Niño-Dios del comunismo
Lonchafinista
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Barcelón, marzo de 2019.
Alrededor de las 03:00, me disponía de tomar el autobús nocturno en la Ronda de San Pedro, en frente de El Corte Inglés de Plaza Cataluña, después de una noche de juerga con un amigo.
Me despido de el y subo al autobús, sentándome al final de todo.
En una parada o dos, se sube un grupo de tres jóvenes varones, y se sientan al lado mío en los asientos del final, que hay 5 en línea.
Había un individuo de aspecto alpino, que llevaba un gorro de invierno con orejeras de esos rusos, como de piel de animal. Se sentó en mitad de sus dos camaradas.
Otro, era un sujeto de aspecto mediterráneo, de barba y pelo neցros al estilo antifa que suelen llevar por estas tierras, llevaba pendiente de aro. El que se sentó más cerca de mi.
Un tercer individuo, de fenotipo cónguido. El que se sentó más alejado.
El del gorro, se empezó al liar un cigarrillo de cannabis, a la vez que me miraba de manera muy nerviosa e intermitente, como si quisiera tomar contacto conmigo, pero no de buena manera.
Pronto empezó una extraña interacción, me preguntaron si era policía, y que si lo fuera, que me matarían, literalmente me lo dijeron así. Que esto es Barcelona y que me vaya de aquí.
Mi teoría es que evidentemente ellos sabían que no soy un agente de la autoridad, pero que por mi forma de vestir (iba con camisa y corbata, un abrigo largo encima) les dió rabia, les parecí como un tío de derechas, el típico de derechas para ellos y quisieron iniciar esto, visiblemente drojados.
Yo reaccioné sin amedrentarme, pero sin querer que la situación llegara más, comentando lo menso e inadecuado de lo que estaban diciendo. He de decir que yo no es que estuviera en mis mejores facultades en el momento, y consciente de ello, opté por una actitud más diplomática, tampoco quería complicarme la vida, porque tengo mucho camino por recorrer y pensé que no valía la pena meterme en líos, aunque fuera en defensa propia, pero ya sabemos como está el asunto aquí, por defenderme, seguramente habría echado mi vida a perder, ya me imagino las noticias al día siguiente "violento nancy agrede a un grupo de jóvenes militantes de izquierdas muy buenas personas" o algo así.
Además, estoy acostumbrado a tener que lidiar con ralea, sé "de que va el rollo" y en ningún momento tuve una pizca de miedo.
Siguiendo con el tema, como lo de meterse conmigo por sospechoso de ser policía no daba para más (si de verdad creyeran que lo era no se abrían atrevido ni a mirarme), empezaron a meterse conmigo por una ideología política que ellos supusieron que yo tenía.
Dijeron que yo era un votante de Vox, que nos matarían a todos y que somos unos gaies reprimidos y nos gustan las platanos (nótese como los obsesionados con el LGTBI y agentes de la difusión de la dictadura del marxismo cultural utilizaron el gaysismo como un insulto).
La verdad es que de hecho con lo de Vox se quedaron cortos y todo, pero en ningún momento expresé mi ideología, que es algo que nunca hago, porque si no no podría vivir, básicamente.
Me dijeron que los skinheads nazis al menos daban miedo, pero que yo era como un matao, lo cual me sorprendió, pues tienen más en consideración a los skinheads nazis que a un supuesto votante de Vox.
La conversación fue agobiante, tensa y confusa, mis contestaciones eran a veces neutras, a veces vaciladas.
Me dijeron que si me bajaba en la misma parada que ellos, que me juraban que me matarían en cuanto nos bajáramos, a lo que les comenté que como eran unos gente de izquierdas, seguramente vivirían en San Cucufato (una de las ciudades con el m2 más caro de toda España y uno de los centros de ARRAN, las juventudes de la CUP), y que yo no vivo tan bien como ellos y no soy de allí. Por cierto, acerté con dos de ellos, que se iban a "leer a Bukowski mientras nos fumamos unos porros", parece ser que acertara con esto les dio bastante rabia.
Hubo un momento en que las amenazas crecieron, aumentó la tensión, me pasaron la mano por la cara para provocarme, haciendo el amago de que iban a empezar a pegarme, y vi más de cerca una posible agresión, ante lo que preventivamente me metí la mano dentro y agarré mis medios de defensa, preparado para legítimamente defenderme en caso de que fueran a empezar a atacarme.
Esto fue magia, porque instantáneamente bajaron los humos y me empezaron a hacer preguntas nerviosas, sobre que es lo que llevaba encima. Sobre esto no daré más detalles, simplemente diré que era algo completamente legal. Es el defecto o virtud que tenemos las personas de orden,esa costumbre de ceñirnos al orden vigente aunque no nos guste.
Dijeron que iban a parar con esto, porque según ellos había un "cabeza rapada" que los estaba mirando (están paranoicos, aunque más bien me parece una excusa porque se cagaron). Pero su paranoia es real, estos enfermos mentales creen que la CIA los tiene bajo vigilancia, dicho por ellos mismos. A lo que yo pienso que ojalá fuera verdad que la seguridad del Estado e incluso la de otros estados se encargara -al menos-, de tenerlos vigilados, porque estos tíos son terroristas, literalmente, y para ello me ciño a la jurisprudencia del Tribunal Supremo, que califica ciertas acciones (muy propias de los grupos antifa) como terrorismo de baja intensidad.
Si fuera por ellos, nos exterminarían a todos, pero es que no pueden y se dedican a formar parte de grupos subversivos de extrema izquierda, que, repito, la seguridad del Estado debería vigilar.
Poco después se bajó el del gorro y su camarada neցro, en una urbanización de San Cucufato. Llegándose a despedirme de mi, diciendo que era "un tío valiente" para después seguir con en cachondeo desde fuera una vez se bajaron y el autobús se puso en marcha.
Una vez a solas con el individuo restante (grave error el de sus camaradas dejarlo solo, tuvo suerte de que fue conmigo), definitivamente yo ya llevaba la voz cantante, y empezó a poner excusas de sus acciones, diciendo que es que "me habían confundido por un fascista". Se bajó en el centro de San Cucufato. Hasta que se fue este último sujeto, tuve la mano en el asunto.
Lo que tendría que haber hecho esa noche, es levantarme y decirle al conductor que parase el autobús y que se personara el orden a arreglar esta situación por la seguridad de todos o íbamos a acabar mal, pero he de admitir que en el momento tampoco estaba en mis mejores facultades mentales y ni se me ocurrió. En el autobús había bastante gente y nadie reaccionó ante nada, dejándome sólo ante un posible intento de homicidio y agresiones, y ante amenazas y vejaciones.
Primero pensé en denunciar los hechos pero sinceramente, llegué a la conclusión de que denunciar esta clase de hechos de matiz político a un cuerpo de policía como los Mozos de Escuadra, me podría traer más mal que bien y todo, pues no es una especulación, es un hecho de que en el cuerpo de Mozos de Escuadra hay gente que son como estos tíos (véanse sujetos como Don Alberto Donaire), y si tienen mis datos peor, a saber si paso a formar parte de determinadas listas, de estos tíos no me fío un pelo.
Tengo constancia de que en este cuerpo de policía autonómica hay excelentes españoles y gente con vocación de servicio, pero también hay de los otros, especialmente de inspector para arriba, que son los que llevan la batuta del politiqueo.
Objetivamente, fui víctima de varios delitos, pero la situación en Cataluña es ya tal, que sabemos como funcionan estas cosas y los terroristas de extrema izquierda pueden hacer esto y más de manera impune.
Todo esto lo dejé correr y tomé la vía de no meterme en líos, pero evidentemente fue una experiencia que siempre recordaré y que fue un pequeño botón de muestra más, de lo que esta pasando en la región de Cataluña.
Esto es el inicio de una serie de posteos que iré haciendo sobre el asunto del movimiento antifa y el terrorismo de extrema izquierda, especialmente en Cataluña.
Alrededor de las 03:00, me disponía de tomar el autobús nocturno en la Ronda de San Pedro, en frente de El Corte Inglés de Plaza Cataluña, después de una noche de juerga con un amigo.
Me despido de el y subo al autobús, sentándome al final de todo.
En una parada o dos, se sube un grupo de tres jóvenes varones, y se sientan al lado mío en los asientos del final, que hay 5 en línea.
Había un individuo de aspecto alpino, que llevaba un gorro de invierno con orejeras de esos rusos, como de piel de animal. Se sentó en mitad de sus dos camaradas.
Otro, era un sujeto de aspecto mediterráneo, de barba y pelo neցros al estilo antifa que suelen llevar por estas tierras, llevaba pendiente de aro. El que se sentó más cerca de mi.
Un tercer individuo, de fenotipo cónguido. El que se sentó más alejado.
El del gorro, se empezó al liar un cigarrillo de cannabis, a la vez que me miraba de manera muy nerviosa e intermitente, como si quisiera tomar contacto conmigo, pero no de buena manera.
Pronto empezó una extraña interacción, me preguntaron si era policía, y que si lo fuera, que me matarían, literalmente me lo dijeron así. Que esto es Barcelona y que me vaya de aquí.
Mi teoría es que evidentemente ellos sabían que no soy un agente de la autoridad, pero que por mi forma de vestir (iba con camisa y corbata, un abrigo largo encima) les dió rabia, les parecí como un tío de derechas, el típico de derechas para ellos y quisieron iniciar esto, visiblemente drojados.
Yo reaccioné sin amedrentarme, pero sin querer que la situación llegara más, comentando lo menso e inadecuado de lo que estaban diciendo. He de decir que yo no es que estuviera en mis mejores facultades en el momento, y consciente de ello, opté por una actitud más diplomática, tampoco quería complicarme la vida, porque tengo mucho camino por recorrer y pensé que no valía la pena meterme en líos, aunque fuera en defensa propia, pero ya sabemos como está el asunto aquí, por defenderme, seguramente habría echado mi vida a perder, ya me imagino las noticias al día siguiente "violento nancy agrede a un grupo de jóvenes militantes de izquierdas muy buenas personas" o algo así.
Además, estoy acostumbrado a tener que lidiar con ralea, sé "de que va el rollo" y en ningún momento tuve una pizca de miedo.
Siguiendo con el tema, como lo de meterse conmigo por sospechoso de ser policía no daba para más (si de verdad creyeran que lo era no se abrían atrevido ni a mirarme), empezaron a meterse conmigo por una ideología política que ellos supusieron que yo tenía.
Dijeron que yo era un votante de Vox, que nos matarían a todos y que somos unos gaies reprimidos y nos gustan las platanos (nótese como los obsesionados con el LGTBI y agentes de la difusión de la dictadura del marxismo cultural utilizaron el gaysismo como un insulto).
La verdad es que de hecho con lo de Vox se quedaron cortos y todo, pero en ningún momento expresé mi ideología, que es algo que nunca hago, porque si no no podría vivir, básicamente.
Me dijeron que los skinheads nazis al menos daban miedo, pero que yo era como un matao, lo cual me sorprendió, pues tienen más en consideración a los skinheads nazis que a un supuesto votante de Vox.
La conversación fue agobiante, tensa y confusa, mis contestaciones eran a veces neutras, a veces vaciladas.
Me dijeron que si me bajaba en la misma parada que ellos, que me juraban que me matarían en cuanto nos bajáramos, a lo que les comenté que como eran unos gente de izquierdas, seguramente vivirían en San Cucufato (una de las ciudades con el m2 más caro de toda España y uno de los centros de ARRAN, las juventudes de la CUP), y que yo no vivo tan bien como ellos y no soy de allí. Por cierto, acerté con dos de ellos, que se iban a "leer a Bukowski mientras nos fumamos unos porros", parece ser que acertara con esto les dio bastante rabia.
Hubo un momento en que las amenazas crecieron, aumentó la tensión, me pasaron la mano por la cara para provocarme, haciendo el amago de que iban a empezar a pegarme, y vi más de cerca una posible agresión, ante lo que preventivamente me metí la mano dentro y agarré mis medios de defensa, preparado para legítimamente defenderme en caso de que fueran a empezar a atacarme.
Esto fue magia, porque instantáneamente bajaron los humos y me empezaron a hacer preguntas nerviosas, sobre que es lo que llevaba encima. Sobre esto no daré más detalles, simplemente diré que era algo completamente legal. Es el defecto o virtud que tenemos las personas de orden,esa costumbre de ceñirnos al orden vigente aunque no nos guste.
Dijeron que iban a parar con esto, porque según ellos había un "cabeza rapada" que los estaba mirando (están paranoicos, aunque más bien me parece una excusa porque se cagaron). Pero su paranoia es real, estos enfermos mentales creen que la CIA los tiene bajo vigilancia, dicho por ellos mismos. A lo que yo pienso que ojalá fuera verdad que la seguridad del Estado e incluso la de otros estados se encargara -al menos-, de tenerlos vigilados, porque estos tíos son terroristas, literalmente, y para ello me ciño a la jurisprudencia del Tribunal Supremo, que califica ciertas acciones (muy propias de los grupos antifa) como terrorismo de baja intensidad.
Si fuera por ellos, nos exterminarían a todos, pero es que no pueden y se dedican a formar parte de grupos subversivos de extrema izquierda, que, repito, la seguridad del Estado debería vigilar.
Poco después se bajó el del gorro y su camarada neցro, en una urbanización de San Cucufato. Llegándose a despedirme de mi, diciendo que era "un tío valiente" para después seguir con en cachondeo desde fuera una vez se bajaron y el autobús se puso en marcha.
Una vez a solas con el individuo restante (grave error el de sus camaradas dejarlo solo, tuvo suerte de que fue conmigo), definitivamente yo ya llevaba la voz cantante, y empezó a poner excusas de sus acciones, diciendo que es que "me habían confundido por un fascista". Se bajó en el centro de San Cucufato. Hasta que se fue este último sujeto, tuve la mano en el asunto.
Lo que tendría que haber hecho esa noche, es levantarme y decirle al conductor que parase el autobús y que se personara el orden a arreglar esta situación por la seguridad de todos o íbamos a acabar mal, pero he de admitir que en el momento tampoco estaba en mis mejores facultades mentales y ni se me ocurrió. En el autobús había bastante gente y nadie reaccionó ante nada, dejándome sólo ante un posible intento de homicidio y agresiones, y ante amenazas y vejaciones.
Primero pensé en denunciar los hechos pero sinceramente, llegué a la conclusión de que denunciar esta clase de hechos de matiz político a un cuerpo de policía como los Mozos de Escuadra, me podría traer más mal que bien y todo, pues no es una especulación, es un hecho de que en el cuerpo de Mozos de Escuadra hay gente que son como estos tíos (véanse sujetos como Don Alberto Donaire), y si tienen mis datos peor, a saber si paso a formar parte de determinadas listas, de estos tíos no me fío un pelo.
Tengo constancia de que en este cuerpo de policía autonómica hay excelentes españoles y gente con vocación de servicio, pero también hay de los otros, especialmente de inspector para arriba, que son los que llevan la batuta del politiqueo.
Objetivamente, fui víctima de varios delitos, pero la situación en Cataluña es ya tal, que sabemos como funcionan estas cosas y los terroristas de extrema izquierda pueden hacer esto y más de manera impune.
Todo esto lo dejé correr y tomé la vía de no meterme en líos, pero evidentemente fue una experiencia que siempre recordaré y que fue un pequeño botón de muestra más, de lo que esta pasando en la región de Cataluña.
Esto es el inicio de una serie de posteos que iré haciendo sobre el asunto del movimiento antifa y el terrorismo de extrema izquierda, especialmente en Cataluña.