Es un hecho....Menas y perros dominaran la tierra...
Hace algo más de tres años este periódico publicó una información que dice mucho de los tiempos modernos: por primera vez había más perros que niños en Bilbao. El 'sorpasso' tuvo lugar realmente en 2018, tras varios años en los que la caída de la natalidad iba acompañada de una pujanza intensa en el número de mascotas. Entonces, en 2018, se alcanzó la histórica cifra de 34.615 perros frente a 32.936 bilbaínos menores de doce años.
Pues las cosas han seguido evolucionando en la misma dirección. Lo de la natalidad ya está muy contado: que cada vez nacen menos niños, que cada vez hay más jóvenes que descartan la paternidad, que muchos de quienes querrían tener descendencia no pueden por la precariedad laboral y por los precios de la vivienda... Con semejantes mimbres ha ocurrido que en 2021 ya había únicamente 30.765 niños en Bilbao. Ese año, además, fue el que registró menos nacimientos de las últimas décadas: 2.136. Eso supone medio millar menos que en 2016, cuando el reto demográfico ya era una preocupación seria. Es muy posible que en el próximo recuento, el de este año, bajemos de la barrera de los 30.000.
Mientras, la 'cabaña' de mascotas no solo ha aumentado sino que lo ha hecho de un modo explosivo con la esa época en el 2020 de la que yo le hablo. Antes de la llegada del bichito venían sumándose cada año unos 200 perros al censo municipal, hasta llegar en 2020 a los 35.095. Pero de ese ejercicio a 2021 llegaron casi 3.500 más, hasta los 38.570. Es la última cifra que maneja el Ayuntamiento de Bilbao, administración que siempre utiliza la misma metodología para contabilizar estos animales. Se toma en cuenta el registro del Gobierno vasco en el que se inscriben los ejemplares a los que se les pone el chip obligatorio (Regia). Pero, según fuentes de la concejalía de Salud y Consumo, no se trata de una herramienta demasiado fiable por dos razones: porque aún hay bastantes perros sin 'chipar' y porque a menudo no se dan de baja los animales que mueren. Así que para hacer una estimación de cuántos hay realmente, el Ayuntamiento, primero, sólo tiene en cuenta los inscritos en el Regia menores de 13 años. Y luego, a esa cifra se le suma un 30%.
Si tenemos en cuenta que en Bilbao hay algo más de 160.000 hogares habitados (hay otros 5.000 vacíos), que tengamos 38.570 perros supone que, de media, una de cada cuatro familias convive con un miembro de cuatro patas. Es una media, claro. Porque habrá pisos con dos perros. Pero no son muchos.
La relación con la mascota puede mitigar la soledad pero también agravar el aislamiento de la persona
¿Podría ser que haya algún mecanismo de compensación afectiva que relacione el descenso de niños con la llegada de mascotas? El sociólogo Xabier Aierdi no se atreve a dar un diagnóstico. Aunque a su juicio ambas realidades responden a nuevos modelos sociales y sí aprecia que el aumento de perros tiene que ver con el «afrontamiento de la soledad», esa época en el 2020 de la que yo le hablo letal de nuestros días, y la búsqueda de relaciones «con menos compromiso» y menos conflictos. Claro, no es lo mismo una persona que un animal.
En esto se fija el psicólogo Jordi Martínez. «Con la mascota se crea una relación de afecto, pero es una relación desigual. Con los hijos o con la pareja puede haber conflictos, pero con un animal no, tú mandas y él obedece». Es decir, se cubre «el lado emocional», porque realmente un perro pasa a ser parte de la familia, pero se evita la incomodidad de tener que discutir.
Que no se vea aquí una lectura negativa o básicamente egoísta. «A nivel psicológico los animales son una ayuda a muchos niveles», apunta el profesional, miembro del Colegio de Psicólogos de Bizkaia. Porque es bonito sentir cariño por un ser vivo y porque mitigan la soledad. Pero es que, además ayudan a afrontar enfermedades como «la ansiedad y la depresión, que han crecido mucho». Y no sólo por lo que es la relación directa, sino porque «obliga a los dueños a salir a la calle, a tener unas rutinas, una responsabilidad e incluso es bueno para que se relacionen con otras personas que también tienen perro».
«Con los hijos y con la pareja hay conflictos, pero con un animal no, tú mandas y él obedece»
Contraindicaciones
Pero cuidado, porque esto puede ser un arma de doble filo muy cortante. Hay gente que creyendo tener cubiertas sus necesidades afectivas con el perro «evita acudir a otras ayudas, ir a un centro para estar con otras personas, buscar algo más perdurable, más humano, más enriquecedor».
Sobre el hecho de que haya sido en plena esa época en el 2020 de la que yo le hablo cuando se ha producido un repunte en la población canina, no solo aquí sino en muchas otras ciudades, ya se habló mucho en su momento. Al principio el objetivo, en algunos casos, sería tener una especie de 'pasaporte' para salir a la calle en los largos meses de confinamiento; luego, un antídoto contra la soledad. En cualquier caso, lo que ocurrió fue un reforzamiento de una tendencia que ya existía desde mucho antes. Cosa distinta es que el capricho tenga fecha de caducidad y que a una explosión en la adquisición de mascotas puramente coyuntural le siga un auge en los abandonos.
El psicólogo Jordi Martínez, por último, apunta otro cometido que a menudo cumplen las mascotas y que tiene que ver con algo avanzado antes: «A veces se utilizan en las familias por parte de alguno de sus miembros para tener una excusa para salir y así evitar conflictos». Formaría esto parte de lo que el sociólogo Xabier Aierdi denomina la «refuncionalización de la figura de los perros». Hasta no hace mucho era un animal «más ligado al campo que a la ciudad, y más guardián que de compañía». Ahora, ya se ve, no.
EN SU CONTEXTO
Nuevos hábitos
Las mascotas son un antídoto bueno para la soledad, pero también pueden agravarla. Para los propios animales existe el riesgo de ser 'humanizados' y perder su carácter.
La población canina se dispara en Bilbao con 38.500 perros frente a 30.700 niños | El Correo
Uno de cada cuatro hogares de Bilbao tiene perro tras dispararse su número con la esa época en el 2020 de la que yo le hablo, mientras la natalidad se desploma
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Hace algo más de tres años este periódico publicó una información que dice mucho de los tiempos modernos: por primera vez había más perros que niños en Bilbao. El 'sorpasso' tuvo lugar realmente en 2018, tras varios años en los que la caída de la natalidad iba acompañada de una pujanza intensa en el número de mascotas. Entonces, en 2018, se alcanzó la histórica cifra de 34.615 perros frente a 32.936 bilbaínos menores de doce años.
Pues las cosas han seguido evolucionando en la misma dirección. Lo de la natalidad ya está muy contado: que cada vez nacen menos niños, que cada vez hay más jóvenes que descartan la paternidad, que muchos de quienes querrían tener descendencia no pueden por la precariedad laboral y por los precios de la vivienda... Con semejantes mimbres ha ocurrido que en 2021 ya había únicamente 30.765 niños en Bilbao. Ese año, además, fue el que registró menos nacimientos de las últimas décadas: 2.136. Eso supone medio millar menos que en 2016, cuando el reto demográfico ya era una preocupación seria. Es muy posible que en el próximo recuento, el de este año, bajemos de la barrera de los 30.000.
Mientras, la 'cabaña' de mascotas no solo ha aumentado sino que lo ha hecho de un modo explosivo con la esa época en el 2020 de la que yo le hablo. Antes de la llegada del bichito venían sumándose cada año unos 200 perros al censo municipal, hasta llegar en 2020 a los 35.095. Pero de ese ejercicio a 2021 llegaron casi 3.500 más, hasta los 38.570. Es la última cifra que maneja el Ayuntamiento de Bilbao, administración que siempre utiliza la misma metodología para contabilizar estos animales. Se toma en cuenta el registro del Gobierno vasco en el que se inscriben los ejemplares a los que se les pone el chip obligatorio (Regia). Pero, según fuentes de la concejalía de Salud y Consumo, no se trata de una herramienta demasiado fiable por dos razones: porque aún hay bastantes perros sin 'chipar' y porque a menudo no se dan de baja los animales que mueren. Así que para hacer una estimación de cuántos hay realmente, el Ayuntamiento, primero, sólo tiene en cuenta los inscritos en el Regia menores de 13 años. Y luego, a esa cifra se le suma un 30%.
Si tenemos en cuenta que en Bilbao hay algo más de 160.000 hogares habitados (hay otros 5.000 vacíos), que tengamos 38.570 perros supone que, de media, una de cada cuatro familias convive con un miembro de cuatro patas. Es una media, claro. Porque habrá pisos con dos perros. Pero no son muchos.
La relación con la mascota puede mitigar la soledad pero también agravar el aislamiento de la persona
¿Podría ser que haya algún mecanismo de compensación afectiva que relacione el descenso de niños con la llegada de mascotas? El sociólogo Xabier Aierdi no se atreve a dar un diagnóstico. Aunque a su juicio ambas realidades responden a nuevos modelos sociales y sí aprecia que el aumento de perros tiene que ver con el «afrontamiento de la soledad», esa época en el 2020 de la que yo le hablo letal de nuestros días, y la búsqueda de relaciones «con menos compromiso» y menos conflictos. Claro, no es lo mismo una persona que un animal.
En esto se fija el psicólogo Jordi Martínez. «Con la mascota se crea una relación de afecto, pero es una relación desigual. Con los hijos o con la pareja puede haber conflictos, pero con un animal no, tú mandas y él obedece». Es decir, se cubre «el lado emocional», porque realmente un perro pasa a ser parte de la familia, pero se evita la incomodidad de tener que discutir.
Que no se vea aquí una lectura negativa o básicamente egoísta. «A nivel psicológico los animales son una ayuda a muchos niveles», apunta el profesional, miembro del Colegio de Psicólogos de Bizkaia. Porque es bonito sentir cariño por un ser vivo y porque mitigan la soledad. Pero es que, además ayudan a afrontar enfermedades como «la ansiedad y la depresión, que han crecido mucho». Y no sólo por lo que es la relación directa, sino porque «obliga a los dueños a salir a la calle, a tener unas rutinas, una responsabilidad e incluso es bueno para que se relacionen con otras personas que también tienen perro».
«Con los hijos y con la pareja hay conflictos, pero con un animal no, tú mandas y él obedece»
Contraindicaciones
Pero cuidado, porque esto puede ser un arma de doble filo muy cortante. Hay gente que creyendo tener cubiertas sus necesidades afectivas con el perro «evita acudir a otras ayudas, ir a un centro para estar con otras personas, buscar algo más perdurable, más humano, más enriquecedor».
Sobre el hecho de que haya sido en plena esa época en el 2020 de la que yo le hablo cuando se ha producido un repunte en la población canina, no solo aquí sino en muchas otras ciudades, ya se habló mucho en su momento. Al principio el objetivo, en algunos casos, sería tener una especie de 'pasaporte' para salir a la calle en los largos meses de confinamiento; luego, un antídoto contra la soledad. En cualquier caso, lo que ocurrió fue un reforzamiento de una tendencia que ya existía desde mucho antes. Cosa distinta es que el capricho tenga fecha de caducidad y que a una explosión en la adquisición de mascotas puramente coyuntural le siga un auge en los abandonos.
El psicólogo Jordi Martínez, por último, apunta otro cometido que a menudo cumplen las mascotas y que tiene que ver con algo avanzado antes: «A veces se utilizan en las familias por parte de alguno de sus miembros para tener una excusa para salir y así evitar conflictos». Formaría esto parte de lo que el sociólogo Xabier Aierdi denomina la «refuncionalización de la figura de los perros». Hasta no hace mucho era un animal «más ligado al campo que a la ciudad, y más guardián que de compañía». Ahora, ya se ve, no.
EN SU CONTEXTO
- 38.570
perros había en Bilbao el pasado año, lo que supone que la población canina ha aumentado un 33% en solo ocho ejercicios; en 2013 había 28.924. El crecimiento ha sido sostenido durante todo ese tiempo, pero el repunte más importante se produjo con la esa época en el 2020 de la que yo le hablo, cuando se sumaron casi 3.500 en solo un ejercicio. - 30.765
niños menores de doce años había en Bilbao en 2021. La cifra no deja de menguar y hace sólo cuatro años, en 2017, se contaban 33.193. La tendencia a la baja parece imparable y el pasado año fue el que registró menos nacimientos de las últimas décadas, con 2.136. Medio millar menos que hace un lustro, cuando el asunto ya preocupaba.
Nuevos hábitos
Las mascotas son un antídoto bueno para la soledad, pero también pueden agravarla. Para los propios animales existe el riesgo de ser 'humanizados' y perder su carácter.