La luz nunca brilla con mayor fulgor que cuando surge en medio de la oscuridad. Son necesariamente los contrastes los que dan a la belleza sus tonos más arrebatadores.
Así, en medio de la despiadada batalla de Stalingrado, con las tropas soviéticas rodeándo a tropas alemanas, para las que solo queda un futuro de fin o humillación, surge una imagen que a mí me toca el corazón. Es la llamada Madonna de Stalingrado. Un dibujo improvisado de un joven soldado alemán en los últimos días de 1942, que llama la atención de sus compañeros de armas en medio del infierno.
"El dibujo muestra a una mujer sedente que mantiene un niño bajo su manto, contemplándolo con amor, dándole cobijo y protección entre sus brazos, apretándolo contra su pecho. La obra lleva una anotación que dice: „1942 Weihnachten im Kessel – Festung Stalingrad – Licht, Leben, Liebe“ («1942 Navidad en el cerco – Fortaleza de Stalingrado – Luz, Vida, Amor»).
No he abierto éste hilo para hablar de ideologías-- ni políticas ni religiosas-- sino de algo que a mí me parece más profundo que todas ellas. De algo que, en el fondo, aunque a menudo inconsciente, late en el fondo de todos nosotros.
Así, en medio de la despiadada batalla de Stalingrado, con las tropas soviéticas rodeándo a tropas alemanas, para las que solo queda un futuro de fin o humillación, surge una imagen que a mí me toca el corazón. Es la llamada Madonna de Stalingrado. Un dibujo improvisado de un joven soldado alemán en los últimos días de 1942, que llama la atención de sus compañeros de armas en medio del infierno.
"El dibujo muestra a una mujer sedente que mantiene un niño bajo su manto, contemplándolo con amor, dándole cobijo y protección entre sus brazos, apretándolo contra su pecho. La obra lleva una anotación que dice: „1942 Weihnachten im Kessel – Festung Stalingrad – Licht, Leben, Liebe“ («1942 Navidad en el cerco – Fortaleza de Stalingrado – Luz, Vida, Amor»).
Madonna de Stalingrado - Wikipedia, la enciclopedia libre
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No he abierto éste hilo para hablar de ideologías-- ni políticas ni religiosas-- sino de algo que a mí me parece más profundo que todas ellas. De algo que, en el fondo, aunque a menudo inconsciente, late en el fondo de todos nosotros.
"Ernst Dwinger en su Diario de Siberia, habla de ese teniente alemán que, prisionero desde hacía años en un campo de concentración en el que reinaban el frío y el hambre, se había construído con teclas de madera un piano silencioso. Allí, en el amontonamiento de la miseria, en medio de una multitud de harapientos, componía una extraña música que solo él oía. Así, arrojados en el infierno, misteriosas melodías y las imágenes crueles de la belleza huida nos traerían siempre, en medio del crimen y la locura, el eco de esa insurreccion armoniosa que atestigua a lo largo de los siglos la grandeza humana."
(Albert Camus: El hombre rebelde)