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Las 10 canciones que lo petaron en su día y hoy serían censuradas por la sociedad
7 de noviembre 2016 Publicado por Equipo bluemagazine en Cultura Compartir
La canción popular —por su condición masiva, visible, easy listening— ayuda a crear pequeñas mitologías, un ideario de cosas que se dan por seguras, que se piensan y se sienten como propias. Pero también son un baúl de los recuerdos, que diría Karina, la banda sonora de un tiempo concreto.
Y mucho nos tememos que, entre toda esa canción tradicional de antaño, se nos han colado verdaderos cuñados haciendo apología del machismo más rampante y la xenofobia más primitiva. Versos anticuados que ahora huelen a alcanfor, que nos recuerdan que no sólo evolucionamos como especie, sino como contadores de historias. Y, aún así, cabe reconocer que su éxito se debió a los mismos condicionantes: mensajes que encajaban con los valores de una época y que aún resuenan con un eco mortecino.
NO SÓLO EVOLUCIONAMOS COMO ESPECIE, SINO TAMBIÉN COMO CONTADORES DE HISTORIAS
Está bien, sin prolegómenos, ¿qué canciones son estas? Aquí van diez ejemplos como 10 adolescentes gritando delante de una cámara, a cual más vergonzante.
Dúo Dinámico — Quince años (1960)
“Quince años tiene mi amor,
le gusta tanto bailar el rock.
Es una chiquilla tan divina y colosal
tiene una mirada que nadie puede aguantar”.
Con letra de Manuel de la Calva y música de Ramón Arcusa, ésta es sin duda unas de las canciones más emblemáticas del Dúo Dinámico, el grupo barcelonés que, en la década de los 60, conquistó escenarios, platós televisivos y arrasó por pistas de baile.
Como banda siempre apelaron a esa frescura, tanto lírica como musical —”Amor de verano”, “Somos jóvenes”, o “Lolita twist”— aunque sus días de oro llegaban cuando ambos cruzaban la treintena: Ramón nació en 1936 y Manuel en 1937. Es decir: cualquier oyente vería aquí un grave problema de pedofilia. ¿La apelación de su alegato? Que a esa edad, quince añitos, es la edad ideal en que las mujeres descubren el amor.
Ozzy Osbourne — Suicide Solution (1980)
“But you lie there and moan
where to hide, suicide is the only way out.
Don't you know what it's really about”.
Cada cierto tiempo se peina el mundo del rock para revisar según qué mensajes. Ozzy Osbourne era poco menos que una institución hacia finales de los 70. Tras abandonar Black Sabbath y lanzarse en solitario, el cielo era el límite. Pero si algo perseguía al de Birmingham era la polémica.
En 1984, una joven de 19 años se quitó la vida mientras escuchaba esta canción. El padre demandó a Ozzy alegando que su canción incitaba al suicidio. Y este se defendió diciendo que sólo rendía homenaje a su amigo de AC/DC Bon Scott, fallecido tras un coma etílico. «No son más que letras», concluyó la Corte. Literatura, en cualquier caso, no apta para todos los públicos, y que tendría más de un inconveniente en sonar en las radios de hoy en día.
Luis Eduardo Aute — Una de dos (1984)
“Una de dos,
o me llevo a esa mujer
o te la cambio por dos de quince,
si puede ser”.
No es fácil la pirueta que el prolífico cantautor, pintor y poeta logró con estos versos. Cosificación de la mujer, incitación a la bigamia, machismo prístino y unas notas de *******astia para cerrar la canción. Difícil encontrar hoy estos versos en la parrilla de canciones populares. Y menos mal.
leche Up — Tu novia está loca (1987)
“Tu novia está loca
se lamenta por la coca
y es a mí a quién provoca,
que se vaya…”
Canción que pondría nombre a la BSO de la cinta que Enrique Urbizu realizó en 1988, comedia madrileña de baja estofa. Junto a otros tantos de su discografía, este tema pasó de ser un mero divertimento menso de los vigueses leche Up —en referencia a una de las bebidas bandera de América, 7up—, a tras*formarse en un hit radiado a todas horas, a salir en horario de máxima audiencia en televisión y a copar escenarios por la geografía española.
ELLAS SON EVAS PECADORAS MIENTRAS ELLOS HACEN “EL FAVOR” DE SALVARLAS
Aquí yace una problemática, común en muchas canciones de la época: ellas son Evas pecadoras mientras ellos hacen “el favor” de salvarlas, eventualmente, de las garras de la droja.
Las sutilezas de trazo grueso del estudiante de Ingeniería Técnica Agrícola Alberto Comesaña seguirían tras Presuntos Implicados, aunque cabe destacar que los erotismos fueron mitigados poco a poco por los activismos de su pareja y mitad musical, Cristina del Valle.
Payo Juan Manuel — Niña, no te modernices (1976)
“Yo opino que la mujer lo mejor que sabe hacer
es casarse y tener hijos y estar en su casa bien [...].
La cogí del cuello la tiré al colchón
me lancé hacia ella le metí un palizón”.
No existe contexto que explique una situación de semejante violencia doméstica.
¿Debería existir un código ético antes de aprobar el registro de este tipo de contenidos? Con casi 700 canciones en su haber a lo largo de 34 LPs, colaborador habitual de Peret y Rumba 3, el sevillano Juan Manuel Cardona Bonilla dejó en estos versos uno de tantos mensajes tóxicos que, queremos creer, han sido desterrados del imaginario popular. O, cuanto menos, invalidados.
Marilyn Manson — Get your Gunn (1994)
“Goddamn your righteous hand
I eat innocent meat
The housewife I will beat
The pro-life I will kill
What you won't do I will
I bash myself to sleep
What you sow I will reap”.
Cambiamos de tercio y de década para saltar a uno de los padres de la polémica y la controversia por antonomasia. Esta canción hace referencia directa al asesinato de David Gunn en 1993 a manos de un activista pro-vida.
Pero dentro de este doble juego de ironías también podemos encontrar la verdadera razón de la censura: un cierto adagio promoviendo el suicidio. No sólo habla explícitamente del asunto sino que se escuchan extractos del suicidio público del político Budd Dwyer. Un corte que, valga la redundancia, difícilmente pasaría hoy el corte. Y, aún así, sólo era una reformulación del ‘Jeremy’ de Pearl Jam. Cosas del rock.
Slayer — Angel of Death (1986)
“Sadistic, surgeon of demise
sadist of the noblest blood
destroying, without mercy
to benefit the aryan race”.
Considerada un manifiesto de apología nancy, esta letra describe parte de las torturas y experimentos acientíficos llevados a cabo durante la II Guerra Mundial por el médico Josef Mengele, a pacientes recluidos en el campo de concentración de Auschwitz. Dentro del thrash metal existen muchas letras incómodas y violentas, pero esta puso a los californianos en el punto de mira de los frentes de uno y otro bando. Y los llevó al éxito masivo, además.
El grupo quiso limpiarse la polémica alegando que las letras sólo eran una lectura realista y documental de los hechos, sin pretender ofender ni posicionarse. Dudamos, en cualquier caso, que el gobierno alemán aprobase hoy una canción así.
Siniestro Total — Hoy voy a asesinarte (1982)
“Hoy voy a asesinarte, nena
te quiero pero no aguanto más
hoy voy a asesinarte, nena
no me volverás a engañar”.
Probablemente todas y cada una de las canciones de ‘¿Cuándo se come aquí?’ (1982), primer larga duración de Siniestro Total, se quedarían en la cuneta tras una revisión actual.
Visto ahora, la banda de Julián Hernández disparaba con comicidad hacia todos los frentes posibles: gayses, heavies, extranjeros, fascistas, “jipis”... lo suyo era un corolario de desprecios, burlas y críticas a casi cualquier horizonte que no fuese el suyo propio. ¿La justificación? Otra vez las risas, claro.
Dire Straits — Money for nothing (1985)
“The little faggot with the earring and the makeup
Yeah, buddy, that’s his own hair
That little faggot’s got his own jet airplane
That little faggot, he’s a millionaire”.
Escrita por Mark Knopfler con introducción de Sting, esta pieza, según cuenta la leyenda, nació como una denuncia declamada por un trabajador de una tienda de electrodomésticos. A lo largo de la canción se compara a un músico como un «chimpancé golpeando los bongos» o a un cantante con un «mariquita con pendiente y maquillaje». La censura golpeó los versos de arriba y, donde antes había “faggots” (afeminados), después hubo “fudgers” (manipuladores).
Este tema también actúa como denuncia sobre el viejo tropo del productor artístico que sólo quiere hacer caja y vivir la vida. Una cosa es cierta: tal vez el tema no esconda mensajes homófobos, pero su autor hoy se replantearía, como mínimo, el tono general de la canción.
Loquillo y los trogloditas — La mataré (1987)
“Por favor, sólo quiero matarla.
A punta de navaja
besándola una vez más”.
Compuesta por Sabino Méndez, guitarrista de Loquillo, esta canción —parte del disco ‘Mis problemas con las mujeres’— fue un auténtico bombazo y llevó a la banda hasta el Disco de Oro. Ya en su día recibió toneladas de quejas pero, por aquel entonces, no fue sino el enésimo hit de unos malotes en tiempos peores; no olvidemos aquellos versos del himno ‘El rompeolas’: «tú, chica, puedes vivir una vida de hogar. Búscate un marido con miedo a volar. No hables de futuro, es una ilusión, cuando el rocanrol conquistó mi corazón».
Compuesta en el autobús de gira con Peret de fondo, durante años, José María Sanz (Loquillo) insistió reiteradas veces en que aquello fue «cosa de críos» —aunque, por aquel entonces, la media de la banda estaba en los 26 años—. «Si tiene que ser así entonces eliminemos los tangos, eliminemos muchas rumbas...». Efectivamente, ‘La mataré’ heredaba de la rumba catalana parte de su ADN y, aunque no era el Payo Juan Manuel, estos versos no tenían ni tienen cabida en un contexto actual. O no deberían.
7 de noviembre 2016 Publicado por Equipo bluemagazine en Cultura Compartir
La canción popular —por su condición masiva, visible, easy listening— ayuda a crear pequeñas mitologías, un ideario de cosas que se dan por seguras, que se piensan y se sienten como propias. Pero también son un baúl de los recuerdos, que diría Karina, la banda sonora de un tiempo concreto.
Y mucho nos tememos que, entre toda esa canción tradicional de antaño, se nos han colado verdaderos cuñados haciendo apología del machismo más rampante y la xenofobia más primitiva. Versos anticuados que ahora huelen a alcanfor, que nos recuerdan que no sólo evolucionamos como especie, sino como contadores de historias. Y, aún así, cabe reconocer que su éxito se debió a los mismos condicionantes: mensajes que encajaban con los valores de una época y que aún resuenan con un eco mortecino.
NO SÓLO EVOLUCIONAMOS COMO ESPECIE, SINO TAMBIÉN COMO CONTADORES DE HISTORIAS
Está bien, sin prolegómenos, ¿qué canciones son estas? Aquí van diez ejemplos como 10 adolescentes gritando delante de una cámara, a cual más vergonzante.
Dúo Dinámico — Quince años (1960)
“Quince años tiene mi amor,
le gusta tanto bailar el rock.
Es una chiquilla tan divina y colosal
tiene una mirada que nadie puede aguantar”.
Con letra de Manuel de la Calva y música de Ramón Arcusa, ésta es sin duda unas de las canciones más emblemáticas del Dúo Dinámico, el grupo barcelonés que, en la década de los 60, conquistó escenarios, platós televisivos y arrasó por pistas de baile.
Como banda siempre apelaron a esa frescura, tanto lírica como musical —”Amor de verano”, “Somos jóvenes”, o “Lolita twist”— aunque sus días de oro llegaban cuando ambos cruzaban la treintena: Ramón nació en 1936 y Manuel en 1937. Es decir: cualquier oyente vería aquí un grave problema de pedofilia. ¿La apelación de su alegato? Que a esa edad, quince añitos, es la edad ideal en que las mujeres descubren el amor.
Ozzy Osbourne — Suicide Solution (1980)
“But you lie there and moan
where to hide, suicide is the only way out.
Don't you know what it's really about”.
Cada cierto tiempo se peina el mundo del rock para revisar según qué mensajes. Ozzy Osbourne era poco menos que una institución hacia finales de los 70. Tras abandonar Black Sabbath y lanzarse en solitario, el cielo era el límite. Pero si algo perseguía al de Birmingham era la polémica.
En 1984, una joven de 19 años se quitó la vida mientras escuchaba esta canción. El padre demandó a Ozzy alegando que su canción incitaba al suicidio. Y este se defendió diciendo que sólo rendía homenaje a su amigo de AC/DC Bon Scott, fallecido tras un coma etílico. «No son más que letras», concluyó la Corte. Literatura, en cualquier caso, no apta para todos los públicos, y que tendría más de un inconveniente en sonar en las radios de hoy en día.
Luis Eduardo Aute — Una de dos (1984)
“Una de dos,
o me llevo a esa mujer
o te la cambio por dos de quince,
si puede ser”.
No es fácil la pirueta que el prolífico cantautor, pintor y poeta logró con estos versos. Cosificación de la mujer, incitación a la bigamia, machismo prístino y unas notas de *******astia para cerrar la canción. Difícil encontrar hoy estos versos en la parrilla de canciones populares. Y menos mal.
leche Up — Tu novia está loca (1987)
“Tu novia está loca
se lamenta por la coca
y es a mí a quién provoca,
que se vaya…”
Canción que pondría nombre a la BSO de la cinta que Enrique Urbizu realizó en 1988, comedia madrileña de baja estofa. Junto a otros tantos de su discografía, este tema pasó de ser un mero divertimento menso de los vigueses leche Up —en referencia a una de las bebidas bandera de América, 7up—, a tras*formarse en un hit radiado a todas horas, a salir en horario de máxima audiencia en televisión y a copar escenarios por la geografía española.
ELLAS SON EVAS PECADORAS MIENTRAS ELLOS HACEN “EL FAVOR” DE SALVARLAS
Aquí yace una problemática, común en muchas canciones de la época: ellas son Evas pecadoras mientras ellos hacen “el favor” de salvarlas, eventualmente, de las garras de la droja.
Las sutilezas de trazo grueso del estudiante de Ingeniería Técnica Agrícola Alberto Comesaña seguirían tras Presuntos Implicados, aunque cabe destacar que los erotismos fueron mitigados poco a poco por los activismos de su pareja y mitad musical, Cristina del Valle.
Payo Juan Manuel — Niña, no te modernices (1976)
“Yo opino que la mujer lo mejor que sabe hacer
es casarse y tener hijos y estar en su casa bien [...].
La cogí del cuello la tiré al colchón
me lancé hacia ella le metí un palizón”.
No existe contexto que explique una situación de semejante violencia doméstica.
¿Debería existir un código ético antes de aprobar el registro de este tipo de contenidos? Con casi 700 canciones en su haber a lo largo de 34 LPs, colaborador habitual de Peret y Rumba 3, el sevillano Juan Manuel Cardona Bonilla dejó en estos versos uno de tantos mensajes tóxicos que, queremos creer, han sido desterrados del imaginario popular. O, cuanto menos, invalidados.
Marilyn Manson — Get your Gunn (1994)
“Goddamn your righteous hand
I eat innocent meat
The housewife I will beat
The pro-life I will kill
What you won't do I will
I bash myself to sleep
What you sow I will reap”.
Cambiamos de tercio y de década para saltar a uno de los padres de la polémica y la controversia por antonomasia. Esta canción hace referencia directa al asesinato de David Gunn en 1993 a manos de un activista pro-vida.
Pero dentro de este doble juego de ironías también podemos encontrar la verdadera razón de la censura: un cierto adagio promoviendo el suicidio. No sólo habla explícitamente del asunto sino que se escuchan extractos del suicidio público del político Budd Dwyer. Un corte que, valga la redundancia, difícilmente pasaría hoy el corte. Y, aún así, sólo era una reformulación del ‘Jeremy’ de Pearl Jam. Cosas del rock.
Slayer — Angel of Death (1986)
“Sadistic, surgeon of demise
sadist of the noblest blood
destroying, without mercy
to benefit the aryan race”.
Considerada un manifiesto de apología nancy, esta letra describe parte de las torturas y experimentos acientíficos llevados a cabo durante la II Guerra Mundial por el médico Josef Mengele, a pacientes recluidos en el campo de concentración de Auschwitz. Dentro del thrash metal existen muchas letras incómodas y violentas, pero esta puso a los californianos en el punto de mira de los frentes de uno y otro bando. Y los llevó al éxito masivo, además.
El grupo quiso limpiarse la polémica alegando que las letras sólo eran una lectura realista y documental de los hechos, sin pretender ofender ni posicionarse. Dudamos, en cualquier caso, que el gobierno alemán aprobase hoy una canción así.
Siniestro Total — Hoy voy a asesinarte (1982)
“Hoy voy a asesinarte, nena
te quiero pero no aguanto más
hoy voy a asesinarte, nena
no me volverás a engañar”.
Probablemente todas y cada una de las canciones de ‘¿Cuándo se come aquí?’ (1982), primer larga duración de Siniestro Total, se quedarían en la cuneta tras una revisión actual.
Visto ahora, la banda de Julián Hernández disparaba con comicidad hacia todos los frentes posibles: gayses, heavies, extranjeros, fascistas, “jipis”... lo suyo era un corolario de desprecios, burlas y críticas a casi cualquier horizonte que no fuese el suyo propio. ¿La justificación? Otra vez las risas, claro.
Dire Straits — Money for nothing (1985)
“The little faggot with the earring and the makeup
Yeah, buddy, that’s his own hair
That little faggot’s got his own jet airplane
That little faggot, he’s a millionaire”.
Escrita por Mark Knopfler con introducción de Sting, esta pieza, según cuenta la leyenda, nació como una denuncia declamada por un trabajador de una tienda de electrodomésticos. A lo largo de la canción se compara a un músico como un «chimpancé golpeando los bongos» o a un cantante con un «mariquita con pendiente y maquillaje». La censura golpeó los versos de arriba y, donde antes había “faggots” (afeminados), después hubo “fudgers” (manipuladores).
Este tema también actúa como denuncia sobre el viejo tropo del productor artístico que sólo quiere hacer caja y vivir la vida. Una cosa es cierta: tal vez el tema no esconda mensajes homófobos, pero su autor hoy se replantearía, como mínimo, el tono general de la canción.
Loquillo y los trogloditas — La mataré (1987)
“Por favor, sólo quiero matarla.
A punta de navaja
besándola una vez más”.
Compuesta por Sabino Méndez, guitarrista de Loquillo, esta canción —parte del disco ‘Mis problemas con las mujeres’— fue un auténtico bombazo y llevó a la banda hasta el Disco de Oro. Ya en su día recibió toneladas de quejas pero, por aquel entonces, no fue sino el enésimo hit de unos malotes en tiempos peores; no olvidemos aquellos versos del himno ‘El rompeolas’: «tú, chica, puedes vivir una vida de hogar. Búscate un marido con miedo a volar. No hables de futuro, es una ilusión, cuando el rocanrol conquistó mi corazón».
Compuesta en el autobús de gira con Peret de fondo, durante años, José María Sanz (Loquillo) insistió reiteradas veces en que aquello fue «cosa de críos» —aunque, por aquel entonces, la media de la banda estaba en los 26 años—. «Si tiene que ser así entonces eliminemos los tangos, eliminemos muchas rumbas...». Efectivamente, ‘La mataré’ heredaba de la rumba catalana parte de su ADN y, aunque no era el Payo Juan Manuel, estos versos no tenían ni tienen cabida en un contexto actual. O no deberían.