ramon varela
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LA RESISTENCIAExclusiva. El beato José Polo, asesinado a culatazos en Toledo un 23 de agosto de 1936, murió perdonando a sus asesinos
Durante los dos meses que duró el asedio del Alcázar, los milicianos socialistas y comunistas asesinaron a 103 sacerdotes y religiosos, solo en la ciudad de Toledo.
Javier Paredes 23/08/20 07:00
El rostro del beato José Polo es toda una expresión de dolor por los golpes recibidos, momentos antes de morir y entregar su alma a Dios
“Las cosas son lo que son”. Mis alumnos de la Universidad de Alcalá han sido testigos de que esta enseñanza es la más importante de todas las que les he tras*mitido durante casi cuatro décadas, ya que el desarrollo de los distintos capítulos de los programas de mis asignaturas solo son la explicación de esa gran lección de la Historia, que nos invita a vivir respetando el principio de que “las cosas son lo que son”… no lo que cada uno cree que son.
En coherencia con esta actitud, ante las patrañas de los unos y la cobardía de los otros para ocultar la realidad de la persecución religiosa en España durante la Segunda República y la Guerra Civil, este domingo he querido publicar por primera vez las fotos del cadáver del beato José Polo Benito, que fue martirizado tal día como hoy, un 23 de agosto del año 1936.
¿Qué de dónde he sacado las fotos…? Comprendo la pregunta y me gustaría contarlo, pero el director de Hispanidad nos tiene dicho a los colaboradores: “antes la fin que la fuente”, y uno es disciplinado…
No, no y no… Ni la Segunda República fue un modelo de convivencia política, como defienden socialistas y comunistas, ni los asesinos de nuestros mártires fueron “la década de los años treinta” como parece que quieren indicar nuestros obispos, cuando se refieren a los que dieron su vida por la fe como "martires de la década de los treinta", para ocultar que fueron los socialistas, los comunistas y los anarquistas los que les asesinaron durante la Segunda Repúiblica y la Guerra Civil.
El comienzo de la Guerra Civil, el 18 de julio de 1936, le sorprendió en Madrid al comandante militar de Toledo, el coronel José Moscardó Ituarte, que regresó a su puesto y consiguió la adhesión de los militares al Alzamiento Nacional.
La respuesta de las fuerzas del Gobierno les obligó a hacerse fuertes en el Alcázar de Toledo y el día 22 de julio, a las cinco de la tarde, la Ciudad Imperial fue controlada por los milicianos. Durante los dos meses que duró el asedio, hasta que llegó el general Varela, al mando del ejército de África, los gente de izquierdas asesinaron a 103 sacerdotes y religiosos, solo en la ciudad. Uno de ellos fue el beato José Polo Benito, deán de la catedral de Toledo desde el 25 de enero de 1923.
Destacó también en el ejercicio del periodismo. Cuando era todavía un estudiante, el obispo de Salamanca le encargó la dirección de La Semana Católica. Años después, se trasladó a Plasencia, donde fue el director de la revista Las Hurdes y fundó y dirigió el periódico placentino Regional. Colaboró con sus artículos en numerosos periódicos, entre los que cabe mencionar, entre los españoles, el ABC y, entre los extranjeros, La Razón de Buenos Aires.
Todos estos trabajos intelectuales ni se opusieron ni mermaron su celo sacerdotal. Fue capellán de monjas, canónigo y deán de la catedral de Plasencia, en cuya diócesis desempeñó cargos importantes hasta el año de 1923, en que fue nombrado deán de la catedral de Toledo.
Los testigos en su proceso de beatificación dicen de él que era un sacerdote piadoso, brillante predicador, que celebraba la Santa Misa con mucho recogimiento y que tenía una gran devoción a la Virgen. El beato José Polo Benito fue el fundador de la Cofradía Esclavitud de Nuestra Señora del Sagrario, patrona de Toledo.
Pues bien, fue este albañil el que le traicionó. El 23 de julio de 1936 se presentó en su casa al frente de un grupo de milicianos, que practicaron un registro, le detuvieron y le llevaron a las dependencias de la Diputación Provincial, para trasladarle dos días después a la prisión de Gilitos.
Y sucedió que justo un mes después de su detención, el 23 de agosto de 1936 apareció en el cielo de Toledo un trimotor del ejército republicano, escoltado por un caza, que arrojó sobre el Alcázar bombas y bidones de gasolina, con el fin de provocar un incendio. Pero la mala puntería de los aviadores provocó la fin de varias personas que estaban fuera del Alcázar, pues la mayoría de las bombas cayeron fuera del recinto de los sitiados, alcanzando algunos puntos tan concurridos como la plaza de Zocodover.
Para vengar el desastre causado por su propia aviación, quienes controlaban la ciudad de Toledo lanzaron a los milicianos contra los presos de Gilitos. Como he dicho, allí estaba el beato José Polo Benito, al que le acompañaban entre otros presos los dos hijos de Moscardó, Carmelo, el más pequeño, y Luis, quien mantuvo con su padre la famosa conversación de teléfono el 23 de julio de 1936:
—Son Vds. responsables de las matanzas y crímenes que están ocurriendo. Le exijo que rinda el Alcázar en un plazo de 10 minutos y, de no hacerlo así, fusilaré a su hijo Luis, que lo tengo aquí en mi poder. —le dijo a Moscardó Cándido Cabello, candidato del PSOE por Toledo en las elecciones general de 1920, presidente de Izquierda Republicana en 1936 y jefe las de milicias de Toledo.
—¡Lo creo! —Respondió Moscardó.
—Para que vea que es verdad, ahora se pone su hijo al aparato.
—¡Papá!
—¿Qué hay, hijo?
— Nada, que dicen que me van a acabar si no rindes el Alcázar.
— Pues encomienda tu alma a Dios, da un grito de ¡Viva a España! y muere como un patriota.
—¡Un beso muy fuerte, papá!
—¡Un beso muy fuerte, hijo mío!.— Y dirigiéndose al jefe de milicias, concluyó— Puede ahorrarse el plazo que me ha dado, puesto que el Alcázar no se rendirá jamás.
Ni se rindió el Alcázar, ni fusilaron a Luis Moscardó diez minutos después de la conversación telefónica. Justo un mes después, el 23 de agosto, cuando los milicianos asaltaron la guandoca y ataron a los presos de dos en dos para llevarlos a las afueras de Toledo para asesinarlos, los dos hijos de Moscardó fueron atados juntos.
En total había ochenta hombres en aquella cuerda de presos, a los que les dijeron que les trasladaban al penal de Ocaña. Cuando les sacaron ya era de noche y los relámpagos de una tormenta de verano dejaban ver la caravana de los que iban a ser asesinados.
Pronto comprendieron cuál era su verdadero destino y comenzaron a rezar en voz alta el Rosario. Cuando llegaron a la puerta del Cambrón la comitiva se dividió en dos. Y entonces el beato José Polo se dirigió a los asesinos en estos términos:
—Dios es testigo del crimen colectivo que van a consumar. Dios les pedirá cuenta. Él, en nombre de todos, les perdona.
A continuación, unas ráfagas de ametralladora acabaron con la vida de aquellos ochenta hombres, la mitad fueron asesinados en la Puerta de Cambrón y lo otra en la Fuente Salobre. Los asesinos abandonaron los cadáveres y fueron a celebrarlo con vino en una cantina, donde a uno se lo oyó decir:
“¡Vaya con el canónigo! ¡No le paró el miedo la lengua!”.
Y en efecto eso se pudo comprobar cuando fue exhumado el 1 de febrero de 2007, con motivo de su beatificación. En la exhumación estuvo presente el cardenal primado de Toledo, monseñor Antonio Cañizares Llovera. Cuando abrieron el nicho se pudo ver el buen estado del ataúd y que su cuerpo lo habían envuelto en 1941 en una bandera española sobre la que habían colocado una estola.
Al retirar la bandera, se descubrió que en lugar de un conjunto de huesos sueltos, como hubiera sido lo lógico despues de estar enterrado setenta años, había un cuerpo incorrupto, al que los forenses denominan saponificado, porque al perder toda el agua la piel queda como la piel de sapo. Pero es un cuerpo incorrupto porque todos los órganos vitales quedaron a la vista, desde la lengua hasta los órganos interiores.
Por su parte, la cabeza no presenta ningún agujero de bala, como prueba de que no recibió el tiro de gracia, según se dijo durante los años anteriores a su exhumación. Y como prueba de la crueldad con la que fue tratado antes de morir, el rostro es toda una expresión de dolor por los golpes recibidos, momentos antes de morir y entregar su alma a Dios, que esa a los mártires no se la pueden arrebatar sus perseguidores.
En el mismo ataúd y con las vestiduras sacerdotales, su cuerpo fue trasladado a la catedral toledana. Tras su beatificación en 2007, el Cabildo catedralicio renombró la capilla del Sagrado Corazón, como Capilla de los Mártires. Allí se puede venerar el cuerpo incorrupto del beato José Polo Benito.
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Durante los dos meses que duró el asedio del Alcázar, los milicianos socialistas y comunistas asesinaron a 103 sacerdotes y religiosos, sólo en la ciudad de Toledo.
Durante los dos meses que duró el asedio del Alcázar, los milicianos socialistas y comunistas asesinaron a 103 sacerdotes y religiosos, solo en la ciudad de Toledo.
Javier Paredes 23/08/20 07:00
El rostro del beato José Polo es toda una expresión de dolor por los golpes recibidos, momentos antes de morir y entregar su alma a Dios
“Las cosas son lo que son”. Mis alumnos de la Universidad de Alcalá han sido testigos de que esta enseñanza es la más importante de todas las que les he tras*mitido durante casi cuatro décadas, ya que el desarrollo de los distintos capítulos de los programas de mis asignaturas solo son la explicación de esa gran lección de la Historia, que nos invita a vivir respetando el principio de que “las cosas son lo que son”… no lo que cada uno cree que son.
En coherencia con esta actitud, ante las patrañas de los unos y la cobardía de los otros para ocultar la realidad de la persecución religiosa en España durante la Segunda República y la Guerra Civil, este domingo he querido publicar por primera vez las fotos del cadáver del beato José Polo Benito, que fue martirizado tal día como hoy, un 23 de agosto del año 1936.
¿Qué de dónde he sacado las fotos…? Comprendo la pregunta y me gustaría contarlo, pero el director de Hispanidad nos tiene dicho a los colaboradores: “antes la fin que la fuente”, y uno es disciplinado…
No, no y no… Ni la Segunda República fue un modelo de convivencia política, como defienden socialistas y comunistas, ni los asesinos de nuestros mártires fueron “la década de los años treinta” como parece que quieren indicar nuestros obispos, cuando se refieren a los que dieron su vida por la fe como "martires de la década de los treinta", para ocultar que fueron los socialistas, los comunistas y los anarquistas los que les asesinaron durante la Segunda Repúiblica y la Guerra Civil.
Si una imagen vale por mil palabras, las fotos del cadáver del beato José Polo Benito son la prueba contundente de la verdad de lo ocurrido, sin consideración alguna a componendas políticas o episcopales. Las fotos del cadáver de este mártir, que hoy publicamos, gritan a voces la crueldad perversos de los hoy alabados socialistas y comunistas, tenidos por víctimas por la "memoria histórica". No, no y no…, y un millón de veces no, porque “las cosas son lo que son”. Por lo tanto, voy a contar lo que sucedió y, de paso, a comentar el reportaje fotográfico de los restos del beato José Polo Benito.Polo Benito fue traicionado por el albañil al que ayudaba, y atado por los milicianos junto al hijo del coronel Moscardó
El comienzo de la Guerra Civil, el 18 de julio de 1936, le sorprendió en Madrid al comandante militar de Toledo, el coronel José Moscardó Ituarte, que regresó a su puesto y consiguió la adhesión de los militares al Alzamiento Nacional.
La respuesta de las fuerzas del Gobierno les obligó a hacerse fuertes en el Alcázar de Toledo y el día 22 de julio, a las cinco de la tarde, la Ciudad Imperial fue controlada por los milicianos. Durante los dos meses que duró el asedio, hasta que llegó el general Varela, al mando del ejército de África, los gente de izquierdas asesinaron a 103 sacerdotes y religiosos, solo en la ciudad. Uno de ellos fue el beato José Polo Benito, deán de la catedral de Toledo desde el 25 de enero de 1923.
Esta sacerdote fue uno de los personajes más destacados del clero español de su tiempo. Había nacido en 1879 en Salamanca, en el seno de una familia humilde. Estudió en el seminario de su ciudad natal y fue ordenado sacerdote en 1904. Persona de gran inteligencia, se doctoró en Teología y Cánones y al año siguiente de ordenarse fue nombrado catedrático de la Universidad Pontificia de Salamanca. Hombre estudioso y reflexivo, es autor de varios libros de su especialidad. En 1925, ingresó en la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo.Las fotos del cadáver de este mártir, que hoy publicamos, gritan a voces la crueldad perversos de los hoy alabados socialistas y comunistas, tenidos por víctimas por la ‘memoria histórica’
Destacó también en el ejercicio del periodismo. Cuando era todavía un estudiante, el obispo de Salamanca le encargó la dirección de La Semana Católica. Años después, se trasladó a Plasencia, donde fue el director de la revista Las Hurdes y fundó y dirigió el periódico placentino Regional. Colaboró con sus artículos en numerosos periódicos, entre los que cabe mencionar, entre los españoles, el ABC y, entre los extranjeros, La Razón de Buenos Aires.
Todos estos trabajos intelectuales ni se opusieron ni mermaron su celo sacerdotal. Fue capellán de monjas, canónigo y deán de la catedral de Plasencia, en cuya diócesis desempeñó cargos importantes hasta el año de 1923, en que fue nombrado deán de la catedral de Toledo.
Los testigos en su proceso de beatificación dicen de él que era un sacerdote piadoso, brillante predicador, que celebraba la Santa Misa con mucho recogimiento y que tenía una gran devoción a la Virgen. El beato José Polo Benito fue el fundador de la Cofradía Esclavitud de Nuestra Señora del Sagrario, patrona de Toledo.
Su preocupación por los más desfavorecidos quedó de manifiesto durante su estancia en Plasencia, en la que puso todo su interés en la promoción de las gentes de Las Hurdes. Pero sus inquietudes sociales descendían desde las alturas teóricas hasta rascarle el bolsillo en beneficio de los pobres. Una de las personas favorecidas por el beato José Polo Benito fue un albañil, apellidado Rosell, al que cuando estaba en paro le encargaba cualquier trabajo en su casa para darle a cambio una limosna camuflada, o pago por el servicio prestado. De hecho, el tal Rosell presumía públicamente en la ciudad de la confianza y del trato que le prodigaba el deán de la catedral toledana.“Dios es testigo del crimen colectivo que van a consumar. Dios les pedirá cuenta. Él, en nombre de todos, les perdona”
Pues bien, fue este albañil el que le traicionó. El 23 de julio de 1936 se presentó en su casa al frente de un grupo de milicianos, que practicaron un registro, le detuvieron y le llevaron a las dependencias de la Diputación Provincial, para trasladarle dos días después a la prisión de Gilitos.
Y sucedió que justo un mes después de su detención, el 23 de agosto de 1936 apareció en el cielo de Toledo un trimotor del ejército republicano, escoltado por un caza, que arrojó sobre el Alcázar bombas y bidones de gasolina, con el fin de provocar un incendio. Pero la mala puntería de los aviadores provocó la fin de varias personas que estaban fuera del Alcázar, pues la mayoría de las bombas cayeron fuera del recinto de los sitiados, alcanzando algunos puntos tan concurridos como la plaza de Zocodover.
Para vengar el desastre causado por su propia aviación, quienes controlaban la ciudad de Toledo lanzaron a los milicianos contra los presos de Gilitos. Como he dicho, allí estaba el beato José Polo Benito, al que le acompañaban entre otros presos los dos hijos de Moscardó, Carmelo, el más pequeño, y Luis, quien mantuvo con su padre la famosa conversación de teléfono el 23 de julio de 1936:
—Son Vds. responsables de las matanzas y crímenes que están ocurriendo. Le exijo que rinda el Alcázar en un plazo de 10 minutos y, de no hacerlo así, fusilaré a su hijo Luis, que lo tengo aquí en mi poder. —le dijo a Moscardó Cándido Cabello, candidato del PSOE por Toledo en las elecciones general de 1920, presidente de Izquierda Republicana en 1936 y jefe las de milicias de Toledo.
—¡Lo creo! —Respondió Moscardó.
—Para que vea que es verdad, ahora se pone su hijo al aparato.
—¡Papá!
—¿Qué hay, hijo?
— Nada, que dicen que me van a acabar si no rindes el Alcázar.
— Pues encomienda tu alma a Dios, da un grito de ¡Viva a España! y muere como un patriota.
—¡Un beso muy fuerte, papá!
—¡Un beso muy fuerte, hijo mío!.— Y dirigiéndose al jefe de milicias, concluyó— Puede ahorrarse el plazo que me ha dado, puesto que el Alcázar no se rendirá jamás.
Ni se rindió el Alcázar, ni fusilaron a Luis Moscardó diez minutos después de la conversación telefónica. Justo un mes después, el 23 de agosto, cuando los milicianos asaltaron la guandoca y ataron a los presos de dos en dos para llevarlos a las afueras de Toledo para asesinarlos, los dos hijos de Moscardó fueron atados juntos.
Se produjo entonces el único gesto de humanidad de aquellos asesinos, porque uno de ellos, al fijarse en Carmelo, que tenía dieciséis años y una cara que le hacía todavía más niño, le soltó, le devolvió a la guandoca y ató al beato José Polo Benito con el hijo mayor de Moscardó.Muerto a golpes, sus asesinos tuvieron que reconocer: “¡Vaya con el canónigo! ¡No le paró el miedo la lengua!”
En total había ochenta hombres en aquella cuerda de presos, a los que les dijeron que les trasladaban al penal de Ocaña. Cuando les sacaron ya era de noche y los relámpagos de una tormenta de verano dejaban ver la caravana de los que iban a ser asesinados.
Pronto comprendieron cuál era su verdadero destino y comenzaron a rezar en voz alta el Rosario. Cuando llegaron a la puerta del Cambrón la comitiva se dividió en dos. Y entonces el beato José Polo se dirigió a los asesinos en estos términos:
—Dios es testigo del crimen colectivo que van a consumar. Dios les pedirá cuenta. Él, en nombre de todos, les perdona.
A continuación, unas ráfagas de ametralladora acabaron con la vida de aquellos ochenta hombres, la mitad fueron asesinados en la Puerta de Cambrón y lo otra en la Fuente Salobre. Los asesinos abandonaron los cadáveres y fueron a celebrarlo con vino en una cantina, donde a uno se lo oyó decir:
“¡Vaya con el canónigo! ¡No le paró el miedo la lengua!”.
Al día siguiente los cadáveres fueron trasladados al depósito de Nuestra Señora del Sagrario y posteriormente enterrados en una fosa común. El 1 de febrero de 1941, sacaron el cuerpo del beato José Polo Benito y lo depositaron en un ataúd en el cementerio de los canónigos del Cristo de la Vega. En los años siguientes se trasmitió la noticia de que al beato José Polo Benito, en lugar de darle el tiro de gracia le destrozaron la cabeza a golpes de culata de fusil.Ni la II República fue un modelo de convivencia política, como defienden socialistas y comunistas, ni los asesinos de nuestros mártires fueron demócratas antifascistas. Solo asesinos
Y en efecto eso se pudo comprobar cuando fue exhumado el 1 de febrero de 2007, con motivo de su beatificación. En la exhumación estuvo presente el cardenal primado de Toledo, monseñor Antonio Cañizares Llovera. Cuando abrieron el nicho se pudo ver el buen estado del ataúd y que su cuerpo lo habían envuelto en 1941 en una bandera española sobre la que habían colocado una estola.
Al retirar la bandera, se descubrió que en lugar de un conjunto de huesos sueltos, como hubiera sido lo lógico despues de estar enterrado setenta años, había un cuerpo incorrupto, al que los forenses denominan saponificado, porque al perder toda el agua la piel queda como la piel de sapo. Pero es un cuerpo incorrupto porque todos los órganos vitales quedaron a la vista, desde la lengua hasta los órganos interiores.
Por su parte, la cabeza no presenta ningún agujero de bala, como prueba de que no recibió el tiro de gracia, según se dijo durante los años anteriores a su exhumación. Y como prueba de la crueldad con la que fue tratado antes de morir, el rostro es toda una expresión de dolor por los golpes recibidos, momentos antes de morir y entregar su alma a Dios, que esa a los mártires no se la pueden arrebatar sus perseguidores.
En el mismo ataúd y con las vestiduras sacerdotales, su cuerpo fue trasladado a la catedral toledana. Tras su beatificación en 2007, el Cabildo catedralicio renombró la capilla del Sagrado Corazón, como Capilla de los Mártires. Allí se puede venerar el cuerpo incorrupto del beato José Polo Benito.
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Durante los dos meses que duró el asedio del Alcázar, los milicianos socialistas y comunistas asesinaron a 103 sacerdotes y religiosos, sólo en la ciudad de Toledo.