Pura Sangre
Madmaxista
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El milagro ibérico’. Así se conoce la medida estrella de la ministra de tras*ición Ecológica, Teresa Ribera, que, de momento, ha conseguido ganar el relato de cómo salir adelante de una compleja crisis con aparente éxito. La solución fue el mecanismo ibérico, o también conocido como tope al gas, que ha permitido reducir el precio del recibo de la luz. Pero detrás de este triunfo celebrado por la ministra, se esconde otra realidad paralela: un grupo de expertos energéticos de la prestigiosa consultora norteamericana Nera ha concluido, a través de análisis «complejos y muy bien hechos», que desde el 15 de junio -cuando comenzó la medida- hasta el 31 de enero los consumidores españoles han pagado un total de 1.945 millones de euros a Portugal, Francia y jovenlandia. Una cantidad financiada a través del cargo asociado al mecanismo en las facturas de la luz.
La consultora, que ha tenido que recabar los datos desde Portugal porque en España no se facilitaban, apunta a que de los casi 2.000 millones de euros, han sido los portugueses -que también gozan del mecanismo ibérico- los más beneficiados, con casi 1.300 millones. La razón se debe a una «mala negociación» por parte de España. Aunque nuestro país siempre ha sido un país exportador de energía frente a Portugal, la verdadera tras*ferencia de capital se dio tras negociar la excepción ibérica.
El primer fallo fue crear un pool peninsular para subvencionar toda la generación de gas y carbón (españoles y portugueses pagan hoy de forma conjunta la subvención de todas las centrales de la península por el tope al gas). Pero se acordó lo siguiente: la subvención -que se desembolsaría a través de un nuevo cargo en la factura de la luz- la pagarían primero solo los consumidores del mercado regulado y después se extendería a los que tienen contratos en el mercado libre.
Esto último se daría cuando tuvieran que renovar al año el contrato con su comercializadora. Pero en Portugal la gran mayoría de la ciudadanía tiene contratos a plazo y apenas hay consumidores indexados al pool, como sí ocurre en España. Por consiguiente, el reparto ha provocado que los consumidores españoles hayan puesto la mayor parte de la financiación.
El segundo error fue una decisión propia de la ministra: antes de dividir el coste de la subvención entre españoles y portugueses, España puso los ingresos de las rentas de congestión que vienen de Francia al servicio de la excepción ibérica. Una iniciativa que abarató la contribución de los portugueses y que deja en el aire el pago de las futuras primas a las energías renovables, que siempre se han remunerado a través de estas rentas de congestión. Dos fallos en una larga negociación el pasado año, que retrasó la puesta en marcha del mecanismo.
«Si los españoles hubiésemos financiado la subvención de las centrales españolas y los portugueses hubiesen financiado las suyas, España aportaría el 80% de la financiación y Portugal el 20%. Como hemos hecho ese pool y hemos añadido también las rentas de congestión de Francia, Portugal está poniendo el 10% y España el 90%«, sentencia uno de los expertos.
Por otro lado, los consumidores españoles han pagado 592 millones de euros a Francia, que no cuenta con dicho mecanismo y cuyo precio de la electricidad lo marca el precio real del gas, que está en torno a los 250 euros el megavatio hora. En nuestro país, en cambio, es mucho más bajo -sobre los 150 euros el megavatio hora- gracias a la subvención a los ciclos combinados que ha permitido que disminuyan el precio.
Por ello, los franceses están utilizando toda la interconexión disponible para comprar energía en España y llevársela a su país, pagándola al precio subvencionado. Es decir, España la estaría produciendo a un coste de 250 euros el megavatio y vendiéndola por 150. Y esa diferencia luego el Gobierno -vía recargo en la factura del consumidor español- se la estaría devolviendo a los generadores españoles.
Francia está devolviendo la mitad (el 50%) de las rentas de congestión, pero la otra mitad la paga España pese a que los españoles están pagando la subvención. Una variable que el prestigioso centro norteamericano ha tenido también en cuenta a la hora de calcular esos casi 2.000 millones. Las rentas de congestión se dan cuando un país que tiene energía barata se la vende a otro que la produce más cara. El país exportador vende la energía hasta que se «congestione» la interconexión. Esa energía que circula por el cable, los demandantes la pagan al precio del nodo caro y los generadores la cobran al precio del nodo barato. Una situación que provoca que sobre dinero: las famosas rentas de congestión. La liquidación de ese monto se divide entre los dos países al cincuenta por ciento.
España da a jovenlandia 59 millones
El reino alauita ha recibido de los españoles 59 millones. jovenlandia se le considera una ‘unidad de adquisición’ más. Es decir, como si fuera un comprador más, otra industria española dentro del territorio nacional. Por lo que se le traslada la financiación de la excepción ibérica como si fuera un consumidor de nuestro país. Sin embargo, jovenlandia puede arbitrar. De esta forma, en cada hora en las que se dan las compras puede ver el precio del pool en España y compararlo con lo que le va a costar generar energía en su territorio. Solo cuando le interesa, activa las importaciones.
La consultora, que ha tenido que recabar los datos desde Portugal porque en España no se facilitaban, apunta a que de los casi 2.000 millones de euros, han sido los portugueses -que también gozan del mecanismo ibérico- los más beneficiados, con casi 1.300 millones. La razón se debe a una «mala negociación» por parte de España. Aunque nuestro país siempre ha sido un país exportador de energía frente a Portugal, la verdadera tras*ferencia de capital se dio tras negociar la excepción ibérica.
El primer fallo fue crear un pool peninsular para subvencionar toda la generación de gas y carbón (españoles y portugueses pagan hoy de forma conjunta la subvención de todas las centrales de la península por el tope al gas). Pero se acordó lo siguiente: la subvención -que se desembolsaría a través de un nuevo cargo en la factura de la luz- la pagarían primero solo los consumidores del mercado regulado y después se extendería a los que tienen contratos en el mercado libre.
Esto último se daría cuando tuvieran que renovar al año el contrato con su comercializadora. Pero en Portugal la gran mayoría de la ciudadanía tiene contratos a plazo y apenas hay consumidores indexados al pool, como sí ocurre en España. Por consiguiente, el reparto ha provocado que los consumidores españoles hayan puesto la mayor parte de la financiación.
El segundo error fue una decisión propia de la ministra: antes de dividir el coste de la subvención entre españoles y portugueses, España puso los ingresos de las rentas de congestión que vienen de Francia al servicio de la excepción ibérica. Una iniciativa que abarató la contribución de los portugueses y que deja en el aire el pago de las futuras primas a las energías renovables, que siempre se han remunerado a través de estas rentas de congestión. Dos fallos en una larga negociación el pasado año, que retrasó la puesta en marcha del mecanismo.
«Si los españoles hubiésemos financiado la subvención de las centrales españolas y los portugueses hubiesen financiado las suyas, España aportaría el 80% de la financiación y Portugal el 20%. Como hemos hecho ese pool y hemos añadido también las rentas de congestión de Francia, Portugal está poniendo el 10% y España el 90%«, sentencia uno de los expertos.
Por otro lado, los consumidores españoles han pagado 592 millones de euros a Francia, que no cuenta con dicho mecanismo y cuyo precio de la electricidad lo marca el precio real del gas, que está en torno a los 250 euros el megavatio hora. En nuestro país, en cambio, es mucho más bajo -sobre los 150 euros el megavatio hora- gracias a la subvención a los ciclos combinados que ha permitido que disminuyan el precio.
Por ello, los franceses están utilizando toda la interconexión disponible para comprar energía en España y llevársela a su país, pagándola al precio subvencionado. Es decir, España la estaría produciendo a un coste de 250 euros el megavatio y vendiéndola por 150. Y esa diferencia luego el Gobierno -vía recargo en la factura del consumidor español- se la estaría devolviendo a los generadores españoles.
Francia está devolviendo la mitad (el 50%) de las rentas de congestión, pero la otra mitad la paga España pese a que los españoles están pagando la subvención. Una variable que el prestigioso centro norteamericano ha tenido también en cuenta a la hora de calcular esos casi 2.000 millones. Las rentas de congestión se dan cuando un país que tiene energía barata se la vende a otro que la produce más cara. El país exportador vende la energía hasta que se «congestione» la interconexión. Esa energía que circula por el cable, los demandantes la pagan al precio del nodo caro y los generadores la cobran al precio del nodo barato. Una situación que provoca que sobre dinero: las famosas rentas de congestión. La liquidación de ese monto se divide entre los dos países al cincuenta por ciento.
España da a jovenlandia 59 millones
El reino alauita ha recibido de los españoles 59 millones. jovenlandia se le considera una ‘unidad de adquisición’ más. Es decir, como si fuera un comprador más, otra industria española dentro del territorio nacional. Por lo que se le traslada la financiación de la excepción ibérica como si fuera un consumidor de nuestro país. Sin embargo, jovenlandia puede arbitrar. De esta forma, en cada hora en las que se dan las compras puede ver el precio del pool en España y compararlo con lo que le va a costar generar energía en su territorio. Solo cuando le interesa, activa las importaciones.
Un error de Ribera al negociar el gas se salda con el pago de 2.000 millones a París y Lisboa
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