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Madmaxista
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Podemos ha sufrido un serio revés en las municipales de GalapagarPaula Andrade
Hecho escombros
El partido jovenlandesado ha recibido un severo castigo incluso en el municipio donde ellos residen. Ahora tienen nueve días para negociar con Yolanda Díaz: diluirse o desaparecer
Ana Martín
Madrid 30/05/2023Actualizada 04:30
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Galapagar, la residencia de Pablo Iglesias e Irene Montero, se ha convertido en el símbolo del derrumbe de Podemos en las elecciones del 28 de mayo. Un partido reducido a escombros electorales que ahora tiene nueve días para negociar con Yolanda Díaz su ingreso en Sumar: diluirse o desaparecer, no hay opción buena para el partido que nació del «no nos representan».
El domingo, los electores de Galapagar dieron la espalda a sus vecinos más ilustres, y de qué manera. Podemos cayó en las urnas a menos de la mitad del resultado que obtuvo en 2019 y acabó la noche sin un solo concejal y como sexta fuerza política, con 820 votos, el 4,88 % del total. Hace cuatro años, la candidatura jovenlandesada tuvo el 12,01 % de los votos, 1.861 en total, y dos concejales.
Para mayor escarnio, el PP ganó con enorme contundencia las elecciones municipales, con 10 ediles y el 41,17 % del voto. Lo que permitió a su candidata, Carla Greciano, recuperar el gobierno municipal después de cuatro años de alianza entre el PSOE y Ciudadanos. Por su parte, la marca local de Más Madrid, que en Galapagar se alió con IU, quedó muy por delante de Podemos, con más del doble de los votos y dos ediles.
El famoso chalé de Galapagar, que la pareja adquirió en mayo de 2018 y por el que llegó a organizar una consulta entre su militancia, salió a colación en la pasada campaña electoral. Ocurrió durante una visita de la ministra de Igualdad a Valencia, cuando una señora se le acercó a preguntarle: «Mi marido trabajando desde los 14 años, ¿y usted cómo ha podido tener ese chalé?».
Fuerte encontronazo entre Irene Montero y una vecina de Valencia por su chalet de Galapagar
El Debate 68
Montero se encaró con ella y replicó que tenía derecho a comprarse la casa que le diera «la gana» con la herencia que le dejó su padre, que murió de cáncer a los 60 años, y con la ayuda de su pareja.
Este lunes, la secretaria general de Podemos, Ione Belarra, desveló que su partido ya está en negociaciones con Yolanda Díaz para lograr una candidatura conjunta a las elecciones generales del 23 de julio, porque el tiempo apremia: el 9 de junio tienen que registrar la coalición.
Su fuerza negociadora va a ser muy limitada, dado que la formación jovenlandesada no ha cumplido ni uno solo de los objetivos que se había marcado en estas elecciones. No ha obtenido representación en las Cortes valencianas, que era condición sine qua non para que Ximo Puig reeditara el Pacto del Botànic. Tampoco ha salvado los gobiernos de Guillermo Fernández Vara en Extremadura ni de Francina Armengol en Baleares, y el de Adrián Barbón en Asturias está por ver, a la espera del recuento del voto exterior. Y no ha conseguido representación en la Asamblea de Madrid, donde la candidatura liderada por Alejandra Jacinto se quedó en el 4,73 %. Tampoco en el Ayuntamiento de la capital.
Además, con la decisión de Pedro Sánchez de adelantar las elecciones al verano, Montero y Belarra han empezado su tiempo de descuento como ministras. Un escaparate fundamental. Casi el único, de hecho.
El propio Iglesias reconoció este lunes la crudeza del resultado del 28 de mayo para su partido y la necesidad de un acuerdo entre Sumar y los jovenlandesados. El exvicepresidente planteó un segundo movimiento de Sánchez, a modo de «hipótesis», en su Canal Red: que el presidente del Gobierno encabezara una candidatura única de la izquierda, una especie de «amplio frente popular progresista» en buena parte de las circunscripciones; ante una derecha que concurriría en dos: PP y Vox. Ahí lo dejó caer, por si estuviera en la cabeza del socialista.
«Este país tiene mucho futuro. Son tiempos de audacia. Tenemos un proyecto para seguir dando respuesta a los desafíos sociales, ecológicos y económicos de nuestro país. Frente a la España de color de Feijóo, salimos a ganar. La gente nos está esperando», sostuvo, por su parte, la vicepresidenta segunda.
Podemos ha sufrido un serio revés en las municipales de GalapagarPaula Andrade
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Madrid 30/05/2023Actualizada 04:30
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Galapagar, la residencia de Pablo Iglesias e Irene Montero, se ha convertido en el símbolo del derrumbe de Podemos en las elecciones del 28 de mayo. Un partido reducido a escombros electorales que ahora tiene nueve días para negociar con Yolanda Díaz su ingreso en Sumar: diluirse o desaparecer, no hay opción buena para el partido que nació del «no nos representan».
El domingo, los electores de Galapagar dieron la espalda a sus vecinos más ilustres, y de qué manera. Podemos cayó en las urnas a menos de la mitad del resultado que obtuvo en 2019 y acabó la noche sin un solo concejal y como sexta fuerza política, con 820 votos, el 4,88 % del total. Hace cuatro años, la candidatura jovenlandesada tuvo el 12,01 % de los votos, 1.861 en total, y dos concejales.
Para mayor escarnio, el PP ganó con enorme contundencia las elecciones municipales, con 10 ediles y el 41,17 % del voto. Lo que permitió a su candidata, Carla Greciano, recuperar el gobierno municipal después de cuatro años de alianza entre el PSOE y Ciudadanos. Por su parte, la marca local de Más Madrid, que en Galapagar se alió con IU, quedó muy por delante de Podemos, con más del doble de los votos y dos ediles.
El famoso chalé de Galapagar, que la pareja adquirió en mayo de 2018 y por el que llegó a organizar una consulta entre su militancia, salió a colación en la pasada campaña electoral. Ocurrió durante una visita de la ministra de Igualdad a Valencia, cuando una señora se le acercó a preguntarle: «Mi marido trabajando desde los 14 años, ¿y usted cómo ha podido tener ese chalé?».
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Montero se encaró con ella y replicó que tenía derecho a comprarse la casa que le diera «la gana» con la herencia que le dejó su padre, que murió de cáncer a los 60 años, y con la ayuda de su pareja.
Este lunes, la secretaria general de Podemos, Ione Belarra, desveló que su partido ya está en negociaciones con Yolanda Díaz para lograr una candidatura conjunta a las elecciones generales del 23 de julio, porque el tiempo apremia: el 9 de junio tienen que registrar la coalición.
Su fuerza negociadora va a ser muy limitada, dado que la formación jovenlandesada no ha cumplido ni uno solo de los objetivos que se había marcado en estas elecciones. No ha obtenido representación en las Cortes valencianas, que era condición sine qua non para que Ximo Puig reeditara el Pacto del Botànic. Tampoco ha salvado los gobiernos de Guillermo Fernández Vara en Extremadura ni de Francina Armengol en Baleares, y el de Adrián Barbón en Asturias está por ver, a la espera del recuento del voto exterior. Y no ha conseguido representación en la Asamblea de Madrid, donde la candidatura liderada por Alejandra Jacinto se quedó en el 4,73 %. Tampoco en el Ayuntamiento de la capital.
Además, con la decisión de Pedro Sánchez de adelantar las elecciones al verano, Montero y Belarra han empezado su tiempo de descuento como ministras. Un escaparate fundamental. Casi el único, de hecho.
El propio Iglesias reconoció este lunes la crudeza del resultado del 28 de mayo para su partido y la necesidad de un acuerdo entre Sumar y los jovenlandesados. El exvicepresidente planteó un segundo movimiento de Sánchez, a modo de «hipótesis», en su Canal Red: que el presidente del Gobierno encabezara una candidatura única de la izquierda, una especie de «amplio frente popular progresista» en buena parte de las circunscripciones; ante una derecha que concurriría en dos: PP y Vox. Ahí lo dejó caer, por si estuviera en la cabeza del socialista.
«Este país tiene mucho futuro. Son tiempos de audacia. Tenemos un proyecto para seguir dando respuesta a los desafíos sociales, ecológicos y económicos de nuestro país. Frente a la España de color de Feijóo, salimos a ganar. La gente nos está esperando», sostuvo, por su parte, la vicepresidenta segunda.
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