Luis Enrique Martín Otero: “Grupos terroristas están trabajando en cómo inocular enfermedades infecc

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...en animales con el fin de que éstos las tras*mitan a la población civil"

“No tenemos que interrogarnos sobre si ocurrirá en algún momento un atentado bioterrorista, sino que lo que debemos preguntarnos es cuándo va a ocurrir. En las actuales circunstancias, hay que dar por hecho que un ataque de estas características tendrá lugar tarde o temprano y, por ello, hemos de ser capaces de prever cuándo puede producirse y estar lo suficientemente preparados para protegernos, acotar los daños y responder con eficacia”. Así se expresaba el coronel veterinario Luis Enrique Martín Otero, actual coordinador de la Red Española de Laboratorios de Alerta Biológica (RE-LAB) en el Laboratorio de Vigilancia Sanitaria Veterinaria de la UCM (VISAVET), en una extensa entrevista exclusiva mantenida con La Tribuna del País Vasco apenas un día después de que el pasado 19 de noviembre el primer ministro galo, Manuel Valls, advirtiera de la posibilidad de que una organización terrorista estuviera preparando un atentado biológico contra Francia.

“La amenaza bioterrorista puede ser muy complicada de identificar”, explica Luis Enrique Martín Otero, porque, en muchas ocasiones, “a nosotros mismos, a los especialistas, nos resulta muy difícil determinar si nos encontramos frente a evento biológico casual o ante un ataque terrorista. ¿Por qué ocurre esto? En España, por ejemplo, la proximidad que mantenemos con el continente africano provoca que sea relativamente habitual la introducción en el país de vectores biológicos (animales, insectos fundamentalmente, voladores o terrestres, que tras*portan agentes patógenos). Hay enfermedades como la malaria o el chikungunya que están apareciendo cada vez más por todo el mundo y que son tras*mitidas por estos vectores. Esto nos preocupa muchísimo porque debemos ser conscientes de que los insectos abundan en países cálidos y con mucha agua, características que se dan en abundancia en nuestro país. Tenemos un caldo de cultivo muy favorable para la aparición de amenazas de este tipo, a nivel vectorial. Esto lo saben los terroristas y nosotros sabemos que hay organizaciones criminales que, por ejemplo, a través de técnicas biotecnológicas, están intentado inocular en insectos, o en otros vectores, enfermedades infecciosas, con el fin de que éstos, posteriormente, las propaguen entre la población”.


Se entiende por bioterrorismo la utilización con fines terroristas de microorganismos patógenos (bacterias, bichito, hongos, parásitos, entre otros), o productos derivados de éstos, con el fin de atacar a los seres humanos, a los animales y a las plantas, y tratar de crear terror en el cuerpo social y producir daños materiales y económicos importantes en la economía de un determinado país. Para cometer un atentado terrorista, los microorganismos utilizados pueden usarse tal cual se encuentran en la naturaleza (se habla entonces de procesos de baja tecnología, rústica o cruda) o modificados por métodos biotecnológicos hasta obtener gérmenes de características genéticas nuevas (alta tecnología). Este es, sin duda, uno de los peores atentados terroristas contra el que una sociedad tendría que enfrentarse.

Coronel Luis Enrique Martín Otero ¿Qué experiencia hay de atentados bioterroristas?

Según todos los indicios, en el año 2009, Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQIM) intentó desarrollar la bacteria de la Yersinia Pestis (la peste) en una zona boscosa de Argelia. El experimento se les fue de las manos y 40 terroristas habrían muerto por un brote de esta enfermedad. Este incidente, además, explicaría que, paralelamente en el tiempo, 60 yihadistas de AQIM en la misma región se entregaran de pronto a las autoridades argelinas. Más que a un arrepentimiento masivo, la entrega se debería al pánico que provocó la epidemia entre los militantes de la organización.

Poco tiempo después, terroristas paquistaníes viajaron a los campos de entrenamiento de AQIM en Argelia para adiestrar a su organización satélite en la producción de agentes biológicos. El desarrollo de armas bacteriológicas siempre ha estado entre las prioridades del terrorismo islamista por el alto poder destructivo que conllevan.

En los años setenta de la pasada centuria ya se sospechaba que la URSS y los países aliados habían utilizado una toxina conocida como “lluvia amarilla” en sus campañas en Camboya y Afganistán. Cuando se constituyó la actual Rusia, los nuevos dirigentes admitieron ante la comunidad internacional que la antigua Unión Soviética había mantenido las actividades para el desarrollo de armamento biológico hasta 1992. Desde la década de los ochenta del siglo XX se vienen sucediendo episodios de bioterrorismo provocados por grupos de distinta índole. Los atentados van desde la contaminación de comida en restaurantes hasta el intento de soltar esporas de ántrax en una ciudad como Tokio.

En 1995, la ONU consiguió acceder a las actividades de Irak para la producción de bombas biológicas. Finalmente, en 2003, EEUU entra en guerra con Irak, con la principal justificación de no creer que este país se hubiera deshecho de todo su armamento biológico de destrucción masiva. Por otra parte, los servicios de Inteligencia tienen información de que son numerosos los países que tienen todavía en marcha trabajos para crear armamento bacteriológico.

Explica Luis Enrique Martín Otero que la amenaza bioterrorista es muy alarmante, además, por las dificultades que presenta su detección. “El 20 de septiembre de 2001, apenas una semana después de que se hubieran producido en Estados Unidos los atentados de Nueva York y Washington que acabaron con la vida de más de 3.000 personas, un senador de este país, un antiguo excoronel que acababa de llegar a un recién formado Comité de Seguridad Nacional, se metió en un bolsillo de su chaqueta un pequeño frasco que contenía un bichito presuntamente infectado con una grave enfermedad. Logró entrar en el Pentágono y en el Senado sin ningún tipo de problema. Aquello fue una prueba rotunda de nuestra vulnerabilidad. ¿Cómo puede impedirse que alguien meta en su bolsillo un diminuto bote repleto de insectos infectados con diversas enfermedades y que cruce fronteras y aeropuertos de medio mundo sin ser descubierto? Sabemos también que hay organizaciones terroristas que están trabajando en el desarrollo de nanoexplosivos que, reducidos al tamaño de un chip, pueden implantarse debajo de la piel de un terrorista suicida, que, de esta manera, puede acercarse sin levantar sospechas hasta donde más daño puede hacer. Un ataque bioterrorista también puede derivarse, por ejemplo, de que alguien se infecte voluntariamente con el bichito de la viruela, del botulismo o del ébola. Como son enfermedades que provocan los primeros síntomas tras 48 o 72 horas de la contaminación, un terrorista puede entrar en un país, proveniente desde el otro lado del mundo, y pasearse por el centro de grandes ciudades como Madrid, París, Londres o Nueva York con un bichito extremadamente peligroso inoculado en cuerpo”.

Hoy la biotecnología permite hacer muchas cosas y, por ejemplo, pueden convertirse bacterias que en principio no son dañinas y que todos tenemos en el cuerpo en reproductores de bacterias como el ántrax; se pueden modificar cepas víricas, por ejemplo, para que sean más peligrosas o para que se hagan inmunes a banderillas ya existentes.

Estamos viendo casos de biomimesis. La biomimesis es la ciencia que toma a la naturaleza como fuente de inspiración para desarrollar nuevas tecnologías innovadoras capaces de resolver aquellos problemas humanos que el medio ambiente ya ha resuelto con anterioridad. Ya existe la posibilidad de crear drones tan pequeños como un insecto que pueden “picar” a un ser humano e inocularle un bichito.

Todo lo peor puede ser posible, pues el avance tecnológico que hemos alcanzado lo es para lo bueno, pero también para lo malo.

Los procesos migratorios intensos que se están viviendo en Europa, ¿pueden suponer también una amenaza biológica?

Sin lugar a dudas, pues no hay ningún control sobre los mismos. No existe una coordinación entre los diferentes países y Europa no está preparada para recibir estas cantidades de pagapensiones que, además, llegan, generalmente, en unas condiciones sanitarias muy preocupantes. Creo que es muy importante garantizar y proporcionar el derecho de asilo, pero hay que identificar, controlar y saber qué enfermedades traen muchas de estas personas. Realmente, dentro de un tiempo puede haber una explosión de enfermedades contagiosas porque no hemos estado preparados para recibir a esta ingente cantidad de pagapensiones.

En este sentido, también nos preocupan mucho las enfermedades que puedan llegar a través de las personas que entran ilegalmente en España a través de viajes en pateras. Muchos de los pagapensiones que llegan a nuestro país en este tipo de embarcaciones son identificados y detenidos, pero otros muchos, no. Existe la posibilidad cierta de que un terrorista islamista se infecte a sí mismo con una enfermedad infecciosa, se suba a una barcaza y llegue a España y comience a contagiar una enfermedad grave de forma descontrolada. Solamente tiene que cruzar el Estrecho.

¿Cómo está articulada la respuesta de seguridad a amenazas de crisis biológicas como las que comentamos?

Ahora estamos más organizados, a pesar de que la que división de España en comunidades autónomas, que, por ejemplo, es un auténtico desastre para la organización de los calendarios de banderillación, no ayuda en temas como éstos. La RE-LAB, que depende directamente del Consejo de Seguridad Nacional de Presidencia del Gobierno, es la red de laboratorios de nivel 3+ que tiene el Ejecutivo de la nación para ayudar a cualquier comunidad o comunidades que lo necesiten si se detecta la aparición de una infección con patógenos de esta categoría. (En este nivel de bioseguridad se encuentran los laboratorios clínicos y de investigación preparados para trabajar con agentes que pueden causar un daño serio y potencialmente mortal como resultado de la inhalación o exposición a los mismos). En España no hay ningún laboratorio de nivel 4. En el mundo hay muy pocos centros de investigación con este nivel de seguridad.

Usted fue el responsable del diseño de esta RE-LAB ¿Cómo se planteó la misma?

Fui responsable técnico del Laboratorio de Referencia Nacional en la Crisis Biológica frente al Ántrax de 2001 y, tras esta experiencia, me encargaron una serie de propuestas para luchar contra eventos de este tipo. De este modo, desarrollé, junto con mis colaboradores, la RE-LAB (Red de Laboratorios de Alerta Biológica) que actualmente cubre todo el territorio nacional y que presta atención a las cinco áreas en las que puede producirse un ataque bioterrorista: Salud Pública, Sanidad Animal, Medio Ambiente, Alimentación y Agroterrorismo. La RE-LAB, aprobada en 2009, depende del Ministerio de Sanidad que, a su vez, se encarga de este tema a través del Instituto de Salud Carlos III. En este punto, se me propuso que pasara a la reserva y que dirigiera el área de Sanidad Animal y que colaborara en la coordinación del desarrollo del resto de las áreas.

Análisis de posibles peligros biológicos
A través de cualquiera de estas cinco áreas puede llegar un ataque bioterrorista a España, y provocar un daño terrible, no solamente desde el punto de vista sanitario, sino también económico. ¿Qué ocurre? En una amenaza biológica, los principales patógenos que pueden utilizarse para un ataque son zoonóticos, es decir, que son agentes que pueden tras*mitirse de los animales a las personas. Para el terrorista, la utilización de cualquiera de estos agentes es muy “útil”, ya que, por ejemplo, contamina la cabaña ganadera, pone contra las cuerdas importantes sectores económicos del país y, además, tiene muchas posibilidades de que la contaminación llegue, a través de la cadena alimentaria, a los ciudadanos. Un ataque de estas características en un determinado país puede cometerse contaminando piensos, contaminando aguas o infectando a animales.

No tenemos ninguna herramienta para detectar con rapidez una ataque bioterrorista contra un país o una región. En mi opinión, una de las cosas que es fundamental en estos temas es la información. La información veraz es prevenir, es algo vital a la hora de enfrentarse a estas realidades. Y, por supuesto, implementar medidas rápidas de actuación que puedan contribuir a paliar los efectos de un ataque de estas características. No podemos olvidar que el principal problema de un ataque bioterrorista es la velocidad con la que se expande el bichito, la bacteria o el agente biológico con el que se haya cometido el atentado. Por eso nuestra misión ha de ser impedir que se cometa el ataque, pero si, al final, éste se produce, nuestra responsabilidad consiste en acotar sus efectos y evitar que se extiendan entre la población. Y para eso hace falta tener los suficientes recursos.

¿No hay dotaciones económicas suficientes en España para la prevención de las consecuencias de un posible ataque bioterrorista?


Tenemos un problema muy importante con la falta de recursos económicos. Aquí trabajamos a salto de mata. Nos ponemos en marcha solamente cuando ocurre algo. De hecho, si cuando ocurre ese algo pides la luna, te dan la luna, porque, en ese momento, los políticos de turno, sean del signo que sean, se están jugando su puesto. Pero lo importante es tener recursos económicos para hacer prevención. La prevención es cara y, en muchas ocasiones, no es interesante desde un punto de vista político, ya que no proporciona resultados a corto plazo y, en casos como los que comentamos que siempre exigen la máxima discreción, tampoco ofrece efectos que puedan ser aireados públicamente. Yo, ahora mismo, como responsable del área de Sanidad Animal, estoy sin presupuesto. Claro que si, por ejemplo, después de las palabras del primer ministro francés Manuel Valls advirtiendo de que Francia puede ser víctima de un ataque bioterrorista, se prevé que puede haber una alerta mundial en este sentido, entonces volverán a darnos dinero. Pero, en estas cuestiones, no se puede trabajar de este modo porque, en un momento dado de peligro, sí que nos van a exigir a nosotros soluciones inmediatas a problemas que pueden ser muy graves.

¿Es el bioterrorismo un arma “barata” de destrucción masiva?


Las armas de destrucción masiva, englobadas en el acrónimo NBQR, son las nucleares, las biológicas, las químicas y radiológicas.

El desafío nuclear está muy controlado porque exige unas instalaciones físicas muy concretas y, además, hace necesario que los terroristas dispongan de unas herramientas y de unas materias primas muy concretas cuya comercialización, de forma legal o ilegal, puede ser controlada de una forma relativamente sencilla.

Lo mismo ocurre con las armas radiológicas, ya que para su funcionamiento se necesitan productos que son radioactivos y que también están sometidos a fuertes controles administrativos.

Un ataque químico, para poderse llevar a cabo, necesita, en su mayoría, de productos fitosanitarios, compuestos que habitualmente se utilizan en tareas agrícolas. La posible utilización de estos productos con fines terroristas también puede ser descubierta de una forma relativamente temprana porque hay un estricto control de los movimientos de este tipo de componentes.

El problema para prevenir un posible atentado biológico estriba en que no hay ninguna forma de detectar que alguien está utilizando agentes patógenos con fines terroristas. Además, existe una inquietud cada vez mayor en cuanto a un posible uso indebido de las informaciones genéticas accesibles por Internet. Es en la Red donde los científicos del mundo entero se informan mutuamente de los descubrimientos más recientes, y esas informaciones pueden ser interceptadas fraudulentamente por grupos y organizaciones criminales de todo tipo. Quienes proporcionan servicios por Internet habrían de tener la obligación jovenlandesal de velar porque no se pueda encontrar en sus sitios ninguna información técnica sobre armas biológicas.

¿Cuándo comenzó la amenaza terrorista a dejar de ser una especulación de “ciencia-ficción”?

Hasta el 11S, la amenaza biológica era una quimera. Hasta entonces se pensaba que ningún grupo terrorista podía tener la tecnología necesaria para elaborar un ataque de estas características. Pero, desde entonces y hasta ahora, el mundo ha evolucionado mucho, tanto a nivel tecnológico como científico, y lo que antes parecía imposible hoy ya no lo es. Hay que tener en cuenta también que tras la caída del bloque soviético, muchos científicos fueron captados por países inestables y grupos terroristas, pagándoles cantidades económicas muy elevadas. Además, la caída del bloque comunista también supuso la desaparición de compuestos biológicos muy peligrosos de algunos laboratorios de estos países. Tras el 11S, aprendimos que toda la información, los datos y los análisis que se reciben desde las agencias de información e investigación, por muy fantásticos que parezcan, deben ser tenidos en cuenta, analizados y contemplados en un marco general.

El bioterrorismo hay que entenderlo como una amenazante realidad. La sofisticación de las técnicas actualmente disponibles puede dibujar escenarios como el descrito por un grupo de investigadores estadounidenses en la publicación de un reciente estudio sobre las amenazas biológicas. Estos científicos aventuran que, en el futuro, será posible incorporar el ADN de un bichito dentro del genoma de una población humana determinada. El mencionado bichito podría, según los autores del trabajo, permanecer inactivo hasta que recibiera una señal. La orden vendría dada por un cambio de temperatura o por la ingestión de un determinado compuesto introducido en la alimentación de las personas infectadas. Tras recibir el mensaje, el bichito comenzaría a replicarse y desplegaría su arsenal infectivo. Algo así como una bomba por control remoto.

En el colmo del armamento biológico, se podría llegar incluso a diseñar “armas biológicas étnicas”. La secuencia completa del genoma humano permite tener acceso a más de un millón de los llamados polimorfismos de un sólo nucleótido (SNP, en sus siglas en inglés). Se trata de pequeñas variaciones en la secuencia de ADN que en ocasiones determinan un comportamiento distinto del individuo que porta esa diferencia, por ejemplo que metaboliza más lentamente un fármaco.

Las posibilidades para fabricar nuevas armas biológicas que permitieran eliminar grupos raciales o étnicos específicos, cuya predisposición genética les predispone a ciertas enfermedades, es real.

La utilización de estos microorganismos o sustancias tóxicas (toxinas) modificadas genéticamente, pueden ocasionar situaciones incontroladas, no solo para el que es atacado con ellas, sino también para el que las está utilizando como arma, ya que estos agentes pueden mutar, reproducirse en grandes espacios geográficos y ser extendidos por el viento, el agua, los vectores, los animales y por las personas. Esto es muy difícil de controlar y el riesgo es total para todos, aunque se hayan desarrollado banderillas, pues no hay que olvidar la posibilidad de mutación del microorganismo.

Luis Enrique Martín Otero:

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Con todo, el terror hasta la fecha tiene sus limitaciones. Esto sería un salto cualitativo y de consecuencias impredecibles.
 
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