Madrid, colapsada en vísperas de Navidad: "Hay mucha gente, pero dan poco dinero"

El Pionero

Alcalde y presidente de Fútbol Paco premium
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Marbella de tal y tal
Los gritos desesperados de una progenitora hielan la calle Preciados en su cruce con Rompelanzas. Su hijo pequeño, Yoel, se ha perdido entre el tumulto. Es sábado, el reloj marca las 21.00 horas y la marabunta de gente que tras*ita por esta calle no cesa ante su quebranto. La progenitora llora, desesperada, al lado de Iván, el padre, tan asustado que el corazón parece salirse del pecho. Ambos imploran colaboración ciudadana y policial: "Es mi hijo, lleva un gorro de lana. ¿Le habéis visto?".

Tradicionalmente, el de la Constitución es el puente en el que más se colapsa el centro de la capital. Y este año no ha empezado defraudando. Miles de personas, con sus idas y venidas, daban vida ayer a una capital engalanada con infinidad de luces led, disfrutando de viejos reencuentros, maldiciendo las aglomeraciones.

Otros aprovecharon para efectuar las primeras compras navideñas, y no pocos retaban al azar en las distintas administraciones de la almendra central. "Hasta aquí. Lo siento, pero no admitimos más clientes", decía un miembro de seguridad de Doña Manolita a eso de las 20.45, dejando con cara de póker a decenas de personas que se quedaban sin poder comprar sus recibos tras una larga espera. "Llevaba media hora, pero nada, tendremos que venir mañana", señalaba con buen talante el primero de los no admitidos, que vio cómo le cerraban la puerta ante sus ojos.

Fue justo en ese momento cuando un grupo de etnianas aparecieron de la nada, entre el gentío, para seducir a los desilusionados compradores, mostrándoles decenas de números colgados al cuello. "Tenemos décimos de Doña Manolita, sólo son dos euros más", explicaban uno por uno. No querían hablar muy alto para no levantar sospechas.


ENTRE "CUATRO Y CINCO MULTAS DIARIAS"
"Vendemos más cuando hay menos gente, tenemos más visibilidad... O cuando cierra Doña Manolita, si es que nos deja la Policía. Estamos muy perseguidas, nos ponen entre cuatro y cinco multas al día", apuntaba Eduvigis, sacando de su bolsillo una receta firmada por un agente. "Ésta es de hoy... Y no tengo más porque me he conseguido escapar cada vez que les veo", explicaba con una mueca amistosa, para acabar agregando entre risas: "El alcalde no nos quiere aquí, seguramente se habrá quedado con las ganas de ligarse a una etniana... Dile que se venga".

El ambiente que se respiraba este sábado por el centro era festivo. Ómicron era un rumor lejano, y con un carpe diem por si las moscas se hacinaban parejas, familiares y amigos en algunos de los hits que adornaban la ciudad: la bola de luz y tonalidad ubicada en la bifurcación de Alcalá y Gran Vía, el atrezzo navideño del hotel Four Seasons o, cómo no, a los pies de Cortilandia.

Una joven fotografía la bola de luz y color en la calle Alcalá.

Una joven fotografía la bola de luz y tonalidad en la calle Alcalá.ALBERTO DI LOLLI
También alrededor del abeto de 18 metros que comanda la nueva Plaza de España. Totalmente iluminado, era el reclamo perfecto para los que buscaban atusar sus redes sociales con un selfie pintón. Ardua tarea, todo hay que decirlo, con la cantidad de viandantes que se cruzaban por delante de las cámaras.


"A cualquier cosa le llaman iluminación", se escuchaba en el paso de cebra que llevaba hasta una atestada Gran Vía. Aunque, si impenetrable era esta amplia avenida, misma o más suerte corría Bailén, dirección al Palacio Real.

"TANTA GENTE ES BUENO PARA NOSOTROS"
Ante tantos paseantes, paraíso para rateros y pequeños comerciantes, también encontraban una oportunidad de oro artistas itinerantes que viven de la voluntad: pandas y gorilas gigantes acaparaban casi todas las miradas, para desgracia de virtuosos músicos callejeros que no podían competir contra algo tan visual. "Que haya tanta gente es bueno para los comercios y para nosotros, está casi como antes de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo", decían Emmanuela y Mónica, la primera al oboe y la segunda al fagot, en la plaza de Oriente.

"La Policía no nos deja tocar ni aun teniendo permiso porque hay mucha gente... Aunque, por otra parte, mejor estar aquí. Tanto ruido ambiente impide que se escuche bien nuestra música", agregaban bajo el monumento a Felipe IV.

Miles de personas transitan por la calle Alcalá.

Miles de personas tras*itan por la calle Alcalá.ALBERTO DI LOLLI
En la Plaza Mayor, escenario parecido, pero distintas sensaciones. "Hay mucha gente, pero dan poco dinero", decía Luigi, el del videojuego del Super Mario, que en realidad era un paquistaní disfrazado dando vueltas en busca de gente que quisiera hacerse una foto con él. No era su tarde. Tampoco la de un perro de la Patrulla Canina. Poco podían hacer contra Papá Noel, quien no venía de Laponia sino de Sudamérica, y que se acercaba a los niños cual león a las cebras en la sabana. "Hoy ya me habré hecho más de 30 fotos, está yendo bastante bien", decía, con la vista puesta en un nuevo objetivo.


Mismos claroscuros palpitaban en la mayoría de las casetas navideñas que envuelven la estatua ecuestre de Felipe III. Algunas, como la número 44, regentada por Antonio García y dedicada a accesorios para belenes, se mostraban optimistas. "Pensábamos que la cosa iría peor, pero de momento no ha empezado mal el puente".

"NO APETECE GASTAR BROMAS"
Otras, pese a ser más llamativas, como las de disfraces y artículos de broma, respiraban más desanimadas. "Años atrás no parabas, pero mira éste... tomándome un descafeinado. Mucha gente se interesa, pero no compran tanto. Puede que tenga que ver con los ánimos generales, por la esa época en el 2020 de la que yo le hablo... está todo un poco más apagado. No apetece tanto gastar bromas", reflexionaba Cristina, dueña de este puesto.

Esa sensación era compartida por un clásico de la calle Mayor, la pastelería El Riojano, la tercera más antigua de Madrid. Pero este diciembre algo no cuaja. "Éste es el puente que nos da de comer todos los años, pero mira, el local está vacío. Hemos caído en ventas más de la mitad... ¡Y eso que la calle está a explotar! La gente entra a mirar, pero no compran. Si antes había 10, ocho te consumían. Ahora son 100 y te compran cinco...", deslizaba una encargada.

Tumulto en el centro de la capital.

Tumulto en el centro de la capital.ALBERTO DI LOLLI
A un par de calles, en la plaza de Ópera, en la caseta de la panadería tradicional gallega Forno de Lugo, el ritmo de trabajo era muy distinto. Varios empleados vendían a marchas forzadas. "Antes de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo había más afluencia, pero en esta edición veo a la gente con más ganas", dice una de sus empleadas, mientras enseña gustosa su escaparate: "Mira cómo está esto, ¡vacío! Sólo hoy [por el sábado] ya hemos atendido a unas 4.000 personas".


UN NIÑO SIGUE PERDIDO
Madrid rebosaba vida y ajetreo. Las paradas de metro más céntricas arrojaban y tragaban hordas de ciudadanos, excepto la estación de Sol, que como en años anteriores cerró a partir de las 18.30 horas para evitar el colapso y las grandes aglomeraciones en el kilómetro cero. Algo que no se consiguió. Ni ahí ni en sus calles aledañas, como Preciados, donde un niño seguía perdido a las 21.10 horas.



"¡Yoel! ¡Yoellll!", gritaba medio centenar de personas que, angustiadas tras empatizar con la progenitora del desaparecido, se sumaron a la causa batiendo las inmediaciones. Pero nada. Ni rastro del pequeño. Hasta que la voz de un agente municipal arrojó luz tras varios minutos interminables de espera: "Le hemos encontrado, lo tienen unos compañeros en la plaza de Callao".

"¿Pero dónde está?", les replicaba una incrédula progenitora, que seguía temblando de miedo, hasta que otros dos policías lo depositaron en sus brazos. Respiraban los padres, por fin, aliviados, aún con lágrimas en los ojos y un susto que tardarán en olvidar. Ya tenían su regalo de Navidad anticipado.

 
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Qué puñetero ardor de estomago me daría vivir en Mandril: Ciudad de cosa llena de individuos como el pueblerino, l'insecto y demás, así como de latinitos y neցros, todos apretujados oliéndose mutuamente los culos. Ciudad además pionera en el nwo diría que incluso a nivel mundial.
 
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