Clavisto
Será en Octubre
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- 10 Sep 2013
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Va a ser una buena Semana Santa; lo huelo. La peña ya ha se olvidado del bicho y está ansiosa por divertirse, colocarse y pillar cacho. Lo de siempre, vamos. Va a ser buena hasta para las procesiones, lo veo. Habrá gente para todos, bares e iglesias, camareros y eclesiásticos, clientes y fieles. Todo el mundo estará contento. Por unos días todos creerán que siguen ganando o que no todo está perdido. El buen tiempo lo es para todo. El buen tiempo hace olvidar. ¡Qué importa la resurrección de las moscas, las avispas y las hormigas trepadoras! ¡Nada! ¡Un manotazo al aire, un pisotón y vale! ¡A reír y a beber! ¡A gritar y bailar estribillos facilones, inolvidables como rayos! ¿Un capirote? ¡También! ¡Penitencia! ¡Suave molestia que abre las puertas al reglado desparrame! ¡Cristo! ¡Oh, Dios, perdóname, Tú que tienes el Metro de la Vida! ¡Y te perdona sin decirte ni mu! ¡Absolución general! ¡Lo sientes! ¡Ya está hecho! ¡El Salvador está contento! ¡No nos hemos olvidado de Él! ¡Y ahora a los bares! ¡Bebamos! ¡Ahora queremos reír y amar! ¡Hay un tiempo para todo! ¡Lo dice la Biblia!
De chico, con la familia, había un día en el que hacíamos las estaciones. Ibas de iglesia en iglesia, creo que era el Jueves Santo. Me divertía esa cosa de moverse entre iglesias, todas abarrotadas. Las últimas se hacían un poco pesadas. Todos tenían sed, hambre y les dolían los pies. Yo no. Me gustaba aquello. Era como si en cualquier momento fuese a pasar algo. Apretujado, en puntillas, miraba los cristos crucificados entre el raro silencio general sin hacer mucho caso de la homilía sacerdotal. Todos aquellos dorados, esa penumbra y el silencio sólo roto por algunas toses y sollozos...
Dos meses sin coche son más que suficientes para muchas cosas cuando uno trabaja un bar. Una de ellas es jorobarte los hombros con el peso de las lejanas compras mayoristas para el bar, lo que unido a mi rutina de pegarle al saco va consiguiendo que tenga verdaderos problemas para dormir bien y descansar.
Hoy no desperté tan mal como ayer. Por cierto que ayer, nada más echar a andar hacia el bar cargado con la bolsa, me pasó algo curioso.
Al mismo tiempo que yo salía de la verja de entrada en el todavía oscuro amanecer vi a un coche haciéndolo por la puerta cochera comunitaria, un coche de tonalidad azul metálico que no me resultó del todo extraño. Echando a andar vi como se paraba unos cincuenta metros más adelante, junto al contenedor de sarama. El tipo se bajó, pasó a la puerta de atrás y cogió un par de bolsas para tirarlas.
"¡shishi! -pensé- ¡Este es este!"
Me dio tiempo a llegar hasta él. Le saludé.
- ¡Hombre, Kufisto! -dijo
Yo estaba seguro que me había visto salir y de que se había hecho el loco. Pero él es así. Raro.
- Hola -respondí.
- ¡Qué tal! -sonrió nervioso.
- Nada...Para el bar -dije viendo la oportunidad- ¿Como va eso?
- ¡Bien, bien!...
Le jodía verme.
- ¿Y tú?
- Bien -respondí- Cansao. He pasado una mala noche.
- ¿Te acerco?
- Pues si no es molestia...Hoy es mi día libre pero tengo cosas que hacer.
Tiré el cigarrillo y entré al reluciente coche impoluto. Estaba tan cansado que tuve que explicárselo para romper el hielo. Las palabras salían de mi boca con pasmosa tranquilidad.
- ¿Y tú? -le pregunté por decir algo.
Y entonces me contó que iba al ambulatorio por viales de su reciente enfermedad, una brutal diabetes de tipo II.
- Bueno, tío, muchas gracias. Y que vaya bien.
No desperté tan mal como ayer. Pero eché a andar hacia el bar convencido de otro día libre de abrazos al saco.
¡Desayunos! ¡Des-ayunos! ¡La basca tiene hambre! ¡Quiere tostadas, cafés, zumos de dulces naranjas! ¡Jamón ibérico! ¡Atún español! ¡Aceite de oliva! ¡Tomate! ¡Más café! ¡Prisa! ¡Aceleros! ¡Turbantes cancerígenos! ¡Churros! ¡Colacaos! ¡Un borracho! ¡Anís! ¡Llega el relevo!¡Me voy!
Con todas mis fuerzas, reventado hasta la extenuación, bailo con el saco durante una hora. Como algo y espero y vuelvo al bar.
¡etnianos! ¡Están de pre-boda! ¡Llevan días de pre-boda en nuestro bar! ¡Jamón! ¡Jamón del bueno sobre pan tostado con pulpa de tomate! ¿Pero cuando acaba de casarse esta gente? ¡Billetes! ¡Auténticos fajos! ¡Jamón!
Una piedra de whisky bueno tras un par de cervezas a la carrera. Son las cuatro de la tarde y el bar está en calma. Me falta media hora para irme de aquí. Hablo con un cliente, un buen amigo de baja por ansiedad.
Salimos afuera con el relevo dado. Un coche aparca y de él bajan tres tías que haría las delicias de Rubens, aunque sólo fuera para pintarlas con un cubreboca.
Paso adentro y aviso a mi hermano de la llegada. De sus bocas salen barbaridades tales que espantarían a Lemmy.
Están locas. Las mujeres están de la fruta cabeza.
Mi amigo y yo bajamos la avenida entre risas por el Nota del gran Lebowski.
- ¿Sabes? -le digo- Es lo mejor, la mejor postura...Uno es de la Creedence y, reventado a palos por un puñetero poli fascista, entra a un taxi en el que suenan los puñeteros Eagles. "Oye, tío -dices todo estropeado- quita esa cosa y pon a la Creedence" Y entonces el tremebundo taxista te saca arrastras para dejarte tirado en mitad de la calle mientras se caga en tu querida progenitora.
De chico, con la familia, había un día en el que hacíamos las estaciones. Ibas de iglesia en iglesia, creo que era el Jueves Santo. Me divertía esa cosa de moverse entre iglesias, todas abarrotadas. Las últimas se hacían un poco pesadas. Todos tenían sed, hambre y les dolían los pies. Yo no. Me gustaba aquello. Era como si en cualquier momento fuese a pasar algo. Apretujado, en puntillas, miraba los cristos crucificados entre el raro silencio general sin hacer mucho caso de la homilía sacerdotal. Todos aquellos dorados, esa penumbra y el silencio sólo roto por algunas toses y sollozos...
Dos meses sin coche son más que suficientes para muchas cosas cuando uno trabaja un bar. Una de ellas es jorobarte los hombros con el peso de las lejanas compras mayoristas para el bar, lo que unido a mi rutina de pegarle al saco va consiguiendo que tenga verdaderos problemas para dormir bien y descansar.
Hoy no desperté tan mal como ayer. Por cierto que ayer, nada más echar a andar hacia el bar cargado con la bolsa, me pasó algo curioso.
Al mismo tiempo que yo salía de la verja de entrada en el todavía oscuro amanecer vi a un coche haciéndolo por la puerta cochera comunitaria, un coche de tonalidad azul metálico que no me resultó del todo extraño. Echando a andar vi como se paraba unos cincuenta metros más adelante, junto al contenedor de sarama. El tipo se bajó, pasó a la puerta de atrás y cogió un par de bolsas para tirarlas.
"¡shishi! -pensé- ¡Este es este!"
Me dio tiempo a llegar hasta él. Le saludé.
- ¡Hombre, Kufisto! -dijo
Yo estaba seguro que me había visto salir y de que se había hecho el loco. Pero él es así. Raro.
- Hola -respondí.
- ¡Qué tal! -sonrió nervioso.
- Nada...Para el bar -dije viendo la oportunidad- ¿Como va eso?
- ¡Bien, bien!...
Le jodía verme.
- ¿Y tú?
- Bien -respondí- Cansao. He pasado una mala noche.
- ¿Te acerco?
- Pues si no es molestia...Hoy es mi día libre pero tengo cosas que hacer.
Tiré el cigarrillo y entré al reluciente coche impoluto. Estaba tan cansado que tuve que explicárselo para romper el hielo. Las palabras salían de mi boca con pasmosa tranquilidad.
- ¿Y tú? -le pregunté por decir algo.
Y entonces me contó que iba al ambulatorio por viales de su reciente enfermedad, una brutal diabetes de tipo II.
- Bueno, tío, muchas gracias. Y que vaya bien.
No desperté tan mal como ayer. Pero eché a andar hacia el bar convencido de otro día libre de abrazos al saco.
¡Desayunos! ¡Des-ayunos! ¡La basca tiene hambre! ¡Quiere tostadas, cafés, zumos de dulces naranjas! ¡Jamón ibérico! ¡Atún español! ¡Aceite de oliva! ¡Tomate! ¡Más café! ¡Prisa! ¡Aceleros! ¡Turbantes cancerígenos! ¡Churros! ¡Colacaos! ¡Un borracho! ¡Anís! ¡Llega el relevo!¡Me voy!
Con todas mis fuerzas, reventado hasta la extenuación, bailo con el saco durante una hora. Como algo y espero y vuelvo al bar.
¡etnianos! ¡Están de pre-boda! ¡Llevan días de pre-boda en nuestro bar! ¡Jamón! ¡Jamón del bueno sobre pan tostado con pulpa de tomate! ¿Pero cuando acaba de casarse esta gente? ¡Billetes! ¡Auténticos fajos! ¡Jamón!
Una piedra de whisky bueno tras un par de cervezas a la carrera. Son las cuatro de la tarde y el bar está en calma. Me falta media hora para irme de aquí. Hablo con un cliente, un buen amigo de baja por ansiedad.
Salimos afuera con el relevo dado. Un coche aparca y de él bajan tres tías que haría las delicias de Rubens, aunque sólo fuera para pintarlas con un cubreboca.
Paso adentro y aviso a mi hermano de la llegada. De sus bocas salen barbaridades tales que espantarían a Lemmy.
Están locas. Las mujeres están de la fruta cabeza.
Mi amigo y yo bajamos la avenida entre risas por el Nota del gran Lebowski.
- ¿Sabes? -le digo- Es lo mejor, la mejor postura...Uno es de la Creedence y, reventado a palos por un puñetero poli fascista, entra a un taxi en el que suenan los puñeteros Eagles. "Oye, tío -dices todo estropeado- quita esa cosa y pon a la Creedence" Y entonces el tremebundo taxista te saca arrastras para dejarte tirado en mitad de la calle mientras se caga en tu querida progenitora.