Latinos blancos VS Latinos no blancos

Duffmannn

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Es bien sabido que la raza es fundamental en el establecimiento y devenir de sociedades más o menos prósperas y avanzadas.

Recordando las últimas elecciones en los Estados Unidos las encuestas y todos los medios de comunicación decían y repetían una y otra vez que la Clinton iba a a ganar las elecciones porque los hispanos (amén de otras minorías) votarían masivamente por ella, que la (aún) mayoría blanca no otorgaría la victoria a Donald Trump.

Sin embargo cometieron un error de bulto al considerar a los Hispanos (el censo nombra la categoría censal como "Hispanos y Latinoamericanos", diferenciando entre los de proveniencia ibérica y los latinoamericanos de todo tipo; tiene huevones que los mal llamados hispanos de los Estados Unidos, a lo sumo medio hispanos, furibundos anti-españoles leyendanegristas que se afanan en olvidar el español rápidamente para ser aceptados, con poco éxito, en la sociedad anglo, se hayan apropiado del vocablo Hispano; es tal la vergüenza que ni portugueses ni brasileños quieren ser identificados con ellos y prefieren seguir en la casilla de white) como un grupo homogéneo.

Según las encuestas alrededor de un 30% de los hispanos votaron por Trump. Y es que a menudo se olvida que hay muchos, millones, de hispanos que son blancos (hispanos de verdad, 100%) y que para nada se identifica con esa marabunta de mestizos, neցroides y amerindios que engloba dicha categoría censal. Pues en la mayoría de casos si salieron de sus países fue precisamente para escapar de los desastres que para una sociedad supone dicha marabunta, pues las sociedades latinoamericanas se caracterizan por su enorme corrupción a todos los niveles, la delincuencia, la pobreza, la desigualdad... y una marcada diferencia socio-cultural entre los distintos grupos raciales, quienes apenas tienen trato entre sí (y que anticipa la futura sociedad en los países hasta ahora eurodescendientes: Norteamérica, Cono Sur, Europa, Australia, Nueva Zelanda).

Saco a colación este artículo de un periódico chileno en que un periodista comenta como sus connacionales (blancos en su abrumadora mayoría) discriminan al resto de hispanos y se relacionan solo con "estadounidenses y españoles" (el mismo autor progre ni siquiera es capaz de reconocer a la mayoría de los "hispanos" como estadounidenses).

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"La vergüenza de ser chileno"



Desde el comienzo de mi estadía de tres años en los Estados Unidos, descubrí que podía formar parte, si quería, de una de las comunidades más solidarias, cálidas y pujantes de ese país: la comunidad hispana o latina (sólo existen latinos como tales en los Estados Unidos).

Desde el primer momento, cuando quisimos arrendar un apartamento –departamento– sin haber obtenido todavía el Social Security Number, sentimos la calidez de la comunidad cuando, en un edificio de Glover Park –en Washington DC–, una administradora confió en nosotros arriesgando inclusive su trabajo porque éramos hispanos. Ella era nicaragüense, aunque de nicaragüense no tenía más que la cuna, porque su español era menos que deficiente y teníamos que conversar en inglés, pero no importaba: formábamos parte de la comunidad hispana y debíamos ser solidarios.

“Mi edificio está bien, pero está lleno de mexicanos”, escuché decir en un asado de chilenos.

Ya instalado formé parte de grupos y organizaciones de las que me honro en haber participado. Fui miembro de Hispanic American Freethinkers, de hecho fui, junto al colombiano David Tamayo, la chilena Lorena Ríos, el argentino Walter García-Meza y la salvadoreña Yamileth Coreas, uno de sus orgullosos fundadores. Fui un participante recurrente del colectivo literario “Alta Hora de la Noche”, invitado por el poeta salvadoreño Daniel Joya.

Allí conocí a los también salvadoreños Carlos Parada Ayala, Marisol Flamenco, Bessi Blanco, Vladimir Monge, Diego Pineda, al ecuatoriano José Ballesteros… fue mucha gente y sería largo nombrarlos a todos. Participé en los recitales de poesía bilingüe “Borderlines”, eventos del Teatro de la Luna, el teatro Gala y en general la bullente vida cultural hispana de la capital de los Estados Unidos.

En todos estos eventos y grupos, salvo por Lorena Ríos, era, normalmente, el único chileno. Al principio pensé que era porque los chilenos son un grupo minoritario dentro de los migrantes hispanos en los Estados Unidos, pero a medida que fui haciendo amigos entre el resto de los latinos, me fui dando cuenta de la verdadera razón de la ausencia de mis compatriotas.

“Eres el único chileno no arrogante que conozco”, me dijo alguien. Al principio pensé que era porque los chilenos se sentían orgullosos de una economía que aventaja a muchas de las paupérrimas economías vecinas (lo que no es ningún logro). Pero serían finalmente los propios chilenos quienes me revelarían la terrible verdad.

“Mi edificio está bien, pero está lleno de mexicanos”, escuché decir en un asado de chilenos. Lo decía un chileno que llevaba una camiseta roja con la bandera confederada del sur. Un signo conservador –en Estados Unidos la derecha es roja y la izquierda es azul– que hubiera llevado un gringo blanco de baja cultura (redneck), quien no hubiera dudado en devolver a mi compatriota a México; para esa clase de gringo, al sur del Río Grande sólo existe un enorme país llamado México. El chileno la llevaba porque le gustaban los Dukes of Hazard y era completamente ignorante de sus significados cultural y político.

“En Chile estamos mejor porque no hay neցros”, “los chilenos no somos realmente latinos”, “somos mejores porque somos más blancos y menos indios”, fueron otros de los comentarios racistas y chovinistas que escuché junto a apelativos insultantes tales como “bananero”, “tropical” o “centroamericano”. Muchas veces dichos descaradamente enfrente de otras nacionalidades latinas y centroamericanas que hablaban perfecto español y abrían la boca con incredulidad antes chilenos sonrientes y bobalicones. Así los chilenos vivían una vida separada de aquella maravillosa vida cultural hispana, haciendo bingos que donaban la recaudación al Hogar de Cristo y eventos en los que, si acaso, habían españoles y estadounidenses como únicas otras nacionalidades presentes. Nada de mezclarse con otros latinoamericanos de tonalidad, “nosotros no somos realmente latinos.”

Ser chileno llegó a volverse vergonzoso, pero no porque algún hispano de otra nacionalidad me dijera alguna pesadez, pero cuando veía a muchos compatriotas –con honrosas excepciones– sentía el terror de tener que escuchar alguno de sus improperios y sentía la imaginaria o verdadera mirada de algún otro hispano o esperando que yo le diera alguna explicación imposible acerca del comportamiento de alguien con quien no tenía más en común que ser su conciudadano. Así, ver a otros chilenos se volvió temible, molesto e incómodo, porque exportaban nuestra desigualdad, nuestros prejuicios y nuestra desagradable actitud clasista, que solo luce en todo su horrendo esplendor ante la actitud sencilla y cálida del resto de la comunidad hispana que resultó ser mucho mejor que nosotros en todo sentido.

En estos últimos años, Chile se ha llenado de pagapensiones, lo que sólo puede significar que hay economías y sociedades aún más duras que la nuestra. pagapensiones que la han pasado mal, especialmente si no son del tonalidad correcto que sólo los chilenos de clase alta pueden exhibir, porque, para qué andamos con cosas, la diferencia de clase y la diferencia racial coinciden en Chile escandalosamente. Estos pagapensiones me recuerdan mis días propios como extranjero, cuando el idioma común superaba las diferencias de acento y el idioma era como un código secreto de solidaridad. Debiéramos incluirlos a todos como partes de nuestra identidad e irnos acercando así, de a poco, al sueño de Bolívar por una patria más grande en la que, me consta, todos salimos ganando.

La vergüenza de ser chileno - El Quinto Poder

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Y es que el multiculturalismo es la guerra. El enfrentamiento perpetúo y la disolución social (como últimamente podemos apreciar con claridad ante la guerra de las estatuas y el estallido de brotes nacionalistas blancos con gran fuerza). Por mucho que se pretenda alinearles con los Hispanos para enfrentarlos a los blancos, los latinoamericanos blancos saben bien quienes son sus hermanos, con quienes comparten intereses y gustos, y quienes son capaces de crear una sociedad funcional y próspera (pues lo han sufrido de primera mano).

Al menguante 62% de la población blanca (que también incluye jovenlandeses, turcos e iraníes) habría que añadir una cantidad indeterminada pero también notable de latinos blancos (los cuales suponen una cuota notable de los emigrantes que van a los Estados Unidos cada año (aunque menos que los pardoes).

Si desglosamos las estadísticas de matrimonios "interraciales" veremos que el tipo más común es el de Hispano blanco con Blanco, lo que mengua muchísimo la supuesta alza de los matrimonios interraciales en el país.

Aún hay esperanza para mantener unas décadas más la supremacía blanca en los Estados Unidos, lo que daría un margen de tiempo mayor para que se pueda desarrollar un movimiento nacionalista blanco en el país.

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Según los datos del último censo americano (2010), un 53% de los Hispanos en los Estados Unidos se define como blanco. Para cualquier persona con un mínimo de cordura se tratan de cifras irreales (pues el estigma de ser indio y el deseo de ser blanco no desaparece ni desaparecerá jamás pues la raza aria es la raza superior suprema que despierta y despertara envidias en el resto de las poblaciones de la tierra si no se consigue su extinción).

Por ejemplo entre los Mexicano-Estadounidenses (nada menos que 36 millones de personas, camino de convertirse en la etnia más grande del país) un 53% se autodefine como blanco, cosa curiosa cuando en México los blancos deben ser un 15% y la población viajero en este caso es de los estratos más pobres.

Asimismo otras cifras chirrían bastante como el 40% de salvadoreños, el 30% de dominicanos o el 38% de guatemaltecos cuando en sus países de origen la población estrictamente blanca es exigua.

Cifras más realistas serían las de un 53% de puertoriqueños blancos (cifra menor al 75% de blancos que supuestamente vivirían en la isla; !por fin un ataque de sinceridad!), o el 85% de cubanos (cifras algo infladas, pero en consonancia con el éxodo de blancos provocado por el castrismo).

Un 65% de los hispanos sudamericanos afirma ser blanco (cifras algo infladas también; se mezclan grupos tremendamente blancos como venezolanos, argentinos, chilenos y en menor medida colombianos, con otros abrumadoramente amerindios como peruanos y ecuatorianos) y un 50% de blancos en el resto de Hispanos, aquí entrarían los españoles que se podrían dividir en dos grupos, coloniales y contemporáneos. Los primeros serían los descendientes de colonos de Luisiana y Texas, abrumadoramente blancos, y los de Nuevo México y Colorado, mucho más numerosos y bastante mestizados, aunque mucho más blancos que los latinoamericanos promedio. Por otra parte los españoles "contemporáneos" serían los emigrados tras la independencia de los Estados Unidos (que emigraron al país en mucha menor medida que otros europeos, teniendo preferencia por otros destinos latinoamericanos, Argelia, el Rif o Francia para emigrar).

El que haya tantos "españoles mestizos" explicaría el pobre desempeño económico-cultural (véase mi hilo al respecto de los ingresos por proveniencia racial y nacional) de los españoles en los Estados Unidos con respecto a otras etnicidades blancas. Revisando los datos en el Pew Research (organismo del censo de los Estados Unidos) los datos en Nuevo México son especialmente malos, más cercanos a los mexicanos que a los anglo. Además llama poderosamente la atención que muchos latinoamericanos y filipinos se identifiquen como españoles (mirando el lugar de nacimiento de españoles provenientes del extranjero hay más de estos lugares que de España), los cuales muchos probablemente no sean blancos (los filipinos de California que se definen como españoles me dejó flipando).
 
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Buenísmo el tag :D:

españoles y neցros => a africa!!!

Mencionas que ir a África sería como un castigo para los españoles... ¿reconoces implícitamente pues que África es un infierno gracias a los jovenlandeses?

Nada que me sorprenda. Si todos los neցros son como tú debe ser un infierno insufrible. Todo el día dando por ojo ciego.
 
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