Cuando algunos niños permanecen callados por mucho tiempo, sus padres saben que pueden esperar problemas. Algunos sistemas escolares merecen la misma sospecha.
Bajo la cobertura de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo, el Ayuntamiento de DC aprobó una ley que autoriza a las escuelas a administrar banderillas a niños de hasta 11 años sin el consentimiento de sus padres. Incluso autoriza a las escuelas a "buscar el reembolso, sin el consentimiento de los padres, directamente de la aseguradora". Para empeorar las cosas, la ley socava explícitamente a los padres con objeciones religiosas a ciertas banderillas, ordenando que los espacios en el registro de banderillación del estudiante se dejen "en blanco", presumiblemente para que el estado pueda llenarlos silenciosamente más tarde. Los legisladores republicanos intentaron
bloquearla Ley de DC en febrero, pero la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, impidió una votación sobre su Resolución de desaprobación del Congreso.
La semana pasada, Children's Health Defense and Parental Rights Foundation demandó a Washington, DC, pidiendo a un juez que bloqueara la entrada en vigor del mandato engañoso. Mary Holland, presidenta y asesora jurídica de Children's Health Defense, explicó la demanda en "Washington Watch".
“Esto es peligroso para los niños porque los padres no sabrán qué banderillas reciben sus hijos”, explicó. Si un niño experimenta una reacción adversa, "de repente, su hijo podría enfermarse de fin y [los padres] no sabrán por qué". También existe el riesgo de banderillar a un niño dos veces. Los padres pueden llevar a su hijo al pediatra de su familia para que le administre una banderilla que el niño ya recibió en la escuela. Para la mayoría de los medicamentos, no se recomienda el doble de la dosis recomendada.
"Los padres tienen que desempeñar un papel en estas decisiones", explicó Holland, porque "cada banderilla, cada medicamento, conlleva beneficios y riesgos potenciales". Pero esta ley está "diseñada muy intencionalmente para engañar a los padres". “ Requiere que el personal de atención médica proporcione registros de banderillación precisos al Departamento de Salud y a la escuela del estudiante, pero no a los padres”. Permite a los estudiantes banderillarse en la escuela sin notificar a sus padres, e incluso autoriza a las escuelas a ir a espaldas de los padres y facturar a su seguro médico sin su conocimiento. "Este es un ocultamiento activo requerido por ... la ley", advirtió Holland.
Por supuesto, algunas banderillas son más controvertidas que otras. De particular preocupación es la banderilla el bichito, que está autorizada solo para uso de emergencia, solo recientemente se autorizó para uso de emergencia en niños de 12 a 18 años y no ha recibido la aprobación final de la FDA. ¿Es prudente inyectar a los niños una banderilla que aún no ha sido completamente probada, para una enfermedad por la que corren menos riesgo? Los padres deberían al menos tener algo que decir. Luego está la banderilla contra el VPH, que protege contra las enfermedades de tras*misión sensual. ¿Qué asumimos al administrar una banderilla de este tipo a niños de 11 años? La cuestión no son los méritos de estas banderillas, sino que los padres están en la mejor posición y tienen derecho a tomar decisiones sobre la atención médica de sus hijos (por eso se les llama "tutores"). Al igual que con la teoría crítica de la raza y la ideología tras*género, la DC
La ley federal
exige que los padres reciban declaraciones de información sobre banderillas, que les brindan a los padres información fundamental para recibir el consentimiento informado y el cuidado de sus hijos que reciben banderillas. La ley de engaño a los padres de DC viola la ley federal.
"No es estadounidense", dijo Holland, sin mencionar que "podría sentar precedentes".
