Pocos comentaristas pueden negar que Israel es una sociedad étnicamente dividida, con una gran división de clases. Lejos de disolverse en el imaginario "fermento étnico" sionista, una investigación reciente ha demostrado que la diferencia de clases entre Ashkenazis y Mizrahis se ha agrandado durante los últimos 20 años.
En 1992, el salario de los obreros varones Mizhari era el 68% de sus homólogos Ashkenazis; en 1975 era el 79%. Si se comparan con el 28% de Ashkenazis nacidos en Israel, el 54% de los Mizrahis nacidos en Israel trabajan como obreros manuales. Mientras los Mizrahis constituyen aproximadamente la mitad de la población judía de Israel, solo uno de cada cuatro es universitario, una proporción que ha permanecido constante durante los últimos 23 años. Los Mizrahis están también representados desproporcionalmente entre los desempleados de Israel así como en sus prisiones, con más sentenciados por "delitos de pobreza", delincuencia, pequeños robos y prespitación. Si, a fuerza del racismo inscrito en las estructuras del estado y las leyes, los palestinos de Israel son los ciudadanos de segunda clase, entonces, los Mizrahis son sus "neցros" -una referencia propia que los activistas de Shas como Gamliel utilizan de forma rutinaria para definirse a si mismos y su lugar en la sociedad de Israel.