La Navidad se fijó documentalmente en el año 221, gracias al cronista cristiano Sexto Julio Africano.

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Gonzalo Carlos Novillo Lapeyra
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Pozuelo de Alarcón, España.
El 25 de diciembre se fijó en el año 221, gracias al cronista cristiano Sexto Julio Africano en sus Chronographiai, del año 221 como he mencionado. Y este reflejo documental por parte de este importántísimo historiador del siglo III, aparte de ser el padre de la cronografía cristiana, venía precedido de una tradición ya arraigada. Es decir, lo más probable es que la Navidad, que significa natividad o nacimiento del Niño Dios, se venía rememorando y celebrando desde poco después de la fin de Jesucristo; y llegó ya hecha tradición hasta Julio Sexto Africano, que la recogió en sus Chronographiai del año 221.

Dejo esto porque la masonería; es decir, sus cargos académicos metidos a dedo y con calzador por la puerta de atrás; lleva décadas mintiendo con criminal descaro sobre el origen de la Navidad, que nada tiene que ver con el emperador romano Aureliano y su Sol Invictus del año 274, medio siglo después de que Sexto Julio recogiese documentalmente la tradición cristiana. Les recuerdo, no es ninguna novedad, que la masonería, satanista ella, está en guerra cainita contra el Cristianismo y que para esta secta la mentira es una simple herramienta.

El 25 de diciembre se fijó desde el año 221, gracias al cronista cristiano Sexto Julio Africano.

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Prólogo

Los cristianos ya tenían bastante establecida la fecha de nacimiento de Cristo al menos medio siglo antes de que el emperador Aureliano inventase su fiesta romana del Sol Invicto en el año 274 (el cristiano Sexto Julio Africano ya coloca la Encarnación en un 25 de marzo en sus Chronographiai del año 221, por lo que la Navidad ha de ser 9 meses después, el 25 de diciembre).

Sexto Julio Africano

Sexto Julio Africano vivió cerca de 160 a cerca de 240; su nombre completo es Sexto Iulio Africano, Griego Sextos Ioulios Aphrikano.

Julio Africano es el padre de la cronografía cristiana. Se sabe poco de su vida y queda poco de sus obras. Él es importante principalmente por su influencia sobre Eusebio, sobre todos los escritores de historia eclesiástica posteriores, entre los Padres, y sobre toda la escuela griega de cronistas. Su nombre dice que era africano; Suidas lo llama “un filósofo libio”. Gelzer (“S. Julio Africano”, pp. 4, 5) piensa que el era descendiente de romanos. El conocía el griego (lenguaje en el cual escribía), latín y hebreo. Una vez fue soldado y había sido pagano; escribió todas sus obras como cristiano. Tillemont deduce que fue sacerdote del hecho de que se dirigía al sacerdote Orígenes (en su carta a él) como “querido hermano” (“Mémoires pour servir à l’histoire ecclésiastique”, III, Paris, 1693, 254). Gelzer (op. cit., 9) señala que un laico cristiano amigable podría haber usado tal saludo. La afirmación de que Julio Africano fue un obispo no aparece sino hasta el siglo IV. Probablemente es un error. El fue a Alejandría a estudiar, atraído por la fama de su escuela catequética, posiblemente cerca del año 215 (Eusebio, Historia de la Iglesia VI.31).

Todas las fechas de su vida son inciertas. Una tradición lo coloca bajo el emperador Gordiano (238-244; Gelzer, p. 7), otro lo menciona bajo Alejandro Severo (222-235; id., p. 6). Parece que él conoció a Abgar VIII, el rey cristiano de Edesa (176-213); en su Cronografía él lo llama un “hombre sagrado” (Gelzer, p. 3). Eusebio en su Crónica (ad a. Abr., 2239, ed. Schoene, II, Berlín, 1875, 178), dice que bajo Alejandro Severo la ciudad de Emaús en Palestina fue restaurada y llamada Nicópolis bajo la dirección de “Julio Africano el escritor de la Crónica”. Parece que vivió allí por un tiempo (Bardenhewer, “Patrologie”, Freiburg, 1894, p. 173). Él muestra en su Crónica que conocía la topografía de Palestina (Gelzer, p. 10). Parece haber estado en Grecia; fue a Roma alrededor del año 221 (id., 11). Bardenhewer (op. Cit., p. 173) coloca su fin cerca del año 237. Preuschen (en Harnack, “Gesch. der altchristlichen Litteratur”, p. 507) dice que él murió “después del 221” y añade “bajo Gordiano 238.244?”. Harnack (“Realenc. für prot. Theol. u. Kirche”, Leipzig, 1901, IX, 627) dice, “después de 240”.

Las obras de Julio Africano

1. La “Crónica” (Gk. Chronographiai) en cinco libros, la cual cubre el tiempo desde la Creación (5499 a.C en su cálculo) hasta el tercer año de Eliogábalo (221 d.C.) Gelzer piensa que él escribió esta obra entre 212 y 221 (op. Cit., 12). Es un intento de combinar el relato en la Biblia y la historia secular (romana y griega) conocida por el autor, con especial atención a la cronología. Desde el tercer libro en adelante el orden es estrictamente cronológico. Julio usa como fuentes primero la Biblia, luego las historias griegas, romanas y judías, especialmente Justo de Tiberias, quien depende de Josefo. El también fue influenciado por la “Stromata” de Clemente de Alejandría (Gelzer, 19-24). Esta obra es de gran importancia como el primer intento cristiano de una historia universal, y como la fuente de toda la cronografía cristiana posterior. Eusebio basó su Crónica en ella. Es la fuente de todos los escritos históricos bizantinos posteriores, de modo que por siglos la cristiandad aceptó las fechas y épocas calculadas por Julio. Actualmente sólo existen fragmentos de sus obras.

2. Los “Bordados” (Griego Kestoi; compare el título de Clemente de Alejandría: stromata), también llamados “rompecabezas” (Griego, Paradoxa), es una especie de enciclopedia de ciencias—matemáticas, botánica, medicina, etc.—llena con toda clase de anécdotas e ilustraciones curiosas. Se ha pensado que el autor de esta obra fue un pagano, Sexto Africano, diferente del cristiano Julio Africano. Eusebio contradice esto directamente en su “Crónica” (Historia de la Iglesia VI.31): “Africano (el autor de la Cronografía), escritor de los Bordados” (Griego ho ton epigegrammenon keston syggrapheus). Gelzer (2-3) ha demostrado que el autor del kestoi fue un cristiano (él cita el Salmo 34(33),9) y que no hay razón para dudar de la declaración de Eusebio. Además de esta obra, constantemente citada y muy estimada por los Padres griegos, sobreviven sólo unos pocos fragmentos sobre la agricultura y la guerra. (Gelzer, 13-16). Originalmente constaba de veinticuatro libros. Es del kestoi, donde el autor diserta sobre magia, adivinación y medicina, que surge la opinión de que él era médico.

3. Se conocen dos cartas de Julio, una a Orígenes, en la cual él disputa la autenticidad de la historia de Susana, señalando que el juego de palabras en el texto griego (prinos, encina, y prio, aserrar en dos; schinos, un almácigo y schizo, rajar: Daniel 13,54-55, 58-59) no podía existir en hebreo o arameo. Por su forma de hablar en esta carta (Kyrié mou kai huié) parece haber sido un anciano cuando la escribió. Orígenes se la contestó. Ambas cartas están incluidas en las obras de Orígenes (e.g., ed. of De la Rue, I, Paris, 1733, 10). Esta carta es la única obra de las de Julio Africano que existe completa. Su criticismo le ha ganado gran respeto entre los escritores modernos. J. G. Rosenmüller (Historia Interpretationis, III, 161) considera que estas pocas líneas contienen más exégesis verdadera que la que se pueda hallar en todas las obras de Orígenes. Gelzer (p. 17) señala que la “Cronografía” y especialmente el “kestoi” muestran que Julio no merece su reputación como crítico. La otra carta está dirigida a un tal Arístides. En ella él propone la que es todavía la explicación favorita de los dos genealogías de Nuestro Señor (Mt. 1,2-19; Lc. 3,23-38), a saber, que los dos padres de San José, Jacob (Mt. 1,16) y Helí (Lc. 3,23), eran medio hermanos de la misma progenitora, que Helí murió sin hijos, y Jacob tomó a su esposa para darle descendencia a su hermano según la ley del Levirato (Dt. 25,5-6). De esta carta se conserva un fragmento en Eusebio (Historia de la Iglesia, I.7), otro fragmento se halla en un epítome de Eusebio “Quæstiones de differ. Evang.”, publicado por Angelo Mai (“Nova Patrum bibliotheca”, IV, Roma, 1852). Julio también tradujo al griego el “Apologeticum” de Tertuliano (Harnack in “Texte und Untersuchungen”, VIII, 4).

Escritores sirios posteriores mencionan obras que han desparecido. Dionisio Bar-Salibi habla de un comentario sobre los Evangelios (Assemani, “Bibliotheca Orientalis”, II, Rome, 1721, 158), Ebed-Jesu de comentarios sobre el Nuevo Testamento (Hebediesu, “Catalogus librorum chaldæorum”, Roma, 1633, p. 15). Obras apócrifas son las Actas de Santa Sinforosa (Ruinart, “Acta primorum martyrum”, Ratisbona, 1859, 70), una versión Latina de la “Historia de los Apóstoles” de Abdías (“Historiæ apostolicæ, auctore Abdia”, Cologne, 1576), que a través de toda ella afirma, incluso en el título, que fue traducida del hebreo por Julio Africano) y una sorprendente semi-pagana “Interpretación de las cosas que sucedieron en Persia a través de la Encarnación de Nuestro Señor y Dios y Salvador, Jesucristo” (ed. by Ignaz von der Hardt en J. C. von Aretin’s “Beiträge zur Gesch. u. Litter.”, II, Munich, 104, 52-69). San Jerónimo en su “de Viris illustribus” (no. 63) incluye: “Julio Africano, de quien existen cinco libros de temporibus [=la Cronografía], aceptó una misión para la restauración de la ciudad de Emaús, luego llamada Nicópolis, bajo el emperador Marco Aurelio Antonino, quien sucedió a Macrino.»

Hay una carta a Orígenes sobre el tema de Susana en la cual él dice que está fábula no está en el hebreo, ni tampoco apo tou prinou prisai kai apo tou schisou schisai agree con etimología hebrea; contra quien Orígenes escribió una carta muy ilustrada. Existe también otra carta de él a Arístides donde discute extensamente el desacuerdo que parece haber en la genealogía del Salvador, en Mateo y Lucas. Excepto por la fecha errónea (M. Aurelio) este relato, tomado de Eusebio, representa razonablemente lo que conocemos sobre Africano.

Bibliografía

Fragmentos de las obras en ROUTH, Reliquiæ sacræ, II (2nd ed., Oxford, 1846-48), 219-509; P.G., X, 35-108; GELZER, Sextus Julius Africanus und die Byzantinische Chronographie (Leipzig, 1898).

HARNACK, Geschichte der alt-christlichen Litteratur bis Eusebius, I (Leipzig, 1893), 507-513; SPITTA, Der Brief des Julius Africanus an Aristides (Halle, 1877).

Fortescue, Adrian. “Julius Africanus.” The Catholic Encyclopedia. Vol. 8. New York: Robert Appleton Company, 1910. <CATHOLIC ENCYCLOPEDIA: Julius Africanus>
Traducido por Luz María Hernández Medina.



El 25 de diciembre como fecha del nacimiento de Cristo no está en absoluto en deuda con las influencias paganas.



Sobre el pagano árbol del universo que la masonería empezó a introducir en el siglo XIX en las fiestas Navideñas

La masonería ha logrado desterrar la Navidad y sustituír los símbolos cristianos por símbolos paganos pertenecientes al solsticio de invierno. Navidad significa natividad, nacimiento del Niño Dios en un establo a las afueras de Belén, una ciudad del desierto. Y los símbolos del solticio de invierno, motivos simbólicos de montaña invernal, pertenecen al paganismo centroeuropeo, bien lejos del desierto de ****a.



El árbol del universo representa el camino que emprende el pagano/satanista en su aprendizaje hacia "los estados alterados de conciencia" o gnosis. Es decir. El árbol del universo es la versión pagana centroeuropea del árbol del fruto prohibido, esto es, del árbol de la ciencia del bien y del mal de Génesis 3; donde, arriba en la punta del árbol del universo se encuentra el equivalente a ese fruto prohibido del que comieron Adán y Eva, y que no es otra cosa que el estado pleno de gnosis por el que el hombre mata su alma. Es decir, literal, un acoplamiento con el espíritu del diablo. Y esto, justo esto, es lo que se estudia en el sistema de grados de la satanista y neopagana masonería. El Rito Escocés tiene 33º grados.

"Y a vosotros los demás de Tiatira, los que no seguís semejante doctrina, y no conocéis las que dicen profundidades de Satán (nota: la gnosis), no arrojaré sobre vosotros otra carga." - Apocalipsis 2, 24.

- Árbol del diablo (nada de universo) 01.jpg

¿de qué sirve al hombre, si gana el mundo entero (la gnosis), mas pierde su alma? ¿O qué podrá dar el hombre a cambio de su alma?» - Mateo 16, 24-28.


Amigo, dónde vas, dónde irás a parar.

 
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