El caso de la progenitora de Avilés que se lanzó por la ventana con su hija de 7 años en brazos el pasado 5 de abril esconde una escabrosa historia donde nada es lo que parece. Tras conocerse el trágico suceso, fuentes cercanas a la mujer aseguraron que se trataba de una víctima de violencia de género desesperada porque su expareja recuperase el régimen de visitas con la niña.
Sin embargo, después de que el juez haya otorgado al padre la custodia y la patria potestad de la pequeña -que permanece ingresada en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA)- su abogada revela el calvario que este hombre ha vivido en los últimos años: maltrato, denuncias falsas -incluida una por supuesto abuso sensual a la menor- y hasta dos presuntos intentos de asesinato que aún están bajo investigación.
"Él tenía muchísimo miedo y sabía que algo así iba a pasar: o le mataban a él o le hacían algo a su hija, porque decía que la progenitora consideraba que la niña era de su propiedad -relata a Libertad Digital la abogada del padre, Sofía Duart-. A mí me lo dijo varias veces y, por desgracia, no se equivocó". El desencadenante: el archivo de la denuncia por presunto abuso sensual a la pequeña que ponía fin a casi tres años en los que el padre únicamente ha podido verla entre las frías paredes de un punto de encuentro familiar. "Es un ejemplo perfecto de instrumentalización de un menor para obtener beneficios en un procedimiento judicial -asegura la letrada-. En este caso, impedir que el juez le otorgase a él la custodia compartida".
Una separación conflictiva
La historia se remonta a 2017. Cuando la pequeña apenas tenía un año, la pareja decidió separarse. La mujer no se conformó entonces con reclamar la custodia de la menor, sino que pidió un régimen de visitas especialmente restrictivo para el padre, al que pretendía que no le dejasen pasar ni una sola noche con su hija hasta que cumpliera los tres años. El juez, sin embargo, descartó este extremo, estableciendo que podría disfrutar de ella fines de semanas alternos, además de una tarde todas las semanas.
La relación entre ambos había sido muy conflictiva. Él fue condenado por un delito de maltrato no habitual a la progenitora por lanzarle una muñequera en el tras*curso de una discusión. Ella, por otro delito de maltrato hacia él más uno de amenazas, ya que, según consta en la sentencia, la mujer le propinó un golpe en el oído y le dijo: "No vas a ver más a tu hija, cuando yo quiera duermes calentito".
Lejos de suavizarse con la separación, las discusiones fueron a peor. La progenitora le denunció en varias ocasiones por supuesto quebrantamiento de la orden de alejamiento implícita a la condena por maltrato impuesta por haberle lanzado una muñequera. Sin embargo, todas esas denuncias fueron archivadas en 2020 y fue entonces cuando el padre decidió solicitar custodia compartida. "Ahí es cuando se desató la tormenta", relata su abogada.
La "artificiosa" denuncia por abusos sensuales
Su exmujer le acusó entonces de abusar sexualmente de su hija, a la que no dudó en llevar a un psicólogo de parte para tratar de avalar su denuncia. Ante la gravedad de las acusaciones, el Juzgado de guardia optó por suspender de manera cautelar el régimen de visitas del padre, permitiéndole únicamente ver a la niña en un punto de encuentro familiar de Avilés hasta que se aclarasen los hechos. "Eso era lo que buscaba", insiste Duart. Sin embargo, tanto los psicólogos del Instituto de Medicina legal de los Juzgados de Oviedo como los del propio punto de encuentro terminaron desmontando el presunto abuso sensual a través de sus informes.
"En criterios psicológico-forenses, no puede proponerse favorablemente la credibilidad de la acusación examinada", concluían los primeros, quienes, además, denunciaban que las "perniciosas influencias maternas" estaban provocando "ansiedad" a la pequeña, además de una "falta de conexión con la realidad de su afecto por el padre". El durísimo informe reprochaba a la progenitora "una actitud de artificioso reclutado de profesionales y recabado de pruebas favorables para sostener una acusación artificiosa de abuso sensual infantil" y advertía de que "la menor seguiría instrucciones maternas" a fin de implicar al padre en el presunto delito.
Los técnicos del punto de encuentro también relataron episodios en los que la progenitora quedaba en evidencia, como, por ejemplo, las conversaciones relativas al dolor que la pequeña aseguraba tener en los genitales. "Mamá dice que me duele porque papá me hizo daño, pero no es verdad, papá no me hizo nada", reza el informe. Asimismo, la abogada asegura que, con tan sólo cuatro años, el abuelo materno le ponía a la pequeña películas como Chucky, el muñeco diabólico, para que fuera aterrorizada a ver a su padre. Aun así, los profesionales del punto de encuentro relatan en sus escritos que la niña pedía poder salir de allí con su padre e irse con él de vacaciones.
Sin embargo, después de que el juez haya otorgado al padre la custodia y la patria potestad de la pequeña -que permanece ingresada en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA)- su abogada revela el calvario que este hombre ha vivido en los últimos años: maltrato, denuncias falsas -incluida una por supuesto abuso sensual a la menor- y hasta dos presuntos intentos de asesinato que aún están bajo investigación.
"Él tenía muchísimo miedo y sabía que algo así iba a pasar: o le mataban a él o le hacían algo a su hija, porque decía que la progenitora consideraba que la niña era de su propiedad -relata a Libertad Digital la abogada del padre, Sofía Duart-. A mí me lo dijo varias veces y, por desgracia, no se equivocó". El desencadenante: el archivo de la denuncia por presunto abuso sensual a la pequeña que ponía fin a casi tres años en los que el padre únicamente ha podido verla entre las frías paredes de un punto de encuentro familiar. "Es un ejemplo perfecto de instrumentalización de un menor para obtener beneficios en un procedimiento judicial -asegura la letrada-. En este caso, impedir que el juez le otorgase a él la custodia compartida".
Una separación conflictiva
La historia se remonta a 2017. Cuando la pequeña apenas tenía un año, la pareja decidió separarse. La mujer no se conformó entonces con reclamar la custodia de la menor, sino que pidió un régimen de visitas especialmente restrictivo para el padre, al que pretendía que no le dejasen pasar ni una sola noche con su hija hasta que cumpliera los tres años. El juez, sin embargo, descartó este extremo, estableciendo que podría disfrutar de ella fines de semanas alternos, además de una tarde todas las semanas.
La relación entre ambos había sido muy conflictiva. Él fue condenado por un delito de maltrato no habitual a la progenitora por lanzarle una muñequera en el tras*curso de una discusión. Ella, por otro delito de maltrato hacia él más uno de amenazas, ya que, según consta en la sentencia, la mujer le propinó un golpe en el oído y le dijo: "No vas a ver más a tu hija, cuando yo quiera duermes calentito".
Lejos de suavizarse con la separación, las discusiones fueron a peor. La progenitora le denunció en varias ocasiones por supuesto quebrantamiento de la orden de alejamiento implícita a la condena por maltrato impuesta por haberle lanzado una muñequera. Sin embargo, todas esas denuncias fueron archivadas en 2020 y fue entonces cuando el padre decidió solicitar custodia compartida. "Ahí es cuando se desató la tormenta", relata su abogada.
La "artificiosa" denuncia por abusos sensuales
Su exmujer le acusó entonces de abusar sexualmente de su hija, a la que no dudó en llevar a un psicólogo de parte para tratar de avalar su denuncia. Ante la gravedad de las acusaciones, el Juzgado de guardia optó por suspender de manera cautelar el régimen de visitas del padre, permitiéndole únicamente ver a la niña en un punto de encuentro familiar de Avilés hasta que se aclarasen los hechos. "Eso era lo que buscaba", insiste Duart. Sin embargo, tanto los psicólogos del Instituto de Medicina legal de los Juzgados de Oviedo como los del propio punto de encuentro terminaron desmontando el presunto abuso sensual a través de sus informes.
"En criterios psicológico-forenses, no puede proponerse favorablemente la credibilidad de la acusación examinada", concluían los primeros, quienes, además, denunciaban que las "perniciosas influencias maternas" estaban provocando "ansiedad" a la pequeña, además de una "falta de conexión con la realidad de su afecto por el padre". El durísimo informe reprochaba a la progenitora "una actitud de artificioso reclutado de profesionales y recabado de pruebas favorables para sostener una acusación artificiosa de abuso sensual infantil" y advertía de que "la menor seguiría instrucciones maternas" a fin de implicar al padre en el presunto delito.
Los técnicos del punto de encuentro también relataron episodios en los que la progenitora quedaba en evidencia, como, por ejemplo, las conversaciones relativas al dolor que la pequeña aseguraba tener en los genitales. "Mamá dice que me duele porque papá me hizo daño, pero no es verdad, papá no me hizo nada", reza el informe. Asimismo, la abogada asegura que, con tan sólo cuatro años, el abuelo materno le ponía a la pequeña películas como Chucky, el muñeco diabólico, para que fuera aterrorizada a ver a su padre. Aun así, los profesionales del punto de encuentro relatan en sus escritos que la niña pedía poder salir de allí con su padre e irse con él de vacaciones.
El calvario del hombre cuya exmujer se tiró por la ventana con su hija: de las denuncias falsas al intento de asesinato
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