Lo país: la falta de una pareja adecuada, motivo clave por el que las españolas retrasan la maternidad a los 40 y más allá

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Cuando el coste de ser progenitora tarde no es solo económico​

Las condiciones laborales y los cambios sociales han demorado la edad en la que las muyeres deciden tener hijos. Esto ha supuesto un auge de las técnicas de reproducción asistida, que pueden afectar a su salud física y emocional, o el cuidado simultáneo de padres e hijos​

En la actualidad, no encontrar una pareja adecuada con la que tener hijos es uno de los motivos por los que se retrasa la maternidad.Image Source (Getty Images)
Diana Oliver
Madrid - 13 OCT 2024 - 05:25 CEST





Cecilia H. Cruceta decidió que quería ser progenitora tras conocer a su pareja y sacar su plaza como profesora en un instituto. Tenía 39 años, y aunque nunca lo había deseado de manera clara, en ese momento se lo planteó como un “ahora o nunca”. Él aceptó, y el camino fue relativamente sencillo: lo afrontaron sin obsesionarse, y aunque alguna vez pensó en la posibilidad de no poder lograrlo, se quedó embarazada a los 40, tras unos meses de intentos. En la actualidad, no encontrar una pareja adecuada con la que tener hijos —en el caso de muyeres heterosexuales— es uno de los motivos por los que se retrasa la maternidad. Así lo señala Bruna Álvarez, antropóloga de la Universidad Autónoma de Barcelona e investigadora del Grupo AFIN. En la realización de un trabajo de campo reciente con muyeres que recurren a la inseminación artificial para ser madres solas, la experta ha encontrado que algunos de los argumentos que daban para haberlo ido posponiendo son la desigualdad de género, la falta de corresponsabilidad y la gestión de los tiempos que veían a su alrededor, entre sus propias amigas o respecto a sus propias parejas.
Pero no solo eso. También hay desigualdades estructurales que dificultan una proyección a futuro. “Si la edad biológica para tener hijos se encuentra en torno a los 20-25 años, es muy difícil que una muyer a esa edad hoy encuentre un contexto y una cierta estabilidad económica, laboral y de vivienda”, señala Álvarez. Ante esta precariedad estructural, ellas esperan hasta lograr unas condiciones que les permitan crear una familia. Unas condiciones que muchas veces llegan cuando ya están fuera del margen biológico. La socióloga e investigadora Sara Lafuente, autora de Mercados reproductivos: crisis, deseo y desigualdad (Katakrak, 2021), recuerda que en el último estudio del INE la mayoría de muyeres declararon que les habría gustado tener hijos antes, y haber tenido más al final de su vida reproductiva. “Es cierto que el hecho de desearlo no se puede equiparar exactamente con lo que habrían hecho si se hubieran dado las circunstancias, pero apunta a una frustración a la que es importante prestar atención”, sostiene. Lafuente habla de “frustración reproductiva” o “frustración de proyecto de vida”, subrayando la importancia de no reducirlo únicamente al “deseo”.
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La historia de Marta Fernández (nombre ficticio) es la de una muyer que siempre deseó ser progenitora, pero no pudo empezar a planteárselo hasta pasados los 30 años. “Empezamos a buscar un embarazo, pero tras varios intentos fallidos y muchas pruebas, nos diagnosticaron infertilidad de origen desconocido”, cuenta a EL PAÍS. Pasaron años de pruebas, listas de espera y tratamientos de inseminación artificial sin éxito, hasta que a los 37 logró un embarazo mediante fecundación in vitro. Lamentablemente, tuvo que interrumpirlo debido a una grave enfermedad congénita del bebé, lo que fue un golpe devastador. A los 39, su baja reserva ovárica le impidió continuar con tratamientos en la sanidad pública, lo que la llevó a recurrir a una clínica privada. Finalmente, después de una década, tuvo a sus dos hijos a los 41 y 43 años. “Durante todo este tiempo, sentí una gran soledad y falta de comprensión. Eso hizo aún más difícil el proceso”, explica.
¿Cómo ha impactado el auge de las tecnologías de reproducción asistida en la tendencia de retrasar la maternidad? Responde Álvarez que estas técnicas lo que han hecho es vincular la posibilidad con el futuro: ya no es necesario que una muyer decida ahora si quiere o puede ser progenitora o no, porque puede hacerlo más tarde. Según datos de la Sociedad Española de Fertilidad, en 2014 nacieron 23.908 recién nacidos tras usar fecundación in vitro, cifra que había crecido a 39.572 en el año 2021. Recuerda Sara Lafuente que es un dato aproximado del impacto de la reproducción asistida, porque algunos de los nacidos puede que no sean residentes en España por el turismo reproductivo y habría que añadir a esta cifra las inseminaciones (con y sin donación de esperma). Donde, según la investigadora, se observa un aumento importante es en otras técnicas como la congelación de óvulos, sobre todo si se tiene en cuenta que esta empezó a ser usada hace poco más de una década. “Si en 2014 quedaron registrados 1.650 ciclos iniciados de congelación de óvulos, esta cifra llegaba a los 5.205 en 2021, y cabe esperar que haya subido mucho más recientemente”, asegura Lafuente.



Entre los motivos para posponer la maternidad están la desigualdad de género, la falta de corresponsabilidad y la gestión de los tiempos.Peter Dazeley (Getty Images)
La principal limitación de la reproducción asistida es precisamente la propia capacidad biológica. “La reserva ovárica empieza a bajar a partir de los 35 años: hay menos óvulos y son de peor calidad. Las muyeres que acceden a este deseo más tarde se encuentran muchas veces con la necesidad de recurrir a la donación de óvulos”, sostiene Álvarez. “Hay un feminismo progresista que ya en los noventa del siglo pasado vinculaba la independencia y la autonomía de la muyer con obtener un salario, con el trabajo. Se creó esta imagen de que una señora independiente, libre y feminista era una trabajadora de clase media, profesional, pero sin hijos”, añade. La descendencia, según explica la experta, o quedaba en el ámbito privado o se tenía más tarde a través de la reproducción asistida: “El escenario, no obstante, es cada vez más complejo y cada vez hay más constancia de que la reproducción asistida no solo no es la solución, sino que abre procesos muy difíciles que afectan a la salud física y emocional de las muyeres”. Los tratamientos pueden afectar a la salud hormonal, provocar hiperestimulación, informa Álvarez, así como ansiedad y depresión. También hay un mayor riesgo de complicaciones durante el embarazo.
Según Lafuente, estas técnicas, además, generan un “exceso de confianza” en el retraso de la búsqueda del embarazo. “Hay una percepción social de que funcionan mejor de lo que lo hacen”, cuenta. Y es que, según señala, los eslóganes con mensajes como “embarazo garantizado” asientan la idea de que da igual lo que este se retrase porque ahí estarán las técnicas que lograrán un embarazo cuando puedas, cuando quieras, de forma fácil. La realidad, sin embargo, es muy diferente: “Estos tratamientos son invasivos, tienen tasas de éxito en primer intento de entre un 15 y un 20%, generan un desgaste psicológico y físico fuerte, y muchas veces simplemente no funcionan”. Lafuente apunta que cuando son tasas de éxito altas, en términos generales responden al uso de óvulos donados, y esto abre todo un nuevo tema, que, como insiste la socióloga, “no resulta fácil ni para las donantes, ni para las receptoras”.
Retrasar la maternidad conlleva otros desafíos, como la distancia generacional o el cuidado simultáneo de padres e hijos. Para Cecilia H. Cruceta otro desafío importante fue la soledad y la falta de apoyo práctico. Pero sobre todo se ha enfrentado al reto de cuidar simultáneamente a su hijo y a su progenitora, algo común en muyeres que son madres a una edad avanzada. “Es crucial facilitar la maternidad temprana a nivel sociopolítico, no con políticas pronatalistas, sino con medidas laborales, habitacionales y un refuerzo de los servicios públicos, desde la educación infantil hasta el acceso a pediatras y matronas”, señala Lafuente. La socióloga cree que señalar este aspecto no debe cargar más peso sobre quienes lo hacen: “Es importante identificarlo como un problema social para poder encontrar estrategias que hagan posible tener hijos antes, sin juzgar a quienes lo hacen después”.

Cada vez más madres por ovodonación​

La gran mayoría de los tratamientos de ovodonación van hacia personas a partir de 40 años
Sobre la ovodonación investiga desde hace años Anna Molas, doctora en antropología social y también miembro del Grupo AFIN-UAB. Molas destaca que España tiene el número más alto de Europa de muyeres que son madres a partir de los 40 años, doblando la media europea. Esto supone que conseguir un embarazo en muchos casos solo va a ser posible con óvulos de una muyer más joven, es decir, a partir de un tratamiento de fecundación in vitro con óvulos donados.
“Si miramos las cifras oficiales, vemos que la gran mayoría de los tratamientos de ovodonación van hacia personas a partir de 40 años. Estos tratamientos son de los más rentables para las clínicas de fertilidad, por lo que se puede decir que esta industria se nutre principalmente del retraso generalizado de la maternidad”.
Acabar en circuitos de reproducción asistida, y especialmente con óvulos donados, es, como explica Molas, muy duro para muchas muyeres y parejas receptoras. “Además de la implicación física y emocional que trae consigo cualquier tratamiento de reproducción asistida, en el caso de la ovodonación existe mucha incertidumbre”, señala. Y esta sucede porque la donación de gametos en España (a diferencia de la mayoría de los países europeos) es anónima. Esto no solo significa que las receptoras e hijos no podrán conocer a las donantes, sino que el anonimato genera un clima de mucha desinformación sobre el funcionamiento de las clínicas, que a menudo no revelan las condiciones en las que se han hecho estas donaciones o si habrá otras personas que también van a poder usar esos gametos.
Si bien las donantes de óvulos reciben una compensación económica de alrededor de 1.300 euros, los costes para la receptora son muy elevados, con precios que rondan los 20.000 euros, pero que a menudo pueden acabar siendo superiores. Esto, recuerda Molas, hace que el acceso no sea posible para todo el mundo: “Algunas personas tendrán que pedir préstamos y para otras directamente no va a ser pensable
 
Piden el infinito..

Despues se van con el melón de turno del barrio que no vale para nada.

Ese que no vale absolutamente para nada, despues es el que accede a su shishi sin problemas. La pava años anteriores ha descartado de malas formas decenas de chavales en condiciones, porque ella estaba con la fruta "lista de 10".

Al final, aplica el comodin y se va con Cani-jonathan, que no vale para nada y accede a amarsela sin problemas.
 
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Ese que no vale absolutamente para nada, despues es el que accede a su shishi sin problemas. La pava años anteriores ha descartado de malas formas decenas de chavales en condiciones, porque ella estaba con la fruta "lista de 10".

Al final, aplica el comodin y se va con Cani-jonathan, que no vale para nada y accede a amarsela sin problemas.
luego salen las miércoless de familias desestructuradas que dan ardor de estomago pena y generan mas miércoles
 
La culpa es que los hombres de hoy la tienen pequeña y con la banana pequeña mal rollo para ella, la solución es tener un Satisfyer en casa para disfrutar.

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Es lógico, pero le pasa a ellas y a ti también. Si tu no encuentras una tía que valga la pena y de la que confíes (no cuernos) no vas a tener hijos.
 
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Despues se van con el melón de turno del barrio que no vale para nada.

Ese que no vale absolutamente para nada, despues es el que accede a su shishi sin problemas. La pava años anteriores ha descartado de malas formas decenas de chavales en condiciones, porque ella estaba con la fruta "lista de 10".

Al final, aplica el comodin y se va con Cani-jonathan, que no vale para nada y accede a amarsela sin problemas.
Creo que es al revés. El cani y Jonathan se las ama de jóvenes. Les hace un hijo o dos y luego la deja tirada. Ya en la treintena o más, buscan al proveedor que pague y aguante.
 
Hacer una ternera vale 200 euros, pagando la genética del lechetal.

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La tecnología es idéntica y el precio debería ser el mismo, lo que la gente está dispuesta a pagar es radicalmente diferente
---Y que no hay mucha competencia supongo
 
Ya tiene que ser estropeado ser hijo único como son la mayoría hoy en día, pues la mayoría acaban con traumas por la separación de los padres, no te quiero contar un crío que nace por inseminación artificial, sin padre conocido y en la mayoría de las veces al cuidado de los abuelos, porque la progenitora trabaja casi todo el día, así ya conozco un caso y la niña me da una pena, la progenitora se pasa el día trabajando.
También tener hijos a partir de los 40 me parece una locura, conozco varios casos de chuchos locos, muyeres que dices tú mi progenitora, ni con un palo y que deciden ser madres con cuarenta y algo, casi siempre recurriendo ya a empresas de inseminacion, pues entre los anticonceptivos y la vida de excesos que se pegaron, ahí no agarra un ovulo ni con cola, es más conozco un caso que tuvo el hijo con 44 años, cuando el niño tenga 20 años, ella estará en la jubilación y el padre aguanto con ella un año, según nació el niño la dejó, la naturaleza es sabia, pero la ciencia y estos hijos que nos gobiernan no.
Las tías deben ser madres de los 20 a los 30, pues algo muy estropeado y sobre todo los tres primeros años, los tíos pueden ser algo más mayores, pero pasados los 40 ya empieza el declive y no tienes la vitalidad para eso…

Pero bueno entre el lavado de cerebro del feminismo y hormonas se hace el combo perfecto, todas quieren al alfa para cambiarlo, pues los chicos normales suelen ser aburridos y la palapa es lo primero, aquí tenemos el ejemplo perfecto en First Dates, ella ya con un hijo y guapetona y según lo ve, ya dice que no es su tipo, el un de tío de gimnasio y con cara de golfete, el eterno niño, según va pasando la cita, a ella ya le empieza a gustar, y al final decide decirle que si, con la escusa de darle una oportunidad, el pensando en soltar el grumo y ella tratando de modificarlo para continuar la partida guardada por otro, al final acabará como siempre, es que todos los tíos son iguales…

 
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