-Aноñимо-
Rapero Guarderista
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Me hace gracia la gente que dice la típica frasecilla buenrollista de cosa: "La vida es un regalo."
No, la vida es un marrón de huevones. Llegas aquí sin memoria, te sacan de un shishi, el matasanos de turno te levanta del pie con la cabeza boca abajo, te da una leche y a partir de entonces pasas a ser una marioneta en manos de tus padres y demás autoridades. Te dicen qué debes hacer, cómo debes actuar, qué palabras puedes pronunciar y cuáles no, te obligan a ir al colegio a memorizar chorradas y a relacionarte con otros hominidos como tú. Y si quieres ser tú mismo te castigan y te coaccionas para que cedas a sus imposiciones.
Por lo menos te alimentan y te dan un techo, si tienes suerte. Porque si no ya se encargaría la naturaleza, con su tremenda crueldad, de que desaparecieras de esta estafa de mundo de la manera más dolorosa posible: hambriente, de frío, ahogado o lastimado por algún animal salvaje, o por otro "humano" me gusta la fruta.
Este mundo es hostil.
Un bebé es inútil, un ser completamente dependiente, y un niño pequeño lo mismo. Sin fuerza, sin instinto de supervivencia, sin nada. Depende únicamente de ser adorable, para que la progenitora quiera instintivamente cuidarlo y protegerlo.
Pero eso tiene un precio, porque a cambio de ese cuidado y protección estás sometido a la autoridad de los padres.
¿Y quién huevones pidió venir aquí? No sé, pregunto.
Un regalo es algo agradable y deseado, ¿no? De otro modo es algo que te encasquetan en contra de tu voluntad; eso es la vida.
Es como si te regalan un mueble enorme y feo que no te cuadra en ningún sitio de la casa y que no quieres realmente. ¿Eso es un regalo o un marrón?
La vida es un marrón porque no hay opción a devolverla. Sí, el suicidio. Pero eso es doblemente marrón. No es lo mismo no existir que venir aquí y luego intentar largarse.
Tienes apegos en este mundo, además del miedo de no saber dónde va a acabar tu consciencia.
No, la vida es un marrón de huevones. Llegas aquí sin memoria, te sacan de un shishi, el matasanos de turno te levanta del pie con la cabeza boca abajo, te da una leche y a partir de entonces pasas a ser una marioneta en manos de tus padres y demás autoridades. Te dicen qué debes hacer, cómo debes actuar, qué palabras puedes pronunciar y cuáles no, te obligan a ir al colegio a memorizar chorradas y a relacionarte con otros hominidos como tú. Y si quieres ser tú mismo te castigan y te coaccionas para que cedas a sus imposiciones.
Por lo menos te alimentan y te dan un techo, si tienes suerte. Porque si no ya se encargaría la naturaleza, con su tremenda crueldad, de que desaparecieras de esta estafa de mundo de la manera más dolorosa posible: hambriente, de frío, ahogado o lastimado por algún animal salvaje, o por otro "humano" me gusta la fruta.
Este mundo es hostil.
Un bebé es inútil, un ser completamente dependiente, y un niño pequeño lo mismo. Sin fuerza, sin instinto de supervivencia, sin nada. Depende únicamente de ser adorable, para que la progenitora quiera instintivamente cuidarlo y protegerlo.
Pero eso tiene un precio, porque a cambio de ese cuidado y protección estás sometido a la autoridad de los padres.
¿Y quién huevones pidió venir aquí? No sé, pregunto.
Un regalo es algo agradable y deseado, ¿no? De otro modo es algo que te encasquetan en contra de tu voluntad; eso es la vida.
Es como si te regalan un mueble enorme y feo que no te cuadra en ningún sitio de la casa y que no quieres realmente. ¿Eso es un regalo o un marrón?
La vida es un marrón porque no hay opción a devolverla. Sí, el suicidio. Pero eso es doblemente marrón. No es lo mismo no existir que venir aquí y luego intentar largarse.
Tienes apegos en este mundo, además del miedo de no saber dónde va a acabar tu consciencia.