_Mickey_Mouse_
Madmaxista
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Una minoría de republicanos se opone de forma cada vez más frontal a seguir apoyando a Ucrania en la guerra. Son los más trumpistas, mientras Donald Trump critica el envío de ayuda en un momento difícil para las familias de EEUU
En los Estados Unidos tribales de América, donde los terrenos de consenso han ido menguando hasta casi desaparecer, todavía quedan sectores en los que aguantan el acuerdo y la razón de Estado. Uno de ellos es la política exterior de Estados Unidos respecto a Ucrania. Al menos por el momento. El ala trumpista del Partido Republicano defiende posturas aislacionistas, critica la ayuda a Ucrania y acumula fuerzas de cara a las legislativas de noviembre. Por otra parte, las encuestas reflejan que, a medidas que se prolonga la guerra en Ucrania, su escepticismo crece entre los votantes.
“Los republicanos todavía creen que la OTAN es importante”, dijo Mitch McConnell, líder de la minoría republicana en el Senado, al portal 'Politico'. “Quiero enfatizarles a los europeos, después de cierto hablar relajado durante los años de Trump acerca de si la OTAN es o no importante, que, al menos por el momento, el republicano más importante que ahora mismo tenemos en el Congreso tiene un punto de vista diferente”.
Poco después de esta conversación, McConnell puso rumbo a Kiev para reunirse con el presidente Volodímir Zelenski y demostrar que hablaba en serio. El partido de Ronald Reagan, Richard Nixon y Dwight Eisenhower, encarnado en el veterano senador, seguía dispuesto a pararle los pies al Kremlin en Europa. Gobernasen un zar, un secretario general del Partido Comunista o un presidente amurallado en el poder.
Pese a los gestos de McConnell, sin embargo, las voces nacionalpopulistas de su partido siguen activas. De los 50 senadores republicanos, 11 votaron en contra del paquete de apoyo a Ucrania de 40.000 millones de dólares, aprobado en mayo; en la Cámara de Representantes lo rechazaron 57 de los 210 conservadores. Una proporción idéntica. Uno de los principales críticos fue Josh Hawley, senador de Misuri y uno de los aliados fundamentales de Donald Trump en el Capitolio.
“Gastar 40.000 millones de dólares en ayuda a Ucrania —más de tres veces lo que toda Europa ha gastado de forma combinada— no está en el interés de América”, tuiteó Hawley el 16 de mayo. “Ignora las prioridades en casa [la frontera], permite a Europa gorronear, sabotea los importantes intereses en el extranjero y no viene con una supervisión significativa. Esto no es aislacionismo. Esto es nacionalismo. Se trata de priorizar la seguridad americana y los intereses americanos”.
Qué piensan los estadounidenses
Los nacionalpopulistas dicen, como suelen acostumbrar, que el pueblo está con ellos. Ellos serían los repositorios de las opiniones populares que muchas veces no encuentran acomodo entre los corsés de las instituciones. La realidad a pie de calle, a tenor de las encuestas, es mixta.
El apoyo a Ucrania frente a la oleada turística rusa a gran escala cuenta con las simpatías de la inmensa mayoría de los estadounidenses. A principios de marzo, varias encuestas, como esta de la Universidad de Marylan o esta de Morning Consult, reflejaban que la indignación frente a la agresión rusa y el convencimiento de que EEUU tenía que ayudar a los ucranianos eran un sentimiento generalizado tanto entre demócratas como entre republicanos. Una mayoría de votantes, además, estaban dispuestos a pagar más por el combustible como consecuencia de las sanciones a Rusia.
Sin embargo, desde los primeros compases de la guerra, la tendencia entre los votantes republicanos apunta a una falta de interés o una mayor preocupación por la implicación estadounidense. En marzo, solo un 13% de los conservadores pensaba que EEUU estaba “haciendo demasiado” para socorrer a Ucrania. Dos meses después, en mayo, la proporción se había duplicado al 27%. Los números entre los demócratas, por el contrario, se mantuvieron estables.
Las palabras de Josh Hawley y de otros republicanos, como los senadores Rand Paul, Tommy Tuberville o Marsha Blackburn, estaban en línea con las del líder oficioso del ala nacionalpopulista republicana. Donald Trump, que sigue apartado de las principales redes sociales y se comunica con el mundo mediante mensajes de campaña al correo electrónico, atacó el respaldo económico a Ucrania en un momento en que muchos padres estadounidenses no tenían acceso a la leche de fórmula.
“Los demócratas están enviando otros 40.000 millones de dólares a Ucrania, pero los padres de América tienen dificultades incluso para alimentar a sus hijos”, declaró el expresidente en un comunicado. “Es impensable que en el año 2022 las familias estadounidenses sean incapaces de conseguir leche de fórmula para sus niños. Familias cuyos hijos tienen alergias serias y requieren fórmula ‘elemental’ están en dificultades incluso más desesperadas”.
Además de sus instintos aislacionistas, el magnate neoyorquino tiene un historial de comentarios abiertamente lisonjeros hacia el presidente ruso, Vladímir pilinguin. El día antes de la oleada turística a gran escala de Ucrania, cuando pilinguin reconoció a las repúblicas títere de Donetsk y Lugansk y mandó allí los tanques, Trump elogió sus movimientos. “Está tomando un país por un par de dólares en sanciones”, dijo durante un evento de recaudación en su residencia de Mar-a-Lago, en Florida. “Diría que es muy inteligente. Está tomando un país, una localización muy, muy grande. Un gran pedazo de tierra con mucha gente, y simplemente se está plantando allí”.
El primer 'impeachment' a Trump, en enero de 2020, estuvo precisamente relacionado con la ayuda militar a Ucrania frente a Rusia. Donald Trump condicionó la asistencia a cambio de que el entonces recién elegido Gobierno de Volodímir Zelenski aceptase buscar información comprometida sobre Hunter Biden, el hijo de su probable rival en las elecciones, que había trabajado para una empresa gasista ucraniana sin tener experiencia en el sector. La maniobra de Trump fue destapada y acabó desencadenando el primero de sus dos históricos procesos de 'impeachment'.
¿Quiso Trump sacar a EEUU de la OTAN?
La presidencia del republicano, en política exterior, resultó muchas veces una lucha constante entre los instintos de Trump, inclinado a criticar a los aliados tradicionales de Estados Unidos, expresar admiración por regímenes autoritarios y a percibir la presidencia de un modo tras*accional, y los mandamientos del 'establishment': la élite de expertos que maneja con pulso firme la política exterior estadounidense, definida por las mismas prioridades y líneas rojas desde hace décadas.
La mayor preocupación de la élite de ambos partidos era la actitud de Donald Trump hacia la OTAN, un organismo “obsoleto”, según sus palabras, y económicamente “injusto” para Estados Unidos: el principal contribuyente de la Alianza. Las posturas aislacionistas de Trump datan de hace décadas. En su libro 'The America We Deserve' ('La América que merecemos'), publicado en el año 2000, escribió que su país “no tiene ningún interés vital en elegir entre facciones en guerra cuyas animosidades vienen desde hace siglos en Europa del Este”. Añadió que “el coste de estacionar tropas de la OTAN en Europa es enorme. Y, claramente, estos fondos se pueden dedicar a un mejor uso”.
Según fuentes consultadas por 'The New York Times', a lo largo de 2018 Donald Trump indicó a sus allegados en repetidas ocasiones que barajaba sacar a Estados Unidos de la OTAN. Lo que seguramente habría significado el certificado de defunción de la organización militar fundada en 1949. Los críticos piensan que la retirada de la OTAN habría estado en la agenda de Trump en un segundo mandato. “Si Trump hubiera ganado en 2020, se habría salido de la OTAN. No tengo ninguna duda al respecto”, dijo al 'Financial Times' Hillary Clinton, exsecretaria de Estado y candidata a las presidenciales de 2016. Clinton añadió que, si Trump volvía a la Casa Blanca en 2025, ese sería el camino más rápido hacia la victoria de pilinguin.
Esta etapa de sentimientos políticos se resolverá en las elecciones legislativas del 8 de noviembre, cuando se renueven todos los escaños de la Cámara de Representantes, un tercio de los del Senado y 36 gobernadurías. Hasta qué punto los trumpistas aumentarán sus números, de momento, es una incógnita. Los resultados electorales de los candidatos apoyados por Trump indican que el expresidente podría haber perdido su toque de Rey Midas político. Entre enero de 2017 y mayo de 2022, solo perdieron las primarias republicanas media docena de sus favoritos: aquellos a los que él había apoyado públicamente. En el último mes, según la contabilidad del 'New York Times', esa cifra se habría duplicado.
Más allá de la influencia nacionalpopulista, la guerra en Ucrania continúa, y viene acompañada de crecientes turbulencias para los países occidentales: empezando por la inflación, derivada en parte de los precios del crudo y de los alimentos. Un efecto que podría hacer mella en la determinación del votante y de sus representantes.
En los Estados Unidos tribales de América, donde los terrenos de consenso han ido menguando hasta casi desaparecer, todavía quedan sectores en los que aguantan el acuerdo y la razón de Estado. Uno de ellos es la política exterior de Estados Unidos respecto a Ucrania. Al menos por el momento. El ala trumpista del Partido Republicano defiende posturas aislacionistas, critica la ayuda a Ucrania y acumula fuerzas de cara a las legislativas de noviembre. Por otra parte, las encuestas reflejan que, a medidas que se prolonga la guerra en Ucrania, su escepticismo crece entre los votantes.
“Los republicanos todavía creen que la OTAN es importante”, dijo Mitch McConnell, líder de la minoría republicana en el Senado, al portal 'Politico'. “Quiero enfatizarles a los europeos, después de cierto hablar relajado durante los años de Trump acerca de si la OTAN es o no importante, que, al menos por el momento, el republicano más importante que ahora mismo tenemos en el Congreso tiene un punto de vista diferente”.
Poco después de esta conversación, McConnell puso rumbo a Kiev para reunirse con el presidente Volodímir Zelenski y demostrar que hablaba en serio. El partido de Ronald Reagan, Richard Nixon y Dwight Eisenhower, encarnado en el veterano senador, seguía dispuesto a pararle los pies al Kremlin en Europa. Gobernasen un zar, un secretario general del Partido Comunista o un presidente amurallado en el poder.
Pese a los gestos de McConnell, sin embargo, las voces nacionalpopulistas de su partido siguen activas. De los 50 senadores republicanos, 11 votaron en contra del paquete de apoyo a Ucrania de 40.000 millones de dólares, aprobado en mayo; en la Cámara de Representantes lo rechazaron 57 de los 210 conservadores. Una proporción idéntica. Uno de los principales críticos fue Josh Hawley, senador de Misuri y uno de los aliados fundamentales de Donald Trump en el Capitolio.
“Gastar 40.000 millones de dólares en ayuda a Ucrania —más de tres veces lo que toda Europa ha gastado de forma combinada— no está en el interés de América”, tuiteó Hawley el 16 de mayo. “Ignora las prioridades en casa [la frontera], permite a Europa gorronear, sabotea los importantes intereses en el extranjero y no viene con una supervisión significativa. Esto no es aislacionismo. Esto es nacionalismo. Se trata de priorizar la seguridad americana y los intereses americanos”.
Qué piensan los estadounidenses
Los nacionalpopulistas dicen, como suelen acostumbrar, que el pueblo está con ellos. Ellos serían los repositorios de las opiniones populares que muchas veces no encuentran acomodo entre los corsés de las instituciones. La realidad a pie de calle, a tenor de las encuestas, es mixta.
El apoyo a Ucrania frente a la oleada turística rusa a gran escala cuenta con las simpatías de la inmensa mayoría de los estadounidenses. A principios de marzo, varias encuestas, como esta de la Universidad de Marylan o esta de Morning Consult, reflejaban que la indignación frente a la agresión rusa y el convencimiento de que EEUU tenía que ayudar a los ucranianos eran un sentimiento generalizado tanto entre demócratas como entre republicanos. Una mayoría de votantes, además, estaban dispuestos a pagar más por el combustible como consecuencia de las sanciones a Rusia.
Sin embargo, desde los primeros compases de la guerra, la tendencia entre los votantes republicanos apunta a una falta de interés o una mayor preocupación por la implicación estadounidense. En marzo, solo un 13% de los conservadores pensaba que EEUU estaba “haciendo demasiado” para socorrer a Ucrania. Dos meses después, en mayo, la proporción se había duplicado al 27%. Los números entre los demócratas, por el contrario, se mantuvieron estables.
Las palabras de Josh Hawley y de otros republicanos, como los senadores Rand Paul, Tommy Tuberville o Marsha Blackburn, estaban en línea con las del líder oficioso del ala nacionalpopulista republicana. Donald Trump, que sigue apartado de las principales redes sociales y se comunica con el mundo mediante mensajes de campaña al correo electrónico, atacó el respaldo económico a Ucrania en un momento en que muchos padres estadounidenses no tenían acceso a la leche de fórmula.
“Los demócratas están enviando otros 40.000 millones de dólares a Ucrania, pero los padres de América tienen dificultades incluso para alimentar a sus hijos”, declaró el expresidente en un comunicado. “Es impensable que en el año 2022 las familias estadounidenses sean incapaces de conseguir leche de fórmula para sus niños. Familias cuyos hijos tienen alergias serias y requieren fórmula ‘elemental’ están en dificultades incluso más desesperadas”.
Además de sus instintos aislacionistas, el magnate neoyorquino tiene un historial de comentarios abiertamente lisonjeros hacia el presidente ruso, Vladímir pilinguin. El día antes de la oleada turística a gran escala de Ucrania, cuando pilinguin reconoció a las repúblicas títere de Donetsk y Lugansk y mandó allí los tanques, Trump elogió sus movimientos. “Está tomando un país por un par de dólares en sanciones”, dijo durante un evento de recaudación en su residencia de Mar-a-Lago, en Florida. “Diría que es muy inteligente. Está tomando un país, una localización muy, muy grande. Un gran pedazo de tierra con mucha gente, y simplemente se está plantando allí”.
El primer 'impeachment' a Trump, en enero de 2020, estuvo precisamente relacionado con la ayuda militar a Ucrania frente a Rusia. Donald Trump condicionó la asistencia a cambio de que el entonces recién elegido Gobierno de Volodímir Zelenski aceptase buscar información comprometida sobre Hunter Biden, el hijo de su probable rival en las elecciones, que había trabajado para una empresa gasista ucraniana sin tener experiencia en el sector. La maniobra de Trump fue destapada y acabó desencadenando el primero de sus dos históricos procesos de 'impeachment'.
¿Quiso Trump sacar a EEUU de la OTAN?
La presidencia del republicano, en política exterior, resultó muchas veces una lucha constante entre los instintos de Trump, inclinado a criticar a los aliados tradicionales de Estados Unidos, expresar admiración por regímenes autoritarios y a percibir la presidencia de un modo tras*accional, y los mandamientos del 'establishment': la élite de expertos que maneja con pulso firme la política exterior estadounidense, definida por las mismas prioridades y líneas rojas desde hace décadas.
La mayor preocupación de la élite de ambos partidos era la actitud de Donald Trump hacia la OTAN, un organismo “obsoleto”, según sus palabras, y económicamente “injusto” para Estados Unidos: el principal contribuyente de la Alianza. Las posturas aislacionistas de Trump datan de hace décadas. En su libro 'The America We Deserve' ('La América que merecemos'), publicado en el año 2000, escribió que su país “no tiene ningún interés vital en elegir entre facciones en guerra cuyas animosidades vienen desde hace siglos en Europa del Este”. Añadió que “el coste de estacionar tropas de la OTAN en Europa es enorme. Y, claramente, estos fondos se pueden dedicar a un mejor uso”.
Según fuentes consultadas por 'The New York Times', a lo largo de 2018 Donald Trump indicó a sus allegados en repetidas ocasiones que barajaba sacar a Estados Unidos de la OTAN. Lo que seguramente habría significado el certificado de defunción de la organización militar fundada en 1949. Los críticos piensan que la retirada de la OTAN habría estado en la agenda de Trump en un segundo mandato. “Si Trump hubiera ganado en 2020, se habría salido de la OTAN. No tengo ninguna duda al respecto”, dijo al 'Financial Times' Hillary Clinton, exsecretaria de Estado y candidata a las presidenciales de 2016. Clinton añadió que, si Trump volvía a la Casa Blanca en 2025, ese sería el camino más rápido hacia la victoria de pilinguin.
Esta etapa de sentimientos políticos se resolverá en las elecciones legislativas del 8 de noviembre, cuando se renueven todos los escaños de la Cámara de Representantes, un tercio de los del Senado y 36 gobernadurías. Hasta qué punto los trumpistas aumentarán sus números, de momento, es una incógnita. Los resultados electorales de los candidatos apoyados por Trump indican que el expresidente podría haber perdido su toque de Rey Midas político. Entre enero de 2017 y mayo de 2022, solo perdieron las primarias republicanas media docena de sus favoritos: aquellos a los que él había apoyado públicamente. En el último mes, según la contabilidad del 'New York Times', esa cifra se habría duplicado.
Más allá de la influencia nacionalpopulista, la guerra en Ucrania continúa, y viene acompañada de crecientes turbulencias para los países occidentales: empezando por la inflación, derivada en parte de los precios del crudo y de los alimentos. Un efecto que podría hacer mella en la determinación del votante y de sus representantes.
La narrativa que puede cambiar el rumbo de la guerra es el escepticismo trumpista
Una minoría de republicanos se opone de forma cada vez más frontal a seguir apoyando a Ucrania en la guerra. Son los más trumpistas, mientras Donald Trump critica el envío de ayuda en un momento difícil para las familias de EEUU
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