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Hace tiempo que las fuerzas de seguridad siguen con atención los sorteos de las competiciones europeas. Para ellos el concepto de bolas calientes guarda un significado distinto del que puedan tener los aficionados españoles, más pendientes de evitar a los cocos del bombo en la siguiente ronda. En su caso, los expertos en orden público entienden por un partido fácil que el equipo visitante no vaya acompañado de ultras por los que preocuparse. Desde de esa perspectiva de seguridad, el Olympique de Marsella es una de las bolas más calientes del continente como volvió a quedar de manifiesto este jueves en Bilbao.
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Los aficionados ultras del Olympique de Marsella en las inmediaciones del estadio de San Mamés.Hinchas del Olympique de Marsella apuñalan en el cuello a un agente de seguridad en San Mamés
Hinchas del Olympique de Marsella apuñalan en el cuello a un agente de seguridad en San Mamés
Su casa es el Vélodrome de Marsella en la que conviven distintos grupos ultras unidos por el OM y por su ideología antifascista, antirracista, antijacobina... “Marsella no es Francia”, rezan algunas pancartas en sus partidos. “Bienvenidos a Francia”, les responden sus rivales para continuar con una provocación mutua, que ha dado pie a enfrentamientos eternos y rivalidades enconadas, principalmente con los radicales del Paris Saint Germain (PSG).
Se ubican en ambas curvas del estadio, detrás de las porterías. Ahí conviven los Marseille Trop Puissant, el Commando Ultra 84, los Fanatics, South Winners… son varios, cada uno con su pancarta y sus líderes. La mayoría de estos colectivos nació en la década de los ochenta y principios de los noventa, la etapa de mayor esplendor del movimiento ultra del fútbol, cuando la violencia campaba a sus anchas sin apenas limitaciones o sanciones. Esos son los años también de mejores resultados deportivos del Marsella. En 1993 llegó a ganar la Copa de Europa y justo después fue acusado de amañar un partido local por lo que se le despojó de su último título liguero, se le expulsó de competiciones europeas y fue sancionado con un descenso a segunda división.
Sus ultras son un fiel reflejo de la ciudad portuaria del sur de Francia: en la cuestión racial prima el mestizaje, albergando en sus tribunas seguidores procedentes de Argelia, jovenlandia, Túnez y otros países con pasado colonial. Las banderas de naciones magrebíes son habituales a diferencia de la tricolor francesa, inexistente en el Vélodrome.
A diferencia del día de la visita del Spartak de Moscú, este jueves no se registraron incidentes entre aficiones. Eso a pesar de que no es buena la relación entre los ultras del Marsella y los del Athletic Club. Los Herri Norte Taldea están hermanados con los seguidores radicales del Girondins de Burdeos, llamados Ultramarines, también de extrema izquierda. En febrero de 2016, durante otra visita de los ultras marselleses a Bilbao, se registraron enfrentamientos en los que los galos contaron con el apoyo de otros ultras de grupos locales vascos enfrentados a Herri Norte, según recuerda a este diario uno de los implicados en aquellos disturbios.
Incidentes en el Vicente Calderón
Corría la temporada 2008 cuando el bombo emparejó al Atlético de Madrid con el Olympique de Marsella en la segunda jornada de la fase de grupos de la Copa de Europa. El encuentro se disputó el 1 de octubre de 2008 en Vicente Calderón entre fuertes medidas de seguridad dado el numeroso desplazamiento se seguidores galos a la capital de España. Hacía menos de un año que el Gobierno de Zapatero había aprobado la Ley contra la Violencia en el Deporte y entonces se hablaba mucho de la necesidad de perseguir la exhibición de símbolos fascistas en los estadios.
Como era habitual en el anterior feudo rojiblanco, los seguidores visitantes se ubicaron en lo alto del Fondo Norte. Allí desplegaron una pancarta que tenía una calavera con una bufanda. Agentes antidisturbios de la Policía Nacional -quizá desconociendo la ideología imperante entre los seguidores del Marsella- procedieron a intentar retirarla. Puede que los policías la confundiesen con una calavera de las Totenkopt SS nazis, muy presentes en la simbología de grupos de extrema derecha.
La resistencias de los ultras galos a ceder su pancarta dio pie a un enfrentamiento violento con la Policía y agentes de la seguridad privada del club. Hubo agresiones, abrazos, heridos, lanzamientos de sillas y al menos un detenido: Santos Mirasierra. Con pasado y familia en España, era uno de los líderes del Commando Ultra 84. Rápidamente todos los colectivos radicales de izquierdas le convirtieron en un héroe. O un mártir. Era habitual la exhibición de pancartas en los estadios pidiendo su liberación. La trayectoria de los ultras del Marsella les ha convertido en un referente para otros grupos de su misma ideología, también en España. Es el caso de Bukaneros (Rayo Vallecano) o Biris Norte (Sevilla), entre otros.
En su proceso judicial estuvo representado por Erlantz Ibarrondo, abogado habitual de miembros de la ultraizquierda española. Finalmente Santos Mirasierra fue condenado por la Audiencia Provincial de Madrid a tres años y medio de guandoca por agredir a uno de los policías. Por estos hechos apenas estuvo preso seis meses en su país, entre julio y diciembre de 2010. Salió de la guandoca con un dispositivo electrónico y la prohibición de acceder a un estadio hasta terminar su condena en 2013. Con muchas más canas y kilos encima Mirasierra se paseó este jueves junto a sus camaradas ultras por las calles de Bilbao.
La UEFA, en cambio, hizo una valoración diferente de aquellos hechos. Consideró que la Policía Nacional se había excedido y como medida cerró el Vicente Calderón los dos siguientes partidos. Esa decisión aún se recuerda ahora en el seno de la afición rojiblanca, cuyos radicales silban en señal de protesta cuando suena el himno de la Champions antes de los partidos de esta competición.
Patrice de Peretti
Pero si hubiese que destacar a un líder indiscutible de los ultras marselleses ese sería Patrice de Peretti. Profirió sus primeros gritos animando al Olympique mezclado con los ultras del grupo South Winners, pero en 1994 fundó su propio colectivo: Marseille Trop Puissant (Marsella Demasiado Poderosa). Él popularizó la práctica habitual entre los ultras de seguir los partidos con el torso desnudo, independientemente de la temperatura. Se lo copió a unos aficionados griegos del AEK de Atenas durante un partido.
Conocido con el alias de Depé, llegó a gozar de una gran ascendencia en todos los estamentos del club hasta el punto que le dejaron levantar la Copa de Europa de 1993 en el Vélodrome. Falleció a los 28 años en un accidente de tráfico y la plantilla del Olympique le rindió un homenaje en el estadio con un minuto de silencio. Los jugadores se quitaron la camiseta mirando a la parte de la grada donde el líder ultra veía los partidos.
Este jueves, los ultras marselleses volvieron a protagonizar un acto violento con la agresión en el cuello con un objeto punzante a dos vigilantes de la seguridad privada del Athletic Club en San Mamés. Por estos hechos hay varias personas detenidas. En el campo -al que llegaron con gritos de "¡fruta Bilbao!"-, su equipo eliminó al conjunto vasco y se clasificó para los cuartos de final de la Europa League. Este viernes, durante el sorteo de los nuevos emparejamientos, habrá más de un miembro de las fuerzas de seguridad pendiente de no caiga otra vez en España la bola caliente de Marsella.
Los ultras del Marsella: mestizos, antifascistas y con antecedentes en España
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Los aficionados ultras del Olympique de Marsella en las inmediaciones del estadio de San Mamés.Hinchas del Olympique de Marsella apuñalan en el cuello a un agente de seguridad en San Mamés
Hinchas del Olympique de Marsella apuñalan en el cuello a un agente de seguridad en San Mamés
Su casa es el Vélodrome de Marsella en la que conviven distintos grupos ultras unidos por el OM y por su ideología antifascista, antirracista, antijacobina... “Marsella no es Francia”, rezan algunas pancartas en sus partidos. “Bienvenidos a Francia”, les responden sus rivales para continuar con una provocación mutua, que ha dado pie a enfrentamientos eternos y rivalidades enconadas, principalmente con los radicales del Paris Saint Germain (PSG).
Se ubican en ambas curvas del estadio, detrás de las porterías. Ahí conviven los Marseille Trop Puissant, el Commando Ultra 84, los Fanatics, South Winners… son varios, cada uno con su pancarta y sus líderes. La mayoría de estos colectivos nació en la década de los ochenta y principios de los noventa, la etapa de mayor esplendor del movimiento ultra del fútbol, cuando la violencia campaba a sus anchas sin apenas limitaciones o sanciones. Esos son los años también de mejores resultados deportivos del Marsella. En 1993 llegó a ganar la Copa de Europa y justo después fue acusado de amañar un partido local por lo que se le despojó de su último título liguero, se le expulsó de competiciones europeas y fue sancionado con un descenso a segunda división.
Sus ultras son un fiel reflejo de la ciudad portuaria del sur de Francia: en la cuestión racial prima el mestizaje, albergando en sus tribunas seguidores procedentes de Argelia, jovenlandia, Túnez y otros países con pasado colonial. Las banderas de naciones magrebíes son habituales a diferencia de la tricolor francesa, inexistente en el Vélodrome.
A diferencia del día de la visita del Spartak de Moscú, este jueves no se registraron incidentes entre aficiones. Eso a pesar de que no es buena la relación entre los ultras del Marsella y los del Athletic Club. Los Herri Norte Taldea están hermanados con los seguidores radicales del Girondins de Burdeos, llamados Ultramarines, también de extrema izquierda. En febrero de 2016, durante otra visita de los ultras marselleses a Bilbao, se registraron enfrentamientos en los que los galos contaron con el apoyo de otros ultras de grupos locales vascos enfrentados a Herri Norte, según recuerda a este diario uno de los implicados en aquellos disturbios.
Incidentes en el Vicente Calderón
Corría la temporada 2008 cuando el bombo emparejó al Atlético de Madrid con el Olympique de Marsella en la segunda jornada de la fase de grupos de la Copa de Europa. El encuentro se disputó el 1 de octubre de 2008 en Vicente Calderón entre fuertes medidas de seguridad dado el numeroso desplazamiento se seguidores galos a la capital de España. Hacía menos de un año que el Gobierno de Zapatero había aprobado la Ley contra la Violencia en el Deporte y entonces se hablaba mucho de la necesidad de perseguir la exhibición de símbolos fascistas en los estadios.
Como era habitual en el anterior feudo rojiblanco, los seguidores visitantes se ubicaron en lo alto del Fondo Norte. Allí desplegaron una pancarta que tenía una calavera con una bufanda. Agentes antidisturbios de la Policía Nacional -quizá desconociendo la ideología imperante entre los seguidores del Marsella- procedieron a intentar retirarla. Puede que los policías la confundiesen con una calavera de las Totenkopt SS nazis, muy presentes en la simbología de grupos de extrema derecha.
La resistencias de los ultras galos a ceder su pancarta dio pie a un enfrentamiento violento con la Policía y agentes de la seguridad privada del club. Hubo agresiones, abrazos, heridos, lanzamientos de sillas y al menos un detenido: Santos Mirasierra. Con pasado y familia en España, era uno de los líderes del Commando Ultra 84. Rápidamente todos los colectivos radicales de izquierdas le convirtieron en un héroe. O un mártir. Era habitual la exhibición de pancartas en los estadios pidiendo su liberación. La trayectoria de los ultras del Marsella les ha convertido en un referente para otros grupos de su misma ideología, también en España. Es el caso de Bukaneros (Rayo Vallecano) o Biris Norte (Sevilla), entre otros.
En su proceso judicial estuvo representado por Erlantz Ibarrondo, abogado habitual de miembros de la ultraizquierda española. Finalmente Santos Mirasierra fue condenado por la Audiencia Provincial de Madrid a tres años y medio de guandoca por agredir a uno de los policías. Por estos hechos apenas estuvo preso seis meses en su país, entre julio y diciembre de 2010. Salió de la guandoca con un dispositivo electrónico y la prohibición de acceder a un estadio hasta terminar su condena en 2013. Con muchas más canas y kilos encima Mirasierra se paseó este jueves junto a sus camaradas ultras por las calles de Bilbao.
La UEFA, en cambio, hizo una valoración diferente de aquellos hechos. Consideró que la Policía Nacional se había excedido y como medida cerró el Vicente Calderón los dos siguientes partidos. Esa decisión aún se recuerda ahora en el seno de la afición rojiblanca, cuyos radicales silban en señal de protesta cuando suena el himno de la Champions antes de los partidos de esta competición.
Patrice de Peretti
Pero si hubiese que destacar a un líder indiscutible de los ultras marselleses ese sería Patrice de Peretti. Profirió sus primeros gritos animando al Olympique mezclado con los ultras del grupo South Winners, pero en 1994 fundó su propio colectivo: Marseille Trop Puissant (Marsella Demasiado Poderosa). Él popularizó la práctica habitual entre los ultras de seguir los partidos con el torso desnudo, independientemente de la temperatura. Se lo copió a unos aficionados griegos del AEK de Atenas durante un partido.
Conocido con el alias de Depé, llegó a gozar de una gran ascendencia en todos los estamentos del club hasta el punto que le dejaron levantar la Copa de Europa de 1993 en el Vélodrome. Falleció a los 28 años en un accidente de tráfico y la plantilla del Olympique le rindió un homenaje en el estadio con un minuto de silencio. Los jugadores se quitaron la camiseta mirando a la parte de la grada donde el líder ultra veía los partidos.
Este jueves, los ultras marselleses volvieron a protagonizar un acto violento con la agresión en el cuello con un objeto punzante a dos vigilantes de la seguridad privada del Athletic Club en San Mamés. Por estos hechos hay varias personas detenidas. En el campo -al que llegaron con gritos de "¡fruta Bilbao!"-, su equipo eliminó al conjunto vasco y se clasificó para los cuartos de final de la Europa League. Este viernes, durante el sorteo de los nuevos emparejamientos, habrá más de un miembro de las fuerzas de seguridad pendiente de no caiga otra vez en España la bola caliente de Marsella.
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