david53
Madmaxista
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Los guardias civiles que vigilan el casoplón de Iglesias tienen que hacer sus necesidades en casa de los vecinos o en la calle porque los “marqueses de Galapagar” no les permiten entrar
Crece la indignación por las deplorables condiciones en las que tienen que realizar su trabajo los miembros de la Benemérita encargados de vigilar desde el exterior el casoplón de los podemitas Pablo Iglesias e Irene Montero. Lo hacen desde una rudimentaria garita en el carril de la carretera más cercano a la casa de Iglesias, una instalación que carece de instalación eléctrica. Por ese motivo se ha colocado de forma paralela un carro con un generador eléctrico para poder abastecer de luz el espacio donde los agentes de seguridad deben pasar la horas en las que están de servicio. Se trata de una imagen degradante, infame y tercermundista, digna de una república bananera y no de una de las urbanizaciones exclusivas de Galapagar (Madrid).
La Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) ya ha denunciado que los profesionales que prestan el servicio de vigilancia no cuentan con aseo, si bien los dueños de las viviendas les permiten la entrada para que puedan hacer sus necesidades o beber agua. De noche, los agentes tienen que improvisar para hacer sus necesidades fisiológicas. Nunca los mandos de la Guardia Civil de otra época habrían permitido tamaña indignidad para proteger a un personaje que se ha caracterizado por sus ataques a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Como se sabe, los líderes de Podemos disfrutan de un servicio de seguridad estática que vigila las 24 horas la casa.
Por otra parte, la infame caseta se ha ubicado fuera del recinto, dado que Iglesias y Montero no han querido que se fijara en el interior. Los agentes señalan además los primeros fallos «con el grupo electrógeno», que funciona con gasolina para dotar de electricidad a este pequeño espacio.
Pero el problema se ocasionó en la tarde del pasado martes cuando los vecinos se quejaron del ruido que producía este aparato, lo que significó el cierre de la garita y la vuelta a la vigilancia dentro de un coche, como se ha realizado desde el comienzo de la vigilancia.
La garita es un cuadrado que cuenta, simplemente, con un aparato de aire acondicionado, pero sigue sin tener un servicio donde los agentes puedan hacer sus necesidades. En la parte exterior, se haya un cuadro de luz que perfectamente puede ser conectada a la red eléctrica o a la propia casa de Pablo Iglesias, pero se ha optado por la costosa y ruidosa opción de un generador externo.
Desde la Asociación Unificada de Guardias Civiles su secretario general, Guillermo Freire, ha desvelado la situación en la que se encuentra el servicio de vigilancia en la casa de Iglesias y Montero.
Sobre el futuro de este servicio, Freire señala que tendría que acabarse: “Ningún diputado nacional del Congreso cuenta con este tipo de servicio, el futuro sería que no se continuara con este servicio de vigilancia”.
En las inmediaciones de la vivienda hemos podido charlar con algunos vecinos, que siguen sorprendidos por el estricto servicio de vigilancia que se aplica en la calle de Iglesias. “No nos moleta la Guardia Civil, pero la instalación de la garita ya ha rozado el límite. Está invadiendo el carril por el que pasan los coches y encima las molestias que ocasionan los ruidos del coche encendido toda la noche y ahora este generador”.
GARITA Y GARITO
La imagen de la caravanita de la Guardia Civil a las puertas de la mansión en Galapagar del descamisado Iglesias y de su augusta pareja Irene, constituye toda una lección magistral de cómo el populismo soviético y tiránico se ha apoderado de la política española.
El hecho de disfrutar de escolta diaria y continuada debe descansar en causas sólidas. De no ser así, por qué Marlaska permite que guardias civiles presten servicio de seguridad a dos políticos que disponen de patrimonio y de salario suficientes para pagar a cualquiera de las empresas de seguridad privada que se publicitan por todo el país. Ahora bien: si el señor marquesito y su egregia mujer han sido objeto de amenazas creíbles por parte de facciones etarras, españolas, venezolanas o iraníes, que se diga.
Que se diga y que se divulgue. Si los pobrecitos residentes del palacio de Galapagar se hallan en la diana de los lobos solitarios, urge evitar cualquier atentado. Eso sí, que los agentes pertenecientes a la Benemérita realicen su función con un mínimo de dignidad. La caravanita es el símbolo de la desvergüenza de este Gobierno y la exaltación del principio de desigualdad propio de un régimen chavista, castrista, garzoniano, sanchista o marlasquiano. Los ricos, a disfrutar. Los pobres, a jorobarse. Los funcionarios, a hocicar. Los ministros, a chotearse de la sociedad.
La seguridad, señor Marlaska, es una forma de vida. La dignidad, don Pedro, es la cualidad que otorga belleza y jovenlandesalidad a esa vida. De no entenderse así, la social garita del centinela es reducida por quienes ordenaron colocarla en ilegal e insalubre garito de los peores mafiosos.
Los guardias civiles que vigilan el casoplón de Iglesias tienen que hacer sus necesidades en casa de los vecinos o en la calle porque los
Crece la indignación por las deplorables condiciones en las que tienen que realizar su trabajo los miembros de la Benemérita encargados de vigilar desde el exterior el casoplón de los podemitas Pablo Iglesias e Irene Montero. Lo hacen desde una rudimentaria garita en el carril de la carretera más cercano a la casa de Iglesias, una instalación que carece de instalación eléctrica. Por ese motivo se ha colocado de forma paralela un carro con un generador eléctrico para poder abastecer de luz el espacio donde los agentes de seguridad deben pasar la horas en las que están de servicio. Se trata de una imagen degradante, infame y tercermundista, digna de una república bananera y no de una de las urbanizaciones exclusivas de Galapagar (Madrid).
La Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) ya ha denunciado que los profesionales que prestan el servicio de vigilancia no cuentan con aseo, si bien los dueños de las viviendas les permiten la entrada para que puedan hacer sus necesidades o beber agua. De noche, los agentes tienen que improvisar para hacer sus necesidades fisiológicas. Nunca los mandos de la Guardia Civil de otra época habrían permitido tamaña indignidad para proteger a un personaje que se ha caracterizado por sus ataques a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Como se sabe, los líderes de Podemos disfrutan de un servicio de seguridad estática que vigila las 24 horas la casa.
Por otra parte, la infame caseta se ha ubicado fuera del recinto, dado que Iglesias y Montero no han querido que se fijara en el interior. Los agentes señalan además los primeros fallos «con el grupo electrógeno», que funciona con gasolina para dotar de electricidad a este pequeño espacio.
Pero el problema se ocasionó en la tarde del pasado martes cuando los vecinos se quejaron del ruido que producía este aparato, lo que significó el cierre de la garita y la vuelta a la vigilancia dentro de un coche, como se ha realizado desde el comienzo de la vigilancia.
La garita es un cuadrado que cuenta, simplemente, con un aparato de aire acondicionado, pero sigue sin tener un servicio donde los agentes puedan hacer sus necesidades. En la parte exterior, se haya un cuadro de luz que perfectamente puede ser conectada a la red eléctrica o a la propia casa de Pablo Iglesias, pero se ha optado por la costosa y ruidosa opción de un generador externo.
Desde la Asociación Unificada de Guardias Civiles su secretario general, Guillermo Freire, ha desvelado la situación en la que se encuentra el servicio de vigilancia en la casa de Iglesias y Montero.
Sobre el futuro de este servicio, Freire señala que tendría que acabarse: “Ningún diputado nacional del Congreso cuenta con este tipo de servicio, el futuro sería que no se continuara con este servicio de vigilancia”.
En las inmediaciones de la vivienda hemos podido charlar con algunos vecinos, que siguen sorprendidos por el estricto servicio de vigilancia que se aplica en la calle de Iglesias. “No nos moleta la Guardia Civil, pero la instalación de la garita ya ha rozado el límite. Está invadiendo el carril por el que pasan los coches y encima las molestias que ocasionan los ruidos del coche encendido toda la noche y ahora este generador”.
GARITA Y GARITO
La imagen de la caravanita de la Guardia Civil a las puertas de la mansión en Galapagar del descamisado Iglesias y de su augusta pareja Irene, constituye toda una lección magistral de cómo el populismo soviético y tiránico se ha apoderado de la política española.
El hecho de disfrutar de escolta diaria y continuada debe descansar en causas sólidas. De no ser así, por qué Marlaska permite que guardias civiles presten servicio de seguridad a dos políticos que disponen de patrimonio y de salario suficientes para pagar a cualquiera de las empresas de seguridad privada que se publicitan por todo el país. Ahora bien: si el señor marquesito y su egregia mujer han sido objeto de amenazas creíbles por parte de facciones etarras, españolas, venezolanas o iraníes, que se diga.
Que se diga y que se divulgue. Si los pobrecitos residentes del palacio de Galapagar se hallan en la diana de los lobos solitarios, urge evitar cualquier atentado. Eso sí, que los agentes pertenecientes a la Benemérita realicen su función con un mínimo de dignidad. La caravanita es el símbolo de la desvergüenza de este Gobierno y la exaltación del principio de desigualdad propio de un régimen chavista, castrista, garzoniano, sanchista o marlasquiano. Los ricos, a disfrutar. Los pobres, a jorobarse. Los funcionarios, a hocicar. Los ministros, a chotearse de la sociedad.
La seguridad, señor Marlaska, es una forma de vida. La dignidad, don Pedro, es la cualidad que otorga belleza y jovenlandesalidad a esa vida. De no entenderse así, la social garita del centinela es reducida por quienes ordenaron colocarla en ilegal e insalubre garito de los peores mafiosos.
Los guardias civiles que vigilan el casoplón de Iglesias tienen que hacer sus necesidades en casa de los vecinos o en la calle porque los