrió en abril de 2019 y se planificó para 50 plazas y una estancia media de tres meses y medio.


Ha habido hasta 70 menores y algunos llevan 18 meses viviendo en las instalaciones
que ocupan la antigua sede del albergue Richard Schirrmann.
87 trabajadores

En la actualidad trabajan con los menas 87 personas entre trabajadores sociales, educadores, mediadores, monitores y auxiliares. Los educadores se reparten en cuatro turnos: mañana, tarde, noche y fin de semana.

Los ex empleados denuncian la falta de personal y la toma ineficaz de decisiones.

«No hay suficiente gente.

Hacen falta psicólogos, más educadores y personal de seguridad que nos proteja.

Estos chicos vienen de países en situaciones muy difíciles. Llegan con muchas carencias y no acatan las normas. Es necesario trabajar con ellos en la gestión de emociones y relaciones interpersonales porque cambian radicalmente de cultura», agrega un ex trabajador. «La grave dificultad que hay en el centro es también la falta de autoridad y la falta de una dirección responsable. En su país les detienen por un delito, les dan una paliza y les encierran. Son muy listos e intocables y no se les aplica el protocolo que necesitan. Han llegado a reunirse épocas con más de 30 menores que delinquían. Están muy subiditos aquí y

a nivel interno se necesitaría más mano dura con ellos

», apunta otra de las trabajadoras, que dejó su empleo este verano y que cree que el centro no debería seguir abierto. Muchos de los menores son subsaharianos y su comportamiento es ejemplar. «El problema son el grupo que no acata las reglas y hace tambalear la coexistencia diaria», agregan. «L

a situación actual es de un
completo caos e inseguridad. Algunos agreden al personal al educativo, dañan la infraestructura, mantienen peleas con otros compañeros

», relatan. A todo esto hay que añadir que algunos de ellos mantienen su hábito continuado de consumo de drojas. «Eso hace que su comportamiento se vea más agravado. Esnifan pegamento y disolvente y a estos chavales se les debería derivar a otros recursos más capacitados y suficientemente equipados para este tipo de perfiles», subrayan.


Catalogados en cuatro grupos

Los menores son catalogados en cuatro grupos: inicial a, inicial b, intermedio y finalistas. En función de su comportamiento suben o bajan de nivel y gozan de mas privilegios.

Los finalistas reciben una paga semanal de 23 euros

. Si pasado un tiempo su proceder es correcto pueden pasar a pisos tutelados de la misma Fundación Diagrama, como los situados en San Blas donde esa semana se han producido
manifestaciones pidiendo el desalojo de los

menas

.

Son los más conflictivos lo que están en el grupo inicial. Solo reciben tres euros a la semana. «El dinero les da igual, ya que ellos en el momento de recibir la paga se llevan la mano al bolsillo y te dicen: 'Tengo más dinero que tú'», explica un joven. La vida en el centro de menas comienza a las nueve de la mañana. Tras el desayuno hay clases de español para todos.

Luego disponen de cursos y actividades programadas y algunos van al colegio.

Las tardes están más dedicadas al deporte. También se planifican visitas culturales y otro tipo de salidas. «Los peores ni se levantan de la cama, aunque si suelen ir a clases de español porque les interesa. Para ellos no hay reglas, solo fumar porros y salir a dar el palo diario. Hay algunos trabajadores que les tapan y no les delatan.


Cada día se abren entre tres y cuatro partes por sus faltas, insultos o agresiones

que lo normal sería que se denunciasen en comisarías. Son delitos que se ocultan a la Policía. Hay meses que hemos contado hasta 150 partes», relata una de las ex trabajadoras. «Aquí se tapa a la Policía el 95% de las cosas que pasan, nosotros no nos enterábamos de todo pero sabemos que hay agresiones y amenazas diarias entre los menores y que los coordinadores lo dejan pasar», reiteran. En uno de los despachos del centro se acumulaban la semana pasada

decenas de partes por conductas violentas de los menores.

«Es inadmisible la falta de respeto hacia nuestra persona y no tenemos que aguantar insultos y amenazas de los menores», señala en uno de los partes un vigilante tras un incidente en el que los menores robaron dentro del propio centro las llaves de un coche. Los antiguos trabajadores si

admiten que la dirección les recomendó denunciar en el caso de sufrir un robo o una agresión

dentro del centro por parte de los

menas

. "Lo cierto es que la mayoría no denuncian para darle una oportunidad al menor pero al final no sirve da nada. A una compañera le quitaron la tarjeta de crédito y otra le mordieron en un pecho y no se denunció", enumeran.



La Comunidad niega las acusaciones

Al no ser un centro cerrado los

menas

pueden salir y entrar cuando quieren aunque un vigilante en la puerta les toman nota cuando abandonan el recinto. Para esquivar la vigilancia muchos saltan la valla posterior para no ser controlados. "Así cuando cometen una fechoría y vuelven al centro no hay verificación de ellos y muchos

se cambian rápidamente de ropa para no ser identificados si viene la Policía de forma inmediata

", explican. Cada noche los vigilantes deben pasar por las habitaciones para comprobar si falta alguno de los menores. "Ahora hay chicos que al ser ya adultos y salir del centro están por el recinto permanentemente. Saltan y duermen y siguen controlando lo que pasa", agregan. Un elemento clave en el centro son los mediadores marroquíes. Hacen de traductores y son los que les imponen más autoridad. "Los

menas

les tienen mucho respeto. Esa es la solución, ponerles límites, que no tengan tantos privilegios.

Hace falta una seria intervención educativa y más seguridad

", añaden una de la ex educadoras. "A una compañera le dieron con un palo en la cabeza y le dieron varios puntos. Estuvo dos semanas de baja. Cuando volvió la compañera el menor que la hirió seguía ahí", relata la profesional. "Había otro menor que había sido detenido varias veces con el que la dirección del centro tenía una relación especial y le concedían privilegios a él y a sus amigos. Los más sorprendente es que le probaron de mediador. Se le denominaba

El Rey León

y ahora está en un piso de la Fundación pese a que eso está reservado a los que mejor se portan", subraya una de la ex profesionales."Hubo un robo en el bar del Batán de la Casa de Campo y salieron las imágenes por varias televisiones.

Todos sabíamos quienes eran y aquí todos se callaron y no les delataron

", denuncian. Cuando los menores cumplen la mayoría de edad se marchan del centro y algunos son alojados en pisos de la Fundación Diagrama. "Solo a los finalistas se les ofrece la oportunidad de vivir en pisos tutelados por la fundación y la decisión es cierto que s complicada debido a la falta de plazas", explican los antiguos trabajadores. En las últimas semanas el centro ha vivido situaciones tensas. Dos de los menores han sido
detenidos por agredir a educadores y policías a los que recibieron gritando kalashnikov

y haciéndoles gestos de que los iban a apiolar. También otro fue arrestado por distribuir fotos desnudas de una educadora. La dirección se encuentra en una tesitura complicada. Mientras tanto,

los vecinos siguen pidiendo el cierre del centro por la inseguridad que genera

y hasta el propio Ayuntamiento de Madrid ha reclamado por carta a la Consejería de Servicios Sociales el traslado del recinto. Pared con pared al centro de

menas

está el centro Brinzal de recuperación de la fauna y la Escuela de Circo Carampa. En Brinzal los trabajadores están hartos de lo que padecen. Y la escuela de circo se queda sin alumnos. Y en la finca taurina El Batán la casa del guardés ha sufrido más de 10 incidentes este verano. La Comunidad de Madrid, para quien la Fundación Diagrama gestiona el centro de menores de Casa de Campo,

desmiente las denuncias de los ex trabajadores y defiende su correcto funcionamiento.

Aclara que no hay escasez de personal y asegura que no se tapa ningún hecho delictivo que pueda haber en el recinto. También indica que en el caso de que los educadores descubran una situación anómala se denuncia de forma inmediata y que no se oculta nada a la Policía. Añade que a los menores con adicciones a algunas sustancias se les ofrecen tratamientos de desintoxicación. Además valoran el trabajo que se realiza en el centro para «insertar en la sociedad a los menores» y rechazan que exista desorganización desde la dirección.
 
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