N.R
Cuñado nija
Salvo honrosas excepciones, ningún país se preocupó por lo que sus ciudades y pueblos guardaba, desde un punto de vista histórico-artístico, hasta el siglo XIX. Eran años de exotismo, de evasión y de mirar al pasado en un mundo que se precipitaba al futuro. Eran momentos de tensión entre un mundo que se acababa y otro que se afianzaba. El romanticismo, fruto de estos años, atrajo por fin la atención de los europeos por su pasado más oscuro y sugerente, el medieval, románico y sobre todo, gótico.
Para muestra, un ejemplo. En Bruselas, las murallas, que habían surgido en el siglo XIII y habían sido efectivas hasta los albores del siglo XVII, desaparecieron. Los reyes y emperadores deshicieron el enorme entramado medieval, tremendamente deteriorado, de la capital flamenca, sustituyéndolo durante el siglo XIX por largos boulevares ajardinados. Toda la muralla desapareció... casi toda. Resistió una puerta, la de Hal, pero solo porque el espantoso (y auténtico) mamotreto que a lo largo de los siglos había servido de puerta, prisión, biblioteca y almacén pasó de ser así:
A esto:
Viollet Le-Duc, teórico francés, arquitecto y restaurador fue uno de los impulsores de dichas iniciativas.
Estudioso de la Edad Media, admirador de las soluciones constructivas de los maestros del gótico, supervisor de todos los edificios medievales franceses, Le-Duc tuvo por obvio lo que a nosotros nos cuesta decidir: Los edificios serán como debían ser. Si sabemos como fueron, los reconstruiremos. Si no lo sabemos, lo soñaremos. Frente a las teorías de otro teórico como Ruskin, quien defendió el valor de la ruina, Le-Duc pervirtió, sangró, y dejó una Francia mucho más esplendida que la que encontró.
Esto era la catedral de Notre-Dame de Paris antes de que la tocara Eugène. Las capillas estaban destruídas, las ventanas no tenían gabletes y la espectacular galería escultórica de la de derechasda principal brillaba por su ausencia.
Lo que dejó después, ya lo conocemos.
La Santa Capilla de París había perdido en el siglo XVII su flecha central
Renació
La abadía de San Denis, panteón de los reyes de Francia:
Había quedado devastada tras la Revolución. Aun hoy aparece así:
Pero la restauración que observáis en la anterior imagen no era era el proyecto de Le-Duc, este era su proyecto:
Viollet trabajó principalmente en el norte de Francia, uno de sus trabajos destacados es el Castillo de Pierrefond.
Qué paso de esto:
A esto:
Una de las estampas más llamativas del mediodía francés es la amurallada ciudad de Carcasona; una vasta extensión de murallas, puertas, fosos, puentes levadizos, torreones coronados de teja del sur francés.
Para muestra, un ejemplo. En Bruselas, las murallas, que habían surgido en el siglo XIII y habían sido efectivas hasta los albores del siglo XVII, desaparecieron. Los reyes y emperadores deshicieron el enorme entramado medieval, tremendamente deteriorado, de la capital flamenca, sustituyéndolo durante el siglo XIX por largos boulevares ajardinados. Toda la muralla desapareció... casi toda. Resistió una puerta, la de Hal, pero solo porque el espantoso (y auténtico) mamotreto que a lo largo de los siglos había servido de puerta, prisión, biblioteca y almacén pasó de ser así:
A esto:
Viollet Le-Duc, teórico francés, arquitecto y restaurador fue uno de los impulsores de dichas iniciativas.
Estudioso de la Edad Media, admirador de las soluciones constructivas de los maestros del gótico, supervisor de todos los edificios medievales franceses, Le-Duc tuvo por obvio lo que a nosotros nos cuesta decidir: Los edificios serán como debían ser. Si sabemos como fueron, los reconstruiremos. Si no lo sabemos, lo soñaremos. Frente a las teorías de otro teórico como Ruskin, quien defendió el valor de la ruina, Le-Duc pervirtió, sangró, y dejó una Francia mucho más esplendida que la que encontró.
Esto era la catedral de Notre-Dame de Paris antes de que la tocara Eugène. Las capillas estaban destruídas, las ventanas no tenían gabletes y la espectacular galería escultórica de la de derechasda principal brillaba por su ausencia.
Lo que dejó después, ya lo conocemos.
La Santa Capilla de París había perdido en el siglo XVII su flecha central
Renació
La abadía de San Denis, panteón de los reyes de Francia:
Había quedado devastada tras la Revolución. Aun hoy aparece así:
Pero la restauración que observáis en la anterior imagen no era era el proyecto de Le-Duc, este era su proyecto:
Viollet trabajó principalmente en el norte de Francia, uno de sus trabajos destacados es el Castillo de Pierrefond.
Qué paso de esto:
A esto:
Una de las estampas más llamativas del mediodía francés es la amurallada ciudad de Carcasona; una vasta extensión de murallas, puertas, fosos, puentes levadizos, torreones coronados de teja del sur francés.