Vlad_Empalador
Será en Octubre
Los secretos de la cerveza Estrella Galicia para duplicar su facturación y crecer en toda España
Cuarta generación al frente de Estrella Galicia, Ignacio Rivera, ha afianzado la firma como cuarto grupo cervecero español y doblado la facturación. Su próximo reto, conquistar América desde Brasil.
Se define a sí mismo con una
"Cervecero feliz y artesanal". A sus espaldas, una saga que durante 111 años ha elaborado los caldos con idéntica filosofía (tiempo y materia prima natural) e idéntico sabor amargo (el que confiere el lúpulo, que cultivan aquí mismo). Y de pronto, se ponen de moda, su sabor y artesanía, desde Australia a Brasil, de Baleares a Dublín, y en cuatro años doblan la facturación (408 millones de euros) y aumentan su fabricación en un 123% (237 millones de litros en 2016).
-¿Cómo lo ha hecho?
-Soñando, que es gratis y siempre muy rentable. Y rodeándome de gente mejor que yo. Haciendo la misma cerveza que hacía mi bisabuelo en 1906, según el mismo proceso artesanal; aunque la legislación no me permita acuñar la etiqueta "artesana", Estrella Galicia no es industrial; nadie puede impedir esta realidad y este espíritu artesano al que somos fieles.
Estrella Galicia Especial, uno de los productos de la marca que fermenta y madura durante más de 20 días.
Ignacio Rivera (A Coruña, 24 de abril de 1965), el benjamín de una de las cinco familias que integran la corporación Hijos de Rivera, fue elegido consejero delegado en 2012. En estos cinco años, aquella cerveza que los gallegos tanto apreciaban y que tan extraña resultaba fuera de su circunscripción ha viajado y se ha implantado de un confín a otro del planeta. Su estrella de seis puntas, como una rosa de los vientos marinos, conforma ya el cuarto grupo cervecero del país y está a punto de abrir una segunda planta de elaboración en las antípodas brasileñas, estado de Minas Gerais, adonde llegaron después de una prospección (cinco años y 50 ubicaciones) en busca de un agua parecida a esta que cuece sus cereales en A Coruña. Será su productora para América, lo de Asia queda para la próxima y quinta generación, sentada ya en el consejo, aunque la firma cuente desde hace unos años con filiales en Shanghai y Japón e inversiones en Filipinas. Huérfano de padre a los 7 años, el "acondroplásico" de los cuatro hermanos Rivera Quintana, aquel chico simpático y bon vivant que la progenitora mandaba a trabajar a los cocederos para que sentara cabeza, tuvo que dar un vuelco a su vida cuando a los 19 años perdió a su hermano mayor en un accidente de moto: "Mamá, no te preocupes que voy a estudiar y a ser responsable". Cursaba ya primeros años de Icade, y el destino iba a sonreírle, a él, a la gran familia y a los más de 800 empleados de la empresa, que esta mañana le saludan por plantas y pasillos, todos, con una sonrisa en boca, casi tan grande como la suya. Huele a cereales de infancia en los cocederos de A Grela, y cuenta Ignacio que cuando cocinan la de color 1906 (un coupage de cuatro maltas tostadas y dos lúpulos), el aroma tiende a chocolate amargo.
Maneja unas estadísticas que dicen que su empresa es la primera elegida por los gallegos para trabajar, y he leído que este año incrementarán la plantilla con 200 trabajadores. ¿Me daría trabajo, señor Rivera?
[Se ríe] Yo encantado [y yo le tomo la palabra].
Este carácter genuino y ese sabor tan peculiar de sus cervezas, ¿es comparable a lo especiales que son algunos productos del campo y el mar gallegos: patata, percebe, grelo, etcétera?
En Galicia nos gustan los productos al natural, somos poco aficionados a la elaboración, preferimos apreciar la calidad de nuestra materia prima, que es maravillosa, y en este sentido esta cerveza es muy gallega. Hemos montado una empresa que se llama Cosecha de Galicia para cultivar nuestro propio lúpulo, las manzanas para la sidra [que comercializan con la marca Maeloc], la uva para el vino [Ponte da Boga, en Ribiera Sacra] , etcétera. Y otro factor fundamental para este sabor diferente es el tiempo. Una cerveza puede hacerse en cinco días, pero a nosotros nos gusta fermentarla y madurarla unos 30 o 40 días, hacerla reposadamente. Lo que ocurre es que no cocemos más de 12 veces al año el caldo de cada una de nuestras cervezas: preferimos menos cantidad y más calidad, aunque la rentabilidad sea menor.
Supongo que también es cuestión del agua. En Brasil, ¿el cambio de agua no afectará al sabor?
La decisión de Brasil nos ha costado muchísimo esfuerzo, porque somos grandes artesanos y nos gusta tener una única fábrica para preservar el origen del proceso y la materia prima. Pero por mucho que ampliemos esta planta, que va camino de producir 400 millones de litros, necesitamos abastecer el mercado americano, donde trabajamos muy bien. Así que desde 2012 iniciamos un proceso de búsqueda de un agua que se parezca mucho a la de aquí y proveedores de materias primas idénticas. Y después de 50 ubicaciones, nos hemos decidido por el agua de Poços de Caldas en Minas Gerais, que es la zona más rica en acuíferos del país.
En los últimos cuatro años han prácticamente duplicado la facturación y en los últimos seis la producción ha crecido un 123%. ¿El mérito es suyo?
No, no, imposible. Mi labor es la del animador, y presumo de ello: lo que tiene que hacer un CEO es animar a la gente para que trabaje bien; me gusta decir que soy el augusto del circo, el que viene después del domador y del trapecista y logra que la gente relaje sus tensiones. En cuanto a la visión de empresa, eso lo hemos mamado desde la cuna, ya nos los sabemos, me refiero al consejo de administración: tenemos un larguísimo legado encima que nos marca.
De hecho cuenta que su "leitmotiv" en el trabajo es "disfrutar, divertirse, pasarlo bien..." ¿Nunca le han tomado el folio cambiado, por esto de "ser el augusto"?
No, porque tengo claro que mi trabajo es conseguir que la gente esté contenta. Y esto es imposible si yo no me divierto. Mira, aquí los bonus de los directivos dependen de los resultados de unas encuestas que miden el grado de satisfacción de los trabajadores. Si no hay satisfacción, no hay bonus; si la hay, habrá premio.
¿Cómo llega Estrella de Galicia al último rincón de Australia? Y ¿cómo son capaces de competir con los marcados mercados regionales, con algo tan endogámico, por ejemplo, como Estrella Damm en Cataluña?
En toda Europa, históricamente, la cerveza es un producto regional; en Alemania, cada pueblo tiene su cerveza. La estrategia es ser alternativos, ser otra historia, y esto ha calado bien en todas partes, nos va bien en todo el norte de España, pero también en Cataluña, Baleares, Levante, Canarias, Andalucía, Madrid, Castilla... Pero no queremos ser la cerveza más vendida sino la más querida, disfrutar de nuestro tamaño y hacer las cosas bien.
¿Y cuál es esa alternativa?, a ver si lo entiendo.
Nuestro sabor diferente. Y nos costó, se lo aseguro. Antes de CEO fui director comercial y de marketing y, cuando iniciamos la expansión, iba buscando mercados y me decían: "Esta cerveza es muy amarga, ¿no?" Pues sí, pero ahora se ha extendido una tendencia a lupular más la cerveza, algo que nosotros siempre hemos hecho. El origen de esto son las Indian Pale Ale [IPA], que viajaban de Inglaterra a la India y para que se conservaran se les añadía más lúpulo, y ahora la cerveza artesanal ha adoptado esta fórmula. Nos anticipamos, pero no fue una estrategia, sino una casualidad.
Otra cosa que no entiendo: ¿quién decide que una cerveza es "premium"?
No me gusta ese adjetivo, porque está tan manoseado que efectivamente no se entiende. Yo prefiero decir que somos artesanos, aunque no fabriquemos a mano sino que tenemos una fábrica, pero nuestro proceso es el mismo que el de las cervezas craft: cada cerveza tiene su receta y los caldos se cuecen por separado, no utilizamos aditivos y fermentamos y maduramos reposadamente. Creo que es un error estratégico del mercado europeo no permitir la denominación de artesano si uno mantiene sus procesos de elaboración artesanal, porque venda lo que venda y aunque tenga una máquina que llene 60.000 botellas por hora, nada de esto afecta a la calidad del producto.
Ignacio, tengo entendido que no fue usted un estudiante precisamente brillante. ¿Cuándo y cómo se produjo el cambio?
Cuando se muere mi hermano Ramón en un accidente de moto. Yo era mal estudiante, y cuando él muere me da un vuelco la cabeza, veo a mi progenitora muy triste, porque la fin de un hijo es algo atroz, y le digo: "No te preocupes, mamá, que voy a estudiar y a ser responsable". Estas desgracias a veces te marcan y suponen un cambio en tu vida. Yo tenía 19 años, ya estaba en Icade, pero no era un buen estudiante; y él estaba incorporado a la empresa y la norma de esta familia es que sólo un miembro de cada rama puede entrar a trabajar aquí.
Entre los cinco primos que están en el consejo de administración, ¿por qué le eligieron a usted consejero delegado?
Pregúnteselo a ellos [se ríe]. Creyeron en mí, en mi ilusión. Y me eligieron por pura democracia familiar.
¿Quién era José María Rivera Corral, fundador de La Estrella de Galicia, fabricante de cerveza y hielo a partir de 1906?
Mi bisabuelo era hijo de una familia muy humilde de Chamoselo, un lugar cercano a Ferrol, y en época de hambruna, como tantos gallegos a finales del XIX, vendieron sus tierras y emigraron a América, primero a Cuba y después a México. Y en Veracruz abrió junto a su hermano una especie de ultramarinos donde hacían batidos que se llamó La Estrella de Oro. Él regresa a principios del XX y su hermano pequeño continúa allí, y hoy los Rivera Torres son una importante familia mexicana.
¿Y de ahí viene el nombre de su cerveza? Por cierto, ¿por qué hay tantas cervezas que llevan la palabra "estrella" en su nombre?
En principio recuerda a aquello, pero en realidad es mucho más ancestral: la estrella simbolizaba la presencia de los lagares, en un tiempo en que la gente no sabía leer. Dése cuenta de que la cerveza se remonta al 3500 a.C., a la época de los sumerios, y las puntas de la estrella hacían referencia a los elementos naturales que se necesitan para su elaboración y a los cereales que la componen.
¿Siguen funcionando como familia?
Sí, claro, somos familia; y no sólo propietarios sino que seguimos dirigiendo.
¿Qué ventajas tiene esto hoy, con lo difícil que es conjugar sentimientos y negocio?
Pues sí es difícil. En este caso somos una familia muy amplia, con todos los conflictos que tiene cualquier familia, y encima hay dinero por medio. El secreto es anteponer la empresa a la familia, poner a la familia al servicio de la empresa y nunca lo contrario. Y eso hemos sabido hacerlo, y creo que somos rara avis, la única familia del sector de alimentación y bebidas que funda una empresa y mantiene su estructura 111 años.
¿Y dónde se dirimen esos conflictos inherentes a toda familia?
Tenemos dos foros, el consejo de familia y el consejo de administración; en el primero se reúne la familia y se habla de las relaciones familia-empresa: quién entra, quién no; quién va a las motos, quién no [Estrella Galicia patrocina pilotos de MotoGP, Moto2 y Moto3]; cuántas camisetas se reparten... Y en el consejo de administración no entra ni uno de estos asuntos: estamos para dirigir la empresa.
¿Discuten mucho por la reinversión de beneficios?
No. Tenemos una cultura de reinversión total, de cero deuda o apalancamiento. Y esto es así desde siempre y ni se discute.
Suele decirse que una empresa se mide por su volumen de apalancamiento, ¿qué opina?
Sí, es verdad que se dice, pero nosotros somos de la vieja escuela y no deberle dinero a nadie nos permite vivir tranquilos.
Una pregunta personal, ¿cómo se pueden tener cinco hijos en los tiempos que vivimos?
Con mucho cuidado [se ríe]. En mi caso son de dos matrimonios, tengo tres hijos maravillosos del primero y, cuando rehíce mi vida, mi mujer, que es más joven que yo, quería tener hijos, de modo que ahora tengo un hijo de 25 y una única niña de 1 año. Tengo un ejecutivo, un recién licenciado, un adolescente, un niño y un bebé, así que me conozco desde Bob Esponja hasta los Superwings, y esto es una ventaja a la hora de negociar las licencias de merchandising infantil: te da una visión totalmente tras*versal del mercado [no para de reírse].
¿A qué se dedica usted cuando no es CEO?
A estar con mi familia, porque tener cinco hijos requiere todo el tiempo libre que uno tenga; me reparto como puedo y siempre viajo con los mayores. Y en verano estamos todos juntos en Formentera.
¿Qué es Formentera en su vida?
Galicia es mi tierra y mi pasión, y Formentera, mi rincón espiritual. Allí compré una casa hace años, y es donde consigo desconectar y reunir a quienes más quiero. El verano en Formentera no se toca.
Me gusta decir que soy el augusto del circo, el que viene después del domador y del trapecista y logra que la gente relaje sus tensiones. Tengo claro que mi trabajo es conseguir que la gente esté contenta. Y esto es imposible si yo no me divierto
Cuarta generación al frente de Estrella Galicia, Ignacio Rivera, ha afianzado la firma como cuarto grupo cervecero español y doblado la facturación. Su próximo reto, conquistar América desde Brasil.
Se define a sí mismo con una
"Cervecero feliz y artesanal". A sus espaldas, una saga que durante 111 años ha elaborado los caldos con idéntica filosofía (tiempo y materia prima natural) e idéntico sabor amargo (el que confiere el lúpulo, que cultivan aquí mismo). Y de pronto, se ponen de moda, su sabor y artesanía, desde Australia a Brasil, de Baleares a Dublín, y en cuatro años doblan la facturación (408 millones de euros) y aumentan su fabricación en un 123% (237 millones de litros en 2016).-¿Cómo lo ha hecho?
-Soñando, que es gratis y siempre muy rentable. Y rodeándome de gente mejor que yo. Haciendo la misma cerveza que hacía mi bisabuelo en 1906, según el mismo proceso artesanal; aunque la legislación no me permita acuñar la etiqueta "artesana", Estrella Galicia no es industrial; nadie puede impedir esta realidad y este espíritu artesano al que somos fieles.
Estrella Galicia Especial, uno de los productos de la marca que fermenta y madura durante más de 20 días.
Ignacio Rivera (A Coruña, 24 de abril de 1965), el benjamín de una de las cinco familias que integran la corporación Hijos de Rivera, fue elegido consejero delegado en 2012. En estos cinco años, aquella cerveza que los gallegos tanto apreciaban y que tan extraña resultaba fuera de su circunscripción ha viajado y se ha implantado de un confín a otro del planeta. Su estrella de seis puntas, como una rosa de los vientos marinos, conforma ya el cuarto grupo cervecero del país y está a punto de abrir una segunda planta de elaboración en las antípodas brasileñas, estado de Minas Gerais, adonde llegaron después de una prospección (cinco años y 50 ubicaciones) en busca de un agua parecida a esta que cuece sus cereales en A Coruña. Será su productora para América, lo de Asia queda para la próxima y quinta generación, sentada ya en el consejo, aunque la firma cuente desde hace unos años con filiales en Shanghai y Japón e inversiones en Filipinas. Huérfano de padre a los 7 años, el "acondroplásico" de los cuatro hermanos Rivera Quintana, aquel chico simpático y bon vivant que la progenitora mandaba a trabajar a los cocederos para que sentara cabeza, tuvo que dar un vuelco a su vida cuando a los 19 años perdió a su hermano mayor en un accidente de moto: "Mamá, no te preocupes que voy a estudiar y a ser responsable". Cursaba ya primeros años de Icade, y el destino iba a sonreírle, a él, a la gran familia y a los más de 800 empleados de la empresa, que esta mañana le saludan por plantas y pasillos, todos, con una sonrisa en boca, casi tan grande como la suya. Huele a cereales de infancia en los cocederos de A Grela, y cuenta Ignacio que cuando cocinan la de color 1906 (un coupage de cuatro maltas tostadas y dos lúpulos), el aroma tiende a chocolate amargo.
Maneja unas estadísticas que dicen que su empresa es la primera elegida por los gallegos para trabajar, y he leído que este año incrementarán la plantilla con 200 trabajadores. ¿Me daría trabajo, señor Rivera?
[Se ríe] Yo encantado [y yo le tomo la palabra].
Este carácter genuino y ese sabor tan peculiar de sus cervezas, ¿es comparable a lo especiales que son algunos productos del campo y el mar gallegos: patata, percebe, grelo, etcétera?
En Galicia nos gustan los productos al natural, somos poco aficionados a la elaboración, preferimos apreciar la calidad de nuestra materia prima, que es maravillosa, y en este sentido esta cerveza es muy gallega. Hemos montado una empresa que se llama Cosecha de Galicia para cultivar nuestro propio lúpulo, las manzanas para la sidra [que comercializan con la marca Maeloc], la uva para el vino [Ponte da Boga, en Ribiera Sacra] , etcétera. Y otro factor fundamental para este sabor diferente es el tiempo. Una cerveza puede hacerse en cinco días, pero a nosotros nos gusta fermentarla y madurarla unos 30 o 40 días, hacerla reposadamente. Lo que ocurre es que no cocemos más de 12 veces al año el caldo de cada una de nuestras cervezas: preferimos menos cantidad y más calidad, aunque la rentabilidad sea menor.
Supongo que también es cuestión del agua. En Brasil, ¿el cambio de agua no afectará al sabor?
La decisión de Brasil nos ha costado muchísimo esfuerzo, porque somos grandes artesanos y nos gusta tener una única fábrica para preservar el origen del proceso y la materia prima. Pero por mucho que ampliemos esta planta, que va camino de producir 400 millones de litros, necesitamos abastecer el mercado americano, donde trabajamos muy bien. Así que desde 2012 iniciamos un proceso de búsqueda de un agua que se parezca mucho a la de aquí y proveedores de materias primas idénticas. Y después de 50 ubicaciones, nos hemos decidido por el agua de Poços de Caldas en Minas Gerais, que es la zona más rica en acuíferos del país.
En los últimos cuatro años han prácticamente duplicado la facturación y en los últimos seis la producción ha crecido un 123%. ¿El mérito es suyo?
No, no, imposible. Mi labor es la del animador, y presumo de ello: lo que tiene que hacer un CEO es animar a la gente para que trabaje bien; me gusta decir que soy el augusto del circo, el que viene después del domador y del trapecista y logra que la gente relaje sus tensiones. En cuanto a la visión de empresa, eso lo hemos mamado desde la cuna, ya nos los sabemos, me refiero al consejo de administración: tenemos un larguísimo legado encima que nos marca.
De hecho cuenta que su "leitmotiv" en el trabajo es "disfrutar, divertirse, pasarlo bien..." ¿Nunca le han tomado el folio cambiado, por esto de "ser el augusto"?
No, porque tengo claro que mi trabajo es conseguir que la gente esté contenta. Y esto es imposible si yo no me divierto. Mira, aquí los bonus de los directivos dependen de los resultados de unas encuestas que miden el grado de satisfacción de los trabajadores. Si no hay satisfacción, no hay bonus; si la hay, habrá premio.
¿Cómo llega Estrella de Galicia al último rincón de Australia? Y ¿cómo son capaces de competir con los marcados mercados regionales, con algo tan endogámico, por ejemplo, como Estrella Damm en Cataluña?
En toda Europa, históricamente, la cerveza es un producto regional; en Alemania, cada pueblo tiene su cerveza. La estrategia es ser alternativos, ser otra historia, y esto ha calado bien en todas partes, nos va bien en todo el norte de España, pero también en Cataluña, Baleares, Levante, Canarias, Andalucía, Madrid, Castilla... Pero no queremos ser la cerveza más vendida sino la más querida, disfrutar de nuestro tamaño y hacer las cosas bien.
¿Y cuál es esa alternativa?, a ver si lo entiendo.
Nuestro sabor diferente. Y nos costó, se lo aseguro. Antes de CEO fui director comercial y de marketing y, cuando iniciamos la expansión, iba buscando mercados y me decían: "Esta cerveza es muy amarga, ¿no?" Pues sí, pero ahora se ha extendido una tendencia a lupular más la cerveza, algo que nosotros siempre hemos hecho. El origen de esto son las Indian Pale Ale [IPA], que viajaban de Inglaterra a la India y para que se conservaran se les añadía más lúpulo, y ahora la cerveza artesanal ha adoptado esta fórmula. Nos anticipamos, pero no fue una estrategia, sino una casualidad.
Otra cosa que no entiendo: ¿quién decide que una cerveza es "premium"?
No me gusta ese adjetivo, porque está tan manoseado que efectivamente no se entiende. Yo prefiero decir que somos artesanos, aunque no fabriquemos a mano sino que tenemos una fábrica, pero nuestro proceso es el mismo que el de las cervezas craft: cada cerveza tiene su receta y los caldos se cuecen por separado, no utilizamos aditivos y fermentamos y maduramos reposadamente. Creo que es un error estratégico del mercado europeo no permitir la denominación de artesano si uno mantiene sus procesos de elaboración artesanal, porque venda lo que venda y aunque tenga una máquina que llene 60.000 botellas por hora, nada de esto afecta a la calidad del producto.
Ignacio, tengo entendido que no fue usted un estudiante precisamente brillante. ¿Cuándo y cómo se produjo el cambio?
Cuando se muere mi hermano Ramón en un accidente de moto. Yo era mal estudiante, y cuando él muere me da un vuelco la cabeza, veo a mi progenitora muy triste, porque la fin de un hijo es algo atroz, y le digo: "No te preocupes, mamá, que voy a estudiar y a ser responsable". Estas desgracias a veces te marcan y suponen un cambio en tu vida. Yo tenía 19 años, ya estaba en Icade, pero no era un buen estudiante; y él estaba incorporado a la empresa y la norma de esta familia es que sólo un miembro de cada rama puede entrar a trabajar aquí.
Entre los cinco primos que están en el consejo de administración, ¿por qué le eligieron a usted consejero delegado?
Pregúnteselo a ellos [se ríe]. Creyeron en mí, en mi ilusión. Y me eligieron por pura democracia familiar.
¿Quién era José María Rivera Corral, fundador de La Estrella de Galicia, fabricante de cerveza y hielo a partir de 1906?
Mi bisabuelo era hijo de una familia muy humilde de Chamoselo, un lugar cercano a Ferrol, y en época de hambruna, como tantos gallegos a finales del XIX, vendieron sus tierras y emigraron a América, primero a Cuba y después a México. Y en Veracruz abrió junto a su hermano una especie de ultramarinos donde hacían batidos que se llamó La Estrella de Oro. Él regresa a principios del XX y su hermano pequeño continúa allí, y hoy los Rivera Torres son una importante familia mexicana.
¿Y de ahí viene el nombre de su cerveza? Por cierto, ¿por qué hay tantas cervezas que llevan la palabra "estrella" en su nombre?
En principio recuerda a aquello, pero en realidad es mucho más ancestral: la estrella simbolizaba la presencia de los lagares, en un tiempo en que la gente no sabía leer. Dése cuenta de que la cerveza se remonta al 3500 a.C., a la época de los sumerios, y las puntas de la estrella hacían referencia a los elementos naturales que se necesitan para su elaboración y a los cereales que la componen.
¿Siguen funcionando como familia?
Sí, claro, somos familia; y no sólo propietarios sino que seguimos dirigiendo.
¿Qué ventajas tiene esto hoy, con lo difícil que es conjugar sentimientos y negocio?
Pues sí es difícil. En este caso somos una familia muy amplia, con todos los conflictos que tiene cualquier familia, y encima hay dinero por medio. El secreto es anteponer la empresa a la familia, poner a la familia al servicio de la empresa y nunca lo contrario. Y eso hemos sabido hacerlo, y creo que somos rara avis, la única familia del sector de alimentación y bebidas que funda una empresa y mantiene su estructura 111 años.
¿Y dónde se dirimen esos conflictos inherentes a toda familia?
Tenemos dos foros, el consejo de familia y el consejo de administración; en el primero se reúne la familia y se habla de las relaciones familia-empresa: quién entra, quién no; quién va a las motos, quién no [Estrella Galicia patrocina pilotos de MotoGP, Moto2 y Moto3]; cuántas camisetas se reparten... Y en el consejo de administración no entra ni uno de estos asuntos: estamos para dirigir la empresa.
¿Discuten mucho por la reinversión de beneficios?
No. Tenemos una cultura de reinversión total, de cero deuda o apalancamiento. Y esto es así desde siempre y ni se discute.
Suele decirse que una empresa se mide por su volumen de apalancamiento, ¿qué opina?
Sí, es verdad que se dice, pero nosotros somos de la vieja escuela y no deberle dinero a nadie nos permite vivir tranquilos.
Una pregunta personal, ¿cómo se pueden tener cinco hijos en los tiempos que vivimos?
Con mucho cuidado [se ríe]. En mi caso son de dos matrimonios, tengo tres hijos maravillosos del primero y, cuando rehíce mi vida, mi mujer, que es más joven que yo, quería tener hijos, de modo que ahora tengo un hijo de 25 y una única niña de 1 año. Tengo un ejecutivo, un recién licenciado, un adolescente, un niño y un bebé, así que me conozco desde Bob Esponja hasta los Superwings, y esto es una ventaja a la hora de negociar las licencias de merchandising infantil: te da una visión totalmente tras*versal del mercado [no para de reírse].
¿A qué se dedica usted cuando no es CEO?
A estar con mi familia, porque tener cinco hijos requiere todo el tiempo libre que uno tenga; me reparto como puedo y siempre viajo con los mayores. Y en verano estamos todos juntos en Formentera.
¿Qué es Formentera en su vida?
Galicia es mi tierra y mi pasión, y Formentera, mi rincón espiritual. Allí compré una casa hace años, y es donde consigo desconectar y reunir a quienes más quiero. El verano en Formentera no se toca.
Me gusta decir que soy el augusto del circo, el que viene después del domador y del trapecista y logra que la gente relaje sus tensiones. Tengo claro que mi trabajo es conseguir que la gente esté contenta. Y esto es imposible si yo no me divierto
