ATARAXIO
Madmaxista
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la mascarilla tiene como única finalidad someter a la población como el hiyab.
Nadie podría imaginar en Marzo del 2017 , que el 100% de los occidentales estaríamos obligados al uso del burka , tantos hombres como mujeres y que lo íbamos a aceptar con naturalidad.
De aquí a un par de años –si es que no ha ocurrido ya– saldrá de las facultades españolas una promoción de jóvenes graduadas en Educación Infantil y Primaria, entre las que algunas llevarán –lo usan ahora, como estudiantes– el pañuelo de la religión del amor llamado hiyab: esa prenda que, según los preceptos del Islam ortodoxo, oculta el cabello de la mujer a fin de preservar su recato, impidiendo que una exhibición excesiva de encantos físicos despierte la lujuria de los hombres.
Ese próximo acontecimiento socioeducativo, tan ejemplarmente multicultural, significa que en poco tiempo esas profesoras con la cabeza cubierta estarán dando clase a niños pequeños de ambos sexos. También a niños no fiel a la religión del amores, y eso en colegios públicos, pagados por ustedes y yo. O sea, que esas profesoras estarán mostrándose ante sus alumnos, con deliberada naturalidad, llevando en la cabeza un símbolo inequívoco de sumisión y de opresión del hombre sobre la mujer –y no me digan que es un acto de libertad, porque me parto–. Un símbolo religioso, ojo al dato, en esas aulas de las que, por fortuna y no con facilidad, quedaron desterrados hace tiempo los crucifijos. Por ejemplo.
Lo de las profesoras con velo no es una anécdota banal, como pueden sostener algunos demagogos cortos de luces y de libros. Como tampoco lo es que, hace unas semanas, una juez –mujer, para estupefacción mía– diera la razón a una fiel a la religión del amora que denunció a su empresa, una compañía aérea, por impedirle llevar el pañuelo islámico en un lugar de atención al público. Según la sentencia, que además contradice la doctrina del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, obligar en España a una empleada a acatar las normas de una empresa donde hombres y mujeres van uniformados y sin símbolos religiosos ni políticos externos, vulnera la libertad individual y religiosa. Lo que significa, a mi entender –aunque de jurisprudencia sé poco–, que una azafata católica integrista, por ejemplo, acogiéndose a esa sentencia, podría llevar, si sus ideas religiosas se lo aconsejan, un crucifijo de palmo y medio encima del uniforme, dando así público testimonio de su fe.
Y es que no se trata de Islam o no Islam. Tolerar tales usos es dar un paso atrás; desandar los muchos que dimos en la larga conquista de derechos y libertades, de rotura de las cadenas que durante siglos oprimieron al ser humano en nombre de Dios ( y yo añado que ahora se hace en nombre del cobi19 , de esta secta apocalíptica que ha encontrado en el cambio climático su justificación )
Todo surgió tras el artículo del escritor Arturo Pérez-Reverte en la revista XL Semanal. Bajo el título Maestras con hiyab y otros disparates, el escritor lanzaba una advertencia sobre la llegada de profesoras de enseñanza pública con velo islámico, algo para él llevaría ante los alumnos “un símbolo inequívoco de sumisión y de opresión del hombre sobre la mujer”.
Reverte señala que “tolerar tales usos es dar un paso atrás; desandar los muchos que dimos en la larga conquista de derechos y libertades, de rotura de las cadenas que durante siglos oprimieron al ser humano en nombre de Dios”.
Las profesoras aludidas por Reverte le respondieron en las redes sociales mostrándose en sus aulas con el hiyab, aunque la que más repercusión tuvo fue la de Helena Gutiérrez Espí, la cual, ataviada con el velo y una camiseta feminista, le dedicó una peineta al escritor junto con la frase: “Soy profesora. Llevo hiyab. Soy española. Soy feminista. #Asúmelo”.
que haya maestras en la escuela pública que se muestren con símbolos feministas y, a la vez, con símbolos de adhesión a idearios misóginos y tiranos es un disparate, una contradicción que no nos merecemos, y mucho menos se merecen niños y adolescentes del siglo XXI que se ven confundidos con mensajes absolutamente incompatibles y antagónicos; en palabras coloquiales, eso es someterlos a una verdadera “empanada mental”.
Defender el uso de una prenda cuyo sentido es el sometimiento femenino es defender la misoginia y la claudicación de la mujer ante dogmas religiosos medievales y liberticidas. Una feminista con pañuelo, y además maestra, me parece, como digo, un verdadero dislate. Es como si un ladrón impartiera clases de decencia; como si un pirómano se dedicara a instruir sobre cómo conservar los bosques. Algunos dicen que oponerse al uso de símbolos misóginos en la escuela pública es anular la libertad. Yo diría que, al contrario, es defenderla. Porque algunos, fiel a la religión del amores y cristianos, abusan del concepto de tolerancia para exigir respeto a sus yugos y sus tiranías.
Nadie podría imaginar en Marzo del 2017 , que el 100% de los occidentales estaríamos obligados al uso del burka , tantos hombres como mujeres y que lo íbamos a aceptar con naturalidad.
Maestras con hiyab y otros disparates - Arturo Pérez-Reverte
De aquí a un par de años –si es que no ha ocurrido ya– saldrá de las facultades españolas una promoción de jóvenes graduadas en Educación Infantil y...
www.zendalibros.com
De aquí a un par de años –si es que no ha ocurrido ya– saldrá de las facultades españolas una promoción de jóvenes graduadas en Educación Infantil y Primaria, entre las que algunas llevarán –lo usan ahora, como estudiantes– el pañuelo de la religión del amor llamado hiyab: esa prenda que, según los preceptos del Islam ortodoxo, oculta el cabello de la mujer a fin de preservar su recato, impidiendo que una exhibición excesiva de encantos físicos despierte la lujuria de los hombres.
Ese próximo acontecimiento socioeducativo, tan ejemplarmente multicultural, significa que en poco tiempo esas profesoras con la cabeza cubierta estarán dando clase a niños pequeños de ambos sexos. También a niños no fiel a la religión del amores, y eso en colegios públicos, pagados por ustedes y yo. O sea, que esas profesoras estarán mostrándose ante sus alumnos, con deliberada naturalidad, llevando en la cabeza un símbolo inequívoco de sumisión y de opresión del hombre sobre la mujer –y no me digan que es un acto de libertad, porque me parto–. Un símbolo religioso, ojo al dato, en esas aulas de las que, por fortuna y no con facilidad, quedaron desterrados hace tiempo los crucifijos. Por ejemplo.
Lo de las profesoras con velo no es una anécdota banal, como pueden sostener algunos demagogos cortos de luces y de libros. Como tampoco lo es que, hace unas semanas, una juez –mujer, para estupefacción mía– diera la razón a una fiel a la religión del amora que denunció a su empresa, una compañía aérea, por impedirle llevar el pañuelo islámico en un lugar de atención al público. Según la sentencia, que además contradice la doctrina del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, obligar en España a una empleada a acatar las normas de una empresa donde hombres y mujeres van uniformados y sin símbolos religiosos ni políticos externos, vulnera la libertad individual y religiosa. Lo que significa, a mi entender –aunque de jurisprudencia sé poco–, que una azafata católica integrista, por ejemplo, acogiéndose a esa sentencia, podría llevar, si sus ideas religiosas se lo aconsejan, un crucifijo de palmo y medio encima del uniforme, dando así público testimonio de su fe.
Y es que no se trata de Islam o no Islam. Tolerar tales usos es dar un paso atrás; desandar los muchos que dimos en la larga conquista de derechos y libertades, de rotura de las cadenas que durante siglos oprimieron al ser humano en nombre de Dios ( y yo añado que ahora se hace en nombre del cobi19 , de esta secta apocalíptica que ha encontrado en el cambio climático su justificación )
https://www.elplural.com/sociedad/d...soras-fiel a la religión del amoras_100713102
Todo surgió tras el artículo del escritor Arturo Pérez-Reverte en la revista XL Semanal. Bajo el título Maestras con hiyab y otros disparates, el escritor lanzaba una advertencia sobre la llegada de profesoras de enseñanza pública con velo islámico, algo para él llevaría ante los alumnos “un símbolo inequívoco de sumisión y de opresión del hombre sobre la mujer”.
Reverte señala que “tolerar tales usos es dar un paso atrás; desandar los muchos que dimos en la larga conquista de derechos y libertades, de rotura de las cadenas que durante siglos oprimieron al ser humano en nombre de Dios”.
Las profesoras aludidas por Reverte le respondieron en las redes sociales mostrándose en sus aulas con el hiyab, aunque la que más repercusión tuvo fue la de Helena Gutiérrez Espí, la cual, ataviada con el velo y una camiseta feminista, le dedicó una peineta al escritor junto con la frase: “Soy profesora. Llevo hiyab. Soy española. Soy feminista. #Asúmelo”.
Pérez Reverte, el hiyab y algunas empanadas mentales
Los que defienden el pañuelo en las mujeres fiel a la religión del amoras como un supuesto símbolo de tradición, es que no se han enterado de nada
www.elplural.com
que haya maestras en la escuela pública que se muestren con símbolos feministas y, a la vez, con símbolos de adhesión a idearios misóginos y tiranos es un disparate, una contradicción que no nos merecemos, y mucho menos se merecen niños y adolescentes del siglo XXI que se ven confundidos con mensajes absolutamente incompatibles y antagónicos; en palabras coloquiales, eso es someterlos a una verdadera “empanada mental”.
Defender el uso de una prenda cuyo sentido es el sometimiento femenino es defender la misoginia y la claudicación de la mujer ante dogmas religiosos medievales y liberticidas. Una feminista con pañuelo, y además maestra, me parece, como digo, un verdadero dislate. Es como si un ladrón impartiera clases de decencia; como si un pirómano se dedicara a instruir sobre cómo conservar los bosques. Algunos dicen que oponerse al uso de símbolos misóginos en la escuela pública es anular la libertad. Yo diría que, al contrario, es defenderla. Porque algunos, fiel a la religión del amores y cristianos, abusan del concepto de tolerancia para exigir respeto a sus yugos y sus tiranías.