La navidad ha perdido cualquier vestigio de espiritualidad

Martín34

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La Navidad, esa época del año que muchos proclaman como un momento de reflexión, amor y unión, ha sido despojada de su esencia. Lo que una vez pudo haber sido una festividad espiritual, centrada en los valores de la solidaridad y la humildad, hoy se ha tras*formado en una maquinaria de consumo y apariencias.


La contradicción es evidente: mientras las calles se iluminan con costosas decoraciones y los centros comerciales rebosan de compradores compulsivos, millones de personas pasan estas fechas en la pobreza y el olvido. ¿Qué clase de amor al prójimo celebra una sociedad que gasta más en adornos y gadgets que en ayudar a quienes realmente lo necesitan? La respuesta es clara: la Navidad ya no es una fiesta cristiana, sino un espectáculo de hipocresía.


El postureo alcanza su clímax en estas fechas. Las redes sociales se llenan de fotos de cenas opulentas, regalos exorbitantes y "momentos familiares perfectos", mientras que, detrás de esas imágenes, muchas veces se esconden relaciones vacías y tensiones reprimidas. La felicidad que se muestra es, en la mayoría de los casos, fabricada para cumplir con una expectativa social. Nos convertimos en actores de una obra superficial, más preocupados por las apariencias que por los valores reales.


Las marcas y empresas han capitalizado esta farsa. Nos bombardean con publicidad que nos insta a gastar sin freno, asociando la felicidad con el consumo de productos innecesarios. La Navidad ha dejado de ser una celebración espiritual para convertirse en un negocio redondo, en el que la auténtica conexión humana y el significado espiritual quedan relegados a un segundo plano.


Es irónico cómo se evoca el nacimiento de un líder espiritual que predicaba la humildad y el amor por los desposeídos, mientras se celebran cenas de lujo y se regalan objetos ostentosos. Jesús, de vivir en esta época, seguramente no encontraría su lugar en este espectáculo vacío que lleva su nombre.


La solución no está en renunciar a la Navidad, sino en recuperar su esencia. En lugar de gastar en exceso, podemos dedicar tiempo y recursos a quienes realmente lo necesitan. En lugar de mostrar perfección en redes sociales, podemos practicar la sinceridad y el apoyo mutuo. Solo cuestionando esta cultura de consumo y superficialidad podremos devolverle a la Navidad algo de su perdido significado.
 
Gran verdad. Aunque llevamos 30 o más años viendo lo mismo año tras año y no cambiamos nada…
 
Mejor, a la cosa la secta católica, las magufadas y las espiritualidades.
 
Han vaciado a la navidad de todo significado. Os diré una cosa padawanes, cuando vayáis por la calle y os llegue la musiquita de los villancicos tradicionales, sí, esos que son insoportables, alegraos y haced todo lo posible para que la cosa dure y pase de a la siguiente generación, porque es lo que os diferencia.

En RU la navidad es dantesca. Te ponen ena TV un anuncio con un niño paki mirando las luces de un centro comercial...
 
Como si los cristianos alguna vez hubieran sido solidarios espirituales y buenas personas.

Menudos hijos de satanás más malos y asesinos y ladrones que el diablo.

Los creyentes en dioses imaginarios por definición son auténtica ralea malvada y estulta.
 
Tengo 29 años y la navidad la recuerdo siempre igual: mi progenitora de mala leche, enfadada ante cualquier desarreglo (real o no) en ropas, peinados o higiene, no porque le preocupara salir bien a la calle, sino porque se llevaba mal con sus hermanos y con los de mi padre, y quería evitar a toda costa que "la criticaran". Mi padre, tragando y poniéndose cada vez de peor mala leche. Y volver a casa siempre los 2 discutiendo en el coche. Y gastarse una pasta en regalos de reyes, no por felicidad de los sobrinos, sino por marcar "paquete" económico y evitar el qué dirán.

La navidad para mí siempre ha sido sinónimo de pasar las fiestas con gente a la que no quieres, y con quien no quieres estar, pero con quien te tienes que juntar sí o sí, sin falta, porque hay que aparentar. Eso sí, por lo menos las fiestas se celebraban en las casas. Eso sí lo echo de menos. El rollo actual de viajar, irte a un hotelito a pasar las fiestas, y salir de tardeo me parece agotador.
 
Al final la Navidad es el momento del año en que los pocos que se juntan pasan lista de los que han entregado la cuchara ese año.
 
La navidad es solo un invento del cristianismo que los capitalistas han aprovechado (como lo aprovechan todo) para sus fines capitalistas y consumistas.


 
La navidad siempre fue una fiesta heredada de la religión de babilonia. Cristo nació en otoño.
 
Siempre he envidiado (quiero pensar que sanamente) a los que tenían espíritu navideño. El de verdad, el de encarnar los valores del Cristo, no el de hartarse de comer cosas que no sabes cocinar hasta echar la pota y gastarte un dinero que no tienes en chorradas que no necesitas.

En España es muy difícil y en especial en la castellana, y en especial en la pobre. Suficiente frío como para ponerte malo (no hay calefacción) o para arder cual tea si te duermes en esa paquez que es la mesa camilla. Todos los inviernos igual, unas pocas de familias mueren enteras quemadas vivas o intoxicadas por humo. Y sobre todo, que eso del Nacimiento y de la Pascua nunca fue con nosotros. Lo nuestro es el flagelar, crucificar, escupir y maldecir al Hijo de Dios. Eso es lo que nos la pone cual cerrojo de penal.
 
Recuerdo mis navidades de niño, estábamos los abuelos, los hijos con sus mujeres, una riada de nietos y en los últimos años algún bisnieto.

Ahora la mayoría de casas son los abuelos, el hijo separado y el nieto si le toca, pero el nieto cena y se va que ha quedado con los colegas. No juntas 10 familiares en una mesa ni metiendo a los vecinos.
 
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