El mundo está lleno de víctimas...
Pero el Dr. Montes no es una de ellas. Ha tenido mucha suerte, y muchos apoyos políticos, para salir bien librado de lo que hizo.
Las "denuncias anónimas" fueron realizadas por médicos que trabajaron con él, y comprendieron que lo que estaba haciendo era... digamos que poco jovenlandesal.
La situación no era que se sedase a enfermos terminales, sino que el diagnóstico de "enfermo terminal" se hacía por impresiones, sin pruebas analíticas ni de imagen, y las dosis que se utilizaron en alguna de las sedaciones eran mortales de necesidad.
Cuando, por ejemplo, un paciente de 78 años llega a Urgencias inconsciente, no se puede decir "Seguro que tiene una hemorragia cerebral masiva, es terminal", hay que demostrar que realmente tiene esa hemorragia, su grado, y si es tratable o no. Y cuando se seda a un paciente, se hace para aliviar sus sufrimientos, no para que fallezca en pocas horas. La sedación puede acelerar la fin si se requieren dosis altas, pero sólo si se requieren esas dosis.
Por ejemplo, un paciente que ingresa en coma, no requiere sedación, está en coma, no sufre, no es necesario ponerle unas dosis mortales.
Lo peor, es que en el caso del Dr. Montes se mezclaron salud y política, y eso, no es bueno.