La aritmética electoral tiene sus misterios. En la concurrencia ante las urnas, las sumas restan, mientras que las divisiones multiplican. El desenlace andaluz, donde la irrupción de una fuerza a la derecha del PP ha activado y movilizado a unos votantes decisivos para derrotar a la izquierda, es un buen ejemplo de ello. También es cierto que el sistema electoral español penaliza la fragmentación, ya que impide traducir en escaños buena parte de los votos que obtienen las formaciones que cosechan menos del 15% de los sufragios (como es el caso de Vox). A partir de ahí, ¿qué ocurriría si las pautas de los comicios andaluces se trasladaran a unas elecciones generales?
La extrapolación del resultado andaluz a las generales daría mayoría absoluta a la derecha y más de 25 escaños a Vox
La respuesta a esa pregunta (ver gráficos adjuntos) exige atender a dos parámetros: el primero es el grado de movilización de los respectivos espacios electorales (el comprendido entre el centro y la derecha extrema y el que abarca desde el centroizquierda hasta la izquierda radical), y el segundo es la correlación del voto que han dibujado los comicios andaluces entre las distintas ofertas en juego. En este sentido, el PP ha retenido algo más del 40% del sufragio del centro a la derecha, Ciudadanos se ha quedado con casi el 37%, y Vox, con el 22% restante. Y en la izquierda, más del 60% del voto recaló en el PSOE y algo menos del 40% en Podemos.
Si esa correlación se extendiera al resto de España, su rendimiento electoral quedaría sometido al grado de movilización de los distintos electorados. Y a la luz de los comicios andaluces, el nivel de activación del votante de centro o derecha es hoy muy elevado. La diversidad de ofertas que encarna el tridente formado por PP, Cs y Vox cubre todos los matices, en un contexto de excitación mediática y partidista de ese espacio, a cuenta del conflicto catalán. Los votos andaluces que reunieron PP, Cs y Vox (1.800.000) equivaldrían en el conjunto de España a más de once millones de sufragios. En cambio, el más de millón y medio de papeletas que sumaron PSOE y Podemos en Andalucía sitúa las expectativas del conjunto de la izquierda española por debajo de los nueve millones de votos; un escenario similar al de los comicios del 2011, cuando socialistas e IU captaron poco más del 35% de los sufragios (frente al 50% que reunieron el PP y otras formaciones menores del centro y la derecha).
La irrupción de Vox (Clara Penín)
Si se reprodujera ese escenario de movilización, aunque con la correlación interna definida por las elecciones andaluzas, se produciría un escenario paradójico: el PSOE sería el primer partido, pero PP, Cs y Vox reunirían una holgada mayoría absoluta que, eso sí, situaría a la extrema derecha como socio imprescindible, con casi 30 escaños.
Ahora bien, no está escrito que el comportamiento del electorado sea siempre el mismo. Por ejemplo, podría ser que las elecciones andaluzas hubiesen escenificado una movilización casi total del electorado del centro a la derecha, de modo que unas futuras legislativas añadieran a ese cómputo poco más de 200.000 votantes. Y en ese supuesto, PP, Cs y Vox reunirían menos de 11 millones de papeletas en el conjunto de España: un resultado como el del 2015, cuando el centro y la derecha sumaron un 44% de los votos.
A partir de ahí, todo dependería de la movilización final del electorado de izquierda. Su potencial es también muy alto (de más de 12 millones de papeletas en el conjunto de España). Sin embargo, su marca más reciente son los once millones y medio del 2015. En ese supuesto, la izquierda podría aspirar incluso a un horizonte de mayoría en la Cámara. Claro que , a la vista de lo ocurrido en Andalucía, la estimación más optimista y también más prudente para la izquierda sería una movilización similar a la de las legislativas del 2016, cuando reunió menos del 44% de los votos, frente a más del 46% que sumaron PP y Cs. Ese desenlace dibujaría un empate en escaños entre derecha e izquierda, que mantendría a los nacionalistas como árbitros de la gobernabilidad. Y en ese resultado sí influiría la fragmentación del voto de centroderecha. Es decir, la mano que mueve el tridente podría haber urdido una jugada maestra para derrotar a la izquierda, pero también podría limitar el rendimiento electoral de los votantes conservadores.
Los votos del tridente
La extrapolación del resultado andaluz a las generales daría mayoría absoluta a la derecha y más de 25 escaños a Vox
La respuesta a esa pregunta (ver gráficos adjuntos) exige atender a dos parámetros: el primero es el grado de movilización de los respectivos espacios electorales (el comprendido entre el centro y la derecha extrema y el que abarca desde el centroizquierda hasta la izquierda radical), y el segundo es la correlación del voto que han dibujado los comicios andaluces entre las distintas ofertas en juego. En este sentido, el PP ha retenido algo más del 40% del sufragio del centro a la derecha, Ciudadanos se ha quedado con casi el 37%, y Vox, con el 22% restante. Y en la izquierda, más del 60% del voto recaló en el PSOE y algo menos del 40% en Podemos.
Si esa correlación se extendiera al resto de España, su rendimiento electoral quedaría sometido al grado de movilización de los distintos electorados. Y a la luz de los comicios andaluces, el nivel de activación del votante de centro o derecha es hoy muy elevado. La diversidad de ofertas que encarna el tridente formado por PP, Cs y Vox cubre todos los matices, en un contexto de excitación mediática y partidista de ese espacio, a cuenta del conflicto catalán. Los votos andaluces que reunieron PP, Cs y Vox (1.800.000) equivaldrían en el conjunto de España a más de once millones de sufragios. En cambio, el más de millón y medio de papeletas que sumaron PSOE y Podemos en Andalucía sitúa las expectativas del conjunto de la izquierda española por debajo de los nueve millones de votos; un escenario similar al de los comicios del 2011, cuando socialistas e IU captaron poco más del 35% de los sufragios (frente al 50% que reunieron el PP y otras formaciones menores del centro y la derecha).
La irrupción de Vox (Clara Penín)
Si se reprodujera ese escenario de movilización, aunque con la correlación interna definida por las elecciones andaluzas, se produciría un escenario paradójico: el PSOE sería el primer partido, pero PP, Cs y Vox reunirían una holgada mayoría absoluta que, eso sí, situaría a la extrema derecha como socio imprescindible, con casi 30 escaños.
Ahora bien, no está escrito que el comportamiento del electorado sea siempre el mismo. Por ejemplo, podría ser que las elecciones andaluzas hubiesen escenificado una movilización casi total del electorado del centro a la derecha, de modo que unas futuras legislativas añadieran a ese cómputo poco más de 200.000 votantes. Y en ese supuesto, PP, Cs y Vox reunirían menos de 11 millones de papeletas en el conjunto de España: un resultado como el del 2015, cuando el centro y la derecha sumaron un 44% de los votos.
A partir de ahí, todo dependería de la movilización final del electorado de izquierda. Su potencial es también muy alto (de más de 12 millones de papeletas en el conjunto de España). Sin embargo, su marca más reciente son los once millones y medio del 2015. En ese supuesto, la izquierda podría aspirar incluso a un horizonte de mayoría en la Cámara. Claro que , a la vista de lo ocurrido en Andalucía, la estimación más optimista y también más prudente para la izquierda sería una movilización similar a la de las legislativas del 2016, cuando reunió menos del 44% de los votos, frente a más del 46% que sumaron PP y Cs. Ese desenlace dibujaría un empate en escaños entre derecha e izquierda, que mantendría a los nacionalistas como árbitros de la gobernabilidad. Y en ese resultado sí influiría la fragmentación del voto de centroderecha. Es decir, la mano que mueve el tridente podría haber urdido una jugada maestra para derrotar a la izquierda, pero también podría limitar el rendimiento electoral de los votantes conservadores.
Los votos del tridente