Asurbanipal
Será en Octubre
La partida de ajedrez que salvó a Sevilla de una guerra
Una relato con aromas de leyenda, así es la historia que recorre los libros de mitos sevillanos y que cuenta que en 1078, durante el asedio a Sevilla por parte del Rey Alfonso VI, lo que iba a ser una guerra inminente no sobrepasó las 64 casillas de un tablero de ajedrez.
En 1078, el rey de León Alfonso VI dirigía el asedio de la ciudad de Sevilla. La ciudad estaba gobernada por Muhammad Ibn Al-Mutamid, de la familia de los abadies. El rey nombró como visir a su amigo y poeta Abenamar, que será el personaje clave de esta historia y el que, por consiguiente, salvó a Sevilla de una sangrienta batalla.
Cuenta la leyenda que para evitar el avance del Rey Alfonso VI en Andalucía, Al-Mutamid mandó una embajada dirigida por Abenamar, su consejero. Al llegar a Sierra Morena, Abenamar, encontró al Rey Alfonso y lo invitó a su tienda a hablar. Durante la conversación Abenamar descubrió que el monarca era un gran aficionado al ajedrez y decidió que esa sería la forma de cumplir con el cometido por el que había sido enviado a Al-Ándalus.
La partida no sería solo un entretenimiento, por cada jugada se apostarían granos de trigo: dos granos por la primera casilla del tablero, cuatro por la segunda, 16 la tercera, etc. Lo que el Rey no sabía es que aquel árabe era un extraordinario jugador de ajedrez y la habilidad de Alfonso VI fue superada por la del consejero de Al-Mutamid. Al finalizar la partida Alfonso comenzó a calcular los granos de trigo que debía a su adversario y comprobó que en toda Castilla no había trigo para pagar la derrota.
Alfonso no podía hacer frente a su deuda y a Abenamar no podía presentársele mejor oportunidad para hacer el trato que esperaba: que Alfonso retirase sus tropas de las tierras de Almotamid. Como era de esperar Alfonso VI no estaba nada de acuerdo con este pacto, pero como caballero debía pagar su débito así que así fue como la actual Andalucía se libró de ser tierra de guerra gracias a una cruzada que no sobrepasó las 64 casillas de un tablero de ajedrez.
Realidad o ficción, quizá nunca se sepa. Lo que sí es cierto es que Abenamar consiguió convencer a Alfonso VI de que no invadiese la ciudad de Sevilla a cambio de un tributo. No está tan claro que este precio a pagar fuese fruto de una partida de ajedrez.
El ajedrez también abrió las puertas de «El nuevo mundo»
La de Al-Mutamid no es la única leyenda sobre el escaque que crea dependencia histórica en los territorios andaluces. Se dice, se cuenta, que cuando Cristóbal Colón propuso a Isabel la Católica el viaje a Asia la respuesta tardó en llegar porque Isabel debía convencer a su marido y Fernando estaba sumergido en una interminable partida de ajedrez.
La leyenda relata que Isabel, sin saber cómo llamar la atención de su marido para que diera el visto bueno a la aventura naval de Cristóbal Colón, decidió observar la partida. Viendo el juego se le ocurrió una jugada que acabaría con el juego dando la victoria a Fernando. El Rey hizo lo que su esposa le indicó y, efectivamente, se hizo con la partida lo que le infundó el buen humor suficiente como para aprobar la búsqueda de Asia a Cristobal Colón.
Abierto Internacional de Ajedrez Ciudad de Sevilla
Cierto es que Sevilla no fue invadida por Alfonso VI en 1078. También lo es que Cristóbal Colón consiguió la aprobación de los Reyes Católicos para su viaje hacia Asia, que luego resultó ser América. Lo que no no se sabe con certeza es que el ajedrez estuviese en medio de estas dos historias. De una manera u otra, este deporte sigue siendo clave en nuestra ciudad.
Este fin de semana el Abierto Internacional de Ajedrez «Ciudad de Sevilla» ha celebrado su 39 edición. Casi cuarenta años de competición a nivel mundial que se da cita en el mismo sitio donde Abenamar derrotó a Alfonso VI sobre un tablero de 64 casillas o, al menos, así lo cuenta la leyenda.
La partida de ajedrez que salvó a Sevilla de una guerra - Sevilla Ciudad
Una relato con aromas de leyenda, así es la historia que recorre los libros de mitos sevillanos y que cuenta que en 1078, durante el asedio a Sevilla por parte del Rey Alfonso VI, lo que iba a ser una guerra inminente no sobrepasó las 64 casillas de un tablero de ajedrez.
En 1078, el rey de León Alfonso VI dirigía el asedio de la ciudad de Sevilla. La ciudad estaba gobernada por Muhammad Ibn Al-Mutamid, de la familia de los abadies. El rey nombró como visir a su amigo y poeta Abenamar, que será el personaje clave de esta historia y el que, por consiguiente, salvó a Sevilla de una sangrienta batalla.
Cuenta la leyenda que para evitar el avance del Rey Alfonso VI en Andalucía, Al-Mutamid mandó una embajada dirigida por Abenamar, su consejero. Al llegar a Sierra Morena, Abenamar, encontró al Rey Alfonso y lo invitó a su tienda a hablar. Durante la conversación Abenamar descubrió que el monarca era un gran aficionado al ajedrez y decidió que esa sería la forma de cumplir con el cometido por el que había sido enviado a Al-Ándalus.
La partida no sería solo un entretenimiento, por cada jugada se apostarían granos de trigo: dos granos por la primera casilla del tablero, cuatro por la segunda, 16 la tercera, etc. Lo que el Rey no sabía es que aquel árabe era un extraordinario jugador de ajedrez y la habilidad de Alfonso VI fue superada por la del consejero de Al-Mutamid. Al finalizar la partida Alfonso comenzó a calcular los granos de trigo que debía a su adversario y comprobó que en toda Castilla no había trigo para pagar la derrota.
Alfonso no podía hacer frente a su deuda y a Abenamar no podía presentársele mejor oportunidad para hacer el trato que esperaba: que Alfonso retirase sus tropas de las tierras de Almotamid. Como era de esperar Alfonso VI no estaba nada de acuerdo con este pacto, pero como caballero debía pagar su débito así que así fue como la actual Andalucía se libró de ser tierra de guerra gracias a una cruzada que no sobrepasó las 64 casillas de un tablero de ajedrez.
Realidad o ficción, quizá nunca se sepa. Lo que sí es cierto es que Abenamar consiguió convencer a Alfonso VI de que no invadiese la ciudad de Sevilla a cambio de un tributo. No está tan claro que este precio a pagar fuese fruto de una partida de ajedrez.
El ajedrez también abrió las puertas de «El nuevo mundo»
La de Al-Mutamid no es la única leyenda sobre el escaque que crea dependencia histórica en los territorios andaluces. Se dice, se cuenta, que cuando Cristóbal Colón propuso a Isabel la Católica el viaje a Asia la respuesta tardó en llegar porque Isabel debía convencer a su marido y Fernando estaba sumergido en una interminable partida de ajedrez.
La leyenda relata que Isabel, sin saber cómo llamar la atención de su marido para que diera el visto bueno a la aventura naval de Cristóbal Colón, decidió observar la partida. Viendo el juego se le ocurrió una jugada que acabaría con el juego dando la victoria a Fernando. El Rey hizo lo que su esposa le indicó y, efectivamente, se hizo con la partida lo que le infundó el buen humor suficiente como para aprobar la búsqueda de Asia a Cristobal Colón.
Abierto Internacional de Ajedrez Ciudad de Sevilla
Cierto es que Sevilla no fue invadida por Alfonso VI en 1078. También lo es que Cristóbal Colón consiguió la aprobación de los Reyes Católicos para su viaje hacia Asia, que luego resultó ser América. Lo que no no se sabe con certeza es que el ajedrez estuviese en medio de estas dos historias. De una manera u otra, este deporte sigue siendo clave en nuestra ciudad.
Este fin de semana el Abierto Internacional de Ajedrez «Ciudad de Sevilla» ha celebrado su 39 edición. Casi cuarenta años de competición a nivel mundial que se da cita en el mismo sitio donde Abenamar derrotó a Alfonso VI sobre un tablero de 64 casillas o, al menos, así lo cuenta la leyenda.
La partida de ajedrez que salvó a Sevilla de una guerra - Sevilla Ciudad