Liz Parrish. Como pasar de 52 años biológicos a 21.

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21 Abr 2012
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Así funciona la industria de la longevidad: la empresaria que en vez de cumplir años rejuvenece
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Por estos días, estamos viviendo una fuerte tendencia que tiene que ver con la búsqueda del rejuvenecimiento a partir de acortar la edad biológica. Es tal el interés que está causando este fenómeno a nivel mundial que se empezó a formar una industria, en la que incluso ha entrado en juego la inteligencia artificial (IA) de la mano del sistema 'Blueprint' que pretende frenar el envejecimiento y hacernos "vivir más" y "mejor", y las 'zonas azules'.


El responsable de este fenómeno ha sido el multimillonario y CEO de Kernel, Byran Johnson. Y es que el empresario de 45 años, a partir de un estricto régimen de rejuvenecimiento de varios millones de euros al año, ha intentado acortar su edad biológica.

La ciencia lleva años investigando esta tendencia que cada vez logra más adeptos como puede ser mismo Jeff Bezos, que invirtió en Altos Labs, una compañía de biotecnología centrada en la programación del rejuvenecimiento celular, o el mismo Johnson, que se inyecta sangre de su hijo de 17 años para acortar su edad biológica a 18 años.

La ciencia, sin embargo, no solo experimenta con millonarios. Un estudio que se realizó con una muestra de seis mujeres reveló que lograron reducir casi 5 años de media su edad biológica en solo 8 semanas. Una investigación que ha confirmado que revertir el envejecimiento es posible.

"La paciente cero" de su propio experimento
Al igual que estos casos, cae el ejemplo de Liz Parrish, la mujer y empresaria que en vez de cumplir años rejuvenece. Y es que, tras experimentar con terapia génica, ha logrado tener 52 años cronológicos y 21 biológicos.

Según una publicación de Longevity World Forum, en 2013 a Liz Parrish le asaltaron dudas sobre las enfermedades en el ser humano cuando su hijo fue diagnosticado de diabetes tipo 1. Esto le llevó, finalmente, a someterse a una terapia génica pionera en el mundo que está probando cómo se pueden combatir las dolencias asociadas a la edad.

De esta forma, fue considerada la "paciente cero" de su propio experimento en un proceso sin precedentes que ha estado desarrollando desde BioViva Science, la compañía de biotecnología que dirige.

Se trata de un caso experimental que, a diferencia del caso de las seis mujeres señaladas anteriormente, no ha sido validado ni avalado por ningún organismo científico internacional. Solo fue presentado en el Foro Mundial de la Longevidad. En concreto, la terapia génica de Parrish "centra su actuación en la telomerasa, que mejora la estabilidad genómica, reduce la senescencia y puede llegar a prevenir el cáncer; la folistatina, que aumenta y mejora la masa muscular, así como mengua la fragilidad; y el klotho, una enzima que optimiza las funciones cerebrales y elimina el daño causado por el estrés oxidativo; según explicó en el foro la propia CEO de BioViva Science.

La empresaria reprogramó sus propias células en un sistema con inyecciones de genes investigados y testados procedentes de bancos genéticos de humanos y otras especies.

Según una publicación de El Mundo, cuando inició el tratamiento, con 44 años, la longitud de sus telómeros "indicaba una edad biológica de 65". Solo un año después, pasó a ser la de alguien con la edad de su DNI. Antes había probado en ratones. Con dieta y ejercicio óptimos, su promedio de vida pasó de 8 a 18 meses. Con un régimen de restricción calórica, hasta 30 meses. Y cambiando uno solo de sus genes, los roedores doblaron su esperanza de vida. Sin dieta ni ejercicio, sentencia el medio.
 
Así funciona la industria de la longevidad: la empresaria que en vez de cumplir años rejuvenece
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Por estos días, estamos viviendo una fuerte tendencia que tiene que ver con la búsqueda del rejuvenecimiento a partir de acortar la edad biológica. Es tal el interés que está causando este fenómeno a nivel mundial que se empezó a formar una industria, en la que incluso ha entrado en juego la inteligencia artificial (IA) de la mano del sistema 'Blueprint' que pretende frenar el envejecimiento y hacernos "vivir más" y "mejor", y las 'zonas azules'.


El responsable de este fenómeno ha sido el multimillonario y CEO de Kernel, Byran Johnson. Y es que el empresario de 45 años, a partir de un estricto régimen de rejuvenecimiento de varios millones de euros al año, ha intentado acortar su edad biológica.

La ciencia lleva años investigando esta tendencia que cada vez logra más adeptos como puede ser mismo Jeff Bezos, que invirtió en Altos Labs, una compañía de biotecnología centrada en la programación del rejuvenecimiento celular, o el mismo Johnson, que se inyecta sangre de su hijo de 17 años para acortar su edad biológica a 18 años.

La ciencia, sin embargo, no solo experimenta con millonarios. Un estudio que se realizó con una muestra de seis mujeres reveló que lograron reducir casi 5 años de media su edad biológica en solo 8 semanas. Una investigación que ha confirmado que revertir el envejecimiento es posible.

"La paciente cero" de su propio experimento
Al igual que estos casos, cae el ejemplo de Liz Parrish, la mujer y empresaria que en vez de cumplir años rejuvenece. Y es que, tras experimentar con terapia génica, ha logrado tener 52 años cronológicos y 21 biológicos.

Según una publicación de Longevity World Forum, en 2013 a Liz Parrish le asaltaron dudas sobre las enfermedades en el ser humano cuando su hijo fue diagnosticado de diabetes tipo 1. Esto le llevó, finalmente, a someterse a una terapia génica pionera en el mundo que está probando cómo se pueden combatir las dolencias asociadas a la edad.

De esta forma, fue considerada la "paciente cero" de su propio experimento en un proceso sin precedentes que ha estado desarrollando desde BioViva Science, la compañía de biotecnología que dirige.

Se trata de un caso experimental que, a diferencia del caso de las seis mujeres señaladas anteriormente, no ha sido validado ni avalado por ningún organismo científico internacional. Solo fue presentado en el Foro Mundial de la Longevidad. En concreto, la terapia génica de Parrish "centra su actuación en la telomerasa, que mejora la estabilidad genómica, reduce la senescencia y puede llegar a prevenir el cáncer; la folistatina, que aumenta y mejora la masa muscular, así como mengua la fragilidad; y el klotho, una enzima que optimiza las funciones cerebrales y elimina el daño causado por el estrés oxidativo; según explicó en el foro la propia CEO de BioViva Science.

La empresaria reprogramó sus propias células en un sistema con inyecciones de genes investigados y testados procedentes de bancos genéticos de humanos y otras especies.

Según una publicación de El Mundo, cuando inició el tratamiento, con 44 años, la longitud de sus telómeros "indicaba una edad biológica de 65". Solo un año después, pasó a ser la de alguien con la edad de su DNI. Antes había probado en ratones. Con dieta y ejercicio óptimos, su promedio de vida pasó de 8 a 18 meses. Con un régimen de restricción calórica, hasta 30 meses. Y cambiando uno solo de sus genes, los roedores doblaron su esperanza de vida. Sin dieta ni ejercicio, sentencia el medio.
Lo primero: 'Habría que verla sin maquillaje y buena luz'. Lo segundo y pese a lo anterior, sí, parece que se conserva bien para sus 52 años, pero representa unos 30, no 21.
 
Es la paciente cero de su terapia génica contra el envejecimiento y asegura haber conseguido pasar de 52 años biológicos a 21

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Es el sujeto de pruebas de su propia terapia génica y asegura que ha descendido su edad biológica hasta los 21 años. La comunidad científica aún no avala el método.

La carrera por desacelerar el reloj biológico ha tomado un giro sorprendente gracias a Liz Parrish, la empresaria que se ha convertido en la paciente cero de su propio experimento genético. Imagínate mirarte al espejo y, a pesar de tener 52 años, ver un reflejo que parece pertenecer a una joven de 21. Parece ciencia ficción, ¿verdad?
La motivación de Liz Parrish no surgió de la vanidad, sino de la preocupación materna. Tras el diagnóstico de diabetes tipo 1 de su hijo, esta empresaria se adentró en el ámbito de la biotecnología, fundando BioViva Science. Su objetivo: desentrañar las posibilidades de las terapias génicas para combatir enfermedades, eventualmente, el envejecimiento, e incluso ¿la fin?


Cabría pensar que cuenta con un batallón de científicos detrás de ella, pero lo sorprendente es que no es bióloga ni científica. Según informa Insider, se sumergió en la biociencia y los foros de longevidad, estudiando con pasión sus teorías y tratamientos.


El enfoque central se basa en el uso de la telomerasa, conocida por su potencial anti-envejecimiento. Y la folistatina, asociada con la mejora de la masa muscular, entre otras sustancias. Parrish describe un proceso de reprogramación celular.


Parrish no se detuvo en la teoría. Viajó a Bogotá para someterse a su propio tratamiento, eludiendo las restricciones legales de Estados Unidos. En una clínica privada, recibió más de 100 inyecciones que introducían genes seleccionados en diversas partes de su cuerpo, como sus tríceps, muslos, glúteos y rostro.

Esta decisión la llevó a afirmar que, mientras inicialmente sus células indicaban una edad de 65 años a sus 44, después del tratamiento reflejaban la de alguien de 21 años. No obstante, la comunidad científica se muestra escéptica y no reconoce su método.

Futuras aplicaciones contra la demencia o el Parkinson
Su caso fue presentado en el Longevity World Forum, congreso internacional sobre envejecimiento saludable que está celebrando su segunda edición en Valencia, dónde anunció que empezarán a trabajar con la proteína PGC-1alpha, que consideran que podría ayudar a tratar la demencia o el Parkinson.

Precisamente, esta reprogramación celular la sitúa cerca de las predicciones sobre el alcance la inmortalidad humana, que plantea métodos similares, aunque con nanobots para conseguirlo.

La travesía de Liz Parrish ilustra el deseo humano de superar las barreras biológicas. Aunque el jurado aún está deliberando sobre la veracidad y seguridad de su tratamiento, su historia insta a la comunidad científica a mirar con curiosidad y cautela los límites de lo que es posible.
 
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