Dr Polux
FEOfobo & CALVOfobo
La mafia joven se ceba con los mena, los menores olvidados de Cataluña. El tcharmile, las bandas juveniles norteafricanas, está depredando entre los jóvenes abandonados por Quim Torra, presidente catalán, y Ada Colau, alcaldesa de Barcelona. La subcultura delincuencial se aprovecha de los niños y adolescentes abandonados y los empuja a la criminalidad organizada en las calles de Barcelona.
'Menas' durmiendo en los jardines de Sant Pau del Camp de Barcelona / CG
El epicentro de la acción de estos grupos son los jardines de Sant Pau del Camp de la Ciudad Condal, donde duermen, comen, se duchan y hacen las necesidades algunos de los mena. Los vecinos cuentan a hasta 50 jóvenes. Algunos de ellos utilizan este espacio público para robar, intercambiar mercancía robada, esnifar cola o trapichear con drojas. "No son todos, pero sí los que llevan la voz cantante y los manipulan. Uno de ellos, Mohammed, salió de la guandoca hace poco", explica O., una vecina. Los residentes del Raval rechazan criminalizar a los niños, pero su paciencia se ha agotado. "Aquí no viene nadie. ¿Ayuntamiento y Generalitat de Cataluña? Ni se les espera. ¿Mossos y Guardia Urbana? O acuden en patrullas de ocho o ni se acercan. Y se acercan solo para identificar a autores de hurtos. Nadie los mete en el sistema de inserción", lamentan.
En este patético escenario de abandono institucional, las tensiones de convivencia son solo cuestión de tiempo. ¿Ejemplos? La oenegé proderechos de los animales Vigilancia Solidaria ha suspendido su actividad canina semanal en el parque. "Nos lo robaban todo. La última vez fue un móvil. Nos hemos tenido que cargar una actividad de inclusión que unía al barrio y proyectaba valores de convivencia", lamenta una portavoz.
Manda la mafia
Este agujero que han dejado Torra y Colau en Sant Pau del Camp tiene, no obstante, consecuencias aún más devastadoras que los rifirrafes en el espacio público. Sobre las vidas de los menores, procedentes de jovenlandia y Argelia en su mayoría. "Duermen en Montjuïc, pero comen y se duchan aquí o en un gimnasio solidario. Se drojan todo el día y hurtan y se pelean. No hacen nada más", agrega otra residente. ¿Nadie ayuda o echa un cable? "No. Son demasiado violentos. No todos, pero los mayores instruyena los recién llegados o pequeños", explica esta vecina, que lleva 17 años viviendo en la zona. La mafia, el tcharmile, ha carcomido las vidas de estos niños y jóvenes como madera tierna. Ante los ojos de este medio sale un mayor con un joven por una de las cinco entradas de la plaza. "Van a robar juntos a turistas. El mayor le enseña cómo hacerlo", aclaran. Robar no es quizá la descripción más rigurosa de su actividad. El tcharmile mayor otea, sigue y pilla lo que puede. Un reloj. Un móvil. Una cadena. Tras ello, huye a toda velocidad y regresa a Sant Pau del Camp.
¿Nadie interviene? "La policía, y solo a veces. La Fundació Arrels --la oenegé más veterana en el trabajo con los sintecho en Barcelona-- no los quiere ni ver. Piensa que amasan piedras y botellas por si la emprenden a golpes. Las peleas ocurren a menudo", narran. Violencia o no, en la plaza manda la mafia. Los menas se agrupan hombro con hombro al sur de la plaza. Junto a ellos, los grandes, incluyendo a Mohammed. Los yonquismerodean en la zona oeste, mientras que el noroeste es territorio de los chatarreros senegaleses, "mucho más pacíficos". También acuden a la plaza los rumanos. Ninguno de estos colectivos da tanto pavor a los vecinos como el tcharmile, la mafia joven que ha permeado entre los menas de la plaza.
"Aquí vivimos de robar"
Aportan como prueba los residentes un vídeo de los de los cabecillas. Grabado en la plaza de Cataluña de Barcelona, muestra a dos supuestos miembros de la tcharmile explicando qué hacen y cómo viven en España. "Aquí no se puede trabajar. Lo único que puedes hacer es deslomarte en el campo por cinco euros. Por lo tanto, nosotros nos dedicamos a robar", narran los jóvenes, que portan objetos de lujo y van acompañados de dos chicas. "Si escuchas bien el vídeo, citan una palabra en árabe argelino que significa robar. Nosotros nos dedicamos a ello, repiten", han confirmado fuentes policiales inquiridas por este medio acerca de la grabación. "Aquí en Europa --continúa el policía, que prefiere no revelar su nombre--, dice el chico, no hay nada. No te puede ayudar tu hermano ni tu amigo. En Europa no hay nada. Vivimos de robar".
"Envía un mensaje a los chicos de su país. Y les advierte de que nadie les ayuda. Sostiene que tenía trabajo en su país, pero que quiso probar suerte en Europa. Y que aquí es lo que hay, que hay que robar para sobrevivir. No hay otra cosa", explica el funcionario. "Dice el joven que Barcelona es maravillosa, pero que tiene que vivir así. Que en el campo te dan el pasaporte por cinco euros trabajando de ocho de la mañana a ocho de la noche. Así que queda solo robar. Eso sí, asegura que aquí te puedes casar por papeles con alguien, pagando un precio", agrega. Subraya también la misma fuente que esta subcultura, no inherente a los menas, pero que los está captando, se alimenta de la producción de artistas como McMonako, un rapero con residencia en Manresa (Barcelona) y en cuyos vídeos se describe el culto al pequeño hurto. McMonako retrata incluso en alguna de sus videoclips a los menores de Sant Pau del Camp. Es el blanqueo musical del tcharmile, o las maras magrebíes.
Generalitat y Ayuntamiento, impotentes
Preguntados por el colectivo de menores barceloneses que están en la diana de la mafia tcharmile, tanto el Ayuntamiento de Barcelona como la Generalitat de Cataluña se muestran inoperantes. El Ejecutivo de Ada Colau traslada toda la responsabilidad a la Dirección General de la Infancia y la Adolescencia (DGAIA), mientras que el Gobierno catalán recuerda que "quien tiene trabajadores de servicios sociales en la calle es el consistorio". Una portavoz del Departamento catalán de Trabajo, Asuntos Sociales y Familias insiste en que "trabajan codo a codo con el Ayuntamiento, pero que el problema de los menas es complejo". Recuerda también el sistema para sacar a un menor de la calle. "Lo puede hacer cualquier cuerpo de seguridad, que se lleva al niño y lo identifica en comisaría. Se intenta verificar su edad y si tiene familia. Tras ello, entra en el sistema de acogida. Puede dormir en comisaría antes, pero se le traslada con la máxima celeridad a un recurso", subraya la misma fuente. ¿Dónde falla el sistema? "A veces no se puede identificar al menor. O éste, simplemente, se escapa del centro porque no le gustan las reglas", añade.
Jóvenes en los jardines de Sant Pau del Camp, donde están a merced de la mafia 'tcharmile' / CG
"Trabajamos codo a codo con el Ayuntamiento de Barcelona en el Consorcio de Servicios Sociales (CSSBCN), pero no es sencillo de solucionar. No tenemos a personal en la calle para rescatar a los menores", admiten desde Trabajo. También, sorpresivamente, se niegan a dar cifras de niños y adolescentes atendidos. "Sabemos que hay en el sistema unos 4.000 menores, pero no podemos decir cuántos han sido recogidos por la Guardia Urbana y los Mossos d'Esquadra y llevados a una sede policial para ser identificados y entrados en el sistema de acogida", admite.
Mossos: 'Hemos reforzado la vigilancia"
También han aportado su versión sobre el drama de Sant Pau del Camp de Barcelona --una situación que se repite en la montaña de Montjuïc, donde los jóvenes han establecido campamentos-- los Mossos d'Esquadra. Un portavoz de la policía autonómica ha tratado de arrojar luz sobre la situación. "Hay que separar conceptos. Una cosa es la situación de los menores, que es responsabilidad de la DGAIA. Otra, la suciedad y ruido, que recae en el Ayuntamiento de Barcelona, pues se trataría de vulneraciones de las ordenanzas municipales. Finalmente, está la labor policial. A este último respecto, el agente recuerda que "Mossos y Urbana han reforzado la seguridad en el Raval en el marco del operativo conjunto iniciado el pasado año". Explica la misma fuente que los efectivos "disponen de una patrulla fija en Sant Pau del Camp que interviene cuando se le requiere". Una de estas ocasiones fue el pasado 25 de enero, cuando una redada en los jardines terminó con cinco detenidos, uno de ellos en busca y captura.
Uno de los botes de disolvente que esnifan los 'mena' de los jardines de Sant Pau del Camp, en Barcelona / CG
Ello no convence a los vecinos. "No es suficiente. Estamos hablando de grupos de hasta 50 menores, entre los cuales niños de ocho años, que quedan a merced de la mendicidad y las mafias de los mayores. El resultado es que se pasan el día esnifando cola y, cuando van hasta arriba por la noche, empieza lo feo", advierten. ¿Qué es lo feo? "Peleas entre ellos, robos a turistas e intimidación a vecinos, entrada en los pisos para robar, escalando vallas y tapias y manoseo a chicas que pasan por el parque", apostillan.
La mafia joven depreda en los 'mena', los menores olvidados de Cataluña
'Menas' durmiendo en los jardines de Sant Pau del Camp de Barcelona / CG
El epicentro de la acción de estos grupos son los jardines de Sant Pau del Camp de la Ciudad Condal, donde duermen, comen, se duchan y hacen las necesidades algunos de los mena. Los vecinos cuentan a hasta 50 jóvenes. Algunos de ellos utilizan este espacio público para robar, intercambiar mercancía robada, esnifar cola o trapichear con drojas. "No son todos, pero sí los que llevan la voz cantante y los manipulan. Uno de ellos, Mohammed, salió de la guandoca hace poco", explica O., una vecina. Los residentes del Raval rechazan criminalizar a los niños, pero su paciencia se ha agotado. "Aquí no viene nadie. ¿Ayuntamiento y Generalitat de Cataluña? Ni se les espera. ¿Mossos y Guardia Urbana? O acuden en patrullas de ocho o ni se acercan. Y se acercan solo para identificar a autores de hurtos. Nadie los mete en el sistema de inserción", lamentan.
En este patético escenario de abandono institucional, las tensiones de convivencia son solo cuestión de tiempo. ¿Ejemplos? La oenegé proderechos de los animales Vigilancia Solidaria ha suspendido su actividad canina semanal en el parque. "Nos lo robaban todo. La última vez fue un móvil. Nos hemos tenido que cargar una actividad de inclusión que unía al barrio y proyectaba valores de convivencia", lamenta una portavoz.
Manda la mafia
Este agujero que han dejado Torra y Colau en Sant Pau del Camp tiene, no obstante, consecuencias aún más devastadoras que los rifirrafes en el espacio público. Sobre las vidas de los menores, procedentes de jovenlandia y Argelia en su mayoría. "Duermen en Montjuïc, pero comen y se duchan aquí o en un gimnasio solidario. Se drojan todo el día y hurtan y se pelean. No hacen nada más", agrega otra residente. ¿Nadie ayuda o echa un cable? "No. Son demasiado violentos. No todos, pero los mayores instruyena los recién llegados o pequeños", explica esta vecina, que lleva 17 años viviendo en la zona. La mafia, el tcharmile, ha carcomido las vidas de estos niños y jóvenes como madera tierna. Ante los ojos de este medio sale un mayor con un joven por una de las cinco entradas de la plaza. "Van a robar juntos a turistas. El mayor le enseña cómo hacerlo", aclaran. Robar no es quizá la descripción más rigurosa de su actividad. El tcharmile mayor otea, sigue y pilla lo que puede. Un reloj. Un móvil. Una cadena. Tras ello, huye a toda velocidad y regresa a Sant Pau del Camp.
¿Nadie interviene? "La policía, y solo a veces. La Fundació Arrels --la oenegé más veterana en el trabajo con los sintecho en Barcelona-- no los quiere ni ver. Piensa que amasan piedras y botellas por si la emprenden a golpes. Las peleas ocurren a menudo", narran. Violencia o no, en la plaza manda la mafia. Los menas se agrupan hombro con hombro al sur de la plaza. Junto a ellos, los grandes, incluyendo a Mohammed. Los yonquismerodean en la zona oeste, mientras que el noroeste es territorio de los chatarreros senegaleses, "mucho más pacíficos". También acuden a la plaza los rumanos. Ninguno de estos colectivos da tanto pavor a los vecinos como el tcharmile, la mafia joven que ha permeado entre los menas de la plaza.
"Aquí vivimos de robar"
Aportan como prueba los residentes un vídeo de los de los cabecillas. Grabado en la plaza de Cataluña de Barcelona, muestra a dos supuestos miembros de la tcharmile explicando qué hacen y cómo viven en España. "Aquí no se puede trabajar. Lo único que puedes hacer es deslomarte en el campo por cinco euros. Por lo tanto, nosotros nos dedicamos a robar", narran los jóvenes, que portan objetos de lujo y van acompañados de dos chicas. "Si escuchas bien el vídeo, citan una palabra en árabe argelino que significa robar. Nosotros nos dedicamos a ello, repiten", han confirmado fuentes policiales inquiridas por este medio acerca de la grabación. "Aquí en Europa --continúa el policía, que prefiere no revelar su nombre--, dice el chico, no hay nada. No te puede ayudar tu hermano ni tu amigo. En Europa no hay nada. Vivimos de robar".
"Envía un mensaje a los chicos de su país. Y les advierte de que nadie les ayuda. Sostiene que tenía trabajo en su país, pero que quiso probar suerte en Europa. Y que aquí es lo que hay, que hay que robar para sobrevivir. No hay otra cosa", explica el funcionario. "Dice el joven que Barcelona es maravillosa, pero que tiene que vivir así. Que en el campo te dan el pasaporte por cinco euros trabajando de ocho de la mañana a ocho de la noche. Así que queda solo robar. Eso sí, asegura que aquí te puedes casar por papeles con alguien, pagando un precio", agrega. Subraya también la misma fuente que esta subcultura, no inherente a los menas, pero que los está captando, se alimenta de la producción de artistas como McMonako, un rapero con residencia en Manresa (Barcelona) y en cuyos vídeos se describe el culto al pequeño hurto. McMonako retrata incluso en alguna de sus videoclips a los menores de Sant Pau del Camp. Es el blanqueo musical del tcharmile, o las maras magrebíes.
Generalitat y Ayuntamiento, impotentes
Preguntados por el colectivo de menores barceloneses que están en la diana de la mafia tcharmile, tanto el Ayuntamiento de Barcelona como la Generalitat de Cataluña se muestran inoperantes. El Ejecutivo de Ada Colau traslada toda la responsabilidad a la Dirección General de la Infancia y la Adolescencia (DGAIA), mientras que el Gobierno catalán recuerda que "quien tiene trabajadores de servicios sociales en la calle es el consistorio". Una portavoz del Departamento catalán de Trabajo, Asuntos Sociales y Familias insiste en que "trabajan codo a codo con el Ayuntamiento, pero que el problema de los menas es complejo". Recuerda también el sistema para sacar a un menor de la calle. "Lo puede hacer cualquier cuerpo de seguridad, que se lleva al niño y lo identifica en comisaría. Se intenta verificar su edad y si tiene familia. Tras ello, entra en el sistema de acogida. Puede dormir en comisaría antes, pero se le traslada con la máxima celeridad a un recurso", subraya la misma fuente. ¿Dónde falla el sistema? "A veces no se puede identificar al menor. O éste, simplemente, se escapa del centro porque no le gustan las reglas", añade.
Jóvenes en los jardines de Sant Pau del Camp, donde están a merced de la mafia 'tcharmile' / CG
"Trabajamos codo a codo con el Ayuntamiento de Barcelona en el Consorcio de Servicios Sociales (CSSBCN), pero no es sencillo de solucionar. No tenemos a personal en la calle para rescatar a los menores", admiten desde Trabajo. También, sorpresivamente, se niegan a dar cifras de niños y adolescentes atendidos. "Sabemos que hay en el sistema unos 4.000 menores, pero no podemos decir cuántos han sido recogidos por la Guardia Urbana y los Mossos d'Esquadra y llevados a una sede policial para ser identificados y entrados en el sistema de acogida", admite.
Mossos: 'Hemos reforzado la vigilancia"
También han aportado su versión sobre el drama de Sant Pau del Camp de Barcelona --una situación que se repite en la montaña de Montjuïc, donde los jóvenes han establecido campamentos-- los Mossos d'Esquadra. Un portavoz de la policía autonómica ha tratado de arrojar luz sobre la situación. "Hay que separar conceptos. Una cosa es la situación de los menores, que es responsabilidad de la DGAIA. Otra, la suciedad y ruido, que recae en el Ayuntamiento de Barcelona, pues se trataría de vulneraciones de las ordenanzas municipales. Finalmente, está la labor policial. A este último respecto, el agente recuerda que "Mossos y Urbana han reforzado la seguridad en el Raval en el marco del operativo conjunto iniciado el pasado año". Explica la misma fuente que los efectivos "disponen de una patrulla fija en Sant Pau del Camp que interviene cuando se le requiere". Una de estas ocasiones fue el pasado 25 de enero, cuando una redada en los jardines terminó con cinco detenidos, uno de ellos en busca y captura.
Uno de los botes de disolvente que esnifan los 'mena' de los jardines de Sant Pau del Camp, en Barcelona / CG
Ello no convence a los vecinos. "No es suficiente. Estamos hablando de grupos de hasta 50 menores, entre los cuales niños de ocho años, que quedan a merced de la mendicidad y las mafias de los mayores. El resultado es que se pasan el día esnifando cola y, cuando van hasta arriba por la noche, empieza lo feo", advierten. ¿Qué es lo feo? "Peleas entre ellos, robos a turistas e intimidación a vecinos, entrada en los pisos para robar, escalando vallas y tapias y manoseo a chicas que pasan por el parque", apostillan.
La mafia joven depreda en los 'mena', los menores olvidados de Cataluña