Grupo Wagner
Madmaxista
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La identificación de dos mentiras principales es lo que el mundo enfrenta si debe evolucionar hacia un futuro genuino y que se auto-materialice.
La primera es el Holocausto, el alegado asesinato deliberado de seis millones de judíos por Adolf Hitler y los alemanes.
La segunda es el 11-S, la destrucción de las torres gemelas en Nueva York por supuestamente unos neófitos pilotos terroristas árabes.
Ambas son mentiras, creídas por las masas sólo debido al bombardeo mediático que ha inculcado su credibilidad ficticia en la mente pública.
El mismo efecto fue conseguido con la propaganda del Holocausto, que comenzó de manera seria sólo después del asesinato de J.F. Kennedy.
La misma campaña de los medios a finales de los años '60 que primero difundió la noción de un holocausto judío en Alemania entre 1940 y 1945 —con nociones específicas de gaseamientos, albercas de fuego y jabón humano—, convirtió la aceptación de esta versión falsificada de la Historia en la norma aceptada públicamente, gracias al constante bombardeo de los medios judíos de información, y la construcción da repelúsntemente sensiblera de museos del Holocausto en todo el mundo para venerar el sufrimiento judío. Se nos dice, en muchos países por ley, que hay que rendirle culto al sufrimiento judío.
La afirmación de que seis millones murieron en la Segunda Guerra Mundial es realmente el eco de una historia que fue vista primero en el New York Times en los años '20 afirmando que seis millones de judíos estaban en peligro de fin en Europa. Éste era el tono febril de la inmi gración judía desde Rusia y Europa del Este que siguió a los pogroms que ellos mismos organizaron para ganarse la compasión, una táctica que ellos siempre han usado desde los días del Imperio romano.
Todos aquellos cuerpos esqueléticos que usted ve en los clips de película de la Segunda Guerra Mundial realmente fueron causados por el hambre y el tifus después de que los bombardeos de los Aliados cortaran las líneas de abastecimiento alemanas. La historia del gaseamiento realmente se deriva de su invención y uso en los gulags rusos por aún otro loco judío. Los alemanes no gasearon a nadie; ellos sólo estaban tratando de sacar a su país del esquema de delito financiero judío internacional que estaba y está estrangulando la vida del planeta.
Ahora cientos de personas honestas están en la guandoca por insistir en que ésta es la verdad histórica, y sin embargo a ellos no les permiten presentar sus pruebas ante el tribunal mundial de la opinión pública debido al ensordecedor ruido blanco de los medios judíos, siempre dispuestos para modelar al público de la manera que ellos quieren que nosotros vayamos, y de los corruptos tribunales judíos, que en Alemania han alcanzado un ridículamente triste abuso de la lógica y la honestidad, realmente infrahumano, decisiones todas controladas por los judíos.
La parábola de Elie Wiesel es quizás el modo más fácil de desenmascarar el Holocausto en toda mente. Las afirmaciones que él hizo en su libro ganador del Premio Nóbel "Noche" ahora se han revelado todas completamente como ficción histérica. Sin embargo, gracias a los medios judíos de información, el mundo marcha todavía creyendo en su mayoría que todo lo que él dijo era verdadero.
La primera es el Holocausto, el alegado asesinato deliberado de seis millones de judíos por Adolf Hitler y los alemanes.
La segunda es el 11-S, la destrucción de las torres gemelas en Nueva York por supuestamente unos neófitos pilotos terroristas árabes.
Ambas son mentiras, creídas por las masas sólo debido al bombardeo mediático que ha inculcado su credibilidad ficticia en la mente pública.
El mismo efecto fue conseguido con la propaganda del Holocausto, que comenzó de manera seria sólo después del asesinato de J.F. Kennedy.
La misma campaña de los medios a finales de los años '60 que primero difundió la noción de un holocausto judío en Alemania entre 1940 y 1945 —con nociones específicas de gaseamientos, albercas de fuego y jabón humano—, convirtió la aceptación de esta versión falsificada de la Historia en la norma aceptada públicamente, gracias al constante bombardeo de los medios judíos de información, y la construcción da repelúsntemente sensiblera de museos del Holocausto en todo el mundo para venerar el sufrimiento judío. Se nos dice, en muchos países por ley, que hay que rendirle culto al sufrimiento judío.
La afirmación de que seis millones murieron en la Segunda Guerra Mundial es realmente el eco de una historia que fue vista primero en el New York Times en los años '20 afirmando que seis millones de judíos estaban en peligro de fin en Europa. Éste era el tono febril de la inmi gración judía desde Rusia y Europa del Este que siguió a los pogroms que ellos mismos organizaron para ganarse la compasión, una táctica que ellos siempre han usado desde los días del Imperio romano.
Todos aquellos cuerpos esqueléticos que usted ve en los clips de película de la Segunda Guerra Mundial realmente fueron causados por el hambre y el tifus después de que los bombardeos de los Aliados cortaran las líneas de abastecimiento alemanas. La historia del gaseamiento realmente se deriva de su invención y uso en los gulags rusos por aún otro loco judío. Los alemanes no gasearon a nadie; ellos sólo estaban tratando de sacar a su país del esquema de delito financiero judío internacional que estaba y está estrangulando la vida del planeta.
Ahora cientos de personas honestas están en la guandoca por insistir en que ésta es la verdad histórica, y sin embargo a ellos no les permiten presentar sus pruebas ante el tribunal mundial de la opinión pública debido al ensordecedor ruido blanco de los medios judíos, siempre dispuestos para modelar al público de la manera que ellos quieren que nosotros vayamos, y de los corruptos tribunales judíos, que en Alemania han alcanzado un ridículamente triste abuso de la lógica y la honestidad, realmente infrahumano, decisiones todas controladas por los judíos.
La parábola de Elie Wiesel es quizás el modo más fácil de desenmascarar el Holocausto en toda mente. Las afirmaciones que él hizo en su libro ganador del Premio Nóbel "Noche" ahora se han revelado todas completamente como ficción histérica. Sin embargo, gracias a los medios judíos de información, el mundo marcha todavía creyendo en su mayoría que todo lo que él dijo era verdadero.