Sucesos: La última media hora de angustia en la "ratonera mortal" del garaje de la torre

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Seis de las siete víctimas mortales del garaje de La Torre quedaron atrapados antes de que entrara la tromba de agua al no tener acceso a las fincas desde el subsuelo​

El garaje de la muerte de La Torre carecía de salidas peatonales comunicadas con la escalera de la finca


El garaje de la fin de La Torre carecía de salidas peatonales comunicadas con la escalera de la finca​

Ignacio Cabanes
Ignacio Cabanes
València 07 NOV 2024 6:00 Actualizada 07 NOV 2024 12:46
«Papá, esto está muy estropeado», le confesó Rubén Lima a su padre, policía al igual que él, al ser consciente de que no iba a poder salir del garaje hasta que no cesara la corriente de agua que había en el exterior. Se encontraba junto a otras cinco personas, tres vecinos de su finca y una pareja que aparcaba en este garaje de la fin de La Torre. «Si hubiera habido una salida peatonal a la finca mi hijo estaría vivo y sus vecinos también se habrían salvado», lamenta con dolor Julio tras enterrar las cenizas de su único hijo, de 33 años, en el cementerio municipal de València.
A los graves errores de comunicación y difusión tardía de los avisos alertando del peligro de la DANA el fatídico martes 29 de octubre, se sumó en el caso concreto del garaje situado entre las calles Mariano Brull y Giménez y Costa de la pedanía valenciana de La Torre –donde perdieron la vida siete personas– un aspecto arquitectónico del aparcamiento comunitario que convirtió el mismo en una auténtica «ratonera mortal sin salidas», en palabras del padre de una de las víctimas mortales.
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A las 20.11 horas la primera alerta de Protección Civil informando a los ciudadanos de que evitaran cualquier tipo de desplazamiento en la provincia de Valencia «como medida preventiva por las fuertes lluvias» (sin explicar los motivos ni advertir del desbordamiento del barranco) propició precisamente un efecto contrario al pretendido, ya que muchos vecinos con vehículos en garajes subterráneos bajaron a los sótanos para poner en lugares más elevados sus coches.

Rubén, agente de la Policía Local de València, Gaby y Alexandra, y su hija de 28 años, no fueron una excepción. Cuando Alexandra comenzó a tocar los timbres de sus vecinos para avisarles de las lluvias, ya que habían tenido problemas de filtraciones por las que ya habían denunciado al constructor, los cuatro bajaron al garaje de su finca para simplemente subir los coches al primer sótano. Otra vecina sí sacó su coche del garaje, y aunque el resultado para el vehículo sería el mismo, siniestro total, ella pudo refugiarse en su casa antes de que llegara la ola gigante que acabaría inundando por completo el aparcamiento con seis personas en el interior y una séptima, María Benet, de 61 años, arrastrada por la corriente y absorbida como si de un sumidero se tratara.

«Si la puerta del garaje hubiera aguantado, mi hijo estaría hoy aquí ayudando a limpiar»​

Hubo otros vecinos que bajaron a este mismo garaje instantes antes del mensaje de alerta que llegó a los teléfonos móviles y que optaron por dejar allí sus coches al ver que empezaba a entrar agua. Es el caso de Adrián y su hermana. «Vámonos que lo tengo a todo riesgo», le dijo a su hermana. Su vecino Gaby se quedó tratando de poner a salvo el suyo. «Tranquilo, que esto no es para tanto», le dijo a su vecino cuando le llamó minutos después interesándose por ellos porque vio que «su hija estaba muy nerviosa».

Vías de escape obstruidas​

A las 20.21 horas Rubén le manda a su padre el primer mensaje: «Bajo al garaje que esto se está inundando, a ver donde dejo el coche y la moto». Diez minutos después le manda un nuevo mensaje cuando intenta salir por las escaleras: «Aquí hay un metro de agua». Padre e hijo hablan por teléfono cuando Rubén se da cuenta de que no pueden salir a la calle porque las dos salidas peatonales estaban obstruidas por el agua y los ascensores que sí dan a esta finca –con cinco patios– obviamente no tenían servicio al haberse ido la luz. «Estamos atrapados, mándame a los bomberos», fue lo último que le pidió.
A las 20. 44 horas Julio recibe el último mensaje de su hijo, donde le confirma que sigue en el garaje. Cuando su padre vuelve a intentar contactar con él por teléfono ya no contesta. Un tsunami terrestre procedente del barranco del Poyo a su paso por Paiporta rompió la cerradura de la única puerta para vehículos del citado garaje y la tromba de agua inundó el aparcamiento con estas cinco personas el primer sótano esperando con angustia que alguien los rescatara o que la lluvia cesara. La corriente también arrastró al interior a una vecina de 61 años que acababa de salir de casa de su hermano. «Cuando me giré mi hermana ya no estaba», relataba Juan a Levante-EMV el día que los GEAS rescataron el cuerpo de su hermana y de los otros seis fallecidos en esta trampa mortal. «Si la puerta del garaje hubiera aguantado, mi hijo estaría hoy aquí ayudando a limpiar».
Cuando me giré mi hermana ya no estaba, ese garaje fue una ratonera

"Cuando me giré mi hermana ya no estaba, ese garaje fue una ratonera"

Sin normativa específica para evitar inundaciones en garajes​

«No hay ninguna ordenanza (ni local, autonómica o nacional) contra inundaciones que determine las salidas de los garajes», reconoce Salvador Lara, decano del Colegio de Arquitectos de Valencia, sobre este vacío normativo específico. Las ordenanzas municipales y el Código Técnico de la Edificación sí que establece que los garajes deben tener salidas peatonales, y que las mismas deben de estar protegidas y seguras, pero es a criterio del promotor y de los intereses, si es un garaje público, comunitario o privado de una finca, si dichas salidas deben dar a la calle o la propia finca.
Sobre la posibilidad de supervivencia que habrían tenido estas víctimas del garaje de La Torre el decano de los arquitectos valencianos prefiere no pronunciarse. «Las hipótesis son infinitas», argumenta poniendo como ejemplo que en caso de incendio de la finca una salida peatonal a la calle es una vía de escape de emergencia más efectiva.

No obstante, aunque la normativa actual deja abierta la posibilidad de que las salidas estén directamente a la calle o a los patios, siempre y cuando las puertas no requieran de llaves, tiradores fijos o cerraduras en el interior, que pueden ser sustituidas por manivelas sin bloqueo o barras antipánico horizontales, los familiares de las víctimas quieren que esta desgracia sirva para que se revisen las ordenanzas en materia de seguridad en los garajes. «A mi hijo ya no me lo van a devolver pero que tengan en cuenta esto en las nuevas construcciones».
Rescatan los cadáveres de siete personas en un garaje de La Torre


 
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