Vlad_Empalador
Será en Octubre
La subida de precios aumenta los robos y la mendicidad en los súper de A Coruña
ALBERTO MAHÍAA CORUÑA / LA VOZ
A CORUÑA · Exclusivo suscriptores
ANGEL MANSO
Los ladrones ofrecen los productos en la calle y en los bares a la mitad de su coste
13 abr 2022. Actualizado a las 05:00 h.
Comentar · 7
Cada vez hay más gente pidiendo en las puertas de los supermercados. Y dentro, robando. Cosa constatada en los datos publicados por el Ministerio del Interior en su balance de criminalidad, que sostiene que en la ciudad se duplicaron los hurtos, pasando de 2.670 a 4.144.
Si hay que buscar culpables, la policía sostiene que este incremento se debe principalmente a tres factores: el aumento del consumo de heroína, la subida de los precios de los productos alimenticios o higiénicos y una fuerte demanda de los mismos entre esa población que no repara en adquirir artículos robados a cambio de ahorrarse unos cuantos euros.
En cuanto a la droja, la policía sostiene que esa vuelta a la heroína no solo afecta a la salud de los consumidores, sino a la inseguridad en general. Los toxicómanos necesitan su dosis de manera rápida. Unos atracan y otros van a los supermercados a robar. Consiguen dinero fácilmente y en el caso de los hurtos en esos establecimientos, de ser sorprendidos evitan ingresar en prisión a no ser que se trate de un delincuente muy reincidente.
Acepta un año y 9 meses de guandoca y alejarse de una cadena de supermercados en la provincia de A Coruña por un intento de robo
LA VOZ
No son nuevas las sustracciones en los supermercados. Siempre las hubo. Pero ahora se detecta un incremento que también puede ir ligado a la carestía de la vida. Todo subió de precio y lo que antes costaba dos euros ahora son tres. De ahí que los malhechores hayan visto en este tipo de delito una mina, pues aumentó la demanda. Son muchos los que se han lanzado a la receptación de productos robados para ahorrarse unos céntimos. Hay gente en determinadas plazas que se sienta a esperar a los ladrones. Estos aparecen con las bolsas llenas, se sientan junto al comprador y le ofrecen lo que tienen por cantidades sensiblemente inferiores a las del súper. Por lo general, si un queso cuesta cuatro euros, lo dejan en dos.
Trapicheo de alimentos
No solo en las calles se producen estos trapicheos de alimentos, en los que intervienen muchas personas mayores. Algunos, sin saber que están cometiendo un delito de receptación, castigado con multa o pena de guandoca. Otros «buenos» clientes de los delincuentes son algunos bares. Los rateros acuden con lo sustraído para ofrecérselo al hostelero. Este mismo lunes, un joven toxicómano conocido en Os Mallos por robar en supermercados accedía a una cafetería con una bolsa en la que portaba dos quesos, un bote de crema de cacao, tres latas de conserva, un bote de especias y jamón en lonchas. El dueño, que luego afirmó que si él no lo hace «lo harán otros», le compró los quesos. Por dos euros cada uno.
El vendedor se hizo con una clientela fija. Pero según cuentan quienes lo conocen, está «fichado» en todos los supermercados de la zona. De ahí que se tenga que desplazar a otros barrios de la ciudad donde no es tan famoso. Como él, hay decenas en la ciudad.
Delitos aparte, en las puertas de los supermercados también se siente una mayor presencia de mendigos. Pero no de los de toda la vida, esos que piden limosna. Sino de los que ruegan por algo de comer. El número de personas que se dirigen al cliente por si les puede adquirir un cartón de leche, unos yogures para sus hijos o una caja de cereales para el desayuno se multiplicó. Y eso se debe, principalmente, a la carestía de la cesta de la compra y a la crisis de muchas familias.
Hay otra mafia de los alimentos que se viene arrastrando desde la crisis del 2008, cuando a las puertas de las oenegés se empezaron a juntar cada vez más personas. Una pequeña minoría no acude en busca de alimentos básicos para comer, sino para vender.
Charcutería selecta, conservas y droguería, lo más sustraído
Hay gente que se guarda 200 gramos de jamón serrano en el abrigo y hay quien se lleva el jamón entero. Hay personas trajeadas y con la vida resuelta que en un momento dado pasan por caja sin pagar una tableta de chocolate y las hay cuya única fuente de alimentación es el hurto en los supermercados. Malandros que roban por encargo o padres de familia con escasos recursos que se alimentan con lo que les cabe en el bolsillo del pantalón. Hay de todo.
Hubo un tiempo en el que lo más robado en los supermercados eran las botellas de bebidas alcohólicas. Hasta que los responsables de las tiendas las metieron en cajas de metacrilato con sistema de alarma. Se hizo lo mismo con las colonias caras o artículos de higiene o belleza, lo que redujo notablemente el número de hurtos. Ahora, lo que más se roba son productos de alimentación.
También «es muy común que los ladrones se lleven carne envasada de todo tipo». Y conservas, dice una empleada de Eroski. Esa querencia por los productos alimenticios de calidad ha provocado, según una empleada de un Mercadona del Agra del Orzán, que «nos viésemos obligados a poner alarma en las conservas caras». Los dulces son también objeto de deseo. Desde tabletas de chocolate a pastelitos. Lo cuentan en el Eroski de A Zapateira, un barrio residencial que no escapa al hurto. «Quien menos te esperas se lleva algo oculto».
En cuanto al perfil del ladrón, del trajeado al que sustrae usando a su hijo para ocultar el botín. «A la gran mayoría de los que se dedican a eso, se les ve venir y les prohibimos la entrada», cuenta un trabajador de supermercado.
ALBERTO MAHÍAA CORUÑA / LA VOZ
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ANGEL MANSO
Los ladrones ofrecen los productos en la calle y en los bares a la mitad de su coste
13 abr 2022. Actualizado a las 05:00 h.
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Cada vez hay más gente pidiendo en las puertas de los supermercados. Y dentro, robando. Cosa constatada en los datos publicados por el Ministerio del Interior en su balance de criminalidad, que sostiene que en la ciudad se duplicaron los hurtos, pasando de 2.670 a 4.144.
Si hay que buscar culpables, la policía sostiene que este incremento se debe principalmente a tres factores: el aumento del consumo de heroína, la subida de los precios de los productos alimenticios o higiénicos y una fuerte demanda de los mismos entre esa población que no repara en adquirir artículos robados a cambio de ahorrarse unos cuantos euros.
En cuanto a la droja, la policía sostiene que esa vuelta a la heroína no solo afecta a la salud de los consumidores, sino a la inseguridad en general. Los toxicómanos necesitan su dosis de manera rápida. Unos atracan y otros van a los supermercados a robar. Consiguen dinero fácilmente y en el caso de los hurtos en esos establecimientos, de ser sorprendidos evitan ingresar en prisión a no ser que se trate de un delincuente muy reincidente.
Acepta un año y 9 meses de guandoca y alejarse de una cadena de supermercados en la provincia de A Coruña por un intento de robo
LA VOZ
No son nuevas las sustracciones en los supermercados. Siempre las hubo. Pero ahora se detecta un incremento que también puede ir ligado a la carestía de la vida. Todo subió de precio y lo que antes costaba dos euros ahora son tres. De ahí que los malhechores hayan visto en este tipo de delito una mina, pues aumentó la demanda. Son muchos los que se han lanzado a la receptación de productos robados para ahorrarse unos céntimos. Hay gente en determinadas plazas que se sienta a esperar a los ladrones. Estos aparecen con las bolsas llenas, se sientan junto al comprador y le ofrecen lo que tienen por cantidades sensiblemente inferiores a las del súper. Por lo general, si un queso cuesta cuatro euros, lo dejan en dos.
Trapicheo de alimentos
No solo en las calles se producen estos trapicheos de alimentos, en los que intervienen muchas personas mayores. Algunos, sin saber que están cometiendo un delito de receptación, castigado con multa o pena de guandoca. Otros «buenos» clientes de los delincuentes son algunos bares. Los rateros acuden con lo sustraído para ofrecérselo al hostelero. Este mismo lunes, un joven toxicómano conocido en Os Mallos por robar en supermercados accedía a una cafetería con una bolsa en la que portaba dos quesos, un bote de crema de cacao, tres latas de conserva, un bote de especias y jamón en lonchas. El dueño, que luego afirmó que si él no lo hace «lo harán otros», le compró los quesos. Por dos euros cada uno.
El vendedor se hizo con una clientela fija. Pero según cuentan quienes lo conocen, está «fichado» en todos los supermercados de la zona. De ahí que se tenga que desplazar a otros barrios de la ciudad donde no es tan famoso. Como él, hay decenas en la ciudad.
Delitos aparte, en las puertas de los supermercados también se siente una mayor presencia de mendigos. Pero no de los de toda la vida, esos que piden limosna. Sino de los que ruegan por algo de comer. El número de personas que se dirigen al cliente por si les puede adquirir un cartón de leche, unos yogures para sus hijos o una caja de cereales para el desayuno se multiplicó. Y eso se debe, principalmente, a la carestía de la cesta de la compra y a la crisis de muchas familias.
Hay otra mafia de los alimentos que se viene arrastrando desde la crisis del 2008, cuando a las puertas de las oenegés se empezaron a juntar cada vez más personas. Una pequeña minoría no acude en busca de alimentos básicos para comer, sino para vender.
Charcutería selecta, conservas y droguería, lo más sustraído
Hay gente que se guarda 200 gramos de jamón serrano en el abrigo y hay quien se lleva el jamón entero. Hay personas trajeadas y con la vida resuelta que en un momento dado pasan por caja sin pagar una tableta de chocolate y las hay cuya única fuente de alimentación es el hurto en los supermercados. Malandros que roban por encargo o padres de familia con escasos recursos que se alimentan con lo que les cabe en el bolsillo del pantalón. Hay de todo.
Hubo un tiempo en el que lo más robado en los supermercados eran las botellas de bebidas alcohólicas. Hasta que los responsables de las tiendas las metieron en cajas de metacrilato con sistema de alarma. Se hizo lo mismo con las colonias caras o artículos de higiene o belleza, lo que redujo notablemente el número de hurtos. Ahora, lo que más se roba son productos de alimentación.
También «es muy común que los ladrones se lleven carne envasada de todo tipo». Y conservas, dice una empleada de Eroski. Esa querencia por los productos alimenticios de calidad ha provocado, según una empleada de un Mercadona del Agra del Orzán, que «nos viésemos obligados a poner alarma en las conservas caras». Los dulces son también objeto de deseo. Desde tabletas de chocolate a pastelitos. Lo cuentan en el Eroski de A Zapateira, un barrio residencial que no escapa al hurto. «Quien menos te esperas se lleva algo oculto».
En cuanto al perfil del ladrón, del trajeado al que sustrae usando a su hijo para ocultar el botín. «A la gran mayoría de los que se dedican a eso, se les ve venir y les prohibimos la entrada», cuenta un trabajador de supermercado.