Mañana se desalojarán varias casas okupas en Barcelona, con erótico resultado

Hasta de la sierra de Guadarrama vendrán decenas de okupas a fin de detener los desalojos previstos para este jueves de El Kubo y La Ruïna, dos de los buques insignia del movimiento okupa en Barcelona. Al menos eso dicen por las redes. Su consigna es encontrarse a las cinco y media de la madrugada en el barrio de Vallcarca, y desde allí subir hasta la plaza Bonanova, en la parte alta de la urbe.

Entretanto continúan su campaña destinada sobre todo a generar inquietud, a ver si de este modo las autoridades suspenden el desalojo en el último minuto -como ocurrió la pasada primavera-, colándose en otras fincas otrora usurpadas y desde hace mucho deshabitadas para colgar pancartas de advertencia. “Tenemos las llaves de todas las casas...”. Y también fortificando aún más El Kubo y La Ruïna, con sopletes, vallas de obra y cualquier cosa. Para los okupas la defensa de estos inmuebles representa la defensa de un modo de vida alternativo.

“También están metiendo bidones de gasolina –dicen algunos vecinos de los alrededores–. Porque también dicen por las redes que si los desalojan prenderán fuego al barrio”. Lo más probable es que los bidones estén vacíos, y que los llenen de arena, tierra o cualquier cosa para emplearlos como barreras y dificultar la entrada de los Mossos. Así acostumbran a hacer en estas circunstancias.

“Pues yo a los críos igualmente no los pienso llevar al colegio”. Un centro educativo cercano ya escribió los progenitores para decirles que la calle Sant Joan de la Salle quedará cortada, que eviten acercarse a la plaza Bonanova, que algunas actividades escolares quedarán restringidas... Además, hace semanas que la policía recomienda a los comerciantes de los alrededores que protejan sus escaparates con planchas de madera o metal, y que lo mejor que pueden hacer este jueves es no abrir, al menos durante la mañana.

La verdad es que en los alrededores de las fincas tomadas reina la calma desde la primavera, desde que la suspensión del último intento de desalojo y el cese de los incendiarios mensajes de la controvertida empresa de desalojos extrajudiciales Desokupa, que trató de aprovechar el tercio para darse a conocer y postularse como el azote de los okupas. Aquellos días la tensión creció tanto que la operación de desalojo quedó pospuesta para evitar posibles disturbios. Las autoridades, sin embargo, se muestran ahora del todo decididas a no demorar más estos desalojos.

A mucha gente de la parte alta de Barcelona que vive por aquí no le hace ninguna gracia convivir con dos edificios usurpados. Dicen que desmerecen al barrio, que las propiedades no son para que se las queden los más espabilados. Pero les inquieta mucho más que estos desalojos desaten una batalla campal en el barrio.