Lo dicho dejan a su familia combatiendo, y se vienen de hotel y quieren traer a su familia

chousa

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Wague, refugiado en el Monte do Gozo: «Dejé en Mali a mi mujer y mis cuatro hijos»

Hace siete meses se fue de su país en guerra y quiere trabajar para reunir aquí a su familia; es uno de los 216 migrantes que se preparan en el albergue de Santiago para una vida autónoma​


En el albergue del Monte do Gozo entrecruzan sus caminos desde el 30 de julio quienes llegan a Santiago como destino de su peregrinación con los migrantes jovenlandeses que encuentran en la capital gallega el inicio de un camino vital que tiene como meta su integración social y laboral en un continente que alcanzaron dejando atrás guerras como la de Mali y condiciones de extrema pobreza en sus países de origen.

Desde la Delegación del Gobierno en Galicia confirman que son 216 los migrantes que están en la actualidad en el Monte do Gozo. Llegan, en muchos casos, después de meses en centros de acogida como el de Mérida, que ven desbordada su capacidad en una crisis humanitaria que no cesa. Por eso destacan lo positiva que es su estancia en Santiago, donde tienen mucho más espacio para su vida diaria: «Se está tranquilo aquí, y se come bien». Lo expresa Amadou, un joven senegalés de 24 años que nota la bajada de temperatura con la llegada de septiembre. «Ayer por la noche hizo mucho frío, pero yo lo prefiero. El calor no me gusta», decía el miércoles por la mañana con una sonrisa en la cara y en manga corta. Él, que estuvo dos meses en Canarias antes de recalar en el Monte do Gozo, lo tiene claro: «Santiago es mejor, muy tranquilo y con más espacio. Conozco la Catedral», porque fue un par de veces a la ciudad.

De hecho, es habitual encontrarse a refugiados caminando por San Lázaro en dirección al centro, en los momentos de ocio que les dejan actividades como las clases de español. Para Amadou, como para sus compañeros, aprender el idioma es la prioridad, para poder encontrar un trabajo. El fútbol es otra de las aficiones compartidas en las que pasan el tiempo; y de nuevo el Monte do Gozo es un espacio privilegiado, con amplios espacios donde practicar este deporte.

No se suma a las pachangas Wague: muestra la cicatriz de una operación que le desaconseja correr. Y está su periplo vital: con 28 años, dejó atrás hace siete meses la guerra de su país, Mali, y allí se quedaron su mujer y sus cuatro hijos. Intenta hablar con ellos una vez por semana, y la preocupación no se va de su cara: «Es una situación difícil, lo están pasando muy mal por la guerra». Por eso su objetivo es traerlos a los cinco a Europa: «Me gustaría trabajar de albañil, pero puedo trabajar de cualquier cosa». Se esfuerza en las clases para aprender español como primer paso para lograr un empleo, y con él iniciar una vida que posibilite reunir a su familia aquí.


«Yo fui marinero, quiero aprender español y encontrar trabajo aquí»​

Sago salió hace seis meses de Mauritania. Él, que trabajaba como marinero cuando tenía oportunidad, se enroló en una travesía mucho más peligrosa que lo llevó a las costas de Canarias. Allí estuvo en su primer centro de acogida en España, antes de viajar a Mérida y ahora a Santiago. Siente el frío pese a la soleada mañana, y va abrigado con una cazadora bien cerrada. Le gustaría poder trabajar de albañil, aunque el mar le tira. Deja de ser quien recibe las preguntas para cuestionar él: «¿El pescado es bueno aquí?», en una mezcla de francés y español que hace posible un entendimiento básico. Sago es amable y tranquilo, como Wague, como Amadou y como los otros refugiados que se acercan a ver quién está importunando su descanso matinal: «Journaliste» se responden, porque el francés es el idioma predominante.

El rostro de Sago es serio. No es para menos. Con 21 años ya sabe lo que es jugarse la vida para intentar lograr un mejor futuro en Europa. En el Monte do Gozo los ayudan a lograrlo, con un itinerario con seguimiento personalizado que tiene en cuenta sus expectativas y las posibilidades de encontrar un empleo, para lograr una autonomía que les permita dejar el albergue. Para ello tramitan la documentación para lograr el permiso de trabajo.

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