Los fallejos de difícil solución

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Anoche bebí demasiado y hoy desperté con una buena resaca. Llegué al bar de mala leche, masticando almendras tras haberme tomado un ibuprofeno. No había esperado ni a comer algo para hacerlo del dolor de cabeza que tenía. Josemari estaba esperándome en la puerta para limpiar. Nos saludamos, cogió la bolsa y pasamos para adentro. Paco llegó cuando ya habíamos terminado, a eso de las nueve y pico, justo después que mandara a Josemari por una malla de ajos del jovenlandés. Yo no estaba de humor y él sí, como siempre que empieza un nuevo día en su vida. Le di una mala contestación a una de sus bromas y al rato se marchó con su bastón a otra parte, ofendido, gritándome un adiós de enfado que oí desde la cocina. Vi que iba calle arriba y supuse que iría a la cafetería del hospital. La segunda vez que salí a la puerta, unos diez minutos después, lo vi sentado en el primero de los bancos que hay de camino. Estaba fumando apoyado en sus rodillas y el sol ya le daba en la cara. Josemari andaba dándole los últimos retoques a la barra y sin decirle nada lo dejé allí solo canturreando sus fandangos.

- Paco -le dije suavemente
- ¡Qué! -contestó con algunas lágrimas en los ojos
- Oye, perdona hombre...Ayer pasé una mala noche y no he dormido bien...
- ¡Y a mi que me importa!
- Venga hombre, vámonos para el bar que aquí no estás bien...
- ¡Que no he dicho! ¡Me voy con mis amigos!
- ¿Con qué amigos?
- ¡Con los del hospital, que esos sí me quieren!
- Yo también soy tu amigo
- ¡No! ¡A un amigo no se le trata así!
- Perdóname, tío, lo siento de verdad...Venga, vamos para el bar -le dije echándole mano a su bastón
- ¡Deja eso ahí! -respondió al sentir que lo cogía del banco para desplegarlo
- Pero Paco, hombre...
- ¡Que lo dejes he dicho!

Lo dejé y volví al bar sin él. Se paró a fumar en todos y cada uno de los bancos, apenas separados veinte metros los unos de los otros. Casi no puede caminar de la insuficiencia respiratoria que padece (está al 40% de capacidad pulmonar según me dijo hace unos días) y entre eso, lo otro y el sobrepeso le cuesta cada vez más desplazarse de un sitio a otro. Finalmente, al cabo de unos veinte minutos, le perdí de vista durante otra de mis salidas a la puerta.

Regresó al mediodía. Otras veces el enfado le dura algo más de tiempo, pero hoy domingo no abre el otro bar de la calle y tiene que conformarse con el nuestro, que es el suyo: "Paso más tiempo aquí que en mi casa, me dice mi progenitora" Y así es en verdad.

Ninguno mencionó el incidente de la mañana y todo volvió a la normalidad.

Eran las cuatro de la tarde cuando bajó al bar. Yo ya lo tenía todo recogido y apenas había un par de clientes en la mesa del fondo.

- ¿Qué tienes puesto? -preguntó por la música- ¿la radio de esos?
- Los Jayhawks
- Eso, los jaicuás esos que pones ahora -le gusta burlarse de mi diciendo todo lo mal que puede el nombre de las bandas que me gustan-
- Esos mismos. Mal dichos pero esos mismos
- Yo no sé inglés. No me acuerdo de nada de lo que estudié
- Yo tampoco
- Por donde te dé. Ya te cansarás de ellos como te pasa siempre. ¿No pones techno?
- Ahora después
- Vale. Ponme una manzanilla y una botella de agua -dijo apurando el café- Me salgo afuera, a fumar. ¿Me lo sacas ahora?
- Claro
- Bueno

- ¡Kufistooo!
- ¡Quéee!
- ¿Puedes salir un momento?
- Voooy

- Oye, se me ha caído el mechero...o lo he perdido, no sé

Miré al suelo y no vi nada más que colillas

- Aquí no hay nada, Paco...espera, sí. Aquí detrás de ti.
- Gracias. Oye, ¿y el tabaco?
- ¿Qué tabaco?
- El que he sacado antes
- Pues no sé, lo tendrás en uno de los bolsillos. Antes me pareció ver como te lo guardabas en el bolsillo de atrás. ¿No será ese que llevas en el bolsillo de la camisa?
- No
- ¿Y en el del pantalón?
- No, ese es otro
- ¿Y en el bolsillo de la otra pierna? Ahí se nota otro bulto
- No, ese es otro...Me voy a volver loco
- Jajaja...-me reí con tantas ganas que también él acabó riendo-
- No sé donde he dejado el dinero
- ¿Qué dinero?
- El que tengo en casa. No sé donde lo he dejado. He mirado por la cama y la habitación y no lo encuentro. Se lo diré a mi progenitora a ver si lo ve
- jorobar, Paco, que despiste tienes encima. Ya llevas unos días que te confundes con los billetes a la hora de pagar. Eso no te había pasado nunca. Ten cuidado por ahí
- Sí, es verdad, no sé qué me pasa.

Volví adentro pero me quedé observándole. Fuma en cadena. Tira un cigarrillo, echa un traguito de agua y enciende otro. Chupadas fuertes, profundas, tanto que a veces no se traga la primera bocanada de humo. Ayer conté dieciocho colillas en apenas dos horas. Todo el mundo está preocupado. Su anciana progenitora, ya de casi ochenta años, viene a verme alguna que otra mañana para rogarme que a ver si le hablo para que fume menos.

- Lo hago, Vicenta, lo hago, pero ya sabe usted como es él de terco

Es una señora que se conserva estupendamente para su edad. Cuidó de su marido impedido los últimos once años de su vida y a pesar de eso siempre anda por ahí con una bonita sonrisa en el rostro, una de esas que apenas puede explicarse quien conozca las circunstancias de su vida.

He de confesar que hoy me he asustado de la forma en la que fuma Paco. No es que no lo hubiera visto nunca, pero sabiendo su estado pulmonar y el evidente deterioro de su capacidad física ha sido como verlo por primera vez. Es como si se estuviera matando a conciencia. Y aparte de todo esto me he dado cuenta de que ahora habla solo, o murmura al menos.

Los dos clientes se fueron. Apenas faltaban veinte minutos para el cambio de turno. Puse techno, me hice un pito y salí para afuera.

- Ya tienes el techno
- ¡Ya está bien!

Acabé por sentarme con él. La tarde era magnífica y no se veía un alma por la calle. No era el día para cansinearle con el tema del tabaco y hablamos de otra cosas. Más bien le escuché, se ve que tenía ganas de hablar con alguien.

Adoptó el tono de voz de quien cuenta un cuento a un niño pequeño.

- ¿A qué hora llega tu hermano? -lo sabe mejor que yo pero le gusta preguntarlo
- Pronto pero tarde, como de costumbre.
- Jajaja...Sí, tiene ese fallo. La puntualidad no es lo suyo
- No, no lo es
- Nadie es perfecto -dijo
- Nadie lo es -confirmé
- Yo tengo lo del tabaco, tu hermano lo de la hora y tú tienes lo tuyo
- Claro que lo tengo
- Pues ya está, ¿qué más da? Son fallejos que se pueden solucionar

Y me habló de cuando piensa quitarse de fumar, del nuevo día que se ha fijado.

- Ese es el día que murió tu padre -dije yo

Y se quedó como sorprendido, como si no hubiera caído en ello.

- Sí, es verdad...Dos años ya.


Mi hermano llegó sólo doce minutos tarde según el reloj parlante de Paco. Cogí mis cosas, me despedí de él y después de cambiarme salí a pasear.


No encontré a ningún otro caminante durante todo el trayecto. Apenas circulaban coches y algún que otro patín eléctrico de esos. Iba escuchando a los Jayhawks y pensando en Paco, en como ayudarle, en no sé, quedar con él y llevármelo al parque a ver los patos, allí hay muchos bancos y podríamos sentarnos en cualquiera de ellos, luego andar un poquito, parar otra vez y volver a andar, poco a poco, pasito a pasito, él cogiéndome del brazo, contándonos cosas, no sé, o ir a algún bar a tomarnos algo, sacarlo de ahí, de su barrio, de su círculo, de su rutina, hacer algo, pero hacerlo de verdad no sólo pensarlo como siempre, estropeado iluso, maldito borracho capaz de hacer llorar a un pobre ciego que se está matando...



I just want to remember you
The way you're standing there
With that hurry home looks in your eyes
And flowers on the table
Sometimes I see too much
Sometimes I see too little
Sometimes shadows fall, darken all
And cover up the fable
Every time that I see your face
It's like cool, cool water running down my back
Cool, cool water running down my back
Sometimes I see my memories
Like a film that never stops
Although I know how it ends
Still I can't help but watch
There's a break in the clouds
As I feel myself shiver
Still there's no light coming through
No reflection…




 
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