Fudivarri
EL ESTADO ES TU PEOR ENEMIGO.
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<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://farm4.static.flickr.com/3349/3197145578_ed23ec3d08.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 420px; height: 315px;" src="http://farm4.static.flickr.com/3349/3197145578_ed23ec3d08.jpg" alt="" border="0" /></a><div style="text-align: justify;">Los españoles ya habíamos asumido que mantener la partitocracia nos suponía más gasto que criar familia numerosa. Pero, desde que estalló la pompa del barro cocido, los políticos están mostrando su peor cara, son la ruina del reino, que le están dejando las arcas como las berzas de una cabra. Porque los políticos obedecen todos a una regla elemental: "Más vale ser perro de rico que santo de pobre". Así que, aunque juren que son los legítimos valedores de los derechos políticos de los españoles, sirven a la banca y a las familias del Régimen como canes lamedores, y no mueven un dedo para ayudar a la ciudadanía a pasar el mal trago de esta crisis que han inventado sus amos. Y como estos, los banqueros, han decidido seguir con el crédito más cerrado que el schoscho de la Barbie, las empresas quiebran como colines, que el paro es ya un disparate, y los que aún tienen empleo andan esquivando, durante la jornada laboral, al director de recursos humanos como si fuera un apestado; y si les dirige una mirada, aunque sea para saludarlos, pasan más miedo que Pinocho en un aserradero.
De manera que el expolio de España sigue febril y rampante. Y, mientras Benach se pone más rellenito que el gato del pescadero, y Botín, Entrecanales, Florentino o las hermanas Koplovitz amontonan la pasta de un modo indecente, los españoles corrientes gastan ya en caprichos menos que el Presidente Camps en trajes; y comen cosa poco buena para evitar que les embarguen el apilamiento de tochos y argamasa que compraron, ilusos —a precio de un 10 de Downing Street, engolosinados por políticos y prestamistas con que jamás perdería valor—, y del que deben la friolera media de 150.000 euros.
¿Cómo se consigue someter como a bueyes a una horda de ciudadanos españoles a la que le bastaría con no levantarse mañana para ir a trabajar, o sacar todo su escaso dinero de los bancos, para que los mismos que los someten y explotan se postraran a sus pies pidiéndoles perdón? Yo, que tengo ya más años que la puerta de una pirámide, os lo voy a decir; aunque son cosas que sabéis perfectamente, pero no os guste recordarlas. El Poder os controla mediante lo que nadie osa discutir, porque son los Pilares de la Civilización:
En primer lugar, con una buena catequización, prolongada y constante, desde el sistema educativo para conseguir que los españoles lleguen a los dieciocho años más chulitos que gallos de pelea, absolutamente ignorantes de sus verdaderas capacidades; y después, manteniéndolos hasta los treinta, desde los media, hechos unos cabezahuecas sin otro cometido en la vida que divertirse a costa del esfuerzo ajeno. Y así hasta que, un buen día, sea porque papá fallece exhausto o porque ellos mismos deciden irse del hogar paterno a formar uno propio, a instancia de alguna sirena ululante que pone su shishi en subasta, descubren que son unos incapaces, unos cosasecas, y que para llevar un sueldo a casa a fin de mes han de tragarse que el jefe se les mee en la boca sin que se les escape una gota. Y la infundada soberbia de kamikaze deviene en un complejo de inferioridad insuperable. Por eso, el Primer Pilar de la Civilización es la Libertad.
En segundo lugar, corrompiéndolos y haciéndoles participar en alguna estafa piramidal, como la de la propiedad inmobiliaria a crédito, sometidos a leyes por las que lo avalan con todos sus bienes, rentas y sueldos presentes y futuros. La colaboración en un delito —porque se trata de un delito— genera un conflicto emocional que les hace sentirse primero malvados y luego iluso. Ante la evidencia de que el "efecto riqueza" era más falso que el flequillo de Iñaki Anasagasti, se ven compelidos a alienarse con las nimiedades deportivas para no pensar en sí mismos, ni en la cadena perpetua a que están condenados por causa de estupidez e ignorancia. Por eso, el Segundo Pilar de la Civilización es la Propiedad Privada.
En tercer lugar, incitándoles al acto soberbio y suicida de la paternidad a instancia de mejillona con ganas de realizarse como mujer, con la consecuente y enfermiza sobrevaloración de los nenes, frutos de su amor, inversamente proporcional a su demografía; hasta el punto de que la pérdida de un hijo único lleva, hoy en día, a gravísimos problemas psíquicos; e incluso al cáncer u otras enfermedades mortales. La gente ignora que los niños no son inocentes, sino inexpertos; y esa debilidad la compensan siendo bonitos; pero desde su más tierna edad muestran ya como caracteres incipientes lo muy me gusta la fruta que serán el día de mañana. Los hijos, en efecto, esclavizan. Cualquier jornalero de sol a sol o hipotecado hasta el colodrillo lo sabe: si no tuviera hijos se liberaría en el acto de sus cadenas, emigrando por ejemplo al Paraguay, dejando a Botín con tres palmos de narices y un piso en púa cerrado a cal y canto, la VISA tiesa y a un par de prestamistas buscándole como lobatones. La Iglesia corrobora este mi aparente delirio paranoide, y por eso sus sacerdotes ni se casan ni tienen hijos —lo cual no significa que no amen hasta secárseles las criadillas—; recordad, apreciados lectores, que los curas son la peña que más sabe del mundo. Por eso, el Tercer Pilar de la Civilización es la Familia.
Y en cuarto lugar, por si al machacado español le quedaba algún arresto de hombría, y, con bravura digna de los Episodios Nacionales de Galdós, se planteaba el reaccionar ante la pobreza de solemnidad a la que le empuja el Régimen con los tres primeros pilares de la Civilización, será demolido por el Cuarto, que es la amenaza a la vida propia y la de su tribu con una enfermedad que puede ser letal, que se ceba en los más jóvenes, que se tras*mite por el éter como si fuera un mal de ojo y es más contagiosa que el bostezo de un perro. Trinidad Jiménez —de los Jiménez de Bilderberg de toda la vida— amenazó ayer mismo con una plausible escasez de banderillas y tratamientos contra la esa época en el 2020 de la que yo le hablo de gripe A:H1N1; y les vino a sugerir que hagan cola para pincharse con un mejunje experimental que se dará bajo el protocolo de administración compasiva de medicamentos. Es decir: que se inoculará en personas sanas sin que nadie, ni las farmacéuticas productoras ni el Estado, se responsabilicen de sus efectos adversos. Sabed que este crimen está amparado por un nuevo Real Decreto urgente promovido por la propia Trini, firmado aprisa y corriendo por el felón en la embajada de España en Singapur y publicado en el BOE este mismo lunes, 20 de julio de 2009. El plan A, de momento, está en su fase H1N1, pero hay otras fases en reserva, como la H5N1, por si hace falta someter y acojonar aún más a la colectividad. Y ante la posibilidad de sus hijos enfermen y mueran asfixiados como puerquitos, los españoles están dispuestos a pasar más hambre que un retrato, y a poner el ojo ciego a quien haga falta: a los banqueros, a los empresarios y a los políticos, con los sindicatos marcando el ritmo de las penetraciones anales, igual que el cómitre marcaba con su tambor el ritmo de boga a los condenados a galeras. Por eso, el Cuarto Pilar de la Civilización es la Salud.
Finalmente, para que no digáis luego que Ácratas no aporta molla en sus artículos, sino sólo más huesos que un saco de nísperos, os diré ahora, ceporros de los huevones, que todo esto tiene una salida. Pero que ésta pasa por que os serenéis, que estáis todos más nerviosos que Zapatero en la máquina de la verdad. La solución a todos vuestros problemas es obvia: Debemos dinamitar entre todos, a conciencia, los Cuatro Pilares de la Civilización que sostiene esta gran patraña. Y, sobre el solar, recrear la verdadera libertad, que es la de todos o es falsa; la justa propiedad privada, que no puede carecer de función social, o es fraudulenta; la familia, que debe ser origen de formación del hombre en valores ciertos, o es degenerante; y la salud colectiva, cuyos resortes deben ser controlados por el pueblo, o es letal.
Así que, españoles, dejad de esconderos cobardemente tras el amparo de la inocencia de vuestros hijos: sentaos frente a ellos y contadles la verdad; y lo que es y no puede dejar de ser un hombre libre. Y procuradles luego pico y pala, porque el derribo de esta casa de lenocinio en que ha decaído nuestra patria también les incumbe.
<span style="font-size:85%;">MALDITO HIJO DE cortesana</span>
</div>
De manera que el expolio de España sigue febril y rampante. Y, mientras Benach se pone más rellenito que el gato del pescadero, y Botín, Entrecanales, Florentino o las hermanas Koplovitz amontonan la pasta de un modo indecente, los españoles corrientes gastan ya en caprichos menos que el Presidente Camps en trajes; y comen cosa poco buena para evitar que les embarguen el apilamiento de tochos y argamasa que compraron, ilusos —a precio de un 10 de Downing Street, engolosinados por políticos y prestamistas con que jamás perdería valor—, y del que deben la friolera media de 150.000 euros.
¿Cómo se consigue someter como a bueyes a una horda de ciudadanos españoles a la que le bastaría con no levantarse mañana para ir a trabajar, o sacar todo su escaso dinero de los bancos, para que los mismos que los someten y explotan se postraran a sus pies pidiéndoles perdón? Yo, que tengo ya más años que la puerta de una pirámide, os lo voy a decir; aunque son cosas que sabéis perfectamente, pero no os guste recordarlas. El Poder os controla mediante lo que nadie osa discutir, porque son los Pilares de la Civilización:
En primer lugar, con una buena catequización, prolongada y constante, desde el sistema educativo para conseguir que los españoles lleguen a los dieciocho años más chulitos que gallos de pelea, absolutamente ignorantes de sus verdaderas capacidades; y después, manteniéndolos hasta los treinta, desde los media, hechos unos cabezahuecas sin otro cometido en la vida que divertirse a costa del esfuerzo ajeno. Y así hasta que, un buen día, sea porque papá fallece exhausto o porque ellos mismos deciden irse del hogar paterno a formar uno propio, a instancia de alguna sirena ululante que pone su shishi en subasta, descubren que son unos incapaces, unos cosasecas, y que para llevar un sueldo a casa a fin de mes han de tragarse que el jefe se les mee en la boca sin que se les escape una gota. Y la infundada soberbia de kamikaze deviene en un complejo de inferioridad insuperable. Por eso, el Primer Pilar de la Civilización es la Libertad.
En segundo lugar, corrompiéndolos y haciéndoles participar en alguna estafa piramidal, como la de la propiedad inmobiliaria a crédito, sometidos a leyes por las que lo avalan con todos sus bienes, rentas y sueldos presentes y futuros. La colaboración en un delito —porque se trata de un delito— genera un conflicto emocional que les hace sentirse primero malvados y luego iluso. Ante la evidencia de que el "efecto riqueza" era más falso que el flequillo de Iñaki Anasagasti, se ven compelidos a alienarse con las nimiedades deportivas para no pensar en sí mismos, ni en la cadena perpetua a que están condenados por causa de estupidez e ignorancia. Por eso, el Segundo Pilar de la Civilización es la Propiedad Privada.
En tercer lugar, incitándoles al acto soberbio y suicida de la paternidad a instancia de mejillona con ganas de realizarse como mujer, con la consecuente y enfermiza sobrevaloración de los nenes, frutos de su amor, inversamente proporcional a su demografía; hasta el punto de que la pérdida de un hijo único lleva, hoy en día, a gravísimos problemas psíquicos; e incluso al cáncer u otras enfermedades mortales. La gente ignora que los niños no son inocentes, sino inexpertos; y esa debilidad la compensan siendo bonitos; pero desde su más tierna edad muestran ya como caracteres incipientes lo muy me gusta la fruta que serán el día de mañana. Los hijos, en efecto, esclavizan. Cualquier jornalero de sol a sol o hipotecado hasta el colodrillo lo sabe: si no tuviera hijos se liberaría en el acto de sus cadenas, emigrando por ejemplo al Paraguay, dejando a Botín con tres palmos de narices y un piso en púa cerrado a cal y canto, la VISA tiesa y a un par de prestamistas buscándole como lobatones. La Iglesia corrobora este mi aparente delirio paranoide, y por eso sus sacerdotes ni se casan ni tienen hijos —lo cual no significa que no amen hasta secárseles las criadillas—; recordad, apreciados lectores, que los curas son la peña que más sabe del mundo. Por eso, el Tercer Pilar de la Civilización es la Familia.
Y en cuarto lugar, por si al machacado español le quedaba algún arresto de hombría, y, con bravura digna de los Episodios Nacionales de Galdós, se planteaba el reaccionar ante la pobreza de solemnidad a la que le empuja el Régimen con los tres primeros pilares de la Civilización, será demolido por el Cuarto, que es la amenaza a la vida propia y la de su tribu con una enfermedad que puede ser letal, que se ceba en los más jóvenes, que se tras*mite por el éter como si fuera un mal de ojo y es más contagiosa que el bostezo de un perro. Trinidad Jiménez —de los Jiménez de Bilderberg de toda la vida— amenazó ayer mismo con una plausible escasez de banderillas y tratamientos contra la esa época en el 2020 de la que yo le hablo de gripe A:H1N1; y les vino a sugerir que hagan cola para pincharse con un mejunje experimental que se dará bajo el protocolo de administración compasiva de medicamentos. Es decir: que se inoculará en personas sanas sin que nadie, ni las farmacéuticas productoras ni el Estado, se responsabilicen de sus efectos adversos. Sabed que este crimen está amparado por un nuevo Real Decreto urgente promovido por la propia Trini, firmado aprisa y corriendo por el felón en la embajada de España en Singapur y publicado en el BOE este mismo lunes, 20 de julio de 2009. El plan A, de momento, está en su fase H1N1, pero hay otras fases en reserva, como la H5N1, por si hace falta someter y acojonar aún más a la colectividad. Y ante la posibilidad de sus hijos enfermen y mueran asfixiados como puerquitos, los españoles están dispuestos a pasar más hambre que un retrato, y a poner el ojo ciego a quien haga falta: a los banqueros, a los empresarios y a los políticos, con los sindicatos marcando el ritmo de las penetraciones anales, igual que el cómitre marcaba con su tambor el ritmo de boga a los condenados a galeras. Por eso, el Cuarto Pilar de la Civilización es la Salud.
Finalmente, para que no digáis luego que Ácratas no aporta molla en sus artículos, sino sólo más huesos que un saco de nísperos, os diré ahora, ceporros de los huevones, que todo esto tiene una salida. Pero que ésta pasa por que os serenéis, que estáis todos más nerviosos que Zapatero en la máquina de la verdad. La solución a todos vuestros problemas es obvia: Debemos dinamitar entre todos, a conciencia, los Cuatro Pilares de la Civilización que sostiene esta gran patraña. Y, sobre el solar, recrear la verdadera libertad, que es la de todos o es falsa; la justa propiedad privada, que no puede carecer de función social, o es fraudulenta; la familia, que debe ser origen de formación del hombre en valores ciertos, o es degenerante; y la salud colectiva, cuyos resortes deben ser controlados por el pueblo, o es letal.
Así que, españoles, dejad de esconderos cobardemente tras el amparo de la inocencia de vuestros hijos: sentaos frente a ellos y contadles la verdad; y lo que es y no puede dejar de ser un hombre libre. Y procuradles luego pico y pala, porque el derribo de esta casa de lenocinio en que ha decaído nuestra patria también les incumbe.
<span style="font-size:85%;">MALDITO HIJO DE cortesana</span>
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