La ruralidad y el ecologismo de Estado

Alex Cosma

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La ruralidad y el ecologismo de Estado

Al conservacionismo ecologista lo financia Naturgy y la gran banca. La reasalvajización o rewilding[1] de la ruralidad ibérica es apoyado por el extractivismo.

Se instrumentaliza al oso y al lobo para vaciar la ruralidad. Se impone desde arriba un “medioambientalismo” tiránico y destructor.

Se impide gestionar a la gente directamente sus montes y municipios para explotar el sector primario extensivo y campesino de montaña, y facilitar así, la presente y futura extracción de materias primas. La expansión del extractivismo es fundamental para el mantenimiento y crecimiento del poder del Estado español y su capitalismo.

Tanto la revista Quercus (decana del conservacionismo); como la Fundación Oso Pardo (creada por el Rey Mata Elefantes en 1992); como el Fondo Asturiano para la Protección de los Animales Salvajes (Fapas) y su Proyecto Lobo y Proyecto Oso; reciben cuantiosas sumas de Naturgy o de la gran banca española, o de las dos a la vez. El banco Santander o el BBVA financian a lo grande el extractivismo mientras financia, a la par, el conservacionismo. ¿Lavado de cara? No sólo, también interés en que nuestras montañas y zonas rurales se vayan despoblando. Cuanta menos gente y más concentración y pérdida del poder municipal más fácil será mantener y abrir nuevas explotaciones extractivistas, industriales, de desechos, militares…

Significativa fue la inauguración del libro Espacios Naturales del Ministerio de Defensa, que como no podía ser de otra manera lleva la foto de un lobo en la portada. Eduardo de Juana, presidente de la ONG[2] conservacionista Seo/Birdlife dijo que el vaciamiento de personas que ocasionan los usos militares en amplias zonas rurales es altamente beneficioso para la conservación de las aves y otros aspectos de la biodiversidad. En la presentación de este libro también estaba el naturalista archi-multi-premiado por la gran banca y el Estado, Joaquín Araujo. Este Premio Nacional de Medio Ambiente, habló sobre lo importante y fantástico que ha resultado el vaciamiento humano de estos espacios, y el que por décadas no se haya dejado pasar a la gente común bajo ningún concepto y bajo estrecha vigilancia funcionarial. Se dirigió al ministro de Defensa y al general del JEMAD que allí se encontraban, y mirándoles a los ojos dijo: “estos espacios, no los cedan nunca”[3]. Araujo también acudió a la presentación del libro La Red Natura 2000 en el Ministerio de Defensa, que por supuesto, lleva una foto de un águila imperial en la portada.

Naturgy es una financiadora directa de una potente propaganda a favor de imponer el oso y el lobo a los municipios de la montaña ibérica, sin su voz ni su voto. Todo por decreto estatal, desde arriba, sin contar con los pastores o habitantes de la ruralidad. Puro despotismo ilustrado ecologista. Todo este ataque a la dignidad y soberanía de la ruralidad montaraz ibérica apoyado por Ecologistas en Acción, Amigos de la Tierra, Greenpeace, WWF...

Líderes ecologistas y conservacionistas, además de receptores del Premio BBVA a la Conservación como Benigno Varillas o Joaquín Araujo afirman, una y otra vez, que “somos demasiados”[4]; así que despejar territorios enteros de humanos para “liberarlos” a la fauna silvestre es un objetivo y una actividad buena, beneficiosa y unánimemente aplaudida por el ecologismo de Estado. Lo mismo piensa el extractivismo más depredador.

Naturgy, que tanto apoya al ecologismo (incluso ha cofinanciado la COP25), es una enorme corporación multinacional española que acaba de cambiar el nombre para renovar su imagen y pasar un poco más desapercibida en sus maquinaciones. Naturgy es la fusión de Gas Natural y Unión Fenosa. Según el Informe del Observatorio de Sostenibilidad de 2018 Naturgy es una de las tres compañías españolas que más emisiones de efecto invernadero generan en el estado español. Aquí tenemos pues la ironía de la gran financiadora del conservacionismo re-asalvajizador.

Naturgy es propietaria de decenas de centrales térmicas, una gran parte de ellas de carbón. También tiene centrales nucleares, de las cuales comercializa y distribuye electricidad. Pero uno de sus negocios más lucrativos es el trading. El trading que realiza Naturgy consiste en especular en los mercados financieros para sacar golosos márgenes comprando y vendiendo carbón, gas natural, electricidad, petróleo y sus derivados; sacando además, mucho capital con la compra y venta de emisiones de gases de efecto invernadero.

Las centrales térmicas son las responsables de la contaminación atmosférica con partículas y óxidos de azufre extremadamente cancerígenos. Son responsables de la expulsión al medio de toneladas y toneladas de hollines ácidos; pero sobre todo son las responsables de la lluvia ácida que debilita bosques, mata fauna y contamina aguas y suelos. Además el funcionamiento de muchas de estas centrales afecta gravemente a los ecosistemas fluviales en la refrigeración que realizan con las aguas de los ríos adyacentes.

El carbón que utilizan estas centrales proviene en un 65% de la minería subterránea. Como es sabido, esto provoca graves impactos medioambientales al pinchar acuíferos y cambiar los niveles freáticos, afectando a los cauces subterráneos y secando pozos, fuentes y flora superficial. Esta actividad minera es puntera en contaminación de aguas con ácidos y metales pesados.

El 35% del carbón restante que usan estas centrales térmicas proviene de minas a cielo abierto. Las minas a cielo abierto generan un impacto medioambiental tan impresionante que llegan a cambiar el microclima del área donde se encuentran. Generan enormes nubes de polvo que movidas por el viento contaminan las áreas circundantes. Por no hablar de las comunidades desplazadas ante la apertura y crecimiento de estas minas.

Naturgy, que financia generosamente al conservacionismo nacional, desea ver nuestras montañas llenas de osos y lobos. A nadie se le escapará lo excelente que resulta esto para NO tener comunidades fuertes viviendo en los territorios, donde en un futuro próximo, pueden implementarse políticas extractivistas[5]. Las reinvindicaciones de democracia y autonomía municipal; o de gestión activa del monte comunal por parte de los vecinos rurales es negada e ignorada por el ecologismo institucional. Argumentan que los humanos somos malos y que no se nos puede dejar gestionar el territorio por nosotros mismo. Lo ha de hacer el Estado... ¡¡¡¡que tiene una historia impoluta de cuidado de la naturaleza!!!!….Sólo recordar las Juntas de Extinción de fieras del ICONA del Ministerio de Agricultura, produce estupor la posición estatolátrica del ecologismo.

Naturgy también es copropietaria de las centrales nucleares de Almaraz I y II y Trillo (también gestionaba la central nuclear de Zorita pero cerró en 2006); y gestiona residuos radioactivos de otras cuantas centrales más.
Almaraz y Trillo usan uranio-235 y óxido de uranio enriquecido. Estos combustibles, letales para la vida, generan residuos que tendrán actividad significativa durante ¡centenares de miles de años!

La actividad del cesio 137 que dispersó por Europa el reactor de Chernóbil, ¡sólo después de 300 años se habrá reducido a una milésima parte!
De enterrar todos estos “sanos regalitos” por nuestro mundo rural vaciado (ahora se va entendiendo el por qué de mantenerlo vacío) se encarga la empresa estatal nacional de residuos radiactivos, ENRESA.

España importa el uranio a través de la empresa estatal ENUSA, creada por el régimen franquista. ENUSA se encarga, en su planta de Salamanca, de recibir el uranio, fabricarlo y abastecer de combustible a las centrales españolas; pero también mantiene un lucrativo negocio estatal de exportación de uranio procesado.
Considero necesario decir que todo este entramado fue ideado por el fascismo militar del Estado español y tuvo como padre intelectual al franquista y ultracatólico, José María Otero de Navascúes, IX Marqués de Hermosilla (1907-1983), contralmirante de la Armada del Ejército.

Este físico militar fue seguidor acérrimo del darwinista social Ramiro de Maeztu (1874-1936) (I Conde de Maeztu), pero que fue el ideólogo del imperialismo español más furibundo que escribiría en ABC el 26 de octubre de 1934: “El Ejército nos salva siempre”.

El esfuerzo del Marqués de Hermosilla por dotar al Estado español del poder nuclear encaja perfectamente en el programa neo-colonial que Ramiro de Maeztu desarrolla en su obra Defensa de la Hispanidad. Tanto el Marqués como el Conde desean recuperar el Imperio herido de fin tras el llamado “desastre del 98” con la pérdida de Cuba y Filipinas.

A lo largo del escrito iremos viendo cómo el Ejército español tiene grandes relaciones con el conservacionismo y ciertas tendencias del ecologismo, que serán las que predominen. Y como estas nuevas ideologías se adaptarán y cumplirán su función para robustecer y alimentar los intereses del Poder.
Que el ejército es nuestro “salvador”, no lo han visto así nunca en un pequeño rincón de la península al que el Ministerio del Interior español ha llamado la Zona Especial Norte.

Ya la Diputación de Navarra escribía al Gobierno de Madrid en enero de 1845: “La da repelúsncia de los navarros al servicio de armas se ha convertido ya en algo invencible”.[6]

Los montañeses (cántabros y pirenaicos), por su tradición, por su cultura y por su enorme dignidad; además de por la capacidad de autoabastecimiento y la libertad de pensamiento que les brindan sus montañas y su cosmovisión, siempre les ha soliviantado la idea del Ejército español[7]. De participar en él han estado exentos los vascos hasta la abolición total de los fueros a mediados del siglo XIX. Es el único pueblo del mundo que ha conseguido impedir, con sangre, fuego y movilización popular masiva, la apertura tras la consecución de las obras de una central nuclear, la de Lemóniz. Mientras el pueblo vasco se dejaba la piel en su lucha exitosa por cerrar Lemóniz, el padre del conservacionismo ecologista ibérico Félix Rodríguez de la Fuente decía: “mi postura no puede ser tan drástica como para oponerme formalmente a las instalaciones nucleares generadoras de energía”.[8]

Ramón Tamames, líder del Partido Comunista de España que acudiría a la tercera reunión de la Federación del Movimiento Ecologista, celebrada en Daimiel en julio de 1978, diría: “La energía nuclear es un paso más en la dialéctica del progreso de la Humanidad”[9]. Esta reunión en Daimiel, junto con la de Pamplona en 1974 y la de Oviedo en 1975 darían paso a la constitución de lo que venimos llamando el movimiento ecologista en España. El apoyo a la energía nuclear nunca decaerá en Tamames que terminará recibiendo el Premio Castilla y León a la Protección del Medioambiente en 1997 y el Premio Nacional de Medio Ambiente en 2003 (igual que el misántropo y malthusiano Joaquín Araujo).

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