Es curioso el fenómeno de estos pelanas mugrosos que echan la culpa de todos los males del mundo y aun de los suyos propios a alguien de quien cuestionan y niegan Su existencia.
Y blasfeman contra Él, y Le injurian, y Le vituperan como si en eso consistiera el fármaco que fuera a remediar el dolor de sus frustradas y frustrantes vidas. Este proceder fruto de la ira y no de la razón constituye en efecto un misterio tan insondable para la precaria mente humana desprovista de fe como el de la Santísima Trinidad.