Vlad_Empalador
Será en Octubre
La odisea de alquilar en un país sin casas: "Valoro del inquilino que sea solvente y pago anticipado de 6 meses"
Crecen las dificultades para encontrar vivienda en arrendamiento tras la esa época en el 2020 de la que yo le hablo. La oferta se ha reducido más de la mitad desde 2014 y se prevé que los precios suban al menos un 6% en 2022
PREMIUM
"Daniel, al final vamos a alquilar el piso a los otros inquilinos , básicamente porque están de acuerdo con el contrato, entran antes y porque nos han ofertado subir el precio. Saludos y suerte". Así terminaba una historia que comenzó tres días antes, cuando Daniel acudió puntual a su cita para visitar el piso en cuestión. Apenas le faltaban unos metros para llegar al portal cuando vio ante sus ojos cómo la mujer saludaba a otro chico joven y lo invitaba a subir con ella. Durante los siguientes 10 o 15 minutos nadie cogió sus llamadas; sólo después de ese tiempo, el joven salió del portal y la señora, ahora sí, le dio paso a él. Detrás había otra persona esperando. Todos tenían cita a la misma hora para ver el mismo piso.
La escena tuvo lugar hace un par de semanas en el barrio de Las Rosas, en Madrid, aunque podría haber sucedido en cualquier otro punto de la capital o incluso de otras grandes ciudades como Barcelona o Málaga. Alquilar una vivienda se ha convertido en una auténtica odisea de un tiempo a esta parte: no hay viviendas para tanta demanda. Pero no se trata sólo de encontrar una casa disponible entre la menguante oferta, sino de encontrarla a un precio que se pueda pagar y cumpliendo con las condiciones cada vez más exigentes de unos propietarios desconfiados ante la incertidumbre del sector.
Todos estos factores se han conjugado en los últimos meses en el mercado, haciendo casi imposible el arrendamiento. "Es muy complicado encontrar algo que te encaje. A veces no te gusta la zona, otras veces el piso está mal cuidado... Me gustaría comprar, pero la entrada es demasiado alta y no me queda otra que alquilar", comenta Daniel sobre la búsqueda que mantiene desde hace semanas.
El problema es que alquilar también resulta cada vez más caro. Los precios en el último año han subido un 3,1%, según los datos de mayo recopilados por Idealista, y las previsiones apuntan a que podrían crecer, como mínimo, un 6% al cierre de 2022. "Cómo mínimo", insiste Germán Pérez Barrio, presidente de la sociedad de tasación UVE Valoraciones. Pérez Barrio prefiere ser comedido en sus previsiones, aunque admite que esa cifra podría quedarse corta porque no hay casas suficientes para cubrir la ingente demanda y eso tira al alza de las rentas.
"Cuanto más disminuyen las cifras de ofertas, más suben los precios del alquiler dos trimestres después, y viceversa: cuanto más aumentan las cifras de ofertas, más bajan los precios de alquiler seis meses después", apunta un estudio elaborado por la firma en el que se analiza la relación entre la falta de oferta de inmuebles en alquiler y los precios.
OFERTA MENGUANTE
El estudio repasa la evolución de las viviendas en alquiler en este último ciclo inmobiliario, tomando como punto de partida el año 2014. En el cuarto trimestre de ese año, la oferta era de 154.157 viviendas disponibles y desde entonces hasta hoy -salvando los meses de confinamiento- la cifra no ha dejado de disminuir hasta situarse en 64.596 el pasado mes de abril, "el mínimo absoluto de la serie", según el informe de UVE Valoraciones.
Si miramos a los precios, atendiendo a los datos de Fotocasa, a finales de 2021 la renta acumulativa de la vivienda en alquiler en España había subido un 37% en cinco años, y un 36% en los últimos 10. Según sus datos, los españoles en 2016 debían pagar por el alquiler de una vivienda de 80 metros cuadrados una media de 601 euros al mes, frente a los 822 euros de media nacional en 2021. Ahora bien, en Madrid, el presupuesto medio destinado al alquiler de una vivienda superó en 2021 los 1.121 euros al mes, mientras en Barcelona fue de 1.232 euros.
"Madrid está a las puertas de obtener de nuevo el precio máximo histórico del alquiler. Es una situación que indica que volvemos a entrar en la vorágine de la escalada de precios, con subidas de dos dígitos en las zonas más tensionadas de la ciudad", comenta María Matos, directora de Estudios y Portavoz de Fotocasa. En su opinión, la inflación, la recuperación de la demanda y la falta de stock están detrás del aumento de la tensión en el mercado.
Los expertos coinciden en que la escasez de viviendas es uno de los principales escollos para aliviarla, especialmente en grandes ciudades. "La única solución para aumentar la oferta es ofrecer incentivos al sector privado", resume Gonzalo Bernardos, economista y profesor titular de Economía de la Universidad de Barcelona. En su opinión, a los gobiernos no les interesa la gestión de viviendas de protección pública en alquiler porque tiene demasiado coste económico y poco rédito político, sin embargo, esto podría ser una opción de negocio interesante para los operadores privados si recibiesen compensaciones a cambio. "Por ejemplo, que no tengan que pagar el IBI, que sea el Estado quien asuma los seguros de impago o los gastos de reforma y mantenimiento de las viviendas cuando pasan unos años", sugiere Bernardos.
DESCONFIANZA Y EXIGENCIAS
Pero las cosas no van por ahí, sino todo lo contrario. A la falta de stock se suman los cambios regulatorios impulsados por el Ejecutivo que mantienen en guardia a los propietarios. A nivel nacional, los focos están puestos en la tramitación de la futura Ley de Vivienda y su intervención en los precios del alquiler, pero también en la reciente medida que limita al 2% la subida de las rentas en las revisiones anuales de los contratos. A nivel autonómico la situación es especialmente delicada en Cataluña, donde la Generalitat ha aprobado en los últimos años varias normas que han desatado la incertidumbre y el malestar entre los potenciales caseros. "Al contrario de lo que pretendían, las autoridades han provocado que la oferta se haya contraído impidiendo un descenso de los precios", explica Sergi Gargallo, director general de Lloguer Segur.
Todos esos cambios también han azuzado la desconfianza de los caseros y eso tiene consecuencias para los inquilinos, que en muchos casos son discriminados y deben responder ante requisitos cada vez más exigentes e inaccesibles. En uno de los anuncios recogidos en un popular portal inmobiliario, el arrendatario especificaba que su oferta sólo estaba disponible "para licenciados con trabajo de oficinas. No otro perfil"; en otro anuncio diferente, el casero especificaba: "Valoro del inquilino que sea solvente y pago anticipado de 6 meses".
Cartel de alquiler en un piso de Madrid.EFE
En uno de los contratos que casi llega a firmar Daniel, el propietario le exigía su compromiso para "realizar todas las reparaciones necesarias para conservar la vivienda en las condiciones de habitabilidad derivadas del deterioro o desgaste por el uso ordinario". No lo firmó.
Otra derivada de la odisea en la que puede llegar a convertirse la búsqueda de piso tiene que ver con las características de las viviendas que se alquilan... si es que pueden denominarse viviendas como tal. Daniel mantiene abierto en su móvil uno de los anuncios que ha consultado en los últimos días y las fotografías dejan poco lugar a la imaginación: 29 metros cuadrados en los que se apiñan un baño con un depósito de agua sobre el váter, una cama, un sofá biplaza que inspira tortícolis y una lavadora que sujeta la encimera de lo que se supone que es una cocina. Se alquila en Madrid por 550 euros al mes.
Hay otros pisos similares y con precios incluso más elevados a poco que el futuro inquilino se dé un paseo por los anuncios de los portales inmobiliarios más populares. Como si fuese el catálogo de Netflix, el interesado puede pasarse largos ratos cambiando filtros y mirando alternativas sin que acabe de encontrar ninguna que le satisfaga.
Y el problema sólo acaba de empezar, porque se espera que la demanda vaya a más en las zonas y ciudades donde ya existe mucha presión. Han vuelto los turistas, los trabajadores, los estudiantes y llegarán cada vez más empleados temporales que necesitarán un techo bajo el que cobijarse. "Los más perjudicados son los inquilinos más humildes porque no van a poder acceder a un alquiler. Y no sólo hablamos de gente joven, que también, sino de trabajadores con salarios más bajos que no podrán pagar una casa y tendrán que optar por alternativas como el coliving o el alquiler de una habitación", dice Gonzalo Bernardos. El economista no se muestra especialmente optimista con el futuro. "El problema no tiene perspectivas de mejorar, sino todo lo contrario, porque en las grandes ciudades las opciones de construir nuevas viviendas son limitadas. Así que el tema será intentar bajar los precios en los alrededores", reflexiona.
Crecen las dificultades para encontrar vivienda en arrendamiento tras la esa época en el 2020 de la que yo le hablo. La oferta se ha reducido más de la mitad desde 2014 y se prevé que los precios suban al menos un 6% en 2022
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- MARÍA HERNÁNDEZ
Madrid
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"Daniel, al final vamos a alquilar el piso a los otros inquilinos , básicamente porque están de acuerdo con el contrato, entran antes y porque nos han ofertado subir el precio. Saludos y suerte". Así terminaba una historia que comenzó tres días antes, cuando Daniel acudió puntual a su cita para visitar el piso en cuestión. Apenas le faltaban unos metros para llegar al portal cuando vio ante sus ojos cómo la mujer saludaba a otro chico joven y lo invitaba a subir con ella. Durante los siguientes 10 o 15 minutos nadie cogió sus llamadas; sólo después de ese tiempo, el joven salió del portal y la señora, ahora sí, le dio paso a él. Detrás había otra persona esperando. Todos tenían cita a la misma hora para ver el mismo piso.
La escena tuvo lugar hace un par de semanas en el barrio de Las Rosas, en Madrid, aunque podría haber sucedido en cualquier otro punto de la capital o incluso de otras grandes ciudades como Barcelona o Málaga. Alquilar una vivienda se ha convertido en una auténtica odisea de un tiempo a esta parte: no hay viviendas para tanta demanda. Pero no se trata sólo de encontrar una casa disponible entre la menguante oferta, sino de encontrarla a un precio que se pueda pagar y cumpliendo con las condiciones cada vez más exigentes de unos propietarios desconfiados ante la incertidumbre del sector.
Todos estos factores se han conjugado en los últimos meses en el mercado, haciendo casi imposible el arrendamiento. "Es muy complicado encontrar algo que te encaje. A veces no te gusta la zona, otras veces el piso está mal cuidado... Me gustaría comprar, pero la entrada es demasiado alta y no me queda otra que alquilar", comenta Daniel sobre la búsqueda que mantiene desde hace semanas.
El problema es que alquilar también resulta cada vez más caro. Los precios en el último año han subido un 3,1%, según los datos de mayo recopilados por Idealista, y las previsiones apuntan a que podrían crecer, como mínimo, un 6% al cierre de 2022. "Cómo mínimo", insiste Germán Pérez Barrio, presidente de la sociedad de tasación UVE Valoraciones. Pérez Barrio prefiere ser comedido en sus previsiones, aunque admite que esa cifra podría quedarse corta porque no hay casas suficientes para cubrir la ingente demanda y eso tira al alza de las rentas.
"Cuanto más disminuyen las cifras de ofertas, más suben los precios del alquiler dos trimestres después, y viceversa: cuanto más aumentan las cifras de ofertas, más bajan los precios de alquiler seis meses después", apunta un estudio elaborado por la firma en el que se analiza la relación entre la falta de oferta de inmuebles en alquiler y los precios.
OFERTA MENGUANTE
El estudio repasa la evolución de las viviendas en alquiler en este último ciclo inmobiliario, tomando como punto de partida el año 2014. En el cuarto trimestre de ese año, la oferta era de 154.157 viviendas disponibles y desde entonces hasta hoy -salvando los meses de confinamiento- la cifra no ha dejado de disminuir hasta situarse en 64.596 el pasado mes de abril, "el mínimo absoluto de la serie", según el informe de UVE Valoraciones.
Si miramos a los precios, atendiendo a los datos de Fotocasa, a finales de 2021 la renta acumulativa de la vivienda en alquiler en España había subido un 37% en cinco años, y un 36% en los últimos 10. Según sus datos, los españoles en 2016 debían pagar por el alquiler de una vivienda de 80 metros cuadrados una media de 601 euros al mes, frente a los 822 euros de media nacional en 2021. Ahora bien, en Madrid, el presupuesto medio destinado al alquiler de una vivienda superó en 2021 los 1.121 euros al mes, mientras en Barcelona fue de 1.232 euros.
"Madrid está a las puertas de obtener de nuevo el precio máximo histórico del alquiler. Es una situación que indica que volvemos a entrar en la vorágine de la escalada de precios, con subidas de dos dígitos en las zonas más tensionadas de la ciudad", comenta María Matos, directora de Estudios y Portavoz de Fotocasa. En su opinión, la inflación, la recuperación de la demanda y la falta de stock están detrás del aumento de la tensión en el mercado.
Los expertos coinciden en que la escasez de viviendas es uno de los principales escollos para aliviarla, especialmente en grandes ciudades. "La única solución para aumentar la oferta es ofrecer incentivos al sector privado", resume Gonzalo Bernardos, economista y profesor titular de Economía de la Universidad de Barcelona. En su opinión, a los gobiernos no les interesa la gestión de viviendas de protección pública en alquiler porque tiene demasiado coste económico y poco rédito político, sin embargo, esto podría ser una opción de negocio interesante para los operadores privados si recibiesen compensaciones a cambio. "Por ejemplo, que no tengan que pagar el IBI, que sea el Estado quien asuma los seguros de impago o los gastos de reforma y mantenimiento de las viviendas cuando pasan unos años", sugiere Bernardos.
DESCONFIANZA Y EXIGENCIAS
Pero las cosas no van por ahí, sino todo lo contrario. A la falta de stock se suman los cambios regulatorios impulsados por el Ejecutivo que mantienen en guardia a los propietarios. A nivel nacional, los focos están puestos en la tramitación de la futura Ley de Vivienda y su intervención en los precios del alquiler, pero también en la reciente medida que limita al 2% la subida de las rentas en las revisiones anuales de los contratos. A nivel autonómico la situación es especialmente delicada en Cataluña, donde la Generalitat ha aprobado en los últimos años varias normas que han desatado la incertidumbre y el malestar entre los potenciales caseros. "Al contrario de lo que pretendían, las autoridades han provocado que la oferta se haya contraído impidiendo un descenso de los precios", explica Sergi Gargallo, director general de Lloguer Segur.
Todos esos cambios también han azuzado la desconfianza de los caseros y eso tiene consecuencias para los inquilinos, que en muchos casos son discriminados y deben responder ante requisitos cada vez más exigentes e inaccesibles. En uno de los anuncios recogidos en un popular portal inmobiliario, el arrendatario especificaba que su oferta sólo estaba disponible "para licenciados con trabajo de oficinas. No otro perfil"; en otro anuncio diferente, el casero especificaba: "Valoro del inquilino que sea solvente y pago anticipado de 6 meses".
Cartel de alquiler en un piso de Madrid.EFE
En uno de los contratos que casi llega a firmar Daniel, el propietario le exigía su compromiso para "realizar todas las reparaciones necesarias para conservar la vivienda en las condiciones de habitabilidad derivadas del deterioro o desgaste por el uso ordinario". No lo firmó.
Otra derivada de la odisea en la que puede llegar a convertirse la búsqueda de piso tiene que ver con las características de las viviendas que se alquilan... si es que pueden denominarse viviendas como tal. Daniel mantiene abierto en su móvil uno de los anuncios que ha consultado en los últimos días y las fotografías dejan poco lugar a la imaginación: 29 metros cuadrados en los que se apiñan un baño con un depósito de agua sobre el váter, una cama, un sofá biplaza que inspira tortícolis y una lavadora que sujeta la encimera de lo que se supone que es una cocina. Se alquila en Madrid por 550 euros al mes.
Hay otros pisos similares y con precios incluso más elevados a poco que el futuro inquilino se dé un paseo por los anuncios de los portales inmobiliarios más populares. Como si fuese el catálogo de Netflix, el interesado puede pasarse largos ratos cambiando filtros y mirando alternativas sin que acabe de encontrar ninguna que le satisfaga.
Y el problema sólo acaba de empezar, porque se espera que la demanda vaya a más en las zonas y ciudades donde ya existe mucha presión. Han vuelto los turistas, los trabajadores, los estudiantes y llegarán cada vez más empleados temporales que necesitarán un techo bajo el que cobijarse. "Los más perjudicados son los inquilinos más humildes porque no van a poder acceder a un alquiler. Y no sólo hablamos de gente joven, que también, sino de trabajadores con salarios más bajos que no podrán pagar una casa y tendrán que optar por alternativas como el coliving o el alquiler de una habitación", dice Gonzalo Bernardos. El economista no se muestra especialmente optimista con el futuro. "El problema no tiene perspectivas de mejorar, sino todo lo contrario, porque en las grandes ciudades las opciones de construir nuevas viviendas son limitadas. Así que el tema será intentar bajar los precios en los alrededores", reflexiona.