LEYENDA de color: los judíos admiten que los judíos sefardíes fueron sus autores y de la independencia de Venezuela

El Gran Cid

Madmaxista
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Sí,la Leyenda de color existió y sigue existiendo injustamente, como los propios judíos admiten como leeréis a continuación.

Enlace Judío México e Israel.- Desde el principio, la América del Sur ha estado relacionada con Sefarad. Es sabido que el descubrimiento de América coincidió temporalmente con la expulsión de los judíos de España y que muchos de los conquistadores eran de origen hebreo, por lo general conversos. El día 2 de agosto de 1492 (Tisha beAb), Cristóbal Colón debía partir del puerto de Palos de la Frontera. Pero Colón no lo hizo, sino que se limitó a embarcar a sus 90 hombres. El almirante no partió sino hasta el día siguiente, media hora antes del Shabat.


Casualmente, el 3 de agosto era el último día que el Edicto de Expulsión había establecido para que los judíos eligieran entre su religión o abandonar el territorio español. En su Diario del Primer Viaje, Cristóbal Colón escribió que pensaba conquistar la “Casa Sancta en Jerusalén”. Si bien existen varias hipótesis, lo cierto es que el proyecto de construir la Casa Sancta en Jerusalén pudo tratarse de la reconstrucción de la Beit Hamikdash. No lo sabemos con exactitud.

Durante la Colonia, muchos criptojudíos y marranos llegaron a la América Española. El cabrito en México y el pan andino en Venezuela son algunas de las presuntas manifestaciones de la influencia hebrea en la gastronomía hispanoaméricana. En nuestras tierras, la Inquisición persiguió a muchos hombres e incluso los llevó a la hoguera. En México, el caso del gobernador Luis de Carvajal y de la Cueva (1537–1591), descendiente de una familia de ascendencia hebrea en Medina, fue uno de los más emblemáticos en el período colonial. En Venezuela, todavía se discute si Francisco de Miranda era descendiente de judíos o no. Desde el año 2011, el libro “La identidad secreta de Francisco de Miranda” del abogado e historiador José Chocrón Cohén ha causado polémica a nivel regional.

Los sefardíes que se asentaron en Portugal y Holanda no olvidaron lo que significó la expulsión de España en 1492, y según las investigaciones de historiadores como Philip Wayne Powell, Yosef Kaplan, Yosef Hayim Yerushalmi y Jaime Contreras, los judíos sefardíes fueron también autores de la Leyenda de color Española. Si bien los judíos también habían sido expulsados de otros países –casi mil expulsiones ha vivido el pueblo judío–, las críticas hacia España fueron más duras que las emitidas en contra de otras naciones. Una de las explicaciones a este fenómeno es que los judíos habían amado verdaderamente a España y esta expulsión fue la más traumática. En ningún lugar del mundo, los judíos se habían integrado tan bien. Otra hipótesis sugiere que, los judíos sefarditas encontraron en los Países Bajos a los aliados indicados para difundir propaganda anti-española. En esos tiempos, Holanda y España eran importantes rivales en términos geopolíticos. Hace unos siglos, la moneda de referencia mundial era el florín holandés y no el dólar estadounidense.

Estos judíos españoles, con el paso del tiempo, obtendrían la nacionalidad holandesa y se asentarían en Curazao, el principal núcleo de los hebreos en el Caribe en los tiempos de la Colonia. Según las investigaciones de los historiadores Manuel Vicente Magallanes y Eduardo Arcila Farías, los judíos tuvieron un rol muy activo en el contrabando de bienes. Una gran parte de los holandeses involucrados en el negocio del contrabando eran judíos, siendo así muy comunes los apellidos Álvarez, Correa, Miranda, Apeluis, Castro, Gomes, Belmonte, Cáceres, Senior (Señor), Henríquez, Sansón, Curiel, Abenatar (Benatar), Levy-Maduro, Delvalle, Chaves, Capriles, De Lima, Pinto, Dias, Bera, Del Monte, Falcón, Núñez, Correa, Penso, Esculpe, Pareste, Machado, Funda, De Rosas, Lindo, Cardozo, Coque, Chico, Sahagan, Ortoberte, Panadero, Marchena, Governador, Puntado, Bonito, Hebreo, De la Calle, etcétera. Por lo general, los nombres de pila que acompañaban esos apellidos eran: Abraham, Jacob, Samuel, Isaac, Andrés, David, Moisés, Benjamín, Gabriel y Aron.

Especialmente en el área del Caribe, los Hermanos de Nación, como se llamaban las comunidades hebreas en el Nuevo Mundo, confrontaban con su tráfico a grandes corporaciones peninsulares, entre ellas la compañía Guipuzcoana en Venezuela. Según Felix Becker en el año 1955, estos judíos que participaron en el contrabando siempre tuvieron plena conciencia de su “hispanidad desplazada”. El historiador Fernando Yurman comenta que: “En el sur de América, el contrabando había gestado, tanto en Buenos Aires como en Montevideo, muchas de las propuestas independentistas contra el monopolio. Tanto la costa venezolana como la rioplatense tienen una historia colonial ligada al contrabando, y de ambas derivan los ejércitos independentistas”.

No es un hecho aislado que el primer documento conocido sobre el mecanismo de la bolsa de valores se le atribuya al marrano Joseph Penso de la Vega -documento que data del año 1688-. No es una casualidad que Adam Smith haya incluido como modelo económico a Curazao en su célebre obra “La Riqueza de las Naciones”. Este libro fue la justificación ideológica del intercambio que estas tras*acciones exigían. Adam Smith formalizó, en términos doctrinarios e ideológicos, el proceso de intercambio comercial tras*continental que realizaban estas comunidades y le dio contenido a los instrumentos abstractos. No es en vano que, el historiador Werner Sombart en su obra “The Jews and Modern Capitalism” considerara al judaísmo como una de las bases del sistema económico capitalista moderno, encontrando un origen todavía más remoto que Max Weber con el protestantismo.

Las recurrentes expulsiones de los judíos, pueblo que históricamente ha vivido una diáspora tras otra, permitieron que los hijos de Israel crearan, por lo menos hasta cierto punto, algunas de las bases del sistema financiero internacional que conocemos hoy en día. Werner Sombart: “Se ha afirmado, -y con razón-, que fue la dispersión de los judíos lo que les permitió convertirse en intermediarios. Tiene sentido, ¿pero fue también la diáspora la que hizo de ellos hábiles negociadores y asesores privados de príncipes? (…) Hemos admitido que la dispersión de los judíos fue responsable de gran parte de su éxito en el comercio y la industria crediticia internacional. ¿Pero esto no se debe también a que los judíos en todas partes se mantienen juntos? ¿Qué hubiera pasado si, como tantas otras razas dispersas, no hubieran mantenido sus lazos de unión?”

En la historia colonial de Venezuela, la rebelión de “Andresote” en Yaracuy fue uno de los períodos más fascinantes del siglo XVIII
. El primer alzamiento que preocupó a la Corona Española y la hizo prohibir el tránsito por el río Yaracuy fue protagonizada por el zambo Andrés López del Rosario, mejor conocido como Andresote. López fue el precursor de la ola de movimientos de protesta y alzamiento en la Venezuela del siglo XVIII. Esta fue la primera protesta que se hizo en Venezuela en contra de la Compañía Guipuzcoana, y si bien no tuvo la misma organización de los movimientos independistas del siglo XIX, fue una temprana manifestación de la rebeldía y el anhelo de libertad de los pueblos hispanoamericanos. En la madrugada del 4 de enero de 1741 en Yaracuy se gritó: “abajo los vascos”.

Al zambo se le acusó de contrabandista de cacao, malo, salteador, traidor y homicida. Nada más y nada menos que un zambo de la hacienda de un señor de apellido Silva, fue el protagonista de este alzamiento, hito en la Historia de Venezuela.
Muy cerca de Yaracuy surgió años más tarde otra conspiración: la rebelión de San Felipe (1740–1741). Andrés López del Rosario había muerto, pero nadie lo olvidó. Los motivos para rebelarse eran prácticamente los mismos. Se presume que Juan Andrés López de Rosario murió en 1733, pero se desconocen los detalles.

Andresote fue el defensor de los intereses de los neցros cimarrones, indígenas, y particularmente, de los comerciantes judíos-holandeses en Venezuela, quienes lograron persuadirlo. El prestigio del zambo, su habilidad guerrillera, el apoyo judío holandés y la simpatía de los mercaderes que controlaban el negocio del contrabando le permitieron formar una aguerrida facción de neցros cimarrones, indios y neցros libres, muchos fugados de Curazao. Cabe además agregar que, solamente entre los años 1680 y 1750, se reconocieron más de doscientos barcos en Curazao como sefardíes.

Como antecedente, los holandeses y los españoles se habían enfrentado varias veces. Previo a la rebelión de Andresote, un grupo de judíos provenientes de Curazao se había instalado en el Cayo de Tucacas, donde erigieron la primera sinagoga de Hispanoamérica. En Tucacas, los judíos se establecieron con el fin de desarrollar en gran escala la trata de esclavos neցros, así como también la extracción de cacao, tabaco y corambres. Manuel Alfredo Rodríguez, en el prólogo del libro Tucacas de Manuel Vicente Magallanes (2011), cuenta que: “La situación llegó a tal extremo que Caracas y Coro intervinieron. Las expediciones punitivas asolaban el caserío ribereño y entonces los vencidos se refugiaban en el vecino cayo al amparo de buques artillados. En 1712 el gobernador Cañas y Meriño les forzó [a los judíos de Tucacas en Venezuela] a regresar a Curazao y piensa Magallanes que el despecho de la vasta clientela perjudicada, tanto o más que los conocidos excesos del mandatorio, fue decisivo para determina su salida de la gobernación. En breve [los judíos holandeses] regresaron, sobrevirieron a otros intentos de desalojo y en 1721 se metieron en el Cayo de Paiclás para escapar al plomo y la candela que les llevaba el recio vascongado Pedro José de Olavarriaga”.

Desde principios del siglo XVII, las potencias Inglaterra, Francia y Dinamarca llegaron al extremo de expedir patentes de corso con el fin de fomentar la piratería. En vista de que España monopolizaba del modo más estricto el comercio de América, sus enemigos decidieron atacarla a través de la piratería y el contrabando. La desventaja naval española con respecto a las potencias enemigas no solo obstaculizaba las comunicaciones, sino que además le impedía actuar oportunamente frente a las continuas situaciones de desabastecimiento. Manuel Vicente Magallanes dijo que: “Era constante la relación entre los comerciantes curazoleños y los agricultores nuestros, asociados estos a los activos contrabandistas venezolanos. Una red interna penetraba el territorio a través de caños, sabanas, veredas y ríos, especialmente el Aroa y el Yaracuy, para comunicarse con la región de Barquisimeto, extendiéndose esta vía hasta los llanos occidentales y las ciudades andinas. Por aquí se descubrieron contactos, en convivencia muchas veces con las mismas autoridades, que alcanzaron hasta las planicies de Bogotá, en el Virreinato de Santa Fe.” Algunos historiadores consideran que, la rebelión del zambo yaracuyano Andresote, estuvo motivada por las ansias de venganza de estos judíos que fueron expulsados a fuerza de plomo y candela de Tucacas, pocos años atrás. Esta teoría tiene sentido, si consideramos que estos mercaderes hebreos controlaban el comercio clandestino de las rutas manejadas por Andresote.

En 1749, esta vez en Coro, tuvo lugar un levantamiento liderado por Juan Francisco de León, claramente vinculado con los comerciantes curazoleños, en su mayoría judíos. Décadas más tarde, otra vez en Coro, ocurrió la rebelión de José Leonardo Chirino. Casi cuarenta años antes del encuentro de Mordehay Ricardo con Simón Bolívar, la influencia ideológica curazoleña se registró en este otro importante antecedente de la independencia de Venezuela en el siglo XIX. La masonería, el sentimiento anti-hispano, el financiamiento de la gesta emancipadora y las ideas liberales tienen como elemento en común el contacto con los holandeses, en su mayoría descendientes de los judíos españoles expulsados de España. En Venezuela, Juan de Sola fue masón, judío y prócer de la independencia.
Fernando Yurman (Revista Maguen-Escudo): “El levantamiento liderado por Juan Francisco de León, en 1749, estaba claramente vinculado a los contrabandistas curazoleños y sus socios continentales. En el levantamiento, décadas más tarde, de esclavos de Leonardo Chirinos de Coro suceso anticipatorio de la independencia en Venezuela, se registra la indirecta influencia ideológica de Curazao, casi cuarenta años antes del encuentro de Ricardo con Bolívar”
Sin embargo, estos movimientos pre-independentistas fueron, en general; dispersos, espontáneos y poco planificados. Las principales causas de estas tempranas rebeliones fueron la falta de libertades económicas y el monopolio de la Compaña Guipuzcoana, que incomodaba a pequeños y grandes grupos económicos, hacendados, esclavos, etcétera. Cabe además destacar que, estos líderes pre-independentistas no tuvieron la misma penetración ideológica liberal occidental de los próceres del siglo XIX, aunque el contacto con los mercaderes portugueses y holandeses abría tímidamente las puertas a la difusión ideológica. Evidentemente, existió una brecha cultural entre los siglos XVIII y XIX. Incluso la masonería tuvo el sello de Israel y es común ver símbolos masónicos en las lápidas del siglo XVIII en los cementerios judíos de Curazao y Coro.
Más que económico, el conflicto entre los contrabandistas judíos-holandeses y los amos peninsulares de la América Española era de carácter cultural. El ámbito económico fue, en este contexto, el espacio de expresión de la tradicional oposición del judío a lo español y la manifestación del conflicto que, desde la expulsión en 1492, seguía latente. El apoyo que las familias Ricardo, Naar, Meza, Castillo Montefiore, Curiel, Henríquez y Brión le dieron a la causa de Simón Bolívar está enmarcada en la lucha histórica de los hijos de Israel. Así como los judíos financiaron la independencia norteamericana a través de Robert Morris, en Hispanoamérica lo mismo sucedió por medio de agentes como Mordehay Ricardo, Joshua Naar y los hermanos Meza.
En definitiva, es necesario que los venezolanos estudiemos nuestro proceso de independencia en el marco de la geopolítica internacional. Más allá de la epopeya romántica de Venezuela heroica, lo que sucedió en Hispanoamérica tiene causas diplomáticas, económicas, históricas y políticas que son realmente complejas.
En la década de los veinte del siglo XIX, el diplomático británico George Canning afirmó que: “La América española es libre y si no administramos mal nuestros negocios, ella será inglesa”. Luego de estos procesos independentistas, nuestros países quedaron devastados, y muchas de las promesas de nuestros próceres nunca fueron cumplidas. La guerra, el hambre y la miseria eran el pan de cada día. La economía quedó destruida y se creó la relación centro-periferia que hoy existe entre la América del Norte y la América del Sur. Antes del siglo XIX, la diferencia entre el PIB per cápita de la América del Sur y la América del Norte era marginal. La brecha tan grande ha tenido lugar desde el siglo XIX.
Los Tratados de Libre Comercio que firmaron las nuevas repúblicas hispanoamericanas fueron realmente desventajosos. Por mucho tiempo, nuestros países estuvieron endeudados y no tenían un buen margen de maniobra para negociar mejores condiciones. En el caso de Venezuela, debemos recordar que no fue sino hasta el año 1845 que España definitivamente reconoció nuestra independencia como país soberano. Hasta ese momento, habíamos sido un Estado ilegítimo. Para los ingleses, la independencia de Hispanoamérica fue una victoria en varios frentes: España como potencia perdió poder geopolítico, Inglaterra y sus aliados ampliaron su eje de influencia y las deudas contraídas por las nuevas repúblicas hispanoamericanas las sometieron a Gran Bretaña. Tan solo entre los años 1822 y 1825, el monto combinado de los préstamos que Gran Bretaña les dio a los países hispanoamericanos fue de 20.529.000 libras esterlinas. Es un hecho que los gobiernos de las nuevas naciones tuvieron que suspender el pago de los intereses de sus empréstitos y quedaron endeudados por la mayor parte del siglo. Conviene preguntarse, entonces: ¿Realmente Venezuela se independizó? ¿Hasta qué punto? Más que una victoria de los hispanoamericanos, nuestra independencia fue la victoria de los británicos, los holandeses y el pueblo judío-sefardí, que desde el mismo período colonial había desafiado a la Corona Española.
¿Cuál fue realmente la trascendencia y la importancia de nuestra independencia, más allá de las epopeyas románticas?

Los judíos en la independencia de Venezuela y su contribución - Enlace Judío
 
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