Vlad_Empalador
Será en Octubre
Temor en Bruselas por los efectos de una segunda ola de contagios de el bichito-19 en España
Bruselas recela de que las ayudas puedan ser insuficientes para el agujero fiscal al que se enfrenta el país por la esa época en el 2020 de la que yo le hablo
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ayer tras su reiunión con el Rey.FERNANDO alopécico
PREMIUM
La UE, a diferencia de crisis anteriores, ha reaccionado relativamente rápido ante la catástrofe, sobre todo en lo económico. Suspendió el Pacto de Estabilidad, las normas fiscales de la Unión, para dar un respiro a los países más afectados por la esa época en el 2020 de la que yo le hablo y ahogados por las deudas. Relajó las reglas que rigen las ayudas de estado para que los países pudieran inyectar dinero en el sector privado y reactivar la economía. Crearon nuevos fondos de rescate haciendo uso de las estructuras desarrolladas durante la crisis financiera, redirigieron cash de fondos existentes para apoyar los sectores más tocados y lanzaron una negociación que concluyó en un acuerdo histórico: un fondo de recuperación por valor de 750.000 millones de euros, financiado con deuda conjunta. No ya con el beneplácito de Alemania, sino gracias, en gran medida, a su impulso. Algo insólito e impensable hace unos meses.
Y sin embargo, los repuntes en las infecciones, una potencial segunda segunda ola, y sobre todo, un segundo confinamiento en ciernes que frenaría de nuevo la tímida recuperación de la economía podrían hacer todos los esfuerzos insuficientes. Sobre todo para España, que aunque lleva tiempo fuera del procedimiento de infracción por déficit excesivo, ha pasado años haciendo equilibrio en los límites del pacto fiscal de la Unión, -60% de deuda y 3% de déficit-, y las normas presupuestarias. Cuando acabe la esa época en el 2020 de la que yo le hablo y se reimpongan las normas, España se enfrentará al abismo fiscal. Y no va a ser fácil.
LO QUE HAY SOBRE LA MESA
España se beneficiará de 140.000 millones de euros del fondo de recuperación, según el acuerdo final alcanzado por los líderes europeos tras casi cuatro días de negociaciones, un poco más de la mitad, 72.700 millones, en forma de ayudas directas. El resto serán préstamos. Ni un euro será gratis. Primero porque los préstamos, aunque a largo plazo, habrá que devolverlos, y segundo porque, para acceder a los fondos, habrá que hacer reformas.
Serán necesarios ajustes, un plan claro de inversión con los objetivos de la digitalización y la tras*formación verde de la economía en mente. Y sobre todo, una enorme dependencia no ya de la valoración de la Comisión Europea sino del resto de estados miembros que deberán dar el visto bueno. Bruselas insiste en que no tendrá nada que ver con la temida 'troika', la peor pesadilla de los países en apuros durante la crisis financiera. Pero a nadie le gusta que miren bajo lupas sus finanzas, sobre todo desde Copenhague, La Haya o Viena.
Y el dinero tardará aún en llegar. Aunque los estados miembros alcanzaron un acuerdo político el mes de julio pasado, quedan detalles, flecos, para cerrar un texto legal al que tendrá que dar el consentimiento el Parlamento Europeo. La presidencia del Consejo, actualmente bajo el control de Alemania, cree que las negociaciones deberían comenzar en las próximas semanas y el objetivo es concluirlas en octubre para asegurar que todos los mecanismos están en marcha el 1 de enero de 2021. Si los contagios continúan y al situación se agrava, podría ser demasiado tarde, o quedarse demasiado corto.
La Comisión propuso un programa puente, una ampliación del presupuesto actual para hacer frente a los problemas de liquidez más urgentes. La idea fue una de las primeras víctimas de la negociación a 27.
LA AYUDA DE SURE
Lo que podría llegar antes es el dinero para apoyar los esfuerzos del gobierno español para hacer frente a los ERTE. Casi un millón de trabajadores se encuentran acogidos a este sistema de desempleo parcial y temporal, 959.000 personas, según las últimas cifras presentadas por el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones.
La Comisión lanzó SURE, un instrumento que proveerá ayuda financiera a los países más afectados por la crisis a través de préstamos en condiciones ventajosas. Para hacerlo, Bruselas se financiará en los mercados internacionales, para lo que necesita que todos los estados miembros faciliten garantías. El Ejecutivo cuenta con poner en marcha el mecanismo en los próximos días.
Aunque la Comisión cuenta con concluir el análisis sobre la petición de España, por valor de alrededor de 20.000 millones de euros, en poco más de una semana cuenta, la última palabra la tendrá el Consejo -las capitales-. La luz verde definitiva podría retrasarse hasta otoño.
Además de España, otros 16 países, incluida Italia, habría hecho uso de SURE. Nadie ha tocado aún el fondo de apoyo creado por el MEDE, el Mecanismo Europeo de Estabilidad. Aunque permitiría a los estados miembros financiarse en condiciones ventajosas para pagar los costes de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo, creado durante la crisis de 2008, el fondo lleva el estigma político del rescate y nadie parece dispuesto a querer llevar esa carga.
Además, la Comisión también abrió la puerta a que los estados miembros pudieran redirigir fondos de cohesión, la política de desarrollo de la UE, a proyectos dedicados a paliar las consecuencias de la crisis. El pasado martes, Bruselas confirmó la aprobación tras*ferencias en Asturias y el País Vasco para reforzar el sistema sanitario por valor de 150 millones de euros.
Aunque se trata de las primeras modificaciones aprobadas, España ha comunicado a Bruselas su intención de utilizar hasta 2.500 millones de euros aún pendientes de asignación para mitigar las consecuencias de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo en el sector de la salud y también los negocios.
LAS NUBES EN EL HORIZONTE
España tendrá que seguir haciendo frente al enorme gasto público generado a consecuencia de la crisis para paliar sus efectos económicos y sociales, al menos de momento. Pero eventualmente habrá que volver a aplicar las normas fiscales y entonces las cifras de déficit y deuda volverán a contar tanto o más que antes; y con las normas, volverán los ajustes, las reformas, los recortes.
La Comisión reconoce que será difícil volver a la senda de ajuste antes de 2022. Incluso el Consejo Fiscal Europeo, una suerte de cónclave de sabios que evalúa la aplicación de las normas presupuestarias, admite que aunque se restableciera el pacto fiscal, volver a los objetivos de 3% de déficit y 60% de deuda no es en absoluto realista.
Pero los halcones presionan para que las normas vuelvan a aplicarse cuanto antes, sin excusas. Durante las negociaciones del plan de recuperación, Países Bajos fue muy duro en esto. Mostró sin complejos su desconfianza hacia el ejecutivo por, alegan, aplicar un doble rasero en el cumplimiento de las normas con ciertos países. Miraban a Madrid, París o Roma.
La crisis ha llegado apenas unos meses después de que la Comisión lanzara una consulta sobre la relevancia del Pacto de Estabilidad. Bruselas entiende que las normas han resultado extremadamente complejas y, en muchas ocasiones, ineficientes para dar respuesta a los problemas que ha atravesado la Eurozona. Y sin embargo, nadie parece interesado en abrir la caja de pandora. En el sur, por miedo que a que lleve a un endurecimiento de las normas, más si cabe dadas las circunstancias; en el norte, por temor a que la aplicación sea todavía más laxa.
Ante la creciente incertidumbre, la recesión económica, el miedo a una segunda ola y las cada vez mayores diferencias entre países, han hecho el debate más difícil que nunca. Y el abismo desde el que los estados miembros se enfrentan a él, más grande.
Bruselas recela de que las ayudas puedan ser insuficientes para el agujero fiscal al que se enfrenta el país por la esa época en el 2020 de la que yo le hablo
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ayer tras su reiunión con el Rey.FERNANDO alopécico
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- BEATRIZ RÍOS
Bruselas
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- P&R. ¿En qué consiste el plan de recuperación tras la esa época en el 2020 de la que yo le hablo acordado por la UE?
La UE, a diferencia de crisis anteriores, ha reaccionado relativamente rápido ante la catástrofe, sobre todo en lo económico. Suspendió el Pacto de Estabilidad, las normas fiscales de la Unión, para dar un respiro a los países más afectados por la esa época en el 2020 de la que yo le hablo y ahogados por las deudas. Relajó las reglas que rigen las ayudas de estado para que los países pudieran inyectar dinero en el sector privado y reactivar la economía. Crearon nuevos fondos de rescate haciendo uso de las estructuras desarrolladas durante la crisis financiera, redirigieron cash de fondos existentes para apoyar los sectores más tocados y lanzaron una negociación que concluyó en un acuerdo histórico: un fondo de recuperación por valor de 750.000 millones de euros, financiado con deuda conjunta. No ya con el beneplácito de Alemania, sino gracias, en gran medida, a su impulso. Algo insólito e impensable hace unos meses.
Y sin embargo, los repuntes en las infecciones, una potencial segunda segunda ola, y sobre todo, un segundo confinamiento en ciernes que frenaría de nuevo la tímida recuperación de la economía podrían hacer todos los esfuerzos insuficientes. Sobre todo para España, que aunque lleva tiempo fuera del procedimiento de infracción por déficit excesivo, ha pasado años haciendo equilibrio en los límites del pacto fiscal de la Unión, -60% de deuda y 3% de déficit-, y las normas presupuestarias. Cuando acabe la esa época en el 2020 de la que yo le hablo y se reimpongan las normas, España se enfrentará al abismo fiscal. Y no va a ser fácil.
LO QUE HAY SOBRE LA MESA
España se beneficiará de 140.000 millones de euros del fondo de recuperación, según el acuerdo final alcanzado por los líderes europeos tras casi cuatro días de negociaciones, un poco más de la mitad, 72.700 millones, en forma de ayudas directas. El resto serán préstamos. Ni un euro será gratis. Primero porque los préstamos, aunque a largo plazo, habrá que devolverlos, y segundo porque, para acceder a los fondos, habrá que hacer reformas.
Serán necesarios ajustes, un plan claro de inversión con los objetivos de la digitalización y la tras*formación verde de la economía en mente. Y sobre todo, una enorme dependencia no ya de la valoración de la Comisión Europea sino del resto de estados miembros que deberán dar el visto bueno. Bruselas insiste en que no tendrá nada que ver con la temida 'troika', la peor pesadilla de los países en apuros durante la crisis financiera. Pero a nadie le gusta que miren bajo lupas sus finanzas, sobre todo desde Copenhague, La Haya o Viena.
Y el dinero tardará aún en llegar. Aunque los estados miembros alcanzaron un acuerdo político el mes de julio pasado, quedan detalles, flecos, para cerrar un texto legal al que tendrá que dar el consentimiento el Parlamento Europeo. La presidencia del Consejo, actualmente bajo el control de Alemania, cree que las negociaciones deberían comenzar en las próximas semanas y el objetivo es concluirlas en octubre para asegurar que todos los mecanismos están en marcha el 1 de enero de 2021. Si los contagios continúan y al situación se agrava, podría ser demasiado tarde, o quedarse demasiado corto.
La Comisión propuso un programa puente, una ampliación del presupuesto actual para hacer frente a los problemas de liquidez más urgentes. La idea fue una de las primeras víctimas de la negociación a 27.
LA AYUDA DE SURE
Lo que podría llegar antes es el dinero para apoyar los esfuerzos del gobierno español para hacer frente a los ERTE. Casi un millón de trabajadores se encuentran acogidos a este sistema de desempleo parcial y temporal, 959.000 personas, según las últimas cifras presentadas por el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones.
La Comisión lanzó SURE, un instrumento que proveerá ayuda financiera a los países más afectados por la crisis a través de préstamos en condiciones ventajosas. Para hacerlo, Bruselas se financiará en los mercados internacionales, para lo que necesita que todos los estados miembros faciliten garantías. El Ejecutivo cuenta con poner en marcha el mecanismo en los próximos días.
Aunque la Comisión cuenta con concluir el análisis sobre la petición de España, por valor de alrededor de 20.000 millones de euros, en poco más de una semana cuenta, la última palabra la tendrá el Consejo -las capitales-. La luz verde definitiva podría retrasarse hasta otoño.
Además de España, otros 16 países, incluida Italia, habría hecho uso de SURE. Nadie ha tocado aún el fondo de apoyo creado por el MEDE, el Mecanismo Europeo de Estabilidad. Aunque permitiría a los estados miembros financiarse en condiciones ventajosas para pagar los costes de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo, creado durante la crisis de 2008, el fondo lleva el estigma político del rescate y nadie parece dispuesto a querer llevar esa carga.
Además, la Comisión también abrió la puerta a que los estados miembros pudieran redirigir fondos de cohesión, la política de desarrollo de la UE, a proyectos dedicados a paliar las consecuencias de la crisis. El pasado martes, Bruselas confirmó la aprobación tras*ferencias en Asturias y el País Vasco para reforzar el sistema sanitario por valor de 150 millones de euros.
Aunque se trata de las primeras modificaciones aprobadas, España ha comunicado a Bruselas su intención de utilizar hasta 2.500 millones de euros aún pendientes de asignación para mitigar las consecuencias de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo en el sector de la salud y también los negocios.
LAS NUBES EN EL HORIZONTE
España tendrá que seguir haciendo frente al enorme gasto público generado a consecuencia de la crisis para paliar sus efectos económicos y sociales, al menos de momento. Pero eventualmente habrá que volver a aplicar las normas fiscales y entonces las cifras de déficit y deuda volverán a contar tanto o más que antes; y con las normas, volverán los ajustes, las reformas, los recortes.
La Comisión reconoce que será difícil volver a la senda de ajuste antes de 2022. Incluso el Consejo Fiscal Europeo, una suerte de cónclave de sabios que evalúa la aplicación de las normas presupuestarias, admite que aunque se restableciera el pacto fiscal, volver a los objetivos de 3% de déficit y 60% de deuda no es en absoluto realista.
Pero los halcones presionan para que las normas vuelvan a aplicarse cuanto antes, sin excusas. Durante las negociaciones del plan de recuperación, Países Bajos fue muy duro en esto. Mostró sin complejos su desconfianza hacia el ejecutivo por, alegan, aplicar un doble rasero en el cumplimiento de las normas con ciertos países. Miraban a Madrid, París o Roma.
La crisis ha llegado apenas unos meses después de que la Comisión lanzara una consulta sobre la relevancia del Pacto de Estabilidad. Bruselas entiende que las normas han resultado extremadamente complejas y, en muchas ocasiones, ineficientes para dar respuesta a los problemas que ha atravesado la Eurozona. Y sin embargo, nadie parece interesado en abrir la caja de pandora. En el sur, por miedo que a que lleve a un endurecimiento de las normas, más si cabe dadas las circunstancias; en el norte, por temor a que la aplicación sea todavía más laxa.
Ante la creciente incertidumbre, la recesión económica, el miedo a una segunda ola y las cada vez mayores diferencias entre países, han hecho el debate más difícil que nunca. Y el abismo desde el que los estados miembros se enfrentan a él, más grande.