Asurbanipal
Será en Octubre
Los platos rotos que paga Griñán
30 julio, 2022 Salida de la Audiencia Provincial del ex-presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñan. En Sevilla, a 19 de noviembre del 2019. EUROPA PRESS
Recapitulemos brevemente: quisieron comprar paz social y evitar conflictos laborales con una rapidez que la pachorra burocrática podía complicar. Así que idearon un sistema llamado "tras*ferencias de financiación". Este procedimiento permitiría librar partidas de dinero que acabaron facilitando los expedientes de regulación de empleo (EREs) en empresas andaluzas en crisis que querían deshacerse de miles de trabajadores. Llevaron el proyecto al Parlamento regional y este fue aprobado por mayoría absoluta, con los votos del Partido Popular incluidos. No hubo objeciones por parte de ninguna formación política.
Cuando esto ocurrió, Pepe Griñán ni siquiera estaba en el gobierno de la Junta. Pero sus antecesores cometieron un error garrafal: le otorgaron manos libres al área de Empleo para tramitar esos fondos y algunos de sus gestores usaron una parte del dinero para favorecer a familiares y amigos y cobrar comisiones a las aseguradores a las que se adjudicó el pago de los salarios de prejubilación.
A Griñán y a Chaves se les condenó, y este martes se supo que el Supremo ratificaba la sentencia, por "inacción", por no querer enterarse de lo que pasaba en la dirección general de Empleo o por mirar para otro lado. Griñán siempre admitió su responsabilidad política, como cuenta en su libro "Cuando ya nada se espera" (Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2022, pág. 534) y por eso dejó la presidencia de la Junta. Pero ni él ni su antecesor se llevaron nada, es verdad, lo único que querían era seguir ganando elecciones y a fe que lo consiguieron... hasta que todo reventó, el PP vio el filón y decidió ensañarse a través de jueces afines.
Por muy injusta que sea, que lo es, la confirmación de la sentencia a Griñán, Chaves y compañía, la mayor parte de los problemas entre el PSOE y el PP no dejan de ser peleas entre la familia bipartidista. Y las peleas de familia, como todo el mundo sabe, son siempre las peores, las más encarnizadas.
Quienes proclaman que PSOE y PP son "la misma cosa", sin duda exageran en algunos extremos pero hay otros otros en los que no le falta razón al famoso y escatológico lema. Los antiguos gobernantes socialistas andaluces pagan ahora el pato de la política de templar gaitas con el PP que su partido practicó con la derecha durante los muchos años en que en el PSOE tuvo en España todo el poder institucional del mundo para cambiar de verdad este país si hubieran querido. Y no lo hicieron.
Los socialistas dejaron que sobrevivieran las cloacas del franquismo con lo peor de cada casa incrustado en la policía, el ejército o la judicatura; mantuvieron la Constitución con errores y carencias que llevan lustros pidiendo una reforma urgente pero prefirieron "no menealla" mientras los hados les eran propicios e iban ganando elección tras elección. Hasta que un día les pilló el toro.
Apareció por su izquierda una formación política, Podemos, que dio en el clavo señalando todas la asignaturas pendientes del bipartidismo y el discurso conectó, caló. Denunciaban con convicción y argumentos las prácticas corruptas, las puertas giratorias, la institucionalización de las comisiones, la manipulación mediática, el controvertido papel de la monarquía, el excesivo poder de bancos, eléctricas y demás empresas del Ibex, el aumento de la desigualdad, las dificultades de los jóvenes para abrirse camino en la vida, el machismo, la violencia de género, la inacción ante la amenaza del cambio climático.... Pusieron el dedo en la llaga con un lenguaje clarito que entendía todo el mundo, aquello "despertó" al personal y el bipartidismo se acojonó.
Aún así, los socialistas continúan sin tener excesivo interés en promover los cambios en profundidad que España necesita, igual que tampoco quiere que el partido a su izquierda, por muy socio en el Gobierno de coalición que en estos momentos sea, llegue a tener algún día el poder suficiente para hacerlo. El Psoe de toda la vida sigue vivito y coleando, continúa siendo el partido de Felipe y de Guerra, de Lambán, Page o Ximo Puig aunque este último se vista de seda, de muchas agrupaciones provinciales... es el socialismo light, que vive más preocupado porque no se cuestione la monarquía o porque no salgan adelante según que comisiones de investigación que por mejorar la vida de la gente, es el socialismo cuyo mayor sueño húmedo es "apiolar" a Unidas Podemos por muy caro que les cueste.
Y a fe que les está costando caro. Tanto en las elecciones de Madrid como en las de Andalucía resultó evidente que el Psoe había bajado los brazos, que ambas convocatorias las daba por perdidas dejando además la impresión de que tampoco le parecía demasiado grave que gobernase el PP. Desde que existe Podemos viven más pendientes de yugular el proyecto a su izquierda que de cortarle el paso a la derecha. Esta semana trágica para el socialismo en Andalucía es consecuencia de esa dinámica. Y ahí está el resultado: Juanma Moreno convertido en faraón y Griñán y compañía arrojados a los leones, a la guandoca él (seis años y dos días) junto a ocho cargos de la Junta más sin contar los inhabilitados, entre los que se encuentra Manuel Chaves.
Lo siento de verdad por Pepe Griñán, víctima propiciatoria de una dinámica donde él solo fue una pieza más. Lo siento porque le tuve afecto personal y continúo teniéndoselo. Pero quienes más han contribuido a lo que le ha sucedido son correligionarios suyos como Bono, Ibarra, Felipe, Guerra y compañía quienes, desde hace muchos años, decidieron escorar a la derecha, poniendo el foco y señalando a quienes pelean contra la desigualdad social, envenenando la política territorial y olvidando cuestionar tanto la institución monárquica y demás poderes "intocables", como la clamorosa necesidad de adecentar la judicatura, la policía y el papel, tan vergonzoso, que los medios de comunicación juegan en todo este entuerto.
30 julio, 2022 Salida de la Audiencia Provincial del ex-presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñan. En Sevilla, a 19 de noviembre del 2019. EUROPA PRESS
Recapitulemos brevemente: quisieron comprar paz social y evitar conflictos laborales con una rapidez que la pachorra burocrática podía complicar. Así que idearon un sistema llamado "tras*ferencias de financiación". Este procedimiento permitiría librar partidas de dinero que acabaron facilitando los expedientes de regulación de empleo (EREs) en empresas andaluzas en crisis que querían deshacerse de miles de trabajadores. Llevaron el proyecto al Parlamento regional y este fue aprobado por mayoría absoluta, con los votos del Partido Popular incluidos. No hubo objeciones por parte de ninguna formación política.
Cuando esto ocurrió, Pepe Griñán ni siquiera estaba en el gobierno de la Junta. Pero sus antecesores cometieron un error garrafal: le otorgaron manos libres al área de Empleo para tramitar esos fondos y algunos de sus gestores usaron una parte del dinero para favorecer a familiares y amigos y cobrar comisiones a las aseguradores a las que se adjudicó el pago de los salarios de prejubilación.
A Griñán y a Chaves se les condenó, y este martes se supo que el Supremo ratificaba la sentencia, por "inacción", por no querer enterarse de lo que pasaba en la dirección general de Empleo o por mirar para otro lado. Griñán siempre admitió su responsabilidad política, como cuenta en su libro "Cuando ya nada se espera" (Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2022, pág. 534) y por eso dejó la presidencia de la Junta. Pero ni él ni su antecesor se llevaron nada, es verdad, lo único que querían era seguir ganando elecciones y a fe que lo consiguieron... hasta que todo reventó, el PP vio el filón y decidió ensañarse a través de jueces afines.
Por muy injusta que sea, que lo es, la confirmación de la sentencia a Griñán, Chaves y compañía, la mayor parte de los problemas entre el PSOE y el PP no dejan de ser peleas entre la familia bipartidista. Y las peleas de familia, como todo el mundo sabe, son siempre las peores, las más encarnizadas.
Quienes proclaman que PSOE y PP son "la misma cosa", sin duda exageran en algunos extremos pero hay otros otros en los que no le falta razón al famoso y escatológico lema. Los antiguos gobernantes socialistas andaluces pagan ahora el pato de la política de templar gaitas con el PP que su partido practicó con la derecha durante los muchos años en que en el PSOE tuvo en España todo el poder institucional del mundo para cambiar de verdad este país si hubieran querido. Y no lo hicieron.
Los socialistas dejaron que sobrevivieran las cloacas del franquismo con lo peor de cada casa incrustado en la policía, el ejército o la judicatura; mantuvieron la Constitución con errores y carencias que llevan lustros pidiendo una reforma urgente pero prefirieron "no menealla" mientras los hados les eran propicios e iban ganando elección tras elección. Hasta que un día les pilló el toro.
Apareció por su izquierda una formación política, Podemos, que dio en el clavo señalando todas la asignaturas pendientes del bipartidismo y el discurso conectó, caló. Denunciaban con convicción y argumentos las prácticas corruptas, las puertas giratorias, la institucionalización de las comisiones, la manipulación mediática, el controvertido papel de la monarquía, el excesivo poder de bancos, eléctricas y demás empresas del Ibex, el aumento de la desigualdad, las dificultades de los jóvenes para abrirse camino en la vida, el machismo, la violencia de género, la inacción ante la amenaza del cambio climático.... Pusieron el dedo en la llaga con un lenguaje clarito que entendía todo el mundo, aquello "despertó" al personal y el bipartidismo se acojonó.
Aún así, los socialistas continúan sin tener excesivo interés en promover los cambios en profundidad que España necesita, igual que tampoco quiere que el partido a su izquierda, por muy socio en el Gobierno de coalición que en estos momentos sea, llegue a tener algún día el poder suficiente para hacerlo. El Psoe de toda la vida sigue vivito y coleando, continúa siendo el partido de Felipe y de Guerra, de Lambán, Page o Ximo Puig aunque este último se vista de seda, de muchas agrupaciones provinciales... es el socialismo light, que vive más preocupado porque no se cuestione la monarquía o porque no salgan adelante según que comisiones de investigación que por mejorar la vida de la gente, es el socialismo cuyo mayor sueño húmedo es "apiolar" a Unidas Podemos por muy caro que les cueste.
Y a fe que les está costando caro. Tanto en las elecciones de Madrid como en las de Andalucía resultó evidente que el Psoe había bajado los brazos, que ambas convocatorias las daba por perdidas dejando además la impresión de que tampoco le parecía demasiado grave que gobernase el PP. Desde que existe Podemos viven más pendientes de yugular el proyecto a su izquierda que de cortarle el paso a la derecha. Esta semana trágica para el socialismo en Andalucía es consecuencia de esa dinámica. Y ahí está el resultado: Juanma Moreno convertido en faraón y Griñán y compañía arrojados a los leones, a la guandoca él (seis años y dos días) junto a ocho cargos de la Junta más sin contar los inhabilitados, entre los que se encuentra Manuel Chaves.
Lo siento de verdad por Pepe Griñán, víctima propiciatoria de una dinámica donde él solo fue una pieza más. Lo siento porque le tuve afecto personal y continúo teniéndoselo. Pero quienes más han contribuido a lo que le ha sucedido son correligionarios suyos como Bono, Ibarra, Felipe, Guerra y compañía quienes, desde hace muchos años, decidieron escorar a la derecha, poniendo el foco y señalando a quienes pelean contra la desigualdad social, envenenando la política territorial y olvidando cuestionar tanto la institución monárquica y demás poderes "intocables", como la clamorosa necesidad de adecentar la judicatura, la policía y el papel, tan vergonzoso, que los medios de comunicación juegan en todo este entuerto.
Los platos rotos que paga Griñán
Recapitulemos brevemente: quisieron comprar paz social y evitar conflictos laborales con una rapidez que la pachorra burocrática podía complicar. Así que idearon un sistema llamado “tras*ferencias de financiación”. Este procedimiento permitiría librar partidas de dinero que acabaron facilitando los
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