Leon S. Kennedy
Madmaxista
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Las mujeres carteadas y "reformistas" que dieron el triunfo a Pedro Sánchez
VICTORIA 28-A
Relato desde la cocina de Moncloa de cómo se las identificó y movilizó con cartas a sus casas.
Las mujeres carteadas y "reformistas" que dieron el triunfo a Pedro Sánchez
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Nacidas entre 1960 y 1972, muchas le habían dado la espalda al PSOE. Eran, se estimó, 4.661.345 mujeres. Y se fue a por ellas desde el Día de la Mujer. Objetivo logrado: «Hemos sacado más de un millón de votantes de la abstención... Junto a sus hijas y nietas han decidido el 28-A»
La carta decisiva fue obra del equipo de Iván Redondo. CRÓNICA
Nuestras madres serán las que nos darán la victoria», se le pudo escuchar hace dos meses a Iván Redondo, jefe de gabinete del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en una de sus reuniones de planificación de campaña en Ferraz. El gurú electoral del PSOE estaba pensando en su ama, Juana Mari, y en las 4.661.344 mujeres nacidas entre 1960 y 1972 que, según los estudios sociológicos de sus fontaneros, serían la clave para que su candidato consiguiese prorrogar su estancia en La Moncloa. El estratega había analizado el campo de batalla de la nueva contienda electoral en una mesa repleta de trackings, una figura de Son Goku y con la imagen del «trío de Colón» grabada a fuego en su mente. Sabía que la punta de lanza de su ejército tenía que ser ese grupo de mujeres al que podía convencer para la causa socialista si les metía el miedo en el cuerpo.
El miedo a una llegada de Vox al Gobierno que pudiese poner en peligro los derechos de aquellas que tanto habían luchado por ellos. Las «mujeres reformistas», como las acuñó Redondo, se convirtieron en su obsesión. En la autopista hacia el éxito electoral que él mismo certificó a las nueve de la noche del 28 de abril con una llamada desde su despacho del edificio de Semillas de La Moncloa. El asesor donostiarra, con unas ojeras de cuatro horas de sueño, había conocido los datos de participación en determinados caladeros socialistas que, cruzados con el algoritmo electoral desarrollado por su equipo, convertían el triunfo en un hecho. «Presidente, hemos ganado las elecciones», le dijo Redondo a Sánchez a esa hora temprana. Más tarde, ambos pusieron rumbo al cuartel general del PSOE para celebrar. Allí donde algunos le habían colgado al ex asesor del PP el cartel de «vendehumos» cuando llegó tras las primarias que resucitaron a Sánchez. Allí donde su obsesión por las «mujeres reformistas» había inundado todos los despachos.
«Tenemos que ir a por las mujeres nacidas en el desarrollismo de los años 60, hijas del baby boom, que protagonizaron la tras*ición cultural más importante del país. Gracias a ellas nos encaminamos a la normalidad exterior que significaba Europa y fueron las artífices de un cambio profundo en las mentalidades y actitudes, mucho más que los hombres; en los valores sociales y políticos de la España que salía de la dictadura. Las mujeres reformistas votan mayoritariamente PSOE pero muchas están en la abstención. Nuestro objetivo tiene que ser movilizarlas. Son las madres de los jóvenes sin futuro, las hijas de los dependientes, de los que no llegan ni a mileuristas y de los desempleados. Ellas junto a sus hijas y nietas decidirán estas elecciones. Mujeres, familia, educación, sanidad, estado de bienestar son sus temas», explicó Redondo a uno de los cocineros que, junto a él y el ministro Ábalos, tenían que preparar el menú para seducir a ese público.
A este target decidió dedicar Redondo sus principales esfuerzos cuando vio cómo sus rivales le regalaban una imagen icónica que él convertiría en arma electoral: la fotografía de los líderes de PP, Ciudadanos y Vox en Colón que le permitía vender una campaña con sólo dos opciones: «Esa imagen icónica les hace ser vistos como parte del mismo bloque de la involución, sin posibilidad de diferenciarse frente a Pedro Sánchez, que representa el progreso en el Estado del bienestar, derechos, igualdad entre hombres y mujeres. El futuro frente al pasado que representa el trío de Colón», insistió Redondo en una de las primeras reuniones de precampaña, según revela a Crónica uno de los asistentes. Redondo sabía que esa foto y el pacto de Andalucía «condenaban» a Pablo Casado y a Albert Rivera a ser considerados socios de Vox por mucho que buscasen diferenciarse de Santiago Abascal y de medidas como la derogación de la Ley de Violencia de Género. Les condenaba tanto, según fuentes socialistas, como la imagen del chalé de Galapagar a Pablo Iglesias. A Redondo sólo le bastaba azuzar ese miedo a la llegada del fantasma de la «ultraderecha» para movilizar a las «mujeres reformistas». «El eje de la campaña no será izquierda-derecha, sino avance-retroceso», le dijo el estratega a su equipo.
El consultor tenía claro cuál tenía que ser el primer acto de campaña para captar a ese público femenino: la manifestación del 8-M. Tiñó de jovenlandesado todos los canales de comunicación del Gobierno, invirtió en redes sociales y desplegó en la marcha a las mujeres más carismáticas del PSOE. Después, activó la sofisticada maquinaria de redes sociales, que había encargado engrasar meses atrás al ex alcalde de Jun, José Antonio Rodríguez de Salas, con relación directa con el creador de Twitter y conocedor de las nuevas técnicas a través de Whatsapp.
La obsesión del jefe de gabinete de Sánchez era situarse al nivel de Vox en las redes sociales y la generación de influencers que prescribiesen los mensajes socialistas en sus perfiles. También estar a la última en las estrategias de hipersegmentación, que había hecho ganar a Rajoy en la últimas elecciones de la mano del gurú Jim Messina, para diseñar mensajes acordes a los intereses de sus destinatarios.
«Vamos a ser mejores que Vox en redes», llegó a decir Redondo en las últimas semanas, según fuentes de su entorno. La apuesta por conquistar públicos a través de las redes no sorprendió en Ferraz. Sí lo hizo la obsesión de Redondo con el correo postal. «Es clave para ganar en la España vacía con más dificultad de acceso a Internet», dijo Redondo, que definió en función de varias variables distintos perfiles de electores para mandarles cartas a medida. Al domicilio de las mujeres reformistas llegó una misiva distinta con la firma de Sánchez y el logo del PSOE a la recibida por las más jóvenes. «La España que hoy conoces es muy distinta de aquella en la que creciste [...] Nada ilustra mejor esa tras*formación que la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres, de la que tú has sido protagonista [...] Hemos impulsado normas de igualdad salarial con las que combatir la intolerable brecha de género que todavía existe [...] Hay un proyecto que avanza y otro que retrocede», se podía leer en la carta (la reproducimos en su totalidad).
El PSOE diseñó tantas cartas como grupos de electores definieron. «Delimitamos cinco grandes grupos que como un árbol iban extendiéndose las ramas. Entre ellos estaban los pensionistas, nuevos votantes, generación de la tras*ición y dentro de cada grupo muchas variaciones. Había cerca de 50 modelos de cartas distintas», explican fuentes cercanas a Redondo, que ha estado reuniéndose con distintos perfiles de personas para preparar la campaña. Desde productores de cine hasta humildes trabajadores. Escuchando en las barras de los bares.
El consultor tenía claro cuál tenía que ser el primer acto de campaña para captar a ese público femenino: la manifestación del 8-M. Tiñó de jovenlandesado todos los canales de comunicación del Gobierno, invirtió en redes sociales y desplegó en la marcha a las mujeres más carismáticas del PSOE.
La otra clave de Redondo fue volver a asociar el PSOE a España, después de meses en los que la oposición había convertido al partido en enemigo de la unidad nacional. Redondo tuvo claro que había que adelantar elecciones no sólo por «la foto de Colón», sino porque se acababa de visualizar en el Congreso que el jefe del Ejecutivo no tenía ningún pacto con los separatistas al tumbar éstos los presupuestos. «El por qué de las elecciones desnaturalizó la posición inflamada de las tres derechas. Decir no a los presupuestos fue un error. Visualizó que no había ningún acuerdo con el independentismo», dijo Redondo en una reunión interna.
-¿Cree que en sólo dos meses puede cambiar la percepción de ese electorado que piensa que habéis negociado con los independentistas?- le preguntó un allegado a Redondo el día que el presidente convocó elecciones.
-Sí. Hay tiempo. Tenemos argumentos de sobra para demostrar con hechos que no hemos pactado con los independentistas.
El spin doctor contrató una pequeña agencia de publicidad, conformada por varios jóvenes con tanta hambre como él, y les pidió que desarrollasen un eslogan con España como idea fuerza («La España que quieres»). La obsesión de Iván por estar a la última en las técnicas publicitarias era de sobra conocida en Moncloa. Una de sus primeras decisiones fue contratar al creativo Manu Cavanilles, autor del anuncio deEl chaval de la Peca para Amena y de los hermanos Carls y Berg para la conocida marca de cerveza.
Con la foto de Colón, Redondo enfocó su campaña en «un todos contra Sánchez». Y adelantó a su equipo: «Los partidos de la derecha cometerán el error de celebrar sus primarias en estas generales y de plantear estas elecciones como un referéndum sobre Sánchez. Fue el mismo error que cometieron los rivales de Sánchez en las primarias socialistas. Se comerán entre ellos y nos lo pondrán en bandeja. Nosotros haremos una campaña en positivo, fomentando la esperanza. El único argumento que tiene el trío de Colón es echar a Sánchez y es un argumento muy pobre para ganar».
El gurú quiso desarrollar una campaña no centrada exclusivamente en Vox, aunque lo cierto es que desde su equipo en Moncloa contribuyeron a magnificar las expectativas de voto del partido de Abascal para movilizar a su electorado. Diseñó una campaña de aire, en alusión a los medios de comunicación, y otra de tierra, con la presencia de Sánchez en lugares clave en la España vacía y en esas provincias donde se repartían menos escaños. El presidente tenía terreno ganado, puesto que cuando comenzó a aflorar el término de la España vacía él ya había visitado lugares como Zamora, Palencia, Burgos o la feria del ganado de Torrelavega. Fue una de las sugerencias de Redondo de alternar sus labores como presidente con las de candidato. Le diseñó una mapa con las provincias clave y promovió la presencia del líder socialista en sus capitales. Allí donde la fragmentación del voto de los tres partidos de la derecha podía provocar que el PSOE se llevase los restos. Y la estrategia resultó efectiva. El PSOE se llevó 19 restos y fue clave en su mayoría en el Senado.
De lo que más se ha vanagloriado Redondo estos días ha sido de ser el primer partido socialdemócrata que derrota al proyecto de Steve Bannon en Europa. «No paran de llamarme de medios internacionales preguntando cómo hemos podido frenar la estrategia de Bannon en España desde un espacio político deprimido. Hasta la fecha sólo había vencido al populismo la derecha moderada», ha dicho estos días a uno de sus allegados.
Cuando Redondo animó a Sánchez a convocar elecciones le dijo al presidente y a otros dirigentes que ganarían «de calle». Incluso hizo una porra ante su equipo, aunque poniendo deliberadamente menos escaños de los que sabía que podían conseguir para que el resultado final fuese visto como un éxito. «Es clave saber gestionar las expectativas, algo que no ha hecho bien Vox, que parece que han salido derrotados del 28-A cuando han tenido un magnífico resultado», ha repetido estos días Redondo.
Según ha reconocido a su entorno, en ningún momento de la campaña dudó de su éxito. El sábado, durante la jornada de reflexión, se le pudo ver paseando a su perro Currillo por el barrio de Salamanca, y el domingo convirtió el salón de su casa en un centro de operaciones con distintas televisiones siguiendo varios programas a la vez. Disfrutando con las colas en colegios que él sabía que le eran favorables.
El presidente Sánchez junto a su jefe de gabinete, Iván Redondo, antes del primer debate a cuatro en RTVE.JUANJO MARTÍN / EFE
Pidió el informe de redes y vio cómo el PSOE lideraba la conversación 2.0 junto a Vox. Cuando vio que la participación subía a las 13 horas en determinadas mesas claves para el socialismo, ya sabía que estaban cerca de la victoria. A las seis de la tarde, con el último dato de participación, respiró tranquilo, aunque no quiso informar al presidente hasta las nueve. «Hemos sacado más de un millón de votantes de la abstención hacia el PSOE, en su mayoría mujeres reformistas», le resumió Redondo, que ha ganado enteros en Ferraz .
«Lo siento, me equivoqué contigo», le llegó a decir estos días un destacado socialista que le hizo la guerra fría a su llegada. Incluso después de que prosperase la moción que desalojó a Rajoy en junio. Redondo no le guarda rencor. Ni a él ni a otros conversos. Ya lo vivió en el PP, el partido del que salió por la puerta de atrás y donde varios dirigentes le han felicitado vía Whatsapp y ansían su vuelta. Él no planea moverse de su despacho de Moncloa. Ahora su Son Goku de la suerte ya no está solo: le rodean las siete bolas de Dragon Ballque le ha regalado su séquito. Tampoco le moverá un cheque en blanco que le ofrecen desde Argentina, donde su caché ya supera el millón de dólares por campaña.
VICTORIA 28-A
Relato desde la cocina de Moncloa de cómo se las identificó y movilizó con cartas a sus casas.
Las mujeres carteadas y "reformistas" que dieron el triunfo a Pedro Sánchez
- JAVIER NEGRE
@javiernegre10
Ver 136 comentarios
Nacidas entre 1960 y 1972, muchas le habían dado la espalda al PSOE. Eran, se estimó, 4.661.345 mujeres. Y se fue a por ellas desde el Día de la Mujer. Objetivo logrado: «Hemos sacado más de un millón de votantes de la abstención... Junto a sus hijas y nietas han decidido el 28-A»
La carta decisiva fue obra del equipo de Iván Redondo. CRÓNICA
Nuestras madres serán las que nos darán la victoria», se le pudo escuchar hace dos meses a Iván Redondo, jefe de gabinete del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en una de sus reuniones de planificación de campaña en Ferraz. El gurú electoral del PSOE estaba pensando en su ama, Juana Mari, y en las 4.661.344 mujeres nacidas entre 1960 y 1972 que, según los estudios sociológicos de sus fontaneros, serían la clave para que su candidato consiguiese prorrogar su estancia en La Moncloa. El estratega había analizado el campo de batalla de la nueva contienda electoral en una mesa repleta de trackings, una figura de Son Goku y con la imagen del «trío de Colón» grabada a fuego en su mente. Sabía que la punta de lanza de su ejército tenía que ser ese grupo de mujeres al que podía convencer para la causa socialista si les metía el miedo en el cuerpo.
El miedo a una llegada de Vox al Gobierno que pudiese poner en peligro los derechos de aquellas que tanto habían luchado por ellos. Las «mujeres reformistas», como las acuñó Redondo, se convirtieron en su obsesión. En la autopista hacia el éxito electoral que él mismo certificó a las nueve de la noche del 28 de abril con una llamada desde su despacho del edificio de Semillas de La Moncloa. El asesor donostiarra, con unas ojeras de cuatro horas de sueño, había conocido los datos de participación en determinados caladeros socialistas que, cruzados con el algoritmo electoral desarrollado por su equipo, convertían el triunfo en un hecho. «Presidente, hemos ganado las elecciones», le dijo Redondo a Sánchez a esa hora temprana. Más tarde, ambos pusieron rumbo al cuartel general del PSOE para celebrar. Allí donde algunos le habían colgado al ex asesor del PP el cartel de «vendehumos» cuando llegó tras las primarias que resucitaron a Sánchez. Allí donde su obsesión por las «mujeres reformistas» había inundado todos los despachos.
«Tenemos que ir a por las mujeres nacidas en el desarrollismo de los años 60, hijas del baby boom, que protagonizaron la tras*ición cultural más importante del país. Gracias a ellas nos encaminamos a la normalidad exterior que significaba Europa y fueron las artífices de un cambio profundo en las mentalidades y actitudes, mucho más que los hombres; en los valores sociales y políticos de la España que salía de la dictadura. Las mujeres reformistas votan mayoritariamente PSOE pero muchas están en la abstención. Nuestro objetivo tiene que ser movilizarlas. Son las madres de los jóvenes sin futuro, las hijas de los dependientes, de los que no llegan ni a mileuristas y de los desempleados. Ellas junto a sus hijas y nietas decidirán estas elecciones. Mujeres, familia, educación, sanidad, estado de bienestar son sus temas», explicó Redondo a uno de los cocineros que, junto a él y el ministro Ábalos, tenían que preparar el menú para seducir a ese público.
A este target decidió dedicar Redondo sus principales esfuerzos cuando vio cómo sus rivales le regalaban una imagen icónica que él convertiría en arma electoral: la fotografía de los líderes de PP, Ciudadanos y Vox en Colón que le permitía vender una campaña con sólo dos opciones: «Esa imagen icónica les hace ser vistos como parte del mismo bloque de la involución, sin posibilidad de diferenciarse frente a Pedro Sánchez, que representa el progreso en el Estado del bienestar, derechos, igualdad entre hombres y mujeres. El futuro frente al pasado que representa el trío de Colón», insistió Redondo en una de las primeras reuniones de precampaña, según revela a Crónica uno de los asistentes. Redondo sabía que esa foto y el pacto de Andalucía «condenaban» a Pablo Casado y a Albert Rivera a ser considerados socios de Vox por mucho que buscasen diferenciarse de Santiago Abascal y de medidas como la derogación de la Ley de Violencia de Género. Les condenaba tanto, según fuentes socialistas, como la imagen del chalé de Galapagar a Pablo Iglesias. A Redondo sólo le bastaba azuzar ese miedo a la llegada del fantasma de la «ultraderecha» para movilizar a las «mujeres reformistas». «El eje de la campaña no será izquierda-derecha, sino avance-retroceso», le dijo el estratega a su equipo.
El consultor tenía claro cuál tenía que ser el primer acto de campaña para captar a ese público femenino: la manifestación del 8-M. Tiñó de jovenlandesado todos los canales de comunicación del Gobierno, invirtió en redes sociales y desplegó en la marcha a las mujeres más carismáticas del PSOE. Después, activó la sofisticada maquinaria de redes sociales, que había encargado engrasar meses atrás al ex alcalde de Jun, José Antonio Rodríguez de Salas, con relación directa con el creador de Twitter y conocedor de las nuevas técnicas a través de Whatsapp.
La obsesión del jefe de gabinete de Sánchez era situarse al nivel de Vox en las redes sociales y la generación de influencers que prescribiesen los mensajes socialistas en sus perfiles. También estar a la última en las estrategias de hipersegmentación, que había hecho ganar a Rajoy en la últimas elecciones de la mano del gurú Jim Messina, para diseñar mensajes acordes a los intereses de sus destinatarios.
«Vamos a ser mejores que Vox en redes», llegó a decir Redondo en las últimas semanas, según fuentes de su entorno. La apuesta por conquistar públicos a través de las redes no sorprendió en Ferraz. Sí lo hizo la obsesión de Redondo con el correo postal. «Es clave para ganar en la España vacía con más dificultad de acceso a Internet», dijo Redondo, que definió en función de varias variables distintos perfiles de electores para mandarles cartas a medida. Al domicilio de las mujeres reformistas llegó una misiva distinta con la firma de Sánchez y el logo del PSOE a la recibida por las más jóvenes. «La España que hoy conoces es muy distinta de aquella en la que creciste [...] Nada ilustra mejor esa tras*formación que la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres, de la que tú has sido protagonista [...] Hemos impulsado normas de igualdad salarial con las que combatir la intolerable brecha de género que todavía existe [...] Hay un proyecto que avanza y otro que retrocede», se podía leer en la carta (la reproducimos en su totalidad).
El PSOE diseñó tantas cartas como grupos de electores definieron. «Delimitamos cinco grandes grupos que como un árbol iban extendiéndose las ramas. Entre ellos estaban los pensionistas, nuevos votantes, generación de la tras*ición y dentro de cada grupo muchas variaciones. Había cerca de 50 modelos de cartas distintas», explican fuentes cercanas a Redondo, que ha estado reuniéndose con distintos perfiles de personas para preparar la campaña. Desde productores de cine hasta humildes trabajadores. Escuchando en las barras de los bares.
El consultor tenía claro cuál tenía que ser el primer acto de campaña para captar a ese público femenino: la manifestación del 8-M. Tiñó de jovenlandesado todos los canales de comunicación del Gobierno, invirtió en redes sociales y desplegó en la marcha a las mujeres más carismáticas del PSOE.
La otra clave de Redondo fue volver a asociar el PSOE a España, después de meses en los que la oposición había convertido al partido en enemigo de la unidad nacional. Redondo tuvo claro que había que adelantar elecciones no sólo por «la foto de Colón», sino porque se acababa de visualizar en el Congreso que el jefe del Ejecutivo no tenía ningún pacto con los separatistas al tumbar éstos los presupuestos. «El por qué de las elecciones desnaturalizó la posición inflamada de las tres derechas. Decir no a los presupuestos fue un error. Visualizó que no había ningún acuerdo con el independentismo», dijo Redondo en una reunión interna.
-¿Cree que en sólo dos meses puede cambiar la percepción de ese electorado que piensa que habéis negociado con los independentistas?- le preguntó un allegado a Redondo el día que el presidente convocó elecciones.
-Sí. Hay tiempo. Tenemos argumentos de sobra para demostrar con hechos que no hemos pactado con los independentistas.
El spin doctor contrató una pequeña agencia de publicidad, conformada por varios jóvenes con tanta hambre como él, y les pidió que desarrollasen un eslogan con España como idea fuerza («La España que quieres»). La obsesión de Iván por estar a la última en las técnicas publicitarias era de sobra conocida en Moncloa. Una de sus primeras decisiones fue contratar al creativo Manu Cavanilles, autor del anuncio deEl chaval de la Peca para Amena y de los hermanos Carls y Berg para la conocida marca de cerveza.
Con la foto de Colón, Redondo enfocó su campaña en «un todos contra Sánchez». Y adelantó a su equipo: «Los partidos de la derecha cometerán el error de celebrar sus primarias en estas generales y de plantear estas elecciones como un referéndum sobre Sánchez. Fue el mismo error que cometieron los rivales de Sánchez en las primarias socialistas. Se comerán entre ellos y nos lo pondrán en bandeja. Nosotros haremos una campaña en positivo, fomentando la esperanza. El único argumento que tiene el trío de Colón es echar a Sánchez y es un argumento muy pobre para ganar».
El gurú quiso desarrollar una campaña no centrada exclusivamente en Vox, aunque lo cierto es que desde su equipo en Moncloa contribuyeron a magnificar las expectativas de voto del partido de Abascal para movilizar a su electorado. Diseñó una campaña de aire, en alusión a los medios de comunicación, y otra de tierra, con la presencia de Sánchez en lugares clave en la España vacía y en esas provincias donde se repartían menos escaños. El presidente tenía terreno ganado, puesto que cuando comenzó a aflorar el término de la España vacía él ya había visitado lugares como Zamora, Palencia, Burgos o la feria del ganado de Torrelavega. Fue una de las sugerencias de Redondo de alternar sus labores como presidente con las de candidato. Le diseñó una mapa con las provincias clave y promovió la presencia del líder socialista en sus capitales. Allí donde la fragmentación del voto de los tres partidos de la derecha podía provocar que el PSOE se llevase los restos. Y la estrategia resultó efectiva. El PSOE se llevó 19 restos y fue clave en su mayoría en el Senado.
De lo que más se ha vanagloriado Redondo estos días ha sido de ser el primer partido socialdemócrata que derrota al proyecto de Steve Bannon en Europa. «No paran de llamarme de medios internacionales preguntando cómo hemos podido frenar la estrategia de Bannon en España desde un espacio político deprimido. Hasta la fecha sólo había vencido al populismo la derecha moderada», ha dicho estos días a uno de sus allegados.
Cuando Redondo animó a Sánchez a convocar elecciones le dijo al presidente y a otros dirigentes que ganarían «de calle». Incluso hizo una porra ante su equipo, aunque poniendo deliberadamente menos escaños de los que sabía que podían conseguir para que el resultado final fuese visto como un éxito. «Es clave saber gestionar las expectativas, algo que no ha hecho bien Vox, que parece que han salido derrotados del 28-A cuando han tenido un magnífico resultado», ha repetido estos días Redondo.
Según ha reconocido a su entorno, en ningún momento de la campaña dudó de su éxito. El sábado, durante la jornada de reflexión, se le pudo ver paseando a su perro Currillo por el barrio de Salamanca, y el domingo convirtió el salón de su casa en un centro de operaciones con distintas televisiones siguiendo varios programas a la vez. Disfrutando con las colas en colegios que él sabía que le eran favorables.
Pidió el informe de redes y vio cómo el PSOE lideraba la conversación 2.0 junto a Vox. Cuando vio que la participación subía a las 13 horas en determinadas mesas claves para el socialismo, ya sabía que estaban cerca de la victoria. A las seis de la tarde, con el último dato de participación, respiró tranquilo, aunque no quiso informar al presidente hasta las nueve. «Hemos sacado más de un millón de votantes de la abstención hacia el PSOE, en su mayoría mujeres reformistas», le resumió Redondo, que ha ganado enteros en Ferraz .
«Lo siento, me equivoqué contigo», le llegó a decir estos días un destacado socialista que le hizo la guerra fría a su llegada. Incluso después de que prosperase la moción que desalojó a Rajoy en junio. Redondo no le guarda rencor. Ni a él ni a otros conversos. Ya lo vivió en el PP, el partido del que salió por la puerta de atrás y donde varios dirigentes le han felicitado vía Whatsapp y ansían su vuelta. Él no planea moverse de su despacho de Moncloa. Ahora su Son Goku de la suerte ya no está solo: le rodean las siete bolas de Dragon Ballque le ha regalado su séquito. Tampoco le moverá un cheque en blanco que le ofrecen desde Argentina, donde su caché ya supera el millón de dólares por campaña.