La vida de una cortesana de lujo en España: “La mayoría empezamos en esto por necesidad”

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La vida de una cortesana de lujo en España: “La mayoría empezamos en esto por necesidad”

Lydia lleva más de 10 años vendiendo sesso y, aunque le gustaría trabajar en 'otra cosa', argumenta que ésta es su única manera de sobrevivir.
23 agosto, 2022 01:57GUARDAR
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Paloma Garrido @paloggonzalez

La prespitación mueve millones y millones de euros en España. Una actividad que podría ser ilegal en unos meses.
Pero ¿qué hay detrás de estos servicios?, ¿qué diferencia a una cortesana de una 'escort de lujo'?, ¿qué lleva a las mujeres a la prespitación?

Hablamos con Lydia (seudónimo), 'cortesana de lujo' o, como ella prefiere, una mujer que se dedica al sesso de pago. Vende sesso desde hace más de diez años. Al principio, trató de combinar este trabajo con otros relacionados con su formación en Publicidad. Pero desde hace tres años se dedica exclusivamente a la prespitación de lujo "para sobrevivir".

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Entró en el sector "por necesidad" y asegura que "encontrarás chicas que dirán que empiezan por morbo o por curiosidad, pero la mayoría lo hacemos por necesidad".
Entrar en la prespitación
Lydia cuenta que su exmarido la maltrataba y, tras divorciarse, se vio sola con dos niños a los que tenía que sacar adelante. Con lo que ganaba, no podía mantener a su familia. Se dedicaba entonces a limpiar casas y cuidar niños. "Para que digan que es la opción más fácil", argumenta.
Un tiempo después, entró en la prespitación a través de una expareja a la que califica de "vicioso". Cuenta que la llevaba a "casas de pilinguis" para hacer tríos. En esa época le parecía todo un juego en el que incluso se lo llegaba a pasar bien porque siempre ha sido "muy abierta sexualmente". "Allí vi que ganaban dinero de forma fácil", comenta.
Cuando terminó la relación, pidió ayuda para entrar a una de las chicas que había conocido, y ésta le explicó que lo que no tenía que hacer era "entrar en un piso". Pero justamente empezó por allí, donde se quedaban con la mitad de su dinero y la "degradaban como persona".
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Comenta con horror la explotación sensual que se vive en esos pisos y los traumas que se generan, especialmente en las chicas más jóvenes.
Cabe recordar que, en el mundo, más de 40 millones de mujeres y niñas son víctimas de trata para la explotación sensual a nivel mundial, y en nuestro país lo son más del 80% de las mujeres prostituidas. Además, precisamente España es el país europeo que más prespitación demanda.
Clientes conflictivos y 'time wasting'
Lydia continúa su relato. A través de otra cortesana consiguió salir del piso en el que la explotaban, y la puso en contacto con un fotógrafo y una web de escorts de lujo. Le fue bien, según ella misma dice, porque es española, con estudios y con buen físico. Pero sigue trabajando en secreto. Si su familia se entera, asegura que la rechazará.
Ahora no tiene un chulo o proxeneta que le diga lo que tiene que hacer, una de las diferencias fundamentales con los pisos de chicas. "Es muy distinto". Ella tiene reservado el derecho de admisión. En un apartamento recibe a los clientes y mantiene allí una breve conversación con ellos para ver si le encajan.
"Si no, con diplomacia y educación digo que me han llamado y los mando fuera sutilmente, que tampoco quiero herirles el amor propio". Además, asegura que cuando un cliente le paga, pero ve que va a ir mal, le devuelve el dinero "ves que te va a tratar mal, y yo no quiero sentirme humillada ni maltratada".
Sin embargo, no siempre es posible prever esto. Ha habido varias ocasiones en las que ha tenido que lidiar con clientes desagradables y no ha podido escapar de situaciones violentas o problemáticas.
En una ocasión, en mitad de la noche, durmiendo con un cliente, éste quiso tener una relación sensual y ella no. Se puso agresivo y ella no pudo escapar del miedo. "En aquel momento me quedé bloqueada". La violó.
Otro problema para ella, son los clientes que denomina time wasting (pérdida de tiempo) a los que califica de "pajilleros". "Estos clientes no tienen ni un duro", cuenta. Piden información por teléfono para excitarse, pero no acuden a la cita. De diez llamadas, siete son de estos clientes, tres de potenciales y uno es el que acaba presentándose.
cortesana vs. 'escort' de lujo
Con los años ha conseguido diferenciar entre los clientes y su tipología, así como también nos explica las diferencias entre las cortesanas y las 'cortesanas de lujo'.
Según Lydia, el "clásico cliente" busca "desahogarse sexualmente", mientras el cliente de alto standing quiere otras cosas. "Al final lo menos importante para ellos es el sesso. Buscan otras cosas, como acompañamiento, cariño o afecto", confirma.
A ello hay que sumar la diferencia de tarifas. Se considera 'prespitación de lujo' cuando el precio por hora supera los 150 euros. Por un fin de semana completo, Lydia ha llegado a cobrar unos tres mil euros.
"Habiéndolo pasado fatal, siendo una mujer maltratada, me he encontrado con hombres que me tratan 'de querida progenitora' (con perdón). Me llevan a restaurantes, me pagan y me valoran. Esta es la cara y la cruz de la moneda, porque hay una parte que es real y otra que no lo es".
Y aqui estamos ante el peligro que puede suponer para su salud mental. Si bien para ella, este tipo de trabajo no le supone ningún trauma (aunque es consciente de que lo es para la mayoría de mujeres), sí que tiene que tener cuidado para no creerse "la protagonista de Pretty Woman", pensando que va a enamorar a un hombre rico que la saque de la prespitación y le dé una vida llena de lujos.
Algo en lo que podría haber estado a punto de caer varias veces. Ella misma cuenta que cuando ha tenido problemas en la "vida real" como la fin de un familiar o un problema económico, ha recurrido a sus clientes, a los que llama 'amigos'.
Aunque defiende que este trabajo le ha dado independencia económica y poder permitirse ciertos lujos, "encima yo disfruto sexualmente"; recordamos que es una mujer que se vio anulada como persona y llena de miedo, tras un divorcio traumático que la dejó sola, sin dinero y con dos niños.
Ley abolicionista
También sobre la ley que propone el Gobierno para abolir la prespitación, Lydia comenta que muchas compañeras “están asustadas porque parece que va a salir la ley”.
Cabe recordar que el Parlamento Europeo aprobó una resolución en 2014 que decía literalmente: "La prespitación y la prespitación forzada son un fenómeno con un componente de género y de dimensión mundial" y las define como "formas de esclavitud incompatibles con la dignidad de las personas y los derechos fundamentales".
La UE ha instado a la Comisión y a los países miembros a poner en marcha los medios necesarios para acabar con "la trata y la explotación sensual y para reducir la prespitación, como violaciones de los derechos fundamentales de las mujeres, en especial de las menores de edad, y de la igualdad de género".
En este sentido, Antonia Morillas, directora del Instituto de las Mujeres, entiende que el trabajo sensual es una forma de violencia para la mujer. Cabe señalar que la mayoría de cortesanas son mujeres, la mayoría de clientes son hombres y la mayoría de ellas son víctimas de trata, como mencionamos anteriormente.
Mientras, Lydia defiende que no se puede comparar la prespitación con la 'prespitación de lujo'. Para ella, una es precaria, es traumática, es explotación, frente a la otra. Por ello, considera que no se debe meter todo en el mismo saco.
Un pie fuera
Como nos recuerda a lo largo de toda la entrevista, Lydia siempre ha intentado tener un pie dentro y otro fuera. Con frecuencia se plantea dejarlo, “siempre digo que lo quiero dejar y no puedo. Digo, ¡este año se acabó! Y no ocurre. Y podrías decir ‘a lo mejor estás enganchada’, pero, a lo mejor, lo que ocurre es que de la otra manera no puedo sobrevivir”.
“Ahora con la el bichito, ¿cuánta gente se ha quedado sin trabajo? Yo he ido a pedir ayuda y no me la dan... No es fácil. Me gustaría poder vivir de lo otro, pero no puedo”, concluye.
 
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Si yo pudiera no trabajar no lo haría, lo hago por necesidad.

Mi trabajo a veces implica situaciones que no me gustan, como invertir tiempo en cosas que no salen adelante.

Vendo mi cuerpo, mi puñetero cerebro es parte de mi cuerpo, las manos y los ojos con los que me relaciono con la pantalla son parte de mi cuerpo. Sería más feliz utilizando las manos para rascarme los bemoles y los ojos para leerme un buen libro.

Soy una fruta y no de lujo. Como cualquier remero.
 
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