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Los toros ya no molan | La trinchera | Blogs | elmundo.es
Atraviesan 80 años de historia. Pasan bajo los arcos que han visto triunfar a matadores como El Yiyo, Antoñete, Paco Camino o el 'Viti'. Si silenciaran sus teléfonos quizás podrían escuchar todavía los ecos del aldabonazo que dió José Tomás aquella gloriosa tarde del cinco de junio de 2008. Pero prefieren tenerlos encendidos. Buscan desesperadamente conexión inalámbrica en el epicentro del toreo. La plaza de las Ventas acoge la visita de un instituto de Alcorcón helada por el invierno y ante las perspectivas del futuro de la tauromaquia. Para pocos menores de edad, un arte, para muchos, un asesinato. "Han calado las campañas antitaurinas en la juventud", dice uno de sus profesores.
La Comunidad de Madrid, con el Centro de Asuntos Taurinos a la cabeza, se empecina en que cambie el viento. Su director, Carlos Albella, asegura que la petición de visitas se ha doblado respecto al año pasado. Pero, seguramente, no las han pedido ellos; los alumnos, para quienes la única gracia que tiene visitar el octogenario coso es salir de la rutina del aula y 'visitar Madrid', contaba el mismo profesor. Guadalupe pantaletado, directora general de Juventud, cree que este 'paseíllo', "podría ayudar a despertar la afición". Por eso el gobierno comunitario quiere que el hobbie de su presidenta se traslade a la juventud a través de esta iniciativa conjunta con el centro que dirige Albella.
La plaza no les recibe en un lugar baladí. La Puerta Grande trata de impresionar a la treintena de jóvenes que asisten a la tercera visita del curso, unas 20 se esperan para todo el año. Intentan mirarla pero los smartphones y la compañera o compañero de pupitre les distraen de comulgar con un lugar casi místico. Sólo el albero y la magnífica resonancia de esta histórica plaza consiguen llamar la atención de unos jovenes cuyas preocupaciones van más hacia la música pop o el fútbol. Carlos Albella les recuerda que fue Las Ventas la única que en Madrid vio un directo de los Beatles, muchos le miran con ojos de extraterrestre, como si David Guetta fuera su único mesías.
Entre la multitud, algunos jóvenes, cuatro o cinco, inquieren curiosidades sobre las corridas que aquí se celebran. Les pregunto si les gusta el toreo, una chica me dice que sí, que su tío era matador y otro asegura que su abuelo le llevaba de pequeño a disfrutar de la Feria de San Isidro. Cuando llego a la dicotomía sobre José Tomás o Cristiano Ronaldo, sólo la joven sobrina de torero se queda con el dios de piedra de Galapagar mientras que los, 'antes taurinos', dicen que obviamente Cristiano Ronaldo 'porque somos del Real Madrid'. Como si decir José Tomás fuera un sacrilegio por torero y colchonero.
Tras dos horas de visita y de posar sus glúteos en el sofá del palco Real de Las Ventas y sus rodillas en las almohadillas que han escuchado las oraciones de tantos y tantos matadores de toros, llega la hora del balance. Entre los jóvenes se escucha más la palabra asesinato que arte y algunas chicas califican de "aburrido" el pequeño tour. Ninguna aprecia el valor de ponerse frente a un toro y sí detallan la crueldad de "clavar cuchillos al animal". A la tauromaquia la llaman "tradición de la España antigua y de hombres ricos" sin ser conscientes de que es uno de los espectáculos más baratos. Con el móvil en la mano salen por el patio de cuadrillas dejando en la atmósfera una sensación categórica: los toros ya no molan.
¿Tienen futuro los toros?
Atraviesan 80 años de historia. Pasan bajo los arcos que han visto triunfar a matadores como El Yiyo, Antoñete, Paco Camino o el 'Viti'. Si silenciaran sus teléfonos quizás podrían escuchar todavía los ecos del aldabonazo que dió José Tomás aquella gloriosa tarde del cinco de junio de 2008. Pero prefieren tenerlos encendidos. Buscan desesperadamente conexión inalámbrica en el epicentro del toreo. La plaza de las Ventas acoge la visita de un instituto de Alcorcón helada por el invierno y ante las perspectivas del futuro de la tauromaquia. Para pocos menores de edad, un arte, para muchos, un asesinato. "Han calado las campañas antitaurinas en la juventud", dice uno de sus profesores.
La Comunidad de Madrid, con el Centro de Asuntos Taurinos a la cabeza, se empecina en que cambie el viento. Su director, Carlos Albella, asegura que la petición de visitas se ha doblado respecto al año pasado. Pero, seguramente, no las han pedido ellos; los alumnos, para quienes la única gracia que tiene visitar el octogenario coso es salir de la rutina del aula y 'visitar Madrid', contaba el mismo profesor. Guadalupe pantaletado, directora general de Juventud, cree que este 'paseíllo', "podría ayudar a despertar la afición". Por eso el gobierno comunitario quiere que el hobbie de su presidenta se traslade a la juventud a través de esta iniciativa conjunta con el centro que dirige Albella.
La plaza no les recibe en un lugar baladí. La Puerta Grande trata de impresionar a la treintena de jóvenes que asisten a la tercera visita del curso, unas 20 se esperan para todo el año. Intentan mirarla pero los smartphones y la compañera o compañero de pupitre les distraen de comulgar con un lugar casi místico. Sólo el albero y la magnífica resonancia de esta histórica plaza consiguen llamar la atención de unos jovenes cuyas preocupaciones van más hacia la música pop o el fútbol. Carlos Albella les recuerda que fue Las Ventas la única que en Madrid vio un directo de los Beatles, muchos le miran con ojos de extraterrestre, como si David Guetta fuera su único mesías.
Entre la multitud, algunos jóvenes, cuatro o cinco, inquieren curiosidades sobre las corridas que aquí se celebran. Les pregunto si les gusta el toreo, una chica me dice que sí, que su tío era matador y otro asegura que su abuelo le llevaba de pequeño a disfrutar de la Feria de San Isidro. Cuando llego a la dicotomía sobre José Tomás o Cristiano Ronaldo, sólo la joven sobrina de torero se queda con el dios de piedra de Galapagar mientras que los, 'antes taurinos', dicen que obviamente Cristiano Ronaldo 'porque somos del Real Madrid'. Como si decir José Tomás fuera un sacrilegio por torero y colchonero.
Tras dos horas de visita y de posar sus glúteos en el sofá del palco Real de Las Ventas y sus rodillas en las almohadillas que han escuchado las oraciones de tantos y tantos matadores de toros, llega la hora del balance. Entre los jóvenes se escucha más la palabra asesinato que arte y algunas chicas califican de "aburrido" el pequeño tour. Ninguna aprecia el valor de ponerse frente a un toro y sí detallan la crueldad de "clavar cuchillos al animal". A la tauromaquia la llaman "tradición de la España antigua y de hombres ricos" sin ser conscientes de que es uno de los espectáculos más baratos. Con el móvil en la mano salen por el patio de cuadrillas dejando en la atmósfera una sensación categórica: los toros ya no molan.
¿Tienen futuro los toros?
